¡Maldito Karma! [✓]

By ComandantePrim

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"Hay probabilidad de que ocurran cosas inesperadas en cada segundo de nuestra frágil existencia" Alba Siles n... More

Prologo.
Booktráiler
1. -¡Dame una A! ¡Una L! ¡Una B! ¡Y otra A!
2. -Cena, arañas y vecinos nuevos.
3.-Opción Lucas descartada.
4- Segunda opción: David
5-Tercera y cuarta descartadas.
6.- Última (¡sorpresa!) descartada.
7-Clases de matemáticas muy caras
8.Empiezan las pruebas
9. ¡Código H-16!
10: Inaceptable.
11: ¡Por las gafas de Stephen Hawking!
12. Tan estúpido como siempre.
13. Tu vecina y amiga Spidergirl
14. Efecto Doppler.
15- Teoría del Caos.
16.-Mi persona (no) favorita.
17-Demostrando teorías (no hacer en casa)
18-El lado más caritativo.
19-Hunter Pov's.
20-Efecto Mariposa
21-¡Mayday!¡Mayday!
22-"No te acostumbres"
23-Campanas.
24-Principio de incertidumbre.
25-¡Maldito Karma!
26- Locura de ascensor.
27- "Are you scared?"
28. El gato de Schrödinger
29-"You're beautiful."
30-La Navaja de Ockham.
31- Una mañana de locos.
32. Shamy
33.- Caída en picado.
34- La perdición se sirve con palomitas.
35-Spider-memo.
36- Cara de culpable.
37- El teorema de los celos.
38-Resolución de problemas.
40-Boda |2|
41-Culminación.
42-Funcionará.
43-Cállate.
44-Gracias.
45.-Imprevistos en Navidad. P.1
45. Imprevistos de Navidad P.2
Epílogo.
EXTRA 1/2.
EXTRA 2/2

39-Boda |1|

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By ComandantePrim

Capítulo 39: Boda [Primera parte]

La vida te plantea una serie de decisiones a tomar, que consiguen poner en entredicho todos los aspectos vitales que cohabitan en tu mente. Nunca sabes cual la correcta, ni siquiera si hay una malditamente correcta. Quizás todas y cada una de ellas sean grandes equivocaciones con las que hay que aprender a vivir.

Nunca es fácil optar por un camino.

Y mucho menos en la encrucijada que se presenta frente a mí, dejándome un terrible y fatídico horizonte. La mayor lucha existente en mi panorama tanto mental como emocional se disputaba sin descanso, estructurando sólidos argumentos que se deshacían con insultante rapidez. Elaborando hipótesis, tablas de pros y contras... para terminar siempre en el mismo punto.

Rayos, no tenía ni la más mínima idea de lo que debía hacer.

Ahogué un chillido de pura frustración, escondiendo el rostro en la almohada, presionando los dientes con la fuerza de la rabia y la desesperación. Mi pecho se sacudía a velocidades ultrasónicas, acompasando al ritmo errático de mi órgano motor, que se apretujaba dolorosamente.

Un suspiro lastimero escapó entre mis labios, al tiempo que mi cuerpo se desplomaba miserablemente sobre el colchón, sumido en una violenta vorágine de pensamientos enfrentados.

El chasquido de la puerta me alertó lo suficiente como para que todos y cada uno de mis músculos se tensaran. Con lentitud giré la cabeza, vislumbrando entre la cascada que conformaban mis cabellos, el familiar y acongojado rostro de mi particular dolor de cabeza.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Demandé saber con cierta brusquedad, fracasando en la tarea de no dejar translucir la debilidad que se filtró a través de mi tono de voz.

Hunter James cerró la puerta a sus espaldas, presionándose contra ella, contemplándome con tal intensidad que el corazón se precipitó contra mis costillas. En sus rutilantes ojos azules brillaban sentimientos adversos, aderezado con una fulminante preocupación.

—Tu padre me dejó entrar —contestó con suavidad, llenando hasta el último rincón de mi habitación con el melodioso y ronco sonido de su voz— necesitaba verte.

Me incorporé con torpeza sobre el colchón, pasando una mano por mi caótico peinado.

—He estado... ocupada —traté de disculparme.

Hunter no pareció excesivamente convencido ante mis palabras porque, mediante largas zancadas, avanzó hasta mi posición.

—Alba, llevas dos días sin salir de aquí. No sé lo que te ocurre, ni si puedo hacer algo para ayudarte pero... shit, no logro dormir pensando en ti, en lo que te ocurre. Ni te has dignado a contestar a mis mensajes y siempre me topaba con el contestador. Sweetie... ¿qué te pasa?

Separé los labios, sin emitir sonido alguno, con las cuerdas vocales estrangulándose por la angustia. Bajo sus profundos ojos azules me sentía aún más confundida.

Me estremecí cuando sus manos tomaron mi rostro, con suavidad y mimo, mandando una serie de descargas por mis nervios.

—Yo estoy preocupado por ti. Tus padres también. Y estoy convencido de que tus hermanos. Pero no quieres decirnos lo que ocurre, ¿por qué?

No podía seguir mintiéndome a mí misma, ocultando al mundo lo que había caído en mis manos y había desatado esa infinita desazón.

—Es culpa tuya —admití— eres tú, estúpido, quien ha provocado esto —Hunter frunció el ceño, sorprendido ante mis palabras— Yo... siempre lo había tenido claro. Me eran indiferente el resto de seres humanos, menos mi familia. Pero ellos siempre estarían aquí, brindándome un lugar al que regresar. Podía marcharme sin remordimientos... y llegaste tú, con tu maldito acento y esos ojos azules, mi gran fracaso. No sé si seré capaz de abandonarte a ti.

Cerré los ojos una milésima de segundo, disfrutando del exquisito roce de sus dedos sobre la sensible piel de mis mejillas. Apenas había logrado regular las disparadas constantes de mi organismo.

—Me llegó una carta —continué sin atreverme a separar los párpados— una carta de la universidad. Me daban la oportunidad de matricularme antes. Pasar el verano en el campus, formándome antes de que las clases empezaran. Me invitaban a una conferencia de física, dándome ocasión de conocer a los grandes pensadores de nuestro país.

Hunter no dijo nada durante un prolongado espacio de tiempo, que conformó una pequeña eternidad. Después, deslizando los brazos entorno a mi cintura me condujo a su pecho, permitiendo que el calor de su cuerpo flaqueara mis maltrechas defensas. Aspiré una ronca bocanada de aire, cerrando los dedos en el flexible tejido de su camiseta, impregnando con su aroma cada rincón de mi ser.

Enredó su mano izquierda en mi revolucionada melena, mandando un poco decoroso escalofrío a lo largo y ancho de mi espina dorsal.

—Alba —susurró mi nombre— haz lo que debas hacer. No te preocupes. Ni por mí, ni por nadie. Debes pensar en ti.

Y ahí, escondida del mundo entre el hueco de sus brazos, con un agudo dolor adormeciendo mi cuerpo, deleitándome en la placentera sensación de su cercanía, traté de rememorar el punto en el que todo había cambiado.

El momento exacto en el que Hunter James se incrustó debajo de mi piel.

Un acontecimiento acudió casi con inmediatez: la boda.

Dichosas bodas y su sentimentalismo.

Dos semanas atrás...

—¡Mueve tu trasero imbécil! ¡Esto no es un simulacro! ¡Repito: esto no es un maldito simulacro! ¿¡Cómo puedes tardar tanto en arreglarte?!

Una carcajada trepó por las paredes de mi garganta ante el histerismo de mi madre, quien embutida en un vaporoso vestido celeste, estrujaba con brusquedad el bolso.

—Amanda, cariño. Este monumento necesita tiempo —contestó con diversión mi padre, a través de la puerta del baño— el arte sigue sus propios horarios.

Mi progenitora resopló con desdén, dando un furioso paseo hasta la puerta.

Sacudí la cabeza ante la particular disputa familiar que se disputaba en reiteradas ocasiones cada vez que un evento importante se cruzaba en los planes de la familia Siles García.

Claudia sentada pacíficamente en el suelo jugueteaba con las trenzas que domaban su cabello. A pesar de las insistencias, casi súplicas de mi madre, ella había optado por el único vestido negro de su talla en toda la tienda.

—No entiendo el porqué no poder llevarme a Connor y Jimmy a la celebración —musitó la pequeña, frunciendo los labios con disgusto.

Me limité a encogerme de hombros con simpleza, dimitiendo a la explicación racional de no llevar dos enormes tarántulas a una boda. Aunque el resultaba podría haber sido cómico.

—¡Ya está!

Mi padre cruzó el umbral de la puerta con una deslumbrante sonrisa. Un entallado traje se ajustaba a su bien estructurado cuerpo, fruto del trabajo y esfuerzo constante por conservar su atractivo intacto. La corbata que se ceñía entorno a su cuello resaltaba el llamativo color de ojos de mi progenitor que además destilaba un agradable aroma masculino.

—¡Ya era hora! —masculló Amanda, aunque no pudo evitar que una pequeña sonrisa curvara su expresión enfurruñada ante la apariencia de su marido— No me gustaría llegar tarde a la boda de nuestro hijo.

—Y no lo haremos —repuso con seguridad mi padre— pero aún falta alguien.

Perfilé las cejas ante su última oración, sin comprender la pieza adicional.

—No falta nadie —comenté resaltando lo obvio, despegando el cuerpo de la pared con la que me había fusionado— Será mejor que nos pongamos en marcha.

Desdeñando el gesto de mi padre, me encaminé hacia la puerta, decidida a aplastar el trasero contra la tapicería del coche y acabar con aquello cuanto antes.

No obstante todo cobró sentido de manera estrepitosa en mi cabeza cuando capté la silueta que se encontraba nerviosamente al otro lado de la madera.

El aire que retenía en mis pulmones escapó patéticamente por mis labios, creando una extraña mezcla entre suspiro y jadeo, ante lo que registraron mis ojos.

Frente a mí, un alarde de masculinidad estadounidense y elegancia fueron un duro golpe a mi compostura.

Un traje negro abrazaba la ancha espalda de Hunter James, amoldándose a la anatomía del chico de forma perturbadora. La chaqueta desabotonada dejaba entrever una camisa blanca que se ceñía a su torso. El cabello rubio revolucionado estaba algo más ordenado, pero los rizos seguían cobrando vida, resaltando sus facciones.

Sonrió ante mi pasmo, dando su propio repaso a mi figura modelada por el vestido que me habían exhortado a ponerme.

—Jamás pensé que podría contemplar esto —dijo con sorna— Alba Siles en vestido.

Parpadeé, regresando al adecuando funcionamiento de mi sistema nervioso. Una mueca se compuso en mis labios, desterrando los rastros de fascinación que tan traicioneramente se habían traslucido, objeto de la sorpresa.

—Cierra la boca, Hunter —grazné, cruzándome de brazos.

—¡Ya estamos todo! —Anunció con naturalidad mi padre, sacudiendo las llaves del coche.

Le lancé una mirada incendiaria, comprendiendo que todo era parte de su retorcido plan de hacerle frente a mis sentimientos. Su empeño por entrometerse en mi vida amorosa resultaba a veces demasiado enfermizo.

Esculpí mi mejor sonrisa, trazando el camino en dirección al todoterreno de la familia.

Como una conjuración del universo, el cual había sido desprovisto de toda lógica, terminé con la parte este de mi cuerpo presionada casi con totalidad contra el cuerpo de Hunter.

—No puedo creer que te hayas prestado a todo esto —le susurré, tratando de no ser escuchada por mi familia de buitres.

Hunter inclinó la cabeza, acercándose peligrosamente a mí.

—Es de mala educación rechazar una invitación, sobre todo cuando viene expresamente del novio.

Hijo de...

Presioné los labios, resistiéndome a soltar la salta de brutalidades que revoloteaban de manera furiosa en la punta de mi lengua. Presioné con fuerza los párpados, tomando el control sobre mí misma y la situación. No debía permitir que aquello me afectara tanto.

Relajé la tensión agazapada en mis músculos, reposando las manos sobre el regazo y concentrándome en la música que vibrara en el interior del vehículo.

El resto del camino se vio sumido en un cuidado silencio que nadie fracturó, invadido por los nervios palpitantes del casamiento del primogénito de la familia.

Aún resultaba desconcertante la rapidez de los acontecimientos de la vida de mi hermano, quien en menos de un mes se forjaría como padre de un nuevo churumbel con el apellido Siles. Era casi inverosímil pensar que se trataba del mismo adolescente alocado que compartió espacio vital conmigo durante años.

El hilo argumental de mis pensamientos se rompió abruptamente cuando sentí la presencia de unos inquietos dedos haciendo su singular camino por mi brazo. Me mantuve impasible, enmascarando las revoltosas sensaciones que se desperdigaron por mi interior, cuando en un alarde de valentía Hunter entrelazó nuestras manos.

Dio un suave apretón, lanzando una insana cantidad de calor por mi estómago, que se contrajo encantado.

Iba a ser un día muy largo.

HOOOOLAAAAAAA... Jums, ¡LA HISTORIA HA VUELTO! Tenía un problema con el documento donde la tengo escrita y ha sido una lucha campal que he terminado ganando.

PREPARAOS PARA LO QUE ESTÁ POR VENIRRRR A LAS PUERTAS DEL FINAL.

PD: ¿Alguien para compartir mi desazón con el capitulo de Teen Wolf?

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