—Sólo por favor, déjense de pelear—dije, suspirando
—no te prometo nada, Scotty—dice Dom—trataré solo por que no quiero más neblina del miedo— me río
—dejemos tus problemas a un lado—digo, viendo el estante de peluches— ¿qué carajos le regalo a Alaska?— me froto las sienes, hay demasiados productos cursis delante mío y ninguno me convence. Tiene entrenamiento de basquetbol después de la escuela y aproveche ese tiempo para venir a la tienda más cercana de regalos. La invitaré a un lugar que seguro le encantará.
—ahora tendrán una cita— lo miro—imagina como te pondrás el día de su cumpleaños—cierro los ojos, irritado— estamos a mitades de noviembre, tienes tiempo— dice
—nunca me había preocupado por algo así—dejo en su lugar un oso de peluche color verde, a Alaska ni siquiera le gusta el verde—ni si quiera por Celia—agrego, en voz baja
—¿será por que no era tu alma gemela?— asiento— estaba obsesionada contigo y tú le seguiste el juego, chico—rodeo los ojos— lo bueno que solo fue por un tiempo
—si—digo— es cierto— sigo viendo todos los regalos, hay flores pero ninguna de sus favoritas. Siempre me he preguntado por que le gustan los tulipanes así que, eso me da la razón de que aquí no encontraré nada— Dom, tengo una gran idea. Tenemos que regresar a la escuela, exactamente a la biblioteca— comienzo a salir de la tienda y Dominic me sigue
—¡me hiciste venir aquí!—grita—¡cuando la maldita respuesta estaba en la escuela!—gruñe
—cuando encuentres a tu alma gemela y te vuelvas romántico te joderé—prometo
—nunca lo haré—me río
—¿una apuesta entonces?—sonrío, maliciosamente
—trato—sonrío mientras subimos a mi hummer.
—¿así saldrás con Scott?—pregunta Cloé y Hayley. Estamos en los vestidores después del entrenamiento que casi el entrenador nos mata. Me miro mi ropa, unos simples pantalones ajustados, una playera color morado, un suéter y mis tenis.
—¿esta tan mal?— les pregunto a Leyna y Morgan— ¡hace frío!— digo en mi defensa
—eso no significa que vayas como un vagabundo—rodeo los ojos. Cloé me examina
—eres hermosa, Alaska—dice Hayley— pero una buena ropa te hará una diosa— me río—¿tienes tus tacones, Leyna?— abro los ojos como platos cuando saca unos tacones enormes y gruesos color café
—no, lo mío no son los tacones— digo, negando con la cabeza y tratando de escapar pero Leyna y Morgan me detienen
—¿cómo sabes que no son lo tuyo si nunca los has usado?—pregunta Morgan y se, que ya no hay escapatoria
—pero Scott solo me dijo que iríamos a su casa—digo— no a una cita— gruño
—¿te rasuraste verdad?— pregunta Leyna, las miro confundida
—¿de qué están hablando?— pregunto y toda la sangre se van para mis mejillas en el momento en que capto de que están hablando—¡no haremos eso!—digo, sumamente roja
—ajá, no eres virgen Alaska... pero eres muy inocente— sonríe Cloé—el pantalón esta bien, quítate esa playera— asiento— te pondrás la de Hayley— miro su blusa que es color negro con aberturas en el pecho, es ajustada y se ve muy bien. Si tuviera los pechos de Hayley, por supuesto. Hacemos intercambio y como era de esperarse mis pechos parecen de niña de doce años al lado de Hay. Ella me pinta los labios color rojo carmesí y, al momento de verme al espejo me veo más arreglada y mi ropa es respecto a mi talla, resaltando mis leves curvas que tengo. El color de mis labios me recuerda a los ojos de Scott cuando se enoja y eso, ocasiona que me sonroje de sobremanera.
—y por último, mi chamarra— Morgan me da una chamarra color café con detalles dorados y negros, es muy bonita
—gracias chicas— les sonrío a todas
—Alaska— dice Leyna, tímida y captando la atención de todas— eh.. eh... ¿cómo esta Asher?— y por primera vez Leyna se sonroja y a ella se le marca más por ser pelirroja
—¿quien es Asher?—preguntan todas mis amigas
—el hermano de Scott—respondo, miro a Leyna antes de irme— ansioso por verte de nuevo, Leyna— digo mientras me salgo de los vestidores. Sonrío por que ambos están hechos el uno para el otro y por que las chicas seguramente no saldrán de ahí nunca, bombardearan a Leyna con millones de preguntas.
Salgo por la puerta principal de Eastwood, el frío me golpea haciendo que me enternezca pero una camioneta esta estacionada en frente mío, una hummer negra. Scott esta sonriente parado al lado de su auto.
Parezco una maldita colegiala que con solo ver a su chico ya esta suspirando. Pero, no es cualquier chico, es mi chico. Y con ese pensamiento me acerco a el sonriente.
—hola, preciosa— me da un beso en la mejilla. Casi comienzo a gritar como una loca por ese simple roce, con ese simple beso— hoy iremos a un lugar... silencioso— me abre la puerta haciendo una reverencia. Me río, es un caballero. El se sube, arranca el auto y comenzamos a ir —estas hermosa— sonrío
—¿porqué me das fantasías algo... candentes?— me sonrojo y me volteo a ver el bosque, esta haciendo viento, es muy típico aquí en Seattle
—¿algo?—pregunta el, sonriente. Me muerdo el labio— por que me gustas y por que eres otra chica en las fantasías—dice, seguro mirando a la carretera. Se ha quitado sus pupilentes y sus ojos de vuelven rosas. Un rosa claro... me encanta ese color en sus ojos.
—¿otra?— frunzo el ceño
—tú misma— responde Scott
—¿y cómo sabes que no soy yo misma ahorita mismo?—le pregunto, curiosa— ¿o que estoy fingiendo en las fantasías?—el no habla. Ve hacia adelante y cuando creo que no responderá lo hace
—por que en la noche todos somos más vulnerables... por que todos cuando nos sentimos más tranquilos nos abrimos más—dice, ahora mirándome con sus ojos azules, completamente claros— todos somos nosotros mismos cuando es de noche— dice por último, volviendo a poner sus ojos en la carretera—y, por que en las fantasías tú nunca dudas de ti misma y en la realidad lo haces— trago saliva— conmigo eres aventurera, extremista y segura—sonrío—en la realidad, ahora mismo dudas de lo que harás y eso, te cierra muchas cosas
—lo sé— digo, dándole la razón
—el miedo no te deja hacer las cosas que deseas, cariño— siento un dinosaurio agitarse en mi estómago cuando me dice "cariño"— hemos llegado—justo en ese momento se para al lado de un bosque. No hay nada. Nos bajamos del auto y me quedo viendo a Scott que baja un costal con comida. Sonrío, un día de campo.
—¿al lado de una carretera?— ironizo, los ojos de Scott se vuelven amarillos y niega
—ven conmigo—me agarra mi mano y antes de profundizarnos más en el bosque, deja en el suelo la canasta de comida, pone su palma en frente suyo y haciéndola hacia afuera, oigo vibrar la tierra, todos los árboles se han hecho a un lado, siguiendo la mano de Scott. Nos deja un espacio, como un jardín al lado de todos los árboles. Scott hace que entremos y los árboles se cierran. Dejándonos en medio y de nuevo Scott, con ambas manos hace que aparezcan tulipanes morados al rededor nuestro. Mis ojos brillan, es tan hermoso esta vista, es tan hermosa esta magia—tomare tus ojos naranjas como un me encanto— sonrío y sin que el se lo espere, lo abrazo
—gracias— el me devuelve el abrazo, fuertemente
—te daré todo el mundo, por toda una eternidad— dice, en mis hombros— vamos a comer.
Ambos nos sentamos en medio de todo ese jardín hermoso y Scott saca unos sandwiches con extra queso y vino.
—soy menor de edad— le digo mientras lo sirve en dos copas de vidrio que traía ahí
—si y te llevo por 150 años— me río—venga, que te voy a emborrachar hasta que pierdas el sentido— me río escandalosamente pero lo hago, me dejo llevar por el vino. Me gusta, dulce.
—Scott, sabes muy bien que no toda la vida me evitarás este tema— el me mira—¿quién es Celia?— el suspira
—lose—sus ojos se vuelven azules, muy claros— Celia es la hija de la reina Victoria ella es una cambiante—asiento, escuchándolo atentamente— cuando mi familia tenía convenios con esa familia yo la conocí... éramos amigos hasta que algo surgió—siento el nudo en la garganta
—¿amor?— digo, temerosa
—obsesión—responde— ambos sabíamos que no éramos almas gemelas y tuvimos una relación
—dijiste que los cambiantes no perdían el tiempo en personas que no son tus almas gemelas— contradigo
—y no, pero estaba cegado— y no puedo dudar por sus palabras, sus ojos son azules— yo quise terminar por lo sano pero ella comenzó a obsesionarse más y más—me mira—termino un poco mal pero lo acepto, acepto que no era suyo y que nunca lo sería- concluye
—¿sigues sintiendo algo por Celia?—pregunto, con voz queda
—Alaska—me toma del mentón, haciendo que lo mire a los ojos que aún están azules— hay más chicas en este mundo, más hermosas y más poderosas... pero ninguna me complementa como lo haces tú si, hay más chicas, pero ninguna me llena como cuando estoy a tu lado. Cuando por fin estoy al lado tuyo o cuando te miro, siento que respiro por primera vez. Siento que veo el color por primera vez, tú le das ese color a mi vida. Tú, preciosa le das ese sentido a mi existencia— sus ojos se vuelven rosas y yo no me puedo contener con las lágrimas que están en mis ojos, luchando por salir— tal vez no te conozca muy bien pero tenemos toda una eternidad juntos para hacerlo— sonrío
—ay, Scott— me muerdo el labio
—ten—se voltea un momento y saca de la canasta algo. Cuando me lo da, es un libro.
Buscando a Alaska. Sonrío mientras lo miro como si fuera un tesoro.
—es el libro de hace dos años, el día en que tropezaste conmigo— me dice— ábrelo— asiento y con cuidado, con manos temblorosas abro la primera página, espero a que este en blanco pero no sucede. Una inscripción con letra cursiva, color negro. Es hermosa esta letra.
"Yo era un aburrido sin remedio y ella era fascinante hasta el infinito"
Cuando te miro créeme, el infinito es pequeño a todo lo que siento por ti.
S. D.
Noviembre del 2014.
—¿Qué significa esto?—sonrío, viendo todavía la hermosa letra de Scott, grabada para siempre en un libro. Lo atesoraré por siempre.
—Alaska, te estoy pidiendo que seas mi novia.