Romántico empedernido, excesivamente egocéntrico, chantajista nivel profesional, capitán de americano e irresistiblemente atractivo. No es su culpa (o tal vez si) que sea perfecto, tiene más años de los que quiere admitir y adora crear fantasías en...
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—¿Cómo mierda quieres que me calme, Asher?— grito, desesperado— ¡un maldito cazador se ha adueñado del cuerpo de Alex!—estamos afuera de la casa de Alaska, con plena lluvia.
—¡parece como si fuera tu novio!— me grita de vuelta. Siento las miles de gotas caer en mi cara— lo resolveremos— rodea los ojos
—sabes muy bien lo difícil que es hacer que un cazador se quite de un cuerpo—me froto las sienes
—lo es, pero no es imposible— dice, seguro. Algunas veces quisiera ser como mi hermano, un genio— podrías leer mi mente y saber mi plan—sugiere
—desde 1929 no lo hago, te lo prometí—le informo
—oh, cierto— me mira— tenemos que llamar a Cassidy— niego
—no la soporto... no, tengo que decirle a Alaska que yo me ocupare de esto— pero una voz me interrumpe
—ni lo pienses, yo estoy dentro— Alaska aparece vestida toda de negro y con una capucha gigante
—cariño, esto es una situación de vida o muerte—digo, serio— y no me perdonaría si algo te pasara—digo, totalmente seguro. No se que mierda me esta pasando he dicho que me mantendría alejado de ella, para mantenerla a salvo. Lo he hecho durante dos años... esta vez ¿qué cambio? oh, cierto cuando pude tocarla por primera vez en medio de la cancha de americano supe que ya no podría más.
—no me pasará nada, Scott—me sonríe
—aveces olvido la lealtad que les tienes a tus amigos— digo, en un susurro. Alaska asiente y con sus manos se quita los pupilentes, sin importarle que estamos debajo de una lluvia. Parpadea
—si son muy incómodos—sonrío—no se que le dieron pero Leyna esta muy dormida— agrega
—la neblina sirve para muchas cosas— interrumpe Asher— puede llegar a matarte, depende la persona—rodeo los ojos—como Leyna es mi alma gemela, obviamente no haré eso
—vaya tipo de poder— responde Alaska—¿nos vamos?
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