¡Un asunto conejudo!

By EstherQuesada

80K 7.9K 4.4K

TABLERO DE ANUNCIOS: 20/Agosto/2017: - Corrigiendo el capítulo 18 del PDF. __ La relación entre Judy y Nick e... More

Parte 1 - El favor
Parte 2 - Karin
Parte 3 - Los sueños están para cumplirse
Parte 4 - No hay perdón que valga
Parte 5 - Hogar, dulce hogar
Parte 6 - ¿Acaso es el día de los inocentes?
Parte 7 - Las rosas son rojas
Parte 8 - Un asunto que resolver
Parte 9: Tengamos la fiesta en paz
Parte 10 - Vistas dramáticas
Parte 11 - Hurón a la carrera
Parte 12 - Si las hormigas pueden yo también
Parte 13 - Tarta de arándanos
Parte 14 - Equipo a la fuerza
Parte 15 - Nos vamos a poner morados
Parte 16 - Dulce de luna y cereales
Parte 17 - En territorio comanche
Parte 18 - El laberinto del zorro
Parte 19 - No hay dos sin tres y cuatro
Parte 20 - Encuentros en la tercera fase
Parte 21 - Respóndeme si puedes
Parte 22 - Vamos avanzando
Parte 23 - Un, dos, tres, responde otra vez
Parte 24 - Zanahorias
Parte 25 - Las cartas sobre la mesa
Parte 26 - Las luces de Primavera
Parte 27 - Verdades ocultas
Parte 28 - Efecto esquivo
Parte 29 - I got my mind set on you...
Parte 30 - En el amor y en la guerra
Parte 31 - La elección es tuya
Parte 32 - Quiero y no puedo
Parte 33 - Snarlbucks
Parte 34 - El dinero no lo es todo
Parte 35 - Trapicheos en la sombra
Parte 36 - Intocable
Parte 37 - Te quiero
Parte 38 - Cuéntame lo que sabes
Parte 39 - La que se va a armar
Parte 40 - Los tejemanejes del destino
Parte 41 - Conejita boba
Parte 42 - Pasado, presente y futuro
Parte 43 - Charity
Epílogo - El final de la aventura

Parte 44 - En situaciones desesperadas...

1.4K 142 223
By EstherQuesada

Nota: ¡¡¡¡¡AÚN QUEDA EL EPÍLOGO!!!!! Que el capítulo era ya muy largo. ¡Llegará pronto!

*Carraspea* ¡Y por fin, el esperado final! :D

Ha sido un año y medio muy intenso, con sus altibajos y anécdotas. He intentado expresar el gozo que sentía cada vez que actualizaba el fanfic y recibía vuestros comentarios, pero estoy segura de que las palabras no abarcan todo ese sentimiento. No obstante, os aseguro que ha sido toda una experiencia el poder escribir puntualmente un capítulo cada dos semanas y me ha ayudado a mejorar todavía más mi forma de redactar y estilo.

Os doy mil gracias a todos/as por vuestro entusiasmo y ánimos. Aunque no puedo prometeros que regrese con otro fanfic de Zootrópolis, sí espero que podáis seguir mi trabajo en algún otro momento. Eso me encantaría. :D

--------------

NOTA IMPORTANTE SOBRE EL PDF:

Lo he ido mencionando en varias ocasiones, pero quiero preparar un PDF con la historia completa para que os la podáis descargar y leer tantas veces como queráis. ;) Sin embargo, Fanfictionnet no me permite añadir URLs en los capítulos del fanfic. Cada vez que escribo una dirección web, me la borra, así que lo añadiré probablemente a mi perfil. No obstante, por si acaso os pido que me sigáis en cualquiera de los sitios que os diré a continuación para poder acceder a la dirección en caso de que no funcione el link en el perfil, ya que no puedo avisar personalmente a cada uno de vosotros.

Podéis encontrarme en los siguientes sitios:

- Twitter (Nombre de usuaria: @EstherQG)

- Blogger o Blogspot (Nombre de usuaria: estherquesada [The White Star])

- Deviantart (Nombre de usuaria: Raygirl13)

- Tumblr (Nombre de usuaria: estherquesada)

- Wattpad (Nombre de usuaria: EstherQuesada)

- Facebook (Nombre de usuaria: Esther Quesada (dirección de usuaria: lachicadelagorraverde) [Actualmente no acepto invitaciones de amistad, pero podéis seguir la página y mis post públicos]

Y si después del fanfic queréis seguir una de mis obras actuales, leed el cómic Hell and Heaven (Entre el Cielo y el Infierno); gratuitamente en Español en:

- Tapastic: https://tapas.io/series/Entre-el-Cielo-y-el-Infierno

- Wattpad: https://www.wattpad.com/298601614-hell-and-heaven-entre-el-cielo-y-el-infierno-cómic

Y si no, están mis novelillas en Amazon, la Colección Amores de Instituto, por Esther Quesada. Forma parte de mis inicios, por lo que mi estilo ha cambiado un poco con "Un asunto conejudo", pero les tengo mucho cariño. Estoy reescribiendo "Apruébame, por favor" (disponible en Wattpad), y terminando la titulada "Cámbiame", que publicaré una vez lista. También hay una llamada "La Biblioteca de los Mundos" (no tiene nada que ver con la colección; es un mundo aparte), que también quiero reescribir un día, pero si la leéis también podéis darme vuestra opinión. ;) De momento, aquí tenéis la dirección a mis libros en Amazon Kindle: https://www.amazon.com/-/e/B00B5HJBWU 

¡Feliz lectura! Muy pronto os traigo el Epílogo final! :D

  --------------  

Banda sonora:

Glenn y Judy:

- [No tengo ninguna por ahora]


Vuelta a la camioneta / Persecución / Aventura en las alturas:

- Airport chase (Liar liar) - John Debney

- The railroad waits for no one (The Lone Ranger) - Hans Zimmer (X2)

- For God and for country (The Lone Ranger) - Hans Zimmer


Por fin una tregua:

Will and Anna (Notting Hill) - Trevor Jones


Charity y el final:

Breaking down (Love & Loss) - Mattia Cupelli [Las veces que haga falta]

----------------------------------------

Capítulo 44: En situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

El exquisito refrigerio que les prepararon no consiguió relajar a Judy ni un poco; algo normal, teniendo en cuenta que seguía con las patas atadas. Lo que sí resultaba insólito era la actitud de los camareros y el personal a su alrededor. ¿De verdad no tenían nada que decir respecto a su situación? ¿Habría cometido Glenn otros crímenes por el estilo con el mismo resultado?

El malo sin sus esbirros no podría hacer gran cosa, pero éste debía tener muchísimo más poder del que imaginaba para poder hacer lo que le viniera en gana de una forma tan obvia y sin consecuencias.

Y hablando de consecuencias... hacía unos largos veinte minutos que nuestra agente buscaba desesperadamente una forma de escapar, pero habiendo sido testigo del panorama a su alrededor estaba claro que no le permitirían dar dos pasos antes de detenerla; y es que había demasiados individuos para que pudiera enfrentarlos ella sola. Era valiente, sí; pero no una suicida... aunque hubiera cometido ya algunas imprudencias.

"Tendría que haberle hecho caso a Bogo..." Aquel pensamiento la hizo suspirar. ¿Cuánto más tendría que aprender antes de aceptar que no podía hacer las cosas sola...?

—Señor Richfield. —Galophrs reapareció de repente, inclinándose en una suave reverencia en dirección al jefe, que justo terminaba su amargo café. —Le informo que la avería ha sido reparada y el jet ya está listo para partir cuando usted lo desee. Si le parece bien, los acompañaré hasta la pista...

—No será necesario. —Glenn se levantó con el porte digno de un rey y le dirigió una sola mirada a Pierre antes de que este se levantara también. —Avise simplemente al Comandante; que empiece a calentar motores. Nos pondremos en marcha enseguida.

—Sí, señor. Como usted mande. —El equino le dedicó una nueva reverencia y se marchó al trote.

Judy permaneció sentada, a la expectativa y maldiciendo la eficacia de los mecánicos. Si se negaba a mover, quizás ganaría algo más de tiempo... aunque ya dudaba que Nick supiera siquiera dónde encontrarla. Puede que ni se hubiera enterado aún de lo sucedido...

Respecto a Bogo, conocía bien las reglas. La policía no podía actuar fuera de su distrito; de lo contrario ya tendría a todo el equipo en el hangar y al comisario dispuesto a cantarle las cuarenta por haber sido tan estúpidamente ingenua.

Suspiró y reparó en la mirada que le dirigió su altivo "anfitrión" mientras le extendía la pata cortésmente.

—Es hora de irse, querida.

Judy desvió la mirada con aire ofendido. No tenía intención de aceptarle el gesto.

—Prefiero quedarme aquí. —Murmuró, actuando como la niña que se ha enfadado con su padre.

El otro sonrió.

—Yo de ti cambiaría de actitud. Se consigue más con miel que con hiel.

Ella le dirigió unos ojos airados.

—¿Tú me hablas de actitud? ¿Qué hay de la tuya? Deja de actuar; ya sabemos que no eres el buen samaritano que conocí en la escuela. Aunque debo admitir que me impresiona lo controlada que tienes a toda esta gente. ¿Cuánto les pagas para que mantengan la boca cerrada respecto a tus crímenes?

—¿Crímenes? —Él se carcajeó. —Creo que estás exagerando.

—Oh, ¿de veras? —Ella levantó las patas atadas. —La verdad, no creo que el personal esté ciego. Dime, ¿cuántas otras hembras han caído víctimas de tus garras? ¿O acaso es algo que haces con todos los que te decepcionan?

—Judy, vamos a aclarar una cosa. —Glenn se sentó un instante encima de la mesa, cruzando las patas frente a ella, como el profesor que intenta explicar una delicada lección a sus alumnos. —Lo que está pasando entre tú y yo también es nuevo para mí. Y créeme si te digo que no habría llegado a tal extremo por nadie más. Las cosas quizás habrían sido diferentes si no te hubieras emperrado en ir tras ese zorro... —se llevó una mano al pecho a modo teatral —la verdad es que me rompiste el corazón.

—Tú no tienes corazón. —Aquellas palabras lograron que el conejo sonriera nuevamente.

—Quizás tengas razón. Por ello necesito a alguien... —acercó su rostro al de ella —que me enseñe a tener uno.

Conociendo ya toda la historia, no era una sorpresa que estuviera, en parte, deseoso de saber lo que era el amor, aunque se había equivocado al forzarlo de esa forma. Judy, no obstante, no podía evitar sentir esa mezcla de odio y pena que le daba. No se creía una palabra de su boca, pero sí sabía que Glenn necesitaba a alguien que le enseñara lo que era amar de verdad. Si no hubiera estado tan enojada, tal vez habría intentado nuevamente hacerlo entrar en razón... aunque esa habría sido una misión a largo plazo. No se puede cambiar a nadie a menos que se deje, y menos aún en los escasos minutos que la separaban de un fatídico destino.

Tomando la vía rápida, se mantuvo en sus trece.

—No voy a moverme de aquí, así que ya puedes buscarte a otra que lo haga.

Glenn se incorporó con un suspiro y buscó en el bolsillo interior de su chaqueta; momento que ella aprovechó para atrapar disimuladamente el cuchillo que tenía junto al plato y empezar a cortar las cuerdas que la maniataban. Cuando él sustrajo un diminuto tubito con punta de aguja, se le mostró abiertamente.

—Te lo pondré fácil, querida. No quiero echar mano de ningún truco más por el momento, pero si no colaboras me veré obligado a dormirte de nuevo. No me importa llevarte en brazos, pero me gustaría que estuvieras despierta durante el viaje. Sería muy aburrido volar tantas horas sin conversación.

Judy bajó las orejas con ojos amenazantes.

—Te lo advierto, Glenn, si me tocas, juro que te lanzo por el borde de la terraza de una patada.

Él dejó escapar una risita.

—Judy, mira a tu alrededor. —Ella lo hizo, sintiéndose observada por un grupo de camareros y sirvientes que los rodeaban. ¿A quién pretendía engañar? —Sé que podrías derribar a uno o dos de mis trabajadores. —Insistió él. —Quizás tres o cuatro... pero no llegarías más lejos. Les pago un buen sueldo; aquí nadie comete un paso en falso. —Sus ojos se volvieron a encontrar y él se guardó nuevamente el somnífero en el bolsillo. —Y aunque me lo estás poniendo difícil, quiero que nuestra relación funcione. Quizás no estemos muy unidos ahora mismo, pero con el tiempo te darás cuenta de que puedo aportarte más de lo que imaginas. Tan sólo te pido que confíes en mí por una vez.

Ella negó levemente con la cabeza.

—¿De verdad esperas que te haga caso?

Él se encogió de hombros.

—No tienes otra elección, ¿no crees?

Ella esperó unos segundos antes de responder.

—Quizás sí la tengo.

Creyéndolo desprevenido y libre por fin de las cuerdas, Judy se abalanzó sobre él de un salto, cuchillo en pata y poniendo en marcha un improvisado plan de emergencia.

Los camareros se apresuraron hacia ella, aunque tuvieron que detenerse en seco cuando nuestra policía logró inmovilizar a Glenn con una pata mientras mantenía el cuchillo cerca de su cuello con la otra. Era un viejo truco que había visto utilizar en muchas películas y, aunque se alejaba totalmente de sus principios, a situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

—¡Si os acercáis un paso le rebano el cuello! —Gritó a los demás, sabiendo que ni en sueños se le ocurriría hacer semejante atrocidad.

Glenn lo sabía, por ello no se asustó lo más mínimo, pero tampoco hizo nada por poner sobre aviso al resto. Es más, incluso parecía divertirse con el giro de los acontecimientos, aunque no se abstuvo de comentar.

—Admir tus agallas, cariño, pero estamos perdiendo bastante tiempo. Deberíamos ir tirando.

—Precisamente. —Secundó ella, obligándolo a avanzar. —Y como que eres tan galante, ve más a acompañar hasta la salida para que pueda irme. —Entonces levantó la voz. —Y si a alguien se le ocurre impedírnoslo, será responsable de lo que te pase.

Él sonrió, pero se dejó llevar tranquilamente, negando con la cabeza tras la silenciosa pregunta visual que le dirigió el secretario.

—Lo que tú digas.

No lo tuvieron muy difícil para bajar por las escaleras, ya que él no oponía resistencia; y en cuanto llegaron abajo, Judy albergó la esperanza de poder salirse con la suya mientras abanzaban en dirección a la barra que impedía la entrada a los automóviles no autorizados. Una vez al otro lado, se alejarían lo suficiente y entonces saldría por patas antes de que nadie pudiera alcanzarla. Era un plan sencillo pero parecía bastante sólido con las pocas opciones que le quedaban. Por otro lado, nadie se interponía a su paso. La calma con que la miraban los trabajadores, incluso con el cuchillo bien visible, era tal que le asaltaron las dudas.

"¿Qué pasa...? ¿Por qué están todos tan tranquilos...?"

Cuando llegaron casi a la barra, Glenn se detuvo en seco.

—Bueno, ya hemos jugado bastante. ¿Te parece si vamos al jet?

—¿Crées que estoy actuando? —Le preguntó ella, presionando un poco más con el arma.

—Más bien creo que me estás vacilando, querida. —Respondió tan tranquilo. —Y aunque me encantaría seguirte el jueguecito, ya he tenido bastante. Baja el arma y dejemos esto en una de esas anécdotas que les contaremos a nuestros hijos.

—¿HIJOS? ¡Estás loco si piensas que voy a tener hijos contigo! —Se envalentonó. —Ahora avanza o...

—Judy, contaré hasta tres. —La amenazó él, sin mover un dedo. —Si para entonces no has bajado todavía el cuchillo, tendré que ponerme duro. Y no quieres eso, ¿verdad?

No quería dejarse intimidar por la amenaza, pero nuestra conejita sabía que algo no encajaba en la tranquilidad del ambiente. Todo era muy surrealista y Glenn sentía que tenía la sartén por el mango. ¿Cómo era posible si la que sujetaba el cuchillo era ella? ¿De verdad tenía las de perder?

—Uno... —Él comenzó a contar.

—¡No te pases de listo conmigo y camina! —Ella lo empujó, pero no logró que se moviera.

—Dos... —Insistió él, aguantando la presión.

—Glenn, te lo juro. Si no te pones a andar ahora mismo, voy a...

—Tres.

Fue visto y no visto.

Glenn realizó una maniobra él solito, tan rápida y precisa que hasta los campeones nacionales de Judo se habrían quedado con la boca abierta.

Judy se encontró de repente en el suelo, acorralada e inmovilizada por su cuerpo, tan sorprendida como dolorida. El cuchillo había caído lejos de su alcance, pero Glenn no lo necesitaba. Sus patas la mantenían en una postura sin libertad alguna de movimiento, imposibilitando siquiera su defensa.

—Has perdido. —Susurró él, acercando la nariz a la suya. —¿Sabes?, mi padre sí hizo algo bueno por mí cuando me avisó que me preparara mental y físicamente en esta vida. No me arrepiento de haberle hecho caso, aunque admito que me gustará practicar contigo cuando estemos lejos de aquí.

Ella le mantuvo la mirada unos segundos, eludiendo el comentario.

—¿Vas a drogarme otra vez?

Él sonrió por enésima vez y la soltó entonces. Ella se levantó con rapidez, pero ya estaba rodeada por el personal que había acudido como refuerzo.

—Si me prometes comportarte, me evitaré el somnífero. —Le aseguró él, extendiendo la mano. —¿Podemos hacer esto bien de una vez... o no?

Judy tuvo que aceptar por fin la dura realidad. Por mucho que lo intentara, la fuerza bruta no daría resultado. Estaba condenada a ir con él, para bien o para mal. Y si realmente no le quedaba otro remedio... no le serviría de nada hacerlo más difícil. Tampoco le convenía.

Suspirando, alargó la pata y se dejó conducir por Glenn, rendida ya de batallar inútilmente.

----------------

La camioneta corría a toda velocidad por la carretera en dirección al hangar, que ya comenzaba a vislumbrarse a un lado. Los baches hacían saltar a los pasajeros de sus asientos, pero Stu no podía permitirse el lujo de reducir cuando el tiempo era crucial.

—¿Cuán protegido... está el hangar? ¡Argh! —Nick dirigió la pregunta a Charity, soportando los saltos de aquella montaña rusa.

—¡Mucho! —Ella, bien agarrada a Gideon, le resumió la situación. —Cuando mi ex marido visitaba el hangar siempre había muchísimo personal. Decía que toda precaución es poca.

—Entonces no podremos pasar por la entrada principal. —Concluyó Nick con fastidio.

—¡Mirad! —Karin señaló la pista vallada que tenían a la izquierda. El jet estaba calentando motores mientras tres figuras se aproximaban a la escalera de pocos peldaños que se había instalado bajo la puerta.

Nick pasó el torso por la ventana y asomó la cabeza por encima del techo de la carrocería azul, achinando los ojos para distinguir a los pasajeros. El corazón le dio un vuelco cuando reconoció a Judy junto a Glenn y al secretario.

—¡Son ellos! ¡Están subiendo al avión!

Stu apretó más el pedal, sabiendo que no tendrían tiempo de alcanzar siquiera la entrada antes de que su hija se esfumara en el aire. De pronto, percibió un pequeño descampado a la derecha de la carretera y a su mente acudió, quizás, la idea más loca que había tenido en toda su vida.

Giró el volante peligrosamente, haciendo que Nick cayera nuevamente dentro del coche y derrapó en la tierra para posicionarse de cara a la pista.

—¡Stu, casi me mato! —Gritó el zorro. —¡¿Qué diablos...?!

—Agarráos los cinturones. —Musitó con voz grave como única respuesta, antes de pisar nuevamente el acelerador.

—¿Stu...? —Nick observó lo que tenían enfrente mientras tomaban carrerilla.

—¿Papá? —Karin se agarró a Gideon para poder trepar y ver lo que estaba pasando al otro lado de la ventanilla.

—Stu, ¿qué estás haciendo?; tendríamos que estar ya en...

Al cruzar la carretera y entrar en el descampado donde se aposentaba el hangar, Nick miró hacia atrás y luego hacia delante, creyendo comprender lo que se le estaba pasando por la cabeza. A pesar de todo, esperaba estar equivocado.

—Stu, hay una valla... si vamos hacia allá nos estrellaremos... —El conejo no respondió y él insistió. —Stu la valla... —Y Stu aceleró todavía más. —La valla... —Nick se agarró instintivamente al asiento y Karin se abrazó a Gideon mientras este atrapaba también a Charity. —¡¡¡¡¡La valla... Stu, la valla, la valla, la VALLAAAAAA!!!!!.

El grito que lanzaron todos otorgó la banda sonora al épico momento en el que la camioneta pasó por una rampa natural de tierra y se elevó a un metro del suelo, traspasando la valla enrejada como si se tratara de una hoja de papel pero provocando ciertos daños en el parachoques y retrovisores que más tarde supondrían un engorro a reparar; Y eso sin contar las ralladuras en los cristales, que milagrosamente habían soportado el impacto.

A pesar del forzado aterrizaje, Stu no se detuvo. El jet ya comenzaba a avanzar por la pista y no podrían detenerlo con el coche, así que sólo tenían una alternativa.

—¡Tienes que subir a ese avión! —Le gritó a Nick sin apartar la vista del objetivo y maniobrando como si lo hubiera hecho toda la vida.

Éste, que todavía tenía la cola erizada por el susto, regresó a la realidad con la boca seca.

—¡¿Cómo?!

El conejo aceleró al máximo, persiguiendo al jet.

—¡No lo sé, pero tienes que hacer que se detenga!

Aprovechando que la aeronave no había todavía comenzado a acelerar, Stu se acercó todo lo que pudo al ala izquierda.

Nick salió nuevamente por la ventana y evaluó la distancia que tenía. No bastaba; tendría que subirse encima de la camioneta. Karin y Gideon asomaron sus cabezas por el otro lado y sus miradas se cruzaron una vez.

La voz de Stu se hizo oír por encima del fuerte viento que los azotaba.

—¡Comienza a acelerar! ¡Tienes que hacerlo ahora!

Nick tragó saliva y se ayudó de toda su fuerza para subir al techo de la camioneta. Gideon lo atrapó de las patas para ayudarlo a mantener el equilibrio mientras Karin los observaba con el corazón en en un puño.

—¡Hazlo, yo te aguanto!

Nuestro zorro asintió y elevó el cuerpo con dificultad, elevando los brazos para intentar alcanzar el ala del avión. Este comenzaba ya a escaparse y Stu tuvo que hacer un último esfuerzo con el pedal, rezando para que la camioneta aguantara.

—¡Hazlo ya! —Gritó.

Y lo hizo.

Gideon soltó las patas de Nick y éste saltó con todo el impulso del que fue capaz, quedando colgado del ala del jet. De haber tardado unos segundos más, el plan se habría ido al agua, pues una enorme distancia se abrió entonces paso entre ambos vehículos.

Stu soltó el pie del acelerador y detuvo la camioneta en cuanto pudo, viendo partir la nave con el vulpino en un extremo mientras un equipo de controladores de tránsito aéreo corrían hacia ellos.

Nick, por su parte, fue testigo de la experiencia más peligrosa de su vida. En menos que canta un gallo, el jet comenzó a ganar velocidad, poniéndole los pelos de punta a medida que se intensificaba. A ese paso no sobreviviría. Forzó sus patas a soportar la presión del viento con toda la fuerza que tenía y se fue moviendo lentamente hacia una de las ventanas, teniendo mucho cuidado con el reactor a sus espaldas, que no hacía fácil la tarea. Con mucha cautela, se quitó rápidamente el cinturón del pantalón y lo usó de correa, atándolo a una pequeña pieza metálica que sobresalía de la superficie y que parecía lo bastante sólida para soportar su peso. Segundos después, el jet se inclinó finalmente para comenzar a despegar.

Dentro, Judy permanecía sentada junto a Glenn en una lujosa butaca del amplio interior, observando el otro lado de la pista a través de la ventana vecina, preguntándose cómo había podido permitir que su vida se destruyera de tal manera.

—¿Vas a estar todo el camino callada? —Le preguntó él, intentando estimular la conversación sin recibir respuesta. —Quizás debería contarte lo primero que haremos cuando lleguemos al destino.

—Francamente, me importa un bledo. —Replicó ella, finalmente. —Y no pienso confraternizar con mi secuestrador.

Cuando Richfield iba a responder, unos golpes resonaron en la ventana, llamando la atención de ambos. Cuando reconocieron el rostro al otro lado, fue Judy la que lanzó el grito.

—¡NICK!

—Maldita sea... —La maldición se le escapó a Glenn de los labios al comprobar que Nick estaba bien sujeto; aunque no sabía si podría sobrevivir al viaje, no tenía ganas de arriesgarse. —¡Pierre! ¡Avisa al comandante! ¡Tenemos que deshacernos del polizón!

—Enseguida.

El secretario se levantó y Judy tuvo que pensar rápido, aprovechando que estaba distraído. Aunque le doliera en el alma, no le quedaba otra.

Apoyándose bien en el asiento, agradecida de no estar más atada y de que Pierre hubiera desaparecido dentro de la cabina. Lanzó sus pies hacia la cabeza de Glenn, golpeándolo contra la superficie de la máquina y dejándolo inconsciente. Un golpe de suerte que, por una vez, tenía bien merecido. Sin perder tiempo, se dirigió hacia la cabina, donde el comandante había comenzado una maniobra para librarse de Nick, cumpliendo las órdenes del secretario, aunque todavía no hubieran alcanzado la altura deseada.

Judy le propinó un buen golpe a éste, dejándolo igualmente K.O., y utilizó el cinturón del asiento del comandante para rodearle el cuello en una amenazador intento por convencerlo de colaborar. Cuando éste se vio medio asfixiado, abandonó los controles un instante, haciendo que el avión se inclinara levemente hacia delante.

—¡Descomprima la puerta! —Gritó ella, sujetando bien el cinturón, evitando ponerse a su alcance.

—P-pero... —El comandante aguantó unos instantes, sintiendo el apretón con miedo.

—¡Hágalo o ya puede despedirse de este mundo! —Lo amenazó ella, rezando para que el truco funcionara y pidiendo perdón por apartarse tanto de su propio camino.

El piloto asintió como pudo y ella suavizó un poco la presión, permitiéndole recuperar por un segundo el control del aparato y teclear algunos botones. Una última palanca inició una alarma dentro de la cabina que anunciaba peligro por la decompresión de las puertas. Aunque a aquella altura no fuera extremadamente peligroso abrirlas, no sería tampoco la mejor de las ideas.

Judy hizo un nudo al cinturón, reteniendo todavía su cuello, pero dándole espacio para respirar.

—Yo de usted aterrizaría. —Le dijo antes de salir corriendo en dirección opuesta.

Pasó por al lado de la figura de Glenn sin mirarlo y comenzó a girar el volante para abrir la puerta. Le costó lo suyo, ya que esta era dura de pelar. Y cuando por fin estaba a punto, unas garras la atraparon por detrás, lanzándola al suelo.

—No aprendes la lección, ¿verdad?

Glenn avanzó hacia ella mientras Judy se arrastraba hacia atrás como un cangrejo. Aunque se le veía un tanto desequilibrado todavía por el golpe, la ira en sus ojos era más que evidente y ella no estaba dispuesta a dejarse atrapar. Con un rápido movimiento, volteó hacia atrás y se levantó como lo habría hecho una gimnasta profesional, prueba de su buena forma.

—Has sido una chica muy mala... —Insistió él, deteniendo su paso mientras ella se alejaba unos metros.

—¡Para ya! —Judy se encaró a él. —Todavía puedes reparar el daño que has hecho si te rindes y me...

—¿¡RENDIRME?! —Glenn soltó una sonora carcajada y, sin responderle, alzó la voz en dirección a la cabina. —¡Comandante, deshágase de esa maldita agarrapata ya!

—¡NO! —Judy viró en dirección a la cabina, pero Glenn la atrapó más rápido, reteniéndola mientras el avión giraba con movimientos bastante rápidos.

Nick aguantó lo que pudo con su improvisada correa, pero la aceleración del avión y el viento, unido a las turbulencias en las alas terminaron por cobrar las consecuencias.

El cinturón se rompió de repente, haciéndole perder cualquier modo de agarre y echándolo hacia atrás en una voltereta que, de milagro, no le hizo terminar en el reactor.

Si bien habría significado su final, sus reflejos lo salvaron por los pelos, consiguiendo agarrar la cola del jet con sus garras en el último y fortuito segundo.

Judy batalló con los brazos de Glenn, hasta zafarse, esquivando una nueva embestida y propinándole una buena patada en el estómago, acto que lo lanzó contra la puerta del avión. Es destino quiso entonces cobrar lo que había estado soportando durante tanto tiempo. La puerta se abrió de golpe, llenando de aire el avión con la fuerza de un tornado y lanzando al conejo al exterior.

Glenn se precipitó hacia la cola del avión y Nick lo vio llegar con escaso margen de tiempo. En un acto reflejo, estiró uno de los brazos y atrapó el del conejo cuando éste pasó por su lado, salvándolo también de caer. Cuando sus miradas se cruzaron, Nick tuvo que librar una batalla mental con su conciencia. Era Glenn... el tipo que le había destrozado la existencia, aquel a quien no le importaba destruir a quien fuera con tal de conseguir sus deseos, aquel que había estado a punto de matar a Finnick, aquel... que le había hecho abandonar a Judy... y su vida... estaba ahora en sus patas.

Habría podido soltarlo sin pensárselo. Habría podido deshacerse por fin de su peor enemigo... pero, por alguna razón no quiso. Judy no lo habría hecho... y él tampoco.

Nuestra valiente coneja se ayudó de los asientos para llegar hasta la puerta, sujetándose bien al agarradero metálico instalado a la izquierda e intentando observar a través del cristal mientras usaba el volante también para sujetarse. Cuando vio a los dos en la cola del avión, el corazón le dio un vuelco.

En estas que Pierra apareció finalmente por el pasillo, algo mareado pero consciente por fin. Cuando vio la puerta abierta y reparó en la ausencia del jefe, temió lo peor. Avanzando, con cuidado a contraviento, llegó hasta Judy.

—¡¿Dónde está Richfield?! —Gritó por encima del ruido.

Ella le señaló el cristal con la cabeza y él se inclinó hacia delante para mirar a través de la ventanilla.

Le bastaron pocos segundos para saber lo que tenía que hacer.

—¡Avisaré al comandante para que aterrice! —Se dio la vuelta con intención de retroceder, pero el mareo no ayudó a sus reflejos y terminó dándose otro golpe contra uno de los asientos por culpa de la ráfaga que continuaba inundando el compartimento.

Entonces una serie de turbulencias azotaron las alas del avión, provocando un tembleque en todo el avión que terminó en la peor de las situaciones.

Nick sintió el estirón en el brazo y el movimiento que los elevó a ambos, haciendo que sus garras resbalaran. Aunque lo intentó con todas sus fuerzas, sus dedos no pudieron aferrarse más al metal y terminó por desprenderse; y Glenn con él.

Judy fue testigo del momento y de todos los que había compartido con ambos. Los vio pasar delante de sus ojos, como si la condenada a morir fuera ella. Zootrópolis, la heladería, las persecuciones, los aulladores nocturnos, los Burrows, la farsa del compromiso, la noria, el hospital, las rosas, la competición, el baile, las luces de Primavera, su último encuentro... el beso...

No... no podía permitir que todo eso se perdiera. Todavía tenía que confesarle cantarle las cuarenta a Nick; tenía que decirle lo mucho que lo había echado de menos; lo mucho que lo quería... y no iba a dejarlo escapar más.

Actuando contrareloj, atrapó dos de las mochilas que había colgadas en el extremo de la sala y se las colocó sin perder un segundo. Corrió hacia la puerta y saltó por encima de ella para evitar así la posibilidad de caer en el reactor, recreando una increíble pirueta en el aire y dejándose caer finalmente al vacío. Gracias al peso de las mochilas, la gravedad se hizo más intensa para ella, una sensación tan excitante como peligrosa.

Cuando estuvo completamente fuera del alcance del avión, miró rápidamente a su alrededor y localizó su objetivo a la izquierda.

Rezando para que no fuera demasiado tarde, pegó los brazos al cuerpo y juntó las piernas para adoptar el aspecto de una bala conejil en dirección a Nick y Glenn. No sabía si la considerable altura desde la que estaban cayendo le daría el tiempo que necesitaba para llegar hasta ellos, pero luchó contra el viento con todas sus esperanzas.

En cuanto al dúo de paracaidistas sin mochila, se habían dejado ir de las patas y giraban en el aire como peonzas.

En un momento en que sus ojos quedaron hacia arriba, Nick reconoció la figura de Judy y, por un instante, se preguntó si no lo estaría soñando. Ella fue acortando las distancias con forzada calma. No podía distraerse y la altura estaba también mermando a marchas forzadas.

"¡Vamos... vamos!" Gritaba en su mente.

Nick abrió los brazos para contrarestar un poco la resistencia del viento y se las apañó para atrapar nuevamente a Glenn, quien interpretó el gesto como el de aquel que quiere mirar por última vez los ojos del enemigo antes de morir. Sin embargo, cuando reparó en Judy, que ya estaba casi encima de ellos, comprendió que aún les quedaba una oportunidad para sobrevivir.

Por primera vez, decidió cooperar y se agarró a Nick cuando Judy logró atraparlos. Con urgente rapidez, ambos machos se agarraron a las mochilas y esperaron la señal de la policía para tirar de los cordones a la vez.

—¡Ahora!

Ambos paracaídas se abrieron en el azul del cielo, llenándose de la corriente aérea que les salvó la vida cuando apenas quedaban doscientos metros para llegar al suelo. Sin embargo, no se libraron de un árduo aterrizaje.

Segundos después, echados aún sobre la fría superficie del cemento, con el corazón a mil por hora y la incredulidad de haber sobrevivido en sus rostros, se limitaron a recuperar el aire, observando en silencio cómo el avión daba la vuelta y se preparaba para aterrizar en la pista.

Hicieron falta unos cuantos minutos más antes de que pudieran siquiera moverse, Y Judy fue la primera en incorporarse. Olvidándose de Glenn por un instante, inclinó el cuerpo en dirección a Nick y se topó con sus ojos verdes sin poder evitar sentir un nudo en el estómago. El silencio se alargó hasta que fue capaz de susurrarle las dos palabras: —Zorro bobo...

Nick le sonrió.

—Conejita astuta.

Judy inspiró profundamente antes de lanzarse sobre él y comenzó a llorar, agradecida de tenerlo por fin al alcance y dejándose rodear tiernamente por sus brazos, ignorando los ojos que la observaban desde el otro lado.

Glenn se mantuvo sentado, siendo testigo del reencuentro sin mencionar palabra, sin mover un músculo, sin pestañear...

Cuando encontró la fuerza, se levantó lentamente, con rostro sombrío y se plantó frente a ellos sin mostrar expresión alguna, como aquel que ha perdido la capacidad de mostrar cualquier sentimiento.

Nick se aferró instintivamente a Judy y quedó a la espera mientras ella tomaba también consciencia de la presencia del conejo.

Glenn restó en silencio un instante y abrió la boca con una sola pregunta, dirigida sorprendentemente hacia al zorro.

—¿Por qué?

Nuestro querido pelirrojo comprendió enseguida a lo que se refería y sonrió al percibir al grupo que se acercaba a toda prisa, incluyendo parte del personal del hangar y... la sorpresa que el destino le tenía reservada.

Se dio cuenta, además, de que todo el odio que sentía hacia aquel conejo había quedado temporalmente a un lado; y no porque lo hubiera perdonado, pero... algo había cambiado. No era el ricachón... si no él mismo.

Quizás fuera la falta de fuerzas o el conjunto de emociones que había tenido... la idea de que habrían podido morir aunque estaban vivos... o puede que fuera simplemente el hecho de saber que, a pesar de todo cuanto había sucedido, Nick continuaba teniendo más que él. Había aprendido por fin la lección; aunque su vida fuera una porquería, aunque ya no pudiera regresar a la policía, aunque se viera obligado a sacrificarlo todo... había algo que Glenn jamás podría quitarle: el amor. No importaba cuál fuera: amigos, su familia postiza, Judy... Glenn jamás sabría lo que era sentirse querido porque, simplemente, no había aprendido a conservar el afecto de nadie. Esa era su lección, la que tenía que aprender... y también la razón por la que había decidido salvarle la vida, porque él había cometido ese mismo error mucho tiempo atrás. El conejo no era su enemigo... sino el reflejo de un niño que necesitaba aprender cómo amar... y esa iba a ser su prueba de fuego.

Dirigiendole una mirada serena y libre de rencor, Nick le respondió lo siguiente: —Porque todavía tienes una cuenta pendiente en esta vida. Y ya es hora de que la enfrentes.

—¿Glenn...?

La voz femenina que se oyó a su espalda logró erizarle el pelaje en la nuca. Glenn perdió por un momento el control de su propio cuerpo y se dio la vuelta con el aire atascado en los pulmones para encontrarse inevitablemente con las pupilas marrones de un rostro tan familiar que los habría reconocido en cualquier parte.

La boca se le secó de golpe y sintió temblar todo su cuerpo.

Charity estaba allí, de pie, sin moverse; y aunque en sus ojos se reflejaba una emoción embriagadora, el miedo al tan temido rechazo era más fuerte que las inmensurables ganas que tenía de abrazar a su hijo.

Los presentes a su alrededor les respetaron el momento, manteniéndose al margen mientras Stu y Karin se agachaban a abrazar a Judy con lágrimas en los ojos.

Tras un largo silencio, la pobre mujer fue quien intentó romperlo, creyendo que ya había aguardando bastante la tortura. Tenía tanto que decirlo... tantas palabras de perdón...

—G-glenn... —se atrevió a pronunciar su nombre una segunda vez —me... me alegro tanto de verte... —apretó los labios, reteniendo la emoción. —Yo... siento mucho lo que...

—Tú... —Susurró él, de repente. —¿Quién... eres tú?

La pregunta hizo que a Charity se le agrandaran los ojos con sorpresa. ¿Acaso no la reconocía?

—Soy... tu madre... —Consiguió responder.

—Yo no tengo madre. —Glenn la miró finalmente de frente, encarándose a su figura como lo habría hecho con alguien a quien despreciara con toda su alma. —Está muerta.

Charity comprendió finalmente la razón de tan desdeñosas palabras. Glenn la reconocía perfectamente... pero no la aceptaba. No podía culparlo por ello; sabía que la odiaría por lo que había hecho... pero tenía que decirle lo que sentía. Había practicado mucho para ese momento, y aunque no pudiera recuperar el tiempo perdido, no quería marcharse sin hacer uso de dicha oportunidad.

Con los puños pegados al pecho, cerró los ojos un segundo para inspirar aire y lo dejó ir antes de mirarlo nuevamente a los ojos.

—Siento lo que hice. —Susurró, aguantando el llanto. —Tenía miedo... ni siquiera sabía lo que vendría después y... llevándote conmigo tal vez habría arruinado tu futuro...

—¿Futuro...? —Glenn sonrió con rabia, dejando escapar finalmente algo de lo que guardaba en el corazón. —¡¿Futuro?! ¡¿QUÉ futuro?! ¡¿El que tuve que batallar para poder sobrevivir?! ¡¿El que me convirtió en el tema principal de todas las burlas por una madre que se largó con la peor escoria?! ¡¿El que me hizo crecer solo cuando todos los demás presumían de tener una familia completa?! ¡¿El que consiguió que deseara suicidarme?! ¡¿CUÁL DE ELLOS?!

Charity se llevó las palmas a la boca, incapaz de retener las lágrimas un segundo más, y comenzó a sollozar, suplicándole perdón.

—Lo siento... lo siento, de verdad... nunca quise herirte, yo... no sabía cómo protegerte... para mí eras... lo más importante, eras mi vida y te quie...

—¡NI SE TE OCURRA MENCIONAR ESA PALABRA! —Le gritó él, fuera de sí. —¡No tienes derecho! ¡No lo tienes!

—¡Por favor, escúchame...! —Le suplicó ella con el rostro lleno de lágrimas.

—¡No! ¡No tengo nada que escuchar! ¡Los traidores deberían estar muertos! ¡TODOS! ¡Todos deberían....! —Sus ojos buscaron inevitablemente una salida a su alrededor y lo que encontraron fue una de las armas de seguridad que llevaba colgando uno de los controladores en el cinturón.

Sin pensarlo, atrapó la pistola sin pedir siquiera permiso y apuntó a Charity con ella, consiguiendo al mismo tiempo que todos los presentes se alejaran a cierta distancia, conscientes de que el jefe había perdido completamente los papeles.

—Glenn.... —Ella levantó las patas, arrepentida de haber permitido que su hijo creciera con todo ese odio.

—¡CÁLLATE! —Él la apuntó a la cabeza. —Padre tenía razón... las hembras sois arpías. Sólo... sólo esperáis a que os demos todo sin devolvernos nada a cambio. Hacéis ver que nos necesitáis... —su voz se quebró —pero en cuanto tenéis la oportunidad nos dais la espalda. No os basta con rompernos el corazón... lo destrozáis hasta el final; hasta... hasta que ya no quedan más que migajas... —Agarró el arma con ambas patas. —Pero no vás a hacer eso conmigo... no lo permitiré... no....

Charity cerró los ojos con la visión de su rostro en mente, sabiendo que esa era, quizás, la última vez que lo veía. El odio reflejado en sus ojos era el castigo que merecía. Jamás habría tenido que abandonarlo; lo sabía... y aceptaría la sentencia. No quería seguir en un mundo donde su único motivo para vivir, el fruto de sus entrañas... no quería que estuviera en él.

Sin embargo, la bala no llegó a dispararse. Cuando abrió los ojos, descubrió, con sorpresa, que Gideon se había interpuesto entre ambos, un acto que le recordó inevitablemente a su padre.

—Basta... —le rogó éste a Glenn. —Por favor...

—Y tú... —Murmuró el conejo, sonriendo. —Tú también vas a pagar por todo lo que he pasado...

Judy, que ya estaba de pie desde hacía algunos minutos, corrió entonces a ocupar su lugar con ellos, y Nick se unió a la causa sin miedo alguno.

Glenn se encontró entonces con los cuatro mirándolo de frente... Los cuatro... aquellos que habían representado su mayor reto en esta vida... todos juntos excepto los dos reyes que faltaban en el tablero de juego... y entonces lo vio. Los cuatro rostros adoptaron la forma de su pasado. Gideon se parecía bastante al padre... completando pareja con Charity... y Judy y Nick se transformaron en el presente, en una historia que se repetía, y él... él se había convertido en su propio padre. Pistola en mano, amenazando a aquellos a los que habría querido tener de su lado...

Judy atrapó los hombros de Charity y lo miró con expresión serena.

—Glenn... no tienes que continuar con esto. —Musitó. —No vale la pena que desperdicies tu vida de este modo. Te mereces algo mejor... y no estás solo. Por favor... —atrapó la pata de Charity suavemente y ella la sujetó con firmeza, aceptando el apoyo que le ofrecía —deja que te ayudemos.

—Ya es tarde para eso... —logró responder él, sonriendo nuevamente, con las manos temblorosas mientras sujetaba con fuerza el gatillo.

—No lo es. —Insistió Gideon, abriendo los brazos. —Puede que hayas hecho cosas de las que te arrepientas... pero siempre hay tiempo para arreglarlo todo. Tan sólo tienes que quererlo...

—¡YO NO PEDÍ NACER EN MI MALDITA FAMÍLIA! —Contestó Glenn, apuntándolo ahora. —¡NO TENDRÍA QUE HABER PASADO POR TODO ESTO...!

—No; tienes razón. —Admitió Gideon. —Lo que pasaste fue injusto... pero yo también perdí parte de mi vida cuando mi padre se fue... y lo pagué con quien no debía. —Miró fugazmente a Judy antes de continuar. —Pero aprendí que hay otras formas de encararse a los problemas. Aprendí que no podía hacer las cosas yo solo y que tenía que dejar ir lo que no me dejaba avanzar. Cuando lo hice, descubrí que la culpa de mi miseria era sólo mía por querer aferrarme al pasado; por seguir esperando que todo volviera a ser como antes; por no aceptar el cambio... y también me di cuenta de que mi vida valía mucho más y que el futuro era mucho mejor de lo que creía. Y el tuyo también lo es. Lo sé. Los luchadores como tú siempre encuentran lo que desean... pero a veces necesitan que alguien les enseñe el camino correcto. Por eso... debes escuchar a tu alrededor. Mira lo que tienes, no lo que te falta.

Glenn apretó los dientes con el dedo presionando más sobre el gatillo.

—¿Y qué tengo...? Dime, ¿qué es lo que tengo y por qué no es suficiente?

—Tienes gente que se preocupa por ti. —Intervino Judy entonces. —Aunque no lo creas, todos nosotros estamos aquí porque queremos ayudarte. Queremos que vuelvas a ser el que eras.

El conejo abrió la boca pero no llegó a pronunciar palabra. Sus ojos buscaron los de cada uno de ellos, encontrando en sus miradas una serenidad que no había visto hasta entonces. Nadie, ni siquiera Charity tenía miedo... y eso lo hizo temblar. ¿Quién tenía miedo en realidad?

Judy reconoció la duda y decidió decir lo que había estado guardando en el pecho.

—Glenn... hay muchos tipos de amor. Y aunque no puedo corresponder a tus sentimientos... debes saber que sí te quiero. Te quiero porque eres mi amigo, porque cuando cierro los ojos nos veo en el patio de la escuela, jugando con una sonrisa, compartiendo el almuerzo y riendo como si toda nuestra vida no fuera más que un patio de juegos. —Se permitió unos segundos de pausa y le sonrió con ternura a pesar de todo lo que había sucedido. —Si esomi nuestra ayuda. Acepta la de todos. Sé quien realmente eres.

—Glenn... —Charity lo miró también con una sonrisa y negó con la cabeza. —No eres él. No lo eres... y te amo, hijo mío.

El silencio se apoderó del ambiente esperando la decisión final. Glenn, todavía sujetando la pistola, batalló interiormente, sopesando todo cuanto había hecho, el daño que les había causado a todos y la inexplicable reacción que estaba recibiendo incluso de aquellos a los que había odiado a muerte. Y ella... la causa de su desgracia, el pilar perdido en su infancia, la guinda en su miseria...

La apuntó nuevamente con el arma y deseó apretar el gatillo. Lo deseó con todas sus fuerzas e imaginó la bala saliendo del cañón. Un mundo sin ella... un mundo donde tendría la satisfacción de haberle hecho pagar sus pecados, donde ya no existiría manera de reencontrar su rostro, donde ya no tendría excusas para sentirse solo y... donde su única oportunidad para reconciliarse con el pasado habría quedado destruida para siempre.

Con una mueca, Glenn cerró los ojos y dejó caer la pistola, permitiendo por fin que sus ojos soltaran el llanto y todo cuanto había estado consumiéndole el corazón desde pequeño; sus miedos, sus frustraciones, la pena, la soledad... Todo.

Y hecho un ovillo en el suelo, se dejó rodear por los brazos de Charity cuando esta se agachó para completarlo; para darle lo que no había tenido en muchos años: el amor de madre. 

Continue Reading

You'll Also Like

112K 5.1K 41
Un día, dos chicas se encuentran en el metro. Violeta, que acaba de ser abandonada, se está recuperando de un corazón roto, y Chiara está lidiando co...
1.2K 116 4
Ella: alegre, risueña, encantadora, inteligente, popular. Él: reservado, rebelde, impulsivo, violento, marginado. Ella, por las cosas de la vida se e...
15.6K 738 17
Después de una excursión escolar Marinette y su vida ya no serán las mismas. ¿Podran Chat Noir y los amigos de Matintte ayudarla a volver a ser como...
332K 13.3K 37
Naruto cita a sakura y sasuke para explicarles un jutsu que encontro en un pergamino mintras les explica llega hinata y asi puede explicar mejor cuan...