The one that got away [Yoon G...

By mgmazzoni

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- ¿Quieres jugar a un juego, Yoon Gi? - ¿Qué juego? - Se llama "¿Qué tal si?" Yo comenzaré... - Paris se acom... More

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By mgmazzoni

Tratando de hacer el menor ruido con sus pantuflas en forma de conejo, Paris abrió con cuidado la puerta de la habitación de su hija después de pasar por la sala sin despertar a Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook. La cerró a sus espaldas, maldiciendo en su mente el chirrido que provocó al hacerlo, y caminó en puntillas a la cama de Sahara. La observó dormir por unos segundos, esperó a que el despertador a su lado marcase las doce en punto y se inclinó para plantarle un beso en la frente.

- Feliz cumpleaños, mi niña – le susurró por lo bajo.

Como ya era usual, la joven abrió los ojos en cuanto la escuchó hablar.

- Gomawo – agradeció con una sonrisa somnolienta al mismo tiempo que se hacía a un lado en la cama y le dejaba espacio para que se acostara a su lado.

Ella aprovechó la oferta y se acomodó bajo las sábanas con su hija, apretándola en un abrazo.

- No puedo creer lo rápido que estás creciendo.

- ¿De verdad? – preguntó la aludida con sorpresa – Se siente lento.

- Ani, es rápido. Demasiado. – Acarició su cabello con una mano mientras con la otra trazaba círculos en su espalda. - ¿Cómo está tu vida hasta ahora?

- Creo que está bastante bien.

- ¿Alguna queja?

- Mh... – Lo dudó por unos segundos. – Quisiera que los problemas de humedad desaparecieran, y también el calentamiento global.

- Al ass eo, trabajaré en eso – prometió entre risas -. ¿Y sabes qué pienso?

- ¿Qué cosa?

Intentó acomodarse para quedar boca arriba con Sahara recostada en su pecho al continuar:

- Pienso que eres una chica extraordinaria y que eres la mejor amiga que alguien podría tener.

- Digo lo mismo sobre ti – aseguró ella.

- Y es difícil creer que a esta hora, noches y noches atrás, estaba recostada en esta posición.

- Oh, diablos, aquí viene.

- Sólo que tenía una enorme barriga y tobillos muy gordos – fingió no haber escuchado -. Y maldecía como un camionero-

- De vacaciones – completó su hija.

- ¡De vacaciones, así es! – Paris posó su mirada en el techo de la habitación. – Y allí estaba...

- En parto.

- Y, mientras algunas personas lo llaman la experiencia más maravillosa que existe, para mí era como abrir las piernas sobre una pila de dinamitaba – siguió, como en todos los cumpleaños de Sahara desde que tenía conocimiento -. Y yo gritaba y soltaba maldiciones, y como estaba rodeada de cientos de médicos destacados, supuse que realmente había un propósito para la taza de cubitos de hielo que me entregaron.

- Y no fue así...

- Pero arrojárselos a las enfermeras fue divertido.

Interrumpiéndola, la niña la apretó en sus brazos con más fuerza y susurró:

- Te amo, eomma.

- Sh, llegamos a la parte en la que se ve tu cabeza – la cayó, aunque lo agradeció mentalmente.

Continuó con la tradición de contarle acerca del día de su nacimiento hasta que ambas quedaron dormidas, abrazadas una a la otra, en la cama. Mis mejores noches son siempre en las que duermo a su lado, pensó para sí. Aunque existía una en especial que podía compararse y se trataba de la última noche de sus vacaciones de verano hace catorce años. Su primera noche con Yoon Gi. Sin embargo, tener a su hija recostada en su pecho era igual de agradable. Ne, esto está bien. Es perfecto...

Al despertar ambas la mañana siguiente de sábado, Paris y Sahara salieron de la habitación vestidas aún con sus pijamas idénticos y pantuflas de animales para llegar a la sala, donde Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook ya se encontraban aseados y vestidos. ¿Cómo es que parecían brillar incluso a las seis de la mañana? Ella ni siquiera era capaz de caminar correctamente a esa hora. Sus años como idols dejaron sus pieles como las de unos recién nacidos, envidió con un puchero al mismo tiempo que se dejaba caer en una silla alta frente a la mesada que usaban de mesa. Su hija la siguió. Estuvieron a punto de pedirle a Jung Kook que les alcanzara el café recién hecho cuando Ji Min se les apareció.

- Mesa equivocada – anunció con una sonrisa demasiado brillante para esa mañana.

Las dos muchachas fruncieron el ceño, confundidas.

- ¿Desde cuándo hay una mesa equivocada en mi casa, hyung?

- Desde que el estúpido pastel que horneamos para Sahara y los estúpidos globos que inflamos están en la mesa del comedor – soltó Tae Hyung con impaciencia.

- ¿Inflaron globos para mí? – no pudo evitar preguntar Sahara con ojos brillantes.

- Ne – asintieron.

- Wa, mírenlos, son unos sentimentales – murmuró Paris por lo bajo, aunque fue oída de todas maneras y se ganó la mirada asesina de parte de los tres.

- Si cuento hasta tres, desaparecerán – amenazó Ji Min, levantando una mano cerrada. Alzó un dedo y contó: - Hana-

- ¡Muévete, muévete! – apresuró a su hija rápidamente para que corrieran al comedor.

Una vez que terminaron con el increíble desayuno que sus amigos habían preparado juntos – el cual consistió en una combinación de distintos platos, desde arroz y vegetales hervidos hasta pastel de cumpleaños -, las dos pudieron tomar una ducha por separado y vestirse para lo que sería una tarde de preparación antes del cumpleaños. Con ayuda de sus tíos, podrían terminar con todo lo necesario antes de que los invitados llegaran, y podrían divertirse al hacerlo. Después de todo, ¿cómo no reír estando en compañía de Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook? Cualquier actividad trivial resultaba siendo cientos de veces mejor sólo con tenerlos a su alrededor.

- ¡Ne, ne! – soltó Sahara mientras se ponía de puntillas sobre una silla para colgar los adornos en la pared con ayuda de sus tíos - ¡Pero mi mejor cumpleaños fue cuando cumplí ocho!

Paris no pudo evitar llevarse una mano a la boca para contener la carcajada y dijo:

- La policía tuvo que venir a decirnos que la termináramos.

- ¿La policía interrumpió la fiesta de una niña de ocho años? – inquirió Jung Kook confundido.

- Y arrestó al payaso – agregó su hija.

- ¿Qué rayos, noona? – Los tres se giraron a verla con el ceño fruncido.

- ¡Ya, no fue mi culpa! ¡Lo conseguí con descuento!

En cuanto todo estuvo terminado, la muchacha pudo dejarse caer en el sofá media hora antes de que los primeros invitados llegaran para admirar el maravilloso trabajo que habían hecho con la casa. Globos rosa pastel estaban colgados en cada esquina de la casa, en las paredes se podían leer distintos carteles de feliz cumpleaños y ánimos que habían escrito Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook, e incluso frases de algunas de sus canciones, una cartelera larga con el nombre de Sahara ocupaba un extremo a otro sobre la televisión, tanto la mesa cafetera como la mesa de la cocina estaban repletas de comida y, por último, podía escucharse el mix que su hija había hecho con música de películas clásicas. ¿Cuánto habría dado por haber podido celebrar sus cumpleaños de esa manera a su edad? Al menos puedo hacerlo ahora con ella, se dijo a sí misma con orgullo. Si Sahara podía divertirse, ella también.

A la hora acordada, el timbre sonó para dejar pasar al primer invitado. Su jefa, Go So Young, se mostró en la puerta vistiendo con un atuendo cómodo, aunque elegante, mientras llevaba en brazos una pequeña caja forrada de papel brillante color púrpura. Sahara no tardó en aparecer corriendo por el pasillo para lanzarse a los brazos de la mujer, rodeándola con sus brazos.

- ¡Halmoni! – la saludó la niña, llamándola "abuela".

- ¿Cómo estás, cariño? – La aludida sostuvo su rostro en sus manos y la regaló una sonrisa de oreja a oreja. – No te he viste en mucho tiempo. Cuánto has crecido.

- Gamsahabnida.

Al pasar dos horas, la casa se encontró repleta de ciudadanos de Sannae-myeon, los pocos que en verdad habían formado parte de las vidas de las chicas Bae. Algunos médicos y enfermeras del hospital, sus queridos vecinos, los empleados de las tiendas de comida y películas, viejos profesores de Sahara, estudiantes de su escuela y unos pocos amigos de la infancia. ¿Cómo era posible que ni siquiera la mitad de los presentes estuvieran al tanto del estado de salud de ella? ¿Estaba cometiendo una equivocación al permanecer a todos ignorantes de la realidad que acababa poco a poco con su vida? ¿Cuáles serían sus reacciones una vez que lo supieran? La ciudad entera conocía a Sahara desde incluso antes de nacer, fue la noticia al haber nacido como hija de una adolescente, y todos habían aprendido a amarla por su personalidad amable y cálida. ¿Qué pensarían al saber la verdad?

Esas preguntas pasaban por su mente al ver a la joven divertirse con sus compañeros de clase mientras bailaban en el espacio que habían hecho en la sala, sin prestar atención a las cámaras con las que los apuntaban los mayores como recuerdos. Están haciendo un mejor trabajo que yo tomando fotografías, admitió para sus adentros al mismo tiempo que regresaba a la realidad para darse cuenta que seguía dentro de la conversación que sus amigos tenían. Dejó de mirar en dirección a la sala para tomar un puñado de bolas de chocolate y metérselas en la boca en un bocado.

- ¿Quién es el que acaba de llegar, noona? – escuchó a Tae Hyung preguntar en voz alta.

Paris giró a ver la puerta cuando un joven de la edad de Sahara aparecía con su cabello azabache desordenado y vistiendo una camisa blanca fuera de sus pantalones. Al instante, su hija se acercó corriendo sonriente para llevar a cabo una inclinación que el muchacho le devolvió incómodo. Ah... ha venido, pensó ella por su lado sin ocultar una risita.

- El vecino, Ki Hyun. Está en su clase.

- ¿Y qué se supone que es esa aura extraña? – indagó de mala gana Ji Min, amenazando con ponerse de pie - ¿Quién se cree que es? Ese niño...

Sin embargo, antes de poder responder, los cuatro fueron testigos de cómo Ki Hyun se acercaba un paso para poder plantar un beso en la mejilla de Sahara, tomándola por sorpresa. Ella sólo fue capaz de cubrir su rostro cuando éste se tornó de un fuerte color rojizo de la vergüenza a medida que una dulce sonrisa se extendía por sus labios.

- ¡¿Mwo?! – exclamó Tae Hyung a su lado, y dio un golpe en la mesada - ¡Ya! ¡Tú!

Paris se encargó de sostenerse de la camisa de su amigo para detenerlo.

- ¡Suéltame, voy a golpearlo!

- No si yo le arranco los dientes primero – amenazó Jung Kook, a punto de seguirlo.

- Al ass eo, al ass eo, pero ¿por qué no esperan a que lleve a cabo su terrorífica maniobra y luego le quitan su pistola de agua? – dijo ella en voz baja – Tiene catorce años.

- ¿Y eso qué? A su edad, yo-

- ¡Jimin hyung! – lo callaron los dos menores.

Se dieron cuenta de que una de las estudiantes amigas de Sahara se encontraba también en la cocina buscando algo para tomar y se había quedado estática al escucharlos. Después de unos segundos de incomodidad en los que los mayores sólo pudieron intercambiar miradas, la niña comenzó a reír.

- Espero ser tan graciosa como ustedes en treinta años – comentó antes de salir.

Ji Min bufó.

- ¿Cree que tenemos cincuenta?

- Aniyo, Ha Ni-ah es mala en matemáticas.

Continuaron con su conversación por otros minutos hasta que Paris dio un vistazo a la hora y les pidió a sus amigos que buscaran el pastel del refrigerador. Se encargó de apagar las luces de la sala para indicarles a todos que hicieran silencio y, ya con las velas encendidas, entró con cuidado acompañada de los muchachos mientras cantaban la canción de "feliz cumpleaños" para Sahara, quien se sentó en el suelo frente a la mesa de café. Dejaron el pastel en frente de ella para que pudiera pedir un deseo y, con ayuda con los hijos menores de algunos invitados, apagaron las velas.

- Quisiera proponer un brindis – habló Paris cuando las luces volvieron a encenderse, levantando una vaso de plástica con soda -. Un brindis en honor a la persona en mi vida que siempre es buena, siempre es dulce y que, sin ella, yo no tendría razón para levantarme en las mañanas. – Notó que los ojos de su hija se humedecían. – Mi mejor amiga, Sahara.

- Has criado a una niña estupenda – acotó So Young desde su esquina -. Felicitaciones.

Emocionada, notó que varios de los presentes asentían en señal de consentimiento.

- ¿Por qué luces tan sorprendidos? Sé cómo criar a mi familia – bromeó.

Aunque, en contra de sus palabras, todos se voltearon al instante que escucharon unas voces discutir para encontrarse con Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook peleando por quién cortaría primero el pastel, golpeándose y empujándose entre ellos.

- Ellos no están relacionados con sangre – se justificó Paris -. Además, Sahara siempre ha sido muy independiente, incluso de bebé. Así que fue fácil cuidarla cuando no se cuidaba ella sola. Fui una madre con mucha suerte.

Continuaron disfrutando de la fiesta por el resto de la tarde y, una vez que ya no hubo más comida y el sol se hubiese escondido, los invitados comenzaron a despedirse uno por uno. El último en salir, por supuesto, fue Ki Hyun, así que Paris tuvo que encargarse de ocupar a Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook para que les dieran un tiempo solos en el porche de la casa.

Sahara le contaba todo lo que ocurría en su vida, incluyendo cuando tenía que ver con niños de su clase, así que estaba al tanto de que su hija tenía sentimientos por Ki Hyun desde el momento en que se mudaron a ese barrio años atrás. Él había sido el primero en acercársele fuera de la escuela y no la juzgaba por tener una madre joven o por haber vivido en un cobertizo la mayor parte de su vida, por esa razón Paris lo aceptaba. Era un buen muchacho, le hacía siempre compañía y la cuidaba, incluso sin saber de su enfermedad. Para él, Sahara era sólo una persona torpe que se lastimaba con facilidad. ¿Qué impacto tendría, en un niño de catorce años, decirle que tenía miocardiopatía? Estaba segura de que su hija se hacía esa misma pregunta en ocasiones pero seguía sin tener el valor de decirlo. Probablemente temía que su trato cambiara cuando lo supiese. Todavía era joven, era normal que estuviese asustada. No obstante, temía que esta fuese su única experiencia en el amor.

- ¿Te asusta que pueda terminar con el corazón roto? – La voz de Tae Hyung la tomó por sorpresa al verlo sentarse a su lado en el sofá.

- Ani, Sahara es fuerte, puede soportarlo – masculló, tapándose con una manta.

- Lo ha aprendido de ti, después de todo...

No estoy tan segura, dudó al tener un recuerdo del pasado.

- ¿Estás terminando conmigo?

- Estoy liberándote.

Definitivamente, no era una persona fuerte. Podía hacer muchas cosas, como dejar a su familia, comenzar una nueva vida de cero, encargarse de su hija por su propia cuenta, escalar en su carrera y estudiar una nueva. Pero existía algo que nunca lograría: olvidar a Min Yoon Gi. Aunque, aun así... no se arrepentía de ninguna de sus decisiones.

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