The one that got away [Yoon G...

By mgmazzoni

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- ¿Quieres jugar a un juego, Yoon Gi? - ¿Qué juego? - Se llama "¿Qué tal si?" Yo comenzaré... - Paris se acom... More

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By mgmazzoni

Al día siguiente, a pesar de haber sido despertada por la canción de "Feliz cumpleaños" de parte de sus amigos, desayunar pastel y pasar toda la tarde en una maratón de películas clásicas que sabían que eran sus favoritas, Paris en ningún momento fue capaz de olvidarse de lo ocurrido con Yoon Gi, en especial cuando escuchó el timbre sonar para enseñarle sólo a Nam Joon del otro lado trayendo consigo unos bocadillos. Quiso preguntarle sobre su compañero de cabaña pero no se atrevió a hacerlo, aunque él se dio cuenta fácilmente de sus intenciones y, cuando se ofreció en ayudarla a buscar platos y tuvieron un momento a solas en la cocina, le comentó:

- Necesita tiempo para hacerse a la idea. – La muchacha fingió no prestarle atención para que no notara la decepción reflejada en su mirada. – Después de que se calme, volverá.

Recordó la tristeza del castaño al enterarse de la noticia y no pudo evitar sentirse insegura.

- No lo sé...

- Lo hará – certificó Nam Joon, colocando una mano en su hombro para darle ánimos -. Conozco a Suga hyung desde hace años y créeme cuando digo que, lo que siente por ti, jamás lo sintió por nadie antes. No sé lo que hiciste pero lo atrapaste bien, ahora es un idiota.

Ella rio por sus palabras, posó su mano sobre la del joven y la apretó mientras trataba de tranquilizarse. Tiene razón, se reconfortó. Ambos nos volvimos unos idiotas. Por lo que restó del día, trató de distraerse y ser agradecida con lo que sus amigos le habían organizado, imitando las voces de los personajes y riendo a carcajadas cuando Tae Hyung se ponía de pie para imitar alguna escena. Ellos habían planeado ese día y estaban haciendo lo posible por hacerla sentir mejor, debía corresponder a sus esfuerzos. Después de todo, también se trataban de sus últimas semanas junto a Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook. Antes de que el verano terminase, estaría en un avión con destino a los Estados Unidos de América y no los vería por doce meses, y luego llegarían los exámenes de ingreso a la universidad. ¿Cómo pudo olvidarlo? Había estado tan distraída en comprender sus sentimientos hacia Yoon Gi que olvidó por completo que sus amigos, los que llevaban años a su lado en comparación, también serían una perdida que extrañaría más que a nada. Fui egoísta, admitió para sus adentros al mismo tiempo que se levantaba del sofá individual para obligar a los tres muchachos a hacerle espacio en el suelo y tomar estirar sus brazos para abarcar lo hombros de todos en un abrazo.

- Al menos invítanos a cenar primero, noona – bromeó Jung Kook a su izquierda.

- Cállate – masculló ella, recostando su cabeza en la del menor.

En su derecha, Ji Min aprovechó para recostarse en su regazo mientras que Tae Hyung, quien estaba al otro lado de Ji Min, se conformó con entrelazar sus dedos con los de la muchacha, regalándole una de sus sonrisas cuadradas e infantiles que él sabía que adoraba y articulando un "feliz cumpleaños" con los labios. ¿Qué sería de ella cuando se fuese? ¿Cómo sobreviviría sin sus estupideces? Todavía podía recordar sus años de primaria y sus primeros años en la preparatoria, en los que no tenía ningún amigo o siquiera un compañero amable que fingiese interés. En la opinión de todos, Paris era una especie de estudiante modelo de personalidad extraña y sarcástica que nadie se atrevía en enfrentar por el simple hecho de que no podían comprender de lo que hablaba la mayoría de la veces. Sumado con ser hija del doctor más conocido de Seúl y, en su opinión, la princesa de papá. Sin embargo, eso no podía estar más alejado de la realidad. Sí, quería ser doctora, y sí, tenía siete faldas del uniforme distintas para los días de la semana, pero se consideraba lo menos parecida a una princesa. A menos que una princesa tuviese el estómago y la boca de un camionero, pasara sus noches jugando video juegos y viendo películas, y todavía encontrase divertidos los dibujos animados que veía cuando tenía cinco años. Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook encajaron perfectamente en su vida.

Cuando anocheció, Paris preguntó acerca de qué tendrían para cenar y, en lo que los seis se dirigían a la cocina en busca de ideas, se dio cuenta que Seok Jin parecía recibir un mensaje de texto y, al instante, le pidió a los muchachos que lo acompañasen a comprar al mercado. Ella, al ser la cumpleañera, debía quedarse, a pesar de insistir en querer acompañarlos. Y, en menos de cinco minutos, se encontró a sí misma sentada sola en la mesa de la cocina, comiendo de una bolsa de galletas. ¿Estarían planeado una sorpresa? ¿Tal vez habrían conseguido que algún idol famoso se presentase para saludarla, como en los programas de televisión? ¿Debería vestirse mejor en caso de que pudiera ser el caso? Dio un vistazo a sus pantalones de gimnasia, grises y sueltos, y al suéter rosa pálido que Seok Jin le había prestado, y prefirió conformarse con su comodidad. Si G-Dragon se aparece en la puerta, conocerá mi hábitat natural, recapacitó. Estiró una mano para volver a tomar una galleta cuando su teléfono comenzó a repiquetear. Se aseguró en mirar a la pantalla para asegurarse que no fuesen sus padres o algún familiar perdido con su número de nuevo, y, al notar que se trataba de Ho Seok, decidió responder.

- Si es G-Dragon, dile que debo arreglarme primero – dijo en cuanto tuvo el móvil en el oído.

- No es tan genial – le escuchó reír del otro lado -. Pero hay una lluvia de meteoritos en este instante y tienes que verlo.

- ¿De verdad? – inquirió poniéndose de pie.

- ¡Ne! ¡Sal al jardín! ¡Se ve increíble!

- ¡De inmediato!

No se preocupó por llevarse el teléfono al exterior al dejarlo caer sobre la mesa y salir corriendo hacia la puerta trasera para abrirla de un golpe. Bajó los escalones, cuidando sus pasos, y quedó a mitad del jardín con la vista fija en el cielo. Nada. Maldito mentiroso, protestó para sus adentros, girando sobre sus talones para regresar. No obstante, se detuvo en seco al reconocer una figura de pie frente a la pequeña escalera con las manos en los bolsillos y apoyando su peso en uno de sus pies. Conocía esa postura y, al verlo acercarse hacia la luz, confirmó que se trataba de Yoon Gi, vistiendo su atuendo usual de camiseta y vaqueros. Paris, por primera vez, no fue capaz de pensar en algo que decir para romper con el silencio que los sucumbió y optó por acabar con la distancia que los separaba, quedando a sólo un metro de separación del muchacho. Él parecía concentrado en la punta de sus zapatillas mientras movía la cabeza para hacer a un lado su flequillo con destellos azules.

- Annyeonghaseyo...

- Annyeong. Entonces – dijo la joven finalmente -, ¿no hay lluvia de meteoritos?

- Ani.

- ¿Usaste a J-Hope hyung y el cosmos para engañarme para que saliese a mi propio patio trasero? – no pudo evitar preguntar.

- El cielo se ve terrible desde el nuestro – expuso, encogiéndose de hombros -. La luz de la cocina es demasiado fuerte así que apenas pueden notarse las estrellas.

- ¿Te hartaste de tu linda y bonita casa de verano?

Yoon Gi notó la ironía de sus palabras y no pudo evitar sonreír avergonzado al responder:

- Me harté de estar lejos de ti.

Al no estar segura de qué decir ante aquello, Paris dio el paso que terminó con la distancia y pasó una mano por el cabello de él, dándole la oportunidad de mirar sus ojos de una vez. Éste, extrañado por su tacto, elevó la mirada y se quedó quieto, reflejando algo de miedo en su expresión por no saber lo que la muchacha diría después de lo ocurrido el día anterior. Pero, incluso aunque creyó que estaría enfada en cuanto volviese a verlo, Paris sólo pudo sentir alivio y una inmensa paz. No la odiaba. Su relación no había cambiado por haberle ocultado su viaje. ¿Cómo podía molestarse cuando todo fue en realidad su culpa? ¿Cómo no disfrutar del hecho de que Yoon Gi todavía quisiese estar a su lado?

- Así que... - habló ella, expulsando el aire que había estado conteniendo en sus pulmones y relajando sus brazos a ambos lados de su cuerpo - ¿qué tienes planeado para mí? Espero que sea algo extraordinario ya que mi cumpleaños está a punto de terminar.

El castaño esbozó una enorme sonrisa mostrando sus encías.

- Pensé en cocinar la cena – expresó, apresurándose por entrelazar sus manos y arrastrarla hacia su cabaña, debiendo saltar la cerca -. Sabía que sería difícil decidir por un plato así que compré lo suficiente para cocinar varios.

- My hero – canturreó entre risas.

Una vez Paris se divirtió observando a Yoon Gi cocinar sopa de algas, ensalada de fideos soba y arroz, carne y distintos vegetales que después envolverían en hojas de lechuga, terminaron comiendo entre dos lo que podría haber alimentado a todo un escuadrón del ejército al mismo tiempo que mantenían una entretenida conversación repleta de carcajadas hasta que el estómago les dolió. Ambos estaban agradecidos porque las cosas se hubiesen arreglado y lo demostraban en cada mirada, en cada roce de manos, en cada sonrisa. En especial al saber que mañana llegaría la despedida. Sin embargo, no hablaron de ello. Se enfocaron en historias del pasado, en sus familias, en sus ideas para el futuro, dejando a un lado el viaje a Estados Unidos y los meses de separación. Todo estaría bien.

- ¿Cómo fue que terminé lavando los platos? – escudriñó horas después Paris con las manos llenas de agua y espuma – Se supone que no debería hacer limpieza hoy.

- Eso pasa cuando crees que me ganarás en "piedra, papel, tijera".

La muchacha lo dudó por unos segundos y luego gritó:

- ¡Kai, bai, bo!

Al mismo tiempo, ella mostró el puño cerrado y él la mano abierta.

Resopló molesta por volver a perder, escuchando a Yoon Gi burlarse a su lado, hasta que vio que el joven tomaba una pequeña regadera manual y apretaba el botón para rociarla con agua en el rostro. Paris lanzó un grito por el susto y lo miró con los ojos abiertos como platos, encontrándolo conteniendo una sonrisa. Escupió el agua que había entrado en su boca y llevó su cabello hacia atrás.

- Aigoo, ¿este es tu plan? – le preguntó con un tono fingido de superioridad - ¿El juego de "te mojo, tú me mojas" que se supone que debe ser divertido y sexy?

- Lo haces sonar barato.

- Es barato. – La muchacha metió sus manos bajo el agua para aferrarse a los mangos de una olla todavía sucia. – Pero, ¿sabes qué nunca pasa en situaciones como estas?

- ¿Mwo?

Con la fuerza que tenía en los brazos, levantó la olla y arrojó el agua sucia, todavía con restos de fideos, sobre la cabeza de Yoon Gi, quien cerró los ojos y estático, sin mostrarse demasiado sorprendido. Se quedó allí, con una mano en la cadera, por unos cortos minutos hasta que, después de asentir con la cabeza, murmuró un "Esto es guerra" y la abrazó por las piernas para llevarla sobre su hombro hasta el cuarto de baño. No importaron los gritos y los golpes que soltara, él la colocó debajo de la ducha y encendió el agua helada que cayó sobre ambos mientras se daban empujones y trataban que el otro quedara justo debajo de la regadera. ¡Lo que daría porque todos los días pudiesen reír así! Por estar a su lado, sin preocupaciones y sin pensamientos tristes. Daría lo que fuese, dijo en su mente cuando los dos se dejaron caer sentados en el suelo del baño, ya con el agua cerrada y sus ropas completamente mojadas adhiriéndose a sus cuerpos. Paris aprovechó para darle un vistazo a sus pectorales y abdominales apenas marcados por la humedad de su camiseta.

- ¿Qué quieres hacer ahora? – inquirió él sin mirarla - ¿Te gustaría un café?

- Ani.

- ¿Qué tal pastel? – El muchacho amenazó con levantarse. - ¿Quieres que-?

Lo detuvo al aferrarse a su codo y sus ojos se conectaron.

- Dime que no me vaya – pidió la joven casi a modo de súplica.

- Paris...

- Dime que no quieres que me vaya. Dime que quieres que me quede aquí y vaya a Daegu de regreso contigo. Dime que podemos hacerlo, que encontraremos la forma. – Las palabras parecían salir de su boca, incapaz de controlarlas. – Dime que no me vaya.

Yoon Gi frunció el ceño y apretó los labios en una señal clara de sufrimiento. Sabía que eso era lo que quería decirle pero estaba conteniéndose por ella. ¿Wae? Si ambos lo deseaban, ¿por qué no irse juntos? Ella podía renunciar a la Universidad de Seúl, incluso a su sueño de convertirse en doctora, si era por él. Quería estar a su lado. ¿Por qué separarse cuando existía una decisión más sencilla? Estuvo a punto de decir algo más, decirle todas las razones por las cuales era una buena idea, pero el muchacho se levantó sin decir una palabra, tomó una toalla y se le entregó para que se secara mientras él salía del cuarto, dejando que los músculos de su espalda se marcasen a través de su camiseta. Ella comenzó a secarse, decepcionada, y aceptó la muda de ropa seca que le trajo minutos después para salir vestida con una sudadera negra de mangas largas que bailaba sobre su cuerpo y unos vaqueros ajustados y gastados. Se tomó un tiempo para arreglar su cabello enmarañado y volvió a la sala.

- Caminemos – le oyó ofrecer a Yoon Gi, quien le daba la espalda con la vista en la ventana.

- Al ass eo.

Como siempre durante sus caminatas, terminaron sentados en el muelle abandonado de la playa, sentados uno al lado del otro con sus manos entrelazadas, sumidos en un completo silencio y observando el paisaje de la luna reflejada en el agua cristalina. A diferencia de otras ocasiones, esta vez el silencio no era agradable y en verdad le aterraba lo que Yoon Gi pudiese estar maquinando en su cabeza con aquella expresión seria y concentrada que llevaba, por lo que llamó su atención al mover ligeramente su mano y, cuando él la miró, le sonrió a modo de disculpa.

- Mianhae. No debí haber dicho lo que dije.

- Está bien...

- Ani – negó con la cabeza -. Fue caprichoso de mi parte. Siempre suelo creer que las cosas son más fáciles de lo que parecen cuando las digo en voz alta, pero sé que no es así. Estoy acostumbrada a ser impulsiva y a no pensar en las consecuencias de mis decisiones. Mianhae.

- Ser impulsivo no siempre es algo malo. – El joven volvió la vista al frente con sus ojos destellantes. – Irme de casa cuando era todavía un niño fue impulsivo y no me arrepiento de esa decisión, ni siquiera ahora en mis actuales condiciones. Es sólo que... el que dijeras exactamente lo que pensaba me hizo pensar en que, si aceptaba, podrías llegar a arrepentirte de haberte ido conmigo y me culparías por arruinar tu futuro. Y no podría soportarlo.

- No me arrepentiría – expuso Paris con una seguridad que los sorprendió a ambos -. No lo haría. Sé que no lo haría.

- ¿Cómo puedes estar segura?

Por un instante, Yoon Gi le pareció un niño pequeño, aterrado e inofensivo, que esperaba escuchar unas palabras de su parte que pudieran otorgarle seguridad. Algo que lo convenciese.

- Porque te amo – se limitó en contestar, sabiendo que esa simple afirmación era suficiente para soportar su pregunta.

Tal vez se trató de algún reflejo repentino cuando distinguió un brillo sobrenatural posarse en los ojos del muchacho al escucharla, pero no se distrajo en intentar averiguarlo porque él ya se había inclinado en su dirección tan rápido que apenas fue capaz de respirar antes de que chocase sus labios con los suyos con un hambre voraz. Casi desesperado. Ella quiso corresponderle pero Yoon Gi se separó para poder ponerse de pie y estiró una mano, invitándola a levantarse. ¿A dónde quería ir? Aceptó por curiosidad y caminaron juntos hasta la arena hacia lo que parecía una cabaña de salvavidas de madera, vieja y gastada al igual que el muelle, a la que subieron por unas escaleras que resonaron bajo sus pies y, después de un leve empuje de parte del muchacho, lograron abrir la puerta. El interior estaba vacío y, a diferencia del exterior, era ligeramente más cálido al resguardarse del viento.

- ¿Qué hacemos aquí? – indagó con curiosidad, adentrándose unos pasos en esa única habitación de tamaño mediano - ¿Planeas asesinarme, como en las películas?

Al no escucharlo reír por su broma, se volvió hacia el joven.

Yoon Gi rompió con pasos veloces la distancia entre ellos, tomó su rostro en sus manos firmes y la besó con tal intensidad que terminó por quedar con la espalda apoyada contra la pared. ¿Por qué lo sentía tan ansioso? A pesar de mostrarse inmutable y seguro, el temblor de su cuerpo era apenas notable para ella. Intentaba ocultar sus nervios, ¿wae? Pero perdió el hilo del pensamiento en cuanto percibió cómo sus dedos bajaban por su cuello y hombros hasta aferrarse fuertemente a su cintura, rodeándola y apretándola a su pecho. Un cosquilleo placentero la recorrió al mismo tiempo que le daba permiso de adentrarse en su boca y no dudó en abrazarlo por el cuello, debiendo colocarse en puntillas para alcanzarlo. De nuevo, aquel deseo por más. Ni siquiera puedo pensar en algo sarcástico para decir usando citas de la película "La Salvavidas", admitió para sus adentros. E ideas no le faltaban. ¿Por qué no era capaz de concentrarse? ¿O de razonar seriamente acerca de lo que estaba haciendo? Simplemente permitió que Yoon Gi le quitase la sudadera que él le había prestado para luego ayudarlo a deshacerse de la suya, dándole la oportunidad de acariciar por primera vez su pecho estructurado y suave con sus dedos, provocándole escalofríos. Él, por el otro lado, al tenerla sólo con su sujetador verde manzana con dibujos de rosquillas, sintió sus labios estirarse en una sonrisa.

- Adorable – le oyó murmurar sin dejar de besarla, apresándola por la piel desnuda de su espalda y acariciando en el trayecto su cabello.

Sin perder más tiempo, el muchacho la levantó unos centímetros para que rodease su cintura con sus piernas y aprovechó para poder recostarla delicadamente en el suelo después de colocar sus camisetas debajo para estar más cómodos. Él tuvo que apoyarse sobre sus codos para no dejar reposar todo su peso. En verdad está pasando, se dijo a sí misma. Y con Yoon Gi. Con la luz proveniente de la luna a través de la ventana, Paris lo separó unos segundos para poder admirar la belleza que daba los reflejos contra el cuerpo de Yoon Gi, como si, en realidad, se tratase de una figura de fantasía, celestial, demasiado perfecta para ella. Sin embargo, sacándola de su ensoñación, se dio cuenta que el joven también parecía observarla con ojos extasiados al estirar una mano para acariciar su mejilla.

- ¿Por qué me miras así?

El castaño esbozó una sonrisa enternecida que la dejó ablandada por su hermosura.

- Sólo pienso en lo increíblemente afortunado que soy por tenerte – se limitó a contestar antes de inclinarse para besar su nariz.

¿Él afortunado por tenerme? Inquirió, aguantando una carcajada. Debe estar bromeando. No obstante, no se preocupó por arruinar el momento con sus dudas y regresó a concentrarse en sus labios a medida que podía advertir cómo Yoon Gi le quitaba su sujetador y pegaba sus pechos desnudos, logrando que ambos sufrieran un escalofrío y rieran avergonzados.

¿Qué había hecho bien en su vida para merecer conocer a alguien como él? ¿Quién era para formar parte de la vida de un ser tan cálido, amable y dulce como ese? Y, aún peor, ¿cuándo habría podido imaginar que sus sentimientos serían correspondidos? Se culpaba por haber caído tan rápido, ya que sólo llevaban conociéndose cuatro semanas. No se habría sorprendido si hubiese salido lastimada al terminar el verano. Pero, en cambio, allí estaban, entregándose en cuerpo y alma uno al otro con la promesa de un futuro que pasarían juntos. Ella podría arreglárselas con sus padres siempre y cuando supiese que él estaría a su lado para sujetar su mano, podía decirles que no iría a Estados Unidos y que abandonaría su vida en Seúl. Nada de eso le importaba. Lo único que deseaba era sentirse igual de feliz que ese día cada segundo de sus próximos años de vida, y eso sucedería sólo estando con Yoon Gi, ya fuese en un pequeño apartamento en Daegu o en una caja de zapatos de algún callejón. Por primera vez, no le interesaba tener un plan. Quería moverse, quería hacer, quería tomar decisiones apresuradas y volverlas realidad.

- ¿Tienes frío? – curioseó el muchacho algunas horas después mientras estaban recostados en el suelo, observando abrazados el cielo a través de la única ventana de la cabaña.

- Ani – respondió en un suspiro, escondiendo su rostro en su pecho para que no notase la todavía intacta sonrisa -. Estoy bien.

Nunca me he sentido mejor...

- Diablos – maldijo en voz baja, sin dejar de sonreír -. ¿Qué voy a decirles a mis padres?

- Puedes decirles que tuvimos sexo sin estar casados en frente de una iglesia católica con niños pasando frente a nosotros – soltó a modo de broma.

- Perfecto.

Él estaba usando un brazo como almohada y, con el otro, la abrazaba por la cintura por encima de su única prenda, que era su sudadera, mientras que el muchacho sólo llevaba su bóxer. Ya habían pasado un largo tiempo en completo silencio, escuchando el romper de las olas a pocos metros de distancia y el sonido del viento, pero ninguno de los dos tenía intenciones de moverse un centímetro de sus posiciones. Le habría gustado pedirle que tarareara la canción que le había escrito pero se contuvo.

- ¿Quieres jugar un juego, Yoon Gi?

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