Olympics (五輪) ʲⁱᵏᵒᵒᵏ

By Neccuxi18

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❝ ㅡDime, ¿en qué eres bueno?ㅡ El chico frente a él parecía pensativo. Decidió ser más específicoㅡ ¿Anillas, s... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo Final
Taehyung
Agradecimientos + Nuevo fanfic + Otras cosas
Importante.

Capítulo 48

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By Neccuxi18

Taehyung siempre pensó que Jeon Sungjin era un buen hombre.

Y Jungkook nunca, jamás había querido cambiarle esa imagen. Antes, para él Taehyung era tan importante que sentía que no dejaría que nada de lo que dijera le molestase, ni siquiera algo tan banal y normal como lo era ser maltratado por su padre, así como éste también golpeaba a su madre. Pero ahora las cosas eran diferentes, y ahora era Taehyung la última persona a la que podría confiarle sus problemas. Pero por respeto a su amistad o lo que quedaba de ella, Jungkook sentía que ya iba siendo hora de contarle.

O eso pensaba. Ni muy bien había terminado el tema de la hipocondría y las inyecciones de Propanolol cuando el chico enseguida había entrado en negación. El menor podía entender cómo se sentía. Hasta no verlo con sus propios ojos, Taehyung no le hubiera creído todo lo que le decía. Pero ya tenía una de las pruebas; Jungkook acababa de tener un ataque hace tan sólo unos minutos atrás. Y si la hipocondría era cierto, las dosis también lo eran, así como los abusos, la crueldad y todo lo que venía después.

El pelinegro no omitió ningún detalle, desde cómo se había enterado hasta lo vivido con Hyungseok. Vio desde primera fila cómo, al llegar a la mitad de su relato, el castaño parecía ya no escucharle. Tal vez lo hacía, pero se veía lo suficientemente aturdido como para preocupar a Jungkook. Su expresión fue quedando en neutro poco a poco. El mayor no preguntaba nada, no decía nada siquiera. Apenas terminó, Jungkook quiso recordarle que ya no estaba enojado y que estaba dispuesto a escuchar cualquier duda o cosa que tuviera que decir. Pero no obtuvo nada de él. De hecho, no esperaba siquiera la siguiente reacción. En los ojos de Taehyung....justo como la primera vez que le había presentado a Halla, justo como la primera vez que había visto a Jimin, en sus ojos...

Había algo terrorífico.

El brillo en la vista del chico a su lado era simplemente siniestro.

Cuando estuvo otra vez en el aeropuerto de Seúl, Jungkook no podía evitar pensar en ello. En ese momento Taehyung se había levantado del piso — en donde el menor había decidido dejar todo salir —  y había caminado fuera de los vestidores. Sin decir nada. Sin mirar atrás. Sólo se había ido, dejándolo ahí. Quiso pensar en que tal vez no estaba sorprendido, pues esa era la parte interior de su examigo que causaba que le recorriera un escalofrío desde los pies a la cabeza, pero lo había estado. Al menos estaba seguro de que no estuvo tan consternado cuando el mensaje de su entrenador actual había llegado a su teléfono celular. Simples palabras...

"Estás fuera.", era todo lo que decía. Jungkook supo de inmediato qué significaba. Kim Daehyun le había amenazado con volver a Jeju en ese mismo instante, pero él definitivamente no quería eso. No sabía cómo decirle que no volvería porque su propio hijo había intentado violarle. Todo lo que pudo decir fue "No lo haré, cuídese entrenador.", cosa que había sido la causa de su completa expulsión.

Sólo se preguntaba qué demonios haría ahora con las nacionales acercándose cuando él era un gimnasta sin gimnasio. Pedir ayuda a sus nuevos promotores no era una opción. Si se enteraban de que no tenía en donde entrenar lo más seguro es que le llevarían a algún lugar ostentoso fuera del país o algo parecido. Las marcas promotoras que había adquirido no eran una broma. Pero él no quería irse aún más lejos y aunque sabía que apenas era una opción — no lo era, no se lo permitirían — , su nombre no tardó nada en aparecer en su mente.

Jimin.

Viéndose desde otros ojos, Jungkook se veía como un perro volviendo a su dueño. No importaba que tan lejos fuera, que tan cansado estuviera, él regresaría a Jimin de una manera u otra. Tal vez se daba un poco de pena, no tenía a dónde ir en lo absoluto. Ni siquiera podía ir a su propia casa.

Cuando salió del aeropuerto con no más que una maleta de mano, las manos ardiendo en frío, con las orejas rojas y las mejillas coloradas, las dudas le atacaron. Estaba nevando y había algo sumamente importante que debía estar olvidando. Pero no le dio importancia por el momento, él sólo debía concentrarse en encontrar un taxi.

Pero ese algo que estaba dejando atrás parecía ser mucho más importante de lo que parecía y más cuando estuvo frente a la puerta de Jimin, cubierto en nieve, observando como su novio sonreía de oreja a oreja, con un gorro de lucecitas en la cabeza y el interior de la casa brillando como un árbol de Navidad. Navidad...

Era Navidad.

El castaño le tomó por los hombros y le abrazó con ímpetu, restregando sus palmas contra su cara para calentarle al menos un poco y llevándole a la cocina a rastras para conseguir un paño caliente, pues Park Jimin no dejaría que las manos de su novio se congelaran. Con el calor haciendo vapor entre sus dedos, Jungkook notó que Jimin resplandecía, estaba más feliz de lo normal y podía jurar que sus ojos se habían iluminado cuando lo vio en el portal de su casa. Seguro no lo esperaba, pero eso no quitaba el hecho de que el mayor estuviera haciendo una cena de Navidad para cuatro personas.

"Me esperaba..."

— Lamento si las luces son muy llamativas, Namjoon decoró todo y no sé qué diablos tiene con el color rosado pero la casa está repleta de cosas cursis.  — Jungkook negó con la cabeza, estaba bien, se veía bonita y llena de alegría y.... sí, cursilería.  — Se acaba de ir, últimamente sale mucho de noche.  — Asintió ahora, Jimin sonreía como un idiota y aunque trataba de contagiarse de su humor y alegrarse al menos un poco, el castaño no tardó nada en notar lo extraño en él. No sólo eso, no pudo leer sus ánimos para darse cuenta de que no quería soltarlo todo, pero cuando Jimin pronunció aquel "¿Estás bien, amor?", simplemente se desarmó como un castillo de cartas. Elevó sus brazos hasta su novio, notando que no había pasado ni medio segundo para cuando Jimin se coló entre ellos, como si estuviese esperando que lo hiciera. Le abrazó con más fuerza y el mayor le levantó del suelo, obligándole a que enredara las piernas en su cintura y que quedara mucho más arriba de lo que se proponía.

Jungkook rio, porque a veces se olvidaba de lo alto que era y cuanto aquello molestaba a Jimin. Se rio con ganas, contagiando a Jimin, pero inmediatamente la gracia quedó en segundo plano cuando el castaño le hizo bajar hasta sus labios, haciéndole sentir el estremecimiento que sintió de arriba abajo cuando éstos se tocaron y el suspiro de satisfacción que salió de su garganta cuando Jungkook pasó las manos desde su nuca hasta la mitad de la espalda. Dios, de verdad quería verlo para Navidad; él amaba la Navidad tanto como a Jungkook y lo quería para él ese día.

El menor notó las ansias de Jimin transmitirse por medio de sus manos, las cuales le habían dejado en la encimera de la cocina y ahora se posaban en sus caderas, masajeándolas con gentileza antes de proseguir a sus muslos, el interior de ellos... y el ligero gemido que el pelinegro había soltado cuando se colocaron en su entrepierna. Jimin volvió a asaltar sus labios, recordándole la vez que lo habían hecho en ese mismo lugar, quitando del medio el calor de horno con el pavo haciéndose, con ambos sudando a mares por el calor.

Jungkook separó las piernas para que Jimin se posicionara entre ellas, teniéndolo más cerca. Jadeó en el instante en el que el castaño había pasado de sus labios a su cuello, quitando cuidadosamente la chaqueta que traía, dándose cuenta de que tenía dos prendas más debajo de ésta. El mayor quitó la primera de ellas, gozando con la vista de que la segunda era sólo una camisa de tirantes y mordiendo con pasión justo en el músculo existente entre el hombro y su cuello.

— Traes mucha ropa, bebé.  — Reclamó a la vez que dejaba una marca por encima de la clavícula de Jungkook, viendo como éste se mordía el labio inferior en respuesta.

— Hace frío allá fuera... — Respondió, soltando un gemido agudo cuando Jimin metió las manos dentro de su pantalón, acariciando los firmes glúteos, lamiendo los puntos erógenos de su pecho por encima de la tela. Jungkook le instó a proseguir, echando la cabeza hacia atrás al momento de arquear la espalda y tomando las muñecas de Jimin para que tocara su trasero con más fuerza.  — Quítame todo, Jiminie...  — El mayor acató la orden, de inmediato halándole el resto de su atuendo y tirándolo al suelo. Jungkook se quedó en ropa interior, disfrutando de cómo la lengua de su novio ahora tenía contacto directo con sus pezones mientras tanteaba suavemente su entrada, buscando su punto.

Jungkook gritó cuando éste lo encontró, dejando a Jimin el trabajo y entregando su cuerpo completamente a su merced. Tuvo que resistir todos los impulsos de tocarse, pues al parecer su novio planeaba hacerle gozar de ello, hacerlo lento y con sentido, expresando su amor no sólo en lo que hacía, sino en la cercanía, la confianza de dejar que sólo el castaño le tocara. Éste le sacó otro grito cuando presionó su próstata con fuerza, enviando sondas de placer hasta la punta de sus pies. Jimin estaba jalando sus pezones con los dientes tornándolos rojos a la vez que introducía dos dedos más en su cavidad. El pelinegro se sintió desfallecer cuando Jimin optó por penetrarle con los dedos velozmente, masajeando su miembro a ritmos iguales; tenía la boca abierta por los fuertes suspiros que liberaba, gimiendo violentamente cada vez que tenía la oportunidad e ignorando las veces que el castaño se aprovechaba de ello, pasando la punta de su lengua por el paladar del chico, disfrutando de cómo Jungkook era atacado sólo por el placer de sus manos. Era como si pudiera venirse solamente con eso.

El menor siseó antes de posar sus manos en el cuerpo de Jimin, arrancándole la ropa lo más rápido que podía, mordisqueando cada nuevo pedazo de piel descubierta, bajándose poco a poco de la encimera. Acorraló a su novio contra la isla sin dejar de besarlo, efectuando la misma agresividad que siempre mostraba con él y dejándose llevar por el placer que cosquilleaba por su piel. No pasó mucho tiempo antes de que Jungkook estuviera arrodillado frente al contrario, besando el camino en su vientre que llevaba a la zona más escondida de Jimin, torturándolo con la espera de lo que haría. Posiblemente se encontraba más atrevido ese día que de costumbre, los pequeños jadeos del mayor estaban encendiéndolo y sus manos sobre su cabello no hacían más que provocarle ansias.

Desaprisionó el miembro erecto de su novio, lamiendo la piel alrededor de éste y contorneando la forma sólo con su saliva. Jimin apretó la mandíbula cuando Jungkook había optado por morder el espacio justo entre su miembro y sus testículos. Jungkook le tomó de las caderas con poderío, no permitiendo que se moviera mientras le daba placer. Disfrutó del ronco suspiro que el castaño soltó cuando metió el glande en su boca sin adentrarlo mucho más. Definitivamente no había olvidado la fuerte esencia de su entrenador y sólo se dedicó a degustar del sabor con paciencia. Jimin era absolutamente delicioso en todos los sentidos, no podía tener suficiente de ello, lo demostraba en la manera en la que rodaba la punta con gusto, sacando chasquidos escurridizos con su saliva.
— Mierda, Jungkook...  — Maldijo con los ojos fuertemente cerrados. El menor estaba apretando los labios entorno a su glande, succionando con avidez sin hacer más.  — Tómala toda.  — No fue una orden, fue un ruego y Jungkook sintió una sensación de poder elevarse hasta el techo de la casa. La adentró en su boca entonces, moviéndose rápidamente, distribuyendo el calor de su boca por toda la extensión de su novio, haciéndole sentir como si estuviera parados sobre un campo de brazas.  — Mierda...  — Jimin echó la cabeza hacia atrás, impulsándose con las caderas ahora liberadas y las ganas de cogerse a Jungkook emergiendo por todo su cuerpo.  — Levántate, amor.

Jungkook obedeció, no llegando muy lejos cuando Jimin volvió a estrellarlo contra la encimera, esta vez de espaldas, restregando ambos cuerpos ya desnudos y tocando por donde le viniera en gana. Jungkook gimió al sentir el miembro húmedo de su novio rozarse contra su entrada, la cual estaba lista para recibirlo. Se recostó en la encimera, apoyándose con los codos y colocando la cabeza entre sus brazos apenas separados, esperando con gusto.

Al sentir la virilidad de Jimin entrando en él, no sintió dolor. Había estado esperando aquello desde el momento en el que salió de Seúl y todo lo que hizo y quiso hacer en ese momento fue mover las caderas antes que nada, apresurando a su novio para que le tomara sólo como él sabía hacerlo. El mayor no perdió el tiempo para acorralar nuevamente el necesitado pene de su amado, bombeándolo rápidamente mientras invadía su interior.

Jungkook sintió el placer explotar desde su vientre bajo hasta el resto de su cuerpo, exclamando perdidamente el nombre de Jimin que no dejaba de moverse a sus espaldas, sosteniéndole potentemente de la cintura. Sentía a su novio llegar hasta el fondo lentamente para luego salir de manera veloz, tocando su próstata sólo un poco y acabando con él al momento de retomar un ritmo salvaje que volvía locos a los dos.

— Jimin, así...  — Rogó él. Lo estaba haciendo excelente y le hacía sentir tan bien. No pudo hacer más que separar sus propios glúteos para él, sintiendo como el castaño bajaba la velocidad considerablemente, tomándose el tiempo para enterrarse hasta el límite, asegurándose de todo su miembro entrara.  — Más... Jiminie, más adentro.  — Jungkook pensaba que no toleraría que la pelvis de su novio se moviera tan sincrónicamente por tanto tiempo, más cuando parecía atacar su punto desde todos los ángulos diferentes mientras ésta se hacía más sensible con cada pequeño golpe. Sintió la agitada respiración venir desde un costado de su noca, deleitándose con la fina capa de sudor que podía percibir de parte de su novio y amando cada uno de los besos que le eran propinados a su nuca.

— Dímelo, bebé... Dime que te encanta como te lo hago.  — Exigió Jimin, dando una lenta y larga caricia por todo su pene. Jungkook no tuvo la fuerza para negarse.

— Me encanta. Ah... más rápido.  — Jimin aceleró, pasando su mano restante por la parte trasera de los muslos de Jungkook, obligándole a separar las piernas y darle espacio para que lo embistiera fuertemente.  —  ¡Jimin!  — Se sentía tan bien en esa posición. El menor tenía la frente sudada, el pecho completamente pegado a la encimera y la uñas enterradas en sus propias nalgas, las cuales mantenía abiertas sólo para Jimin. Sólo para él.
— Así, amor. Déjate hacer...  — Gruñó al sentir la musculatura de Jungkook tensarse a su alrededor, obligándole a regresar al ritmo lento pero constante de antes, sacando un fuerte gemido de ambos. Jimin soltó un insulto al tener la vista del culo de su novio prácticamente tragándole, con el apretado aro de músculos sacándole más de un suspiro. Subió una de las piernas del pelinegro, apoyando la rodilla en la encimera e inclinándose levemente para arremeter contra el contrario desde abajo.

— Ahí, Jiminie... —  Gimoteó en respuesta, con el miembro de Jimin llegando más a fondo que antes y empujándose así mismo contra él, elevando su piernas tanto como podía e intentando abrirse todo lo posible. Ambos sintieron el cambio, no logrando más que gemir la liberación y mejor movimiento. El mayor tuvo más accesibilidad, suficiente para penetrar a Jungkook tan rápidamente que lo sacó de sus sentidos. Jungkook recostó la parte posterior de su cabeza en uno de los hombros de Jimin, dejándole hacer lo que quisiera con su cuerpo y le penetrara tan bien como se le antojara. No pudo hacer mucho más que clamar su nombre cuando llegó tan repentinamente con el placer acumulándose en su sólo lugar y liberándose de manera bestial.  — Jimin, Jimin... Hazlo, dentro, dentro de mí... por favor.  — Suplicó él. Su novio no había dejado de masturbarlo en ningún momento cuando terminó en su interior, jadeando con fuerza por todas esas exquisitas sensaciones que le hacía sentir Jungkook.

— Ah, Jungkook... mírame.  — Ordenó el más bajo una vez alejó las manos de su pareja, dejando que regresara los pies al suelo mientras lo rodeaba en su brazos. Jungkook se encontró con un ardiente beso esperándolo y supo de inmediato que antes muerto antes de arruinarle aquel momento a Jimin.  — Te amo.

— También te amo... Aunque creo que el pavo se está quemando.  — Bromeó una vez recuperó el aire. Jimin rio feliz, feliz de tener a Jungkook y que tuviera ahí en ese momento. Le abrazó con fuerza, tan fuerte como si estuviera abrazando un oso de felpa, justo antes de besar esos labios que parcialmente se habían vuelto de un sensual color rojo.  — Es enserio, entrenador, tiene una cena que salvar.  — Dijo tratando de zafarse de los sonoros besos del mayor, quien luchaba por atinar alguno en su mejilla.

— Sólo uno más.  — Pidió Jimin alzando un dedo mientras estiraba los labios. Jungkook no le negó el capricho.

Vio al chico correr de un lado a otro luego de ponerse, al menos, los pantalones. Pudo sacar el pavo a tiempo de quemarse y Jungkook notó, con sólo esa pequeña acción, como la felicidad de Jimin aumentaba al menos un 10%. No lo tenía muy claro entonces, pero supo de qué iba esa sonrisa cuando se volteó hacia él.

— Te quedas a cenar, ¿verdad?  — Preguntó esperanzado y Jungkook pensó que se veía como un verdadero niño. No tuvo el coraje de mover la cabeza a los lados, sólo de arriba abajo.  — Genial.

El pelinegro recogió su ropa del suelo, colocándosela nuevamente mientras veía a Jimin apresurarse a arreglar no sabía qué cosas en la mesa y en la cocina. Se quedó detrás del umbral para no estorbar, el mayor parecía sumamente concentrado en decorar en pequeño jamón que había comprado y Jungkook se preguntó, muy seriamente, si debía comenzar a ser la carga de siempre ahora. Tal vez debía decirle lo de Taehyung, tal vez debía cerrar su boca por el momento y olvidarse de quien ni siquiera vale la pena. Ver a su novio dedicado a la cocina navideña con apenas ropa puesta le hacía sentirse ambicioso. Le hacía querer muchas cosas que no podía tener, como una casa en el campo, con dos pequeños e inocentes niños, uno con apellido Park y otro con apellido Jeon, medallas olímpicas y su propio gimnasio.

"Aquello que tanto quieres, lo tendrás en el momento en el que decidas que debes luchar por ello.". Pensó para sí, eso que se había prometido a él mismo el día que mandó a la mierda toda cosa existente. Aún en ese momento estaba mandando todo a la mierda sólo con el hecho de que estaba en casa de Jimin. Sonrió. Él ya había hecho la decisión. Eran cosas de causa y efecto.

Él ya tenía la causa, ahora venía el efecto.

— Jimin.  — Le llamó, el susodicho apenas levantó la vista hacia él, estaba ocupado clavando cerezas en el jamón.

—  ¿Sí, bebé?

—  ¿Me acompañarías a mi casa? Luego de cenar, claro.  — Notó el ceño del castaño fruncirse, deteniendo sus movimientos momentáneamente antes volver a clavar otra cereza. Jimin no habló por unos segundos.

— Te acompañaría a cualquier lugar que quieras, Jungkook.  — Suspiró rendido. No había mentiras en sus palabras. Si Jungkook le pidiese que se tirara de un edificio, lo haría.

—  ¿Incluso si es muy lejos?  — Preguntó con cautela. Jimin le miró entonces, muy sorprendido, como si supiera en qué estaba pensando. Jungkook no trató de moverse en ningún momento en el que su novio intentó leer a través de él. Al final éste volvió a suspirar, esta vez más pesado.

— Incluso si es muy lejos.  — Se encogió de hombros, mirando a Jungkook con una sonrisa. Rio altamente, pareciéndole absurdo qué tan lejos llegaría por una persona.  —  ¿Debería preocuparme por lo que pasa por esa cabecita tuya?  — Volvió al horno, esta vez para meter un pastel que hasta ahora reposaba en el refrigerador, aún con su atención en el menor. El chico se acercó a ayudarle, ajustando los grados del calentador y verificando que la masa no tuviera grumos. Se quedó detrás de Jimin, rodeándolo con sus brazos mientras ambos observaban como el postre era presa del calor. Jimin se giró ligeramente para besar a su novio, pero éste se escondió tras su espalda. Parecía nervioso.  — Jungkook...

—  ¿Te gusta el campo, Jiminie?  — Le interrumpió él, en voz baja, demasiado baja.  —  ¿Te gustan los niños o las niñas? A mí me gustan las niñas.  — Jungkook le apretó con fuerza al cortarse su voz y Jimin sintió su corazón acelerarse desenfrenadamente. Mierda, no estaba equivocado, sabía en lo que Jungkook pensaba. Dejó su mente volar; maldición, él podría dejarle el gimnasio a Namjoon, llevarse a Jungkook de Seúl, conseguir un trabajo, comprar una casa, aplicar para un par de papeles de adopción... Él podía hacer todo eso y más. Aunque siempre había un "pero".

Acarició los dedos de Jungkook con cuidado, tan íntimamente, tan relajantemente... Se mordió el labio antes de abrir la boca.

—  ¿Qué hay de tu carrera como gimnasta?  — Susurró hacia Jungkook.

—  ¿Qué hay de tu carrera como entrenador?  — Contraatacó.

— Lo dejaría.  — Respondió sin titubeos.

— Yo también.  — Jimin podría llorar justo ahora. De hecho, podía sentir el picor tras sus ojos. Jungkook era capaz de abandonarlo todo por ambos. No podía permitírselo.

— No, Jungkook. Tú no. Amas la gimnasia.  — Negó en respuesta, dejando la espalda de Jimin para mirarlo justo a los ojos.

— Ya no puedo más, Jimin. Estoy tan cansado de todo esto, tan cansado... — Declaró dolido.  —  Amo la gimnasia, pero te amo más a ti. Y si la vida tenía algo más preparado para mí, entonces eso eres tú. Puedo volver a intentarlo en un par de años, cuando mi vida no sea una completa mierda, no es mi prioridad por el momento; mi prioridad justo ahora se llama Park Jimin y el maldito hecho de que crea que decidirme entre Soomin, Jungmin, Hyemin y Sungmin para el nombre de nuestra hija sea más importarte que subirme a unas anillas. Siempre seré Jeon Jungkook, no importa cuánto tiempo pase, seré famoso ahora y seré famoso después, estoy perfectamente bien con eso. Pero también quiero ser Jeon Jungkook, el hombre de tu vida. Tuyo ahora... y tuyo después.

Jimin le tomó de las mejillas en un arrebato de pasión, amor que sentía por Jungkook, besándole con fuerza para luego estrujarlo en sus brazos. El chico ya era el hombre de su vida, no tenía que demostrarlo. Aunque tampoco iba a negar le gustaba Jungmin para su hija. Hija de ambos. Jimin se vio enamorado de la imagen de un Jungkook llevando a su niña a la escuela mientras él iba a trabajar, regresando a casa para cenar y pasando tiempo en familia. Creyó derretirse de ternura al imaginarse a una niña de liso cabello negro, piel lechosa, grandes ojos negros y labios gruesos.

— Por Dios, Jungkook... También te amo, puedes pedirme lo que quieras.

— Tengo muchas cosas en mente, pero antes de eso... llévame a casa, tengo algo que aún debo hacer.  — Jimin asintió, dejando que Jungkook decidiera lo próximo a hacer y sólo disfrutando de la calidez de su mano sosteniendo la suya cuando caminaban a su casa. Jimin no le prestó atención entonces, pensando en posibles escuelas para su hija, pero a medida que avanzaban, Jimin notó que aún era de día, no con demasiada luz, pero daba igual.

Estaban frente al portal de la casa y el mayor supo que ya era muy tarde para regresar. Puso los pies en la tierra, aterrándose repentinamente cuando el pelinegro dio unos pasos hacia la puerta, repasando su agarre con insistencia y no dejando que se moviera. La puerta no tenía seguro.

— Voy a estar bien, espérame aquí.  — Jimin negó, irascible. Ya habían sido múltiples veces en las que Jungkook había sido lastimado porque él no estaba ahí. Así que al diablo con eso.  — Vuelvo enseguida.

— Voy contigo.

— Park Jimin.

— No te lo estoy sugiriendo.  — Terminó la discusión al decir esas palabras. El menor rodó los ojos y Jimin sonrió triunfante.

Entraron lo más silenciosamente posible, Jungkook prosiguiendo libremente, Jimin inspeccionando todo el lugar. Pensó que entrar a la casa de su novio sería diferente, tal vez siendo recibido con una bienvenida y con algunas inclinaciones de cabeza pero con el contrario parecía no ser el caso. Sólo acompañó a Jungkook hasta su habitación, abriendo su boca en asombro e impacto cuando vio la estantería de trofeos y medallas. No supo lo que su novio estaba tramando hasta el momento en el que tomó las dos grandes bolsas de basura, metiendo ahí todo lo de valor. Entregó una en sus manos, abrió el vidrio con cuidado y señaló un par de cosas en silencio. Dejarían la mayoría de los trofeos, se llevarían todas las medallas. Jimin se entristeció un poco cuando supo lo que su chico estaba planeando, él había conseguido esas medallas con mucho esfuerzo.

Recogió una por una, estudiando las leyendas escritas en cada una de ellas y notando enseguida que casi no había ninguna de plata; y si había, la mayoría era de caballo con arcos. Rio por lo bajo al alcanzar las últimas medallas del campeonato de invierno, adquiriendo nostalgia al saber que tendría que despedirse de esos buenos recuerdos, para reemplazarlos con otros nuevos. Jimin se preguntó cómo habían llegado ahí cuando la última vez que las vio fue en su propia casa. Debió ser aquella vez que Jungkook escapó, pensando que dormía, rompiendo uno de los jarrones de su padre en el proceso.

Salieron de la casa y Jungkook no miró atrás en ningún momento, no parecía impresionado de que sus padres no estuvieran en casa. Si él no estaba ahí, ¿qué ataba a sus parientes de repelerse el uno al otro? Nada. El menor tal vez antes pensó que su madre sería libre sólo con él desapareciendo de su vida, aunque ahora muy poco e importaba. Jeon Somi era una desconocida para él, no le interesaba lo que hiciera cuando él mismo comprara su libertad.

Y aun estando frente a la casa de empeño, con Jimin sonriendo a sus espaldas y con una vida plena por delante...

Jungkook supo que ese era el efecto.

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