Harry Potter, el niño que vivió, el gran salvador del mundo mágico, el cerdo para el matadero, el vencedor del señor oscuro le teme a una chica, bueno no a una chica sino a sus sentimientos hacia una chica, T/N T/A una chica de su curso.
Ambos somos Gryfindors, por lo que coincidimos constantemente.
—T/N—giré la cabeza al escuchar que alguien decía mi nombre.
—Harry, ¿quieres algo?—pregunté acercándome hasta él, que me estaba llamando.
—No, bueno si, pero no—dijo él cuando llegué a su lado.
—¿Qué pasa Harry?—pregunté seria, parecía algo grave, igual necesitaba ayuda de verdad.
—Va-vamos a los jardines y te cuento— respondió. Comenzando a caminar hacia los jardines, y yo caminé detrás de él, algo confundida.
Caminamos sin hablar, Harry andaba tan despacio que acabé adelantándole. De vez en cuando me giraba hacia Harry para ver que hacía, él parecía estar hablando solo pero sin que ningún sonido saliese de su boca.
—Vale, es el momento—dijo Harry de repente, yo giré la cabeza rápidamente, pero él negó con la cabeza, haciéndome saber que no hablaba conmigo.
—T/N—me llamó Harry, yo me giré de nuevo, él estaba sonrojado, o puede que solo fuese la luz del atardecer.
—Si—dices asintiendo, al ver que no continuaba.
—Mira—dijo Harry señalando un punto a mi espalda.
Giré la cabeza con intención de poder ver lo que Harry quería enseñarme.
—Es, es un beso robado—dijo Harry muy bajito.
—Perdona... ¿qué...?—no pude terminar, ya que en el momento en el que volví a girarme hacia Harry, sus labios se estamparon sobre los míos.
—Potter—dije cuando nos separamos.
—¿Que?—respondió él tenso y rígido como un árbol, se le veía claramente nervioso.
—Eso ha estado bien—me acerqué a él y le di un pequeño beso en los labios antes de comenzar a caminar hacia el Gran comedor, donde la cena estaba a punto de comenzar. Dejando a Harry solo.