Mortífago pt 2 (Severus Snape)

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No había pedido muchas más explicaciones aquella noche, al día siguiente hablé con Dumbledore, hice mis maletas y me marché a casa de mi hermana, que estaba en América trabajando de Aurora.

En Ilvermorny no pusieron muchos problemas para aceptarme como una nueva alumna trasladada, incluso después de la guerra de Hogwarts decían que en Reino Unido las aguas se habían calmado, pero me quedé para acabar el instituto allí.

Cuando volví me encontré con le horrorosa noticia de que aquellos que habían sido mis compañeros de clase, algunos, habían acabado en Azkaban. El señor oscuro al parecer había desaparecido, después de intentar matar al hijo de uno de los merodeadores, el de las gafas.

Al parecer había habido un gran incidente, el hermano de Regulus había traicionado a sus amigos, y por eso dos de ellos, además de la chica pelirroja, habían terminado muertos, aunque me pareció algo raro, pues el hermano de Regulus nunca estuvo de acuerdo con su hermano y las cosas que hacía.

No pude pensar en ello mucho más, debía encontrar trabajo, y me encontré de nuevo frente a las grandes puertas de Hogwarts.

Siempre había querido ser profesora, quizá la aprendiz de Mcgonnagall, o la nueva profesora de vuelo, o de DCAO. Solo sabía que quería en señar.

—Señorita T/N—dijo Dumbledore apareciendo frente a mi.

—Profesor Dumbledore—dije, quizá demasiado contenta, había echado muchísimo de menos todo lo que tenía que ver con Hogwarts.

—Ahora que eres profesora deberás empezar a llamarme Albus— dijo haciéndome un gesto, para que le siguiese hacia el interior.

Yo asentí.

—Te necesitamos como apoyo en varias asignaturas, después de la guerra que ocurrió aquí en Hogwarts los ánimos no están muy altos, y los profesores necesitarán ayuda—dijo Dumbledore, digo, Albus, mientras caminaba.

—Lamento mucho lo que ocurrió aquí—dije observando las paredes, que se veían rotas, claramente había piedras más nuevas, causado por las reformas después de la guerra.

—No eres la única que ha querido unirse al equipo docente—dijo cuándo entramos al gran comedor, donde estaban todos los profesores. Pero hubo una persona que claramente llamó mi atención.

Una melena a la altura de los hombros, una gran capa negra....

—¿Severus?—pregunté en voz alta.

Dumb... Albus asintió.

Severus al escuchar que alguien le llamaba se giró y me miró sorprendido, claramente no esperaba encontrarse conmigo allí, yo tampoco esperaba encontrarrle.

Inmediatamente noté sus largas mangas, tapando todo su brazo. Albus, que siempre parecía saber lo que pensaba me miró.

—Nuestro compañero Severus ha tenido un gran cambio en su comportamiento, todos merecemos segundas oportunidades—dijo guiñándome el ojo. Después se alejó de mi, camino a saludar al resto de profesores.

No me había dado cuenta, pero Severus estaba frente a mi.

—Nos vemos esta noche en la torre de astronomía—dije pasando a su lado, para saludar a Minerva, que se acercaba a nosotros.

La tarde se me hizo larga, las clases habían empezado unos meses atrás, estábamos a punto de llegar a las vacaciones de Navidad, los alumnos iban y venían, ignorándonos completamente.

Yo tuve que hablar con varios profesores, con aquellos con los que tendría que trabajar, mientras esperaba ansiosa a que llegase la noche.

Escabulléndome por los pasillos en la oscuridad de la noche volví a sentirme una niña que se encontraría en problemas si la encontraban.

Más rápido de lo que recordaba llegué a la torre de astronomía, y al igual que la última noche que estuve allí, Severus me esperaba, entre las sombras.

—Buenas noches—dije saludándole, mientras me acercaba a la barandilla, para poder ver las vistas.

—¿Qué haces aquí?—preguntó Severus colocándose a mi lado.

—Lo mismo que tú parece...—dije mirándole con detalle, por primera vez en todo el día. Se le veía más mayor, más maduro, sus rasgos estaban claramente más afilados, no mude evitar morderme el labio, estaba mucho más guapo que la última vez.

Y todos los sentimientos que había enterrado se encargaron de salir a flote.

—¿Podemos empezar de cero?—preguntó con una pequeña sonrisa en los labios.

Yo me giré para quedar completamente frente a él. Estábamos tan cerca que nuestros pechos se rozaban.

—Solo si me das otra oportunidad—dije subiendo mis manos hasta sus manos, empezando a acariciar sus brazos, desde las palmas de sus manos hasta sus antebrazos, moviéndole para que pasase sus brazos a mi alrededor.

—Empecemos de cero—dijo Severus agachando la cabeza para darme un beso en la frente.

Yo seguí subiendo mis manos lentamente, sin alejarme de él. Él tampoco parecía querer hacerlo.

Mis manos llegaron a su nuca y lentamente fue bajando sus labios desde mi frente, hasta mi mejilla, y después hasta llegar a mis labios.


























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