High pt3 (George Weasley)

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Pasaron los meses casi sin darme cuenta, Molly seguía siendo la única que lo sabía, además de mi doctor, Draco.

La señora Weasley me había dicho que cuando me marché, George había empeorado, pero, después de una visita de Ron, se había comprometido con entrar en un programa de desintoxicación muggle, y parecía estar yéndole bien.

Durante las vacaciones de navidad George volvería a casa, yo yo había acordado con la señora Weasley que, si George estaba sobrio, iría a cenar con ellos, y les contaría la gran noticia, sino esperaría a que George volviese al programa para decírselo al resto de su familia y, hasta que no acabase el programa, que sería después de que naciese el bebé, George no sabría nada.

Estaba nerviosísima, no paraba de mirar hacia la chimenea. George ya estaba en casa de sus padres, y estaba esperando la visita de Molly para contarme que tal le habían ido los últimos días con su hijo.

Quería que hubiese mejorado, con toda mi alma, sobre todo por él y el bebé, pero estaba aterrada por la conversación que tendríamos que tener si eso pasaba.

Con una explosión de fuego verde Molly apareció en mi salón. No pude evitar salir corriendo desde la cocina. Ella sonrió al verme, sobre todo cuando fijó la mirada en mi barriga.

—¿Qué tal estáis?—preguntó abrazándome, sin apartar la mirada de mi abultada barriga.

—Nerviosos—respondí acariciándome el vientre.

Ella se sentó en el sofá, y yo me senté junto a ella, durante un momento estuvimos en silencio. Se me hizo eterno.

—¿Qué tal está él?—pregunté. Ambas sabíamos a quien nos referíamos, y ella no pudo evitar sonreír, al ver lo preocupada que estaba por su hijo.

—Hace tiempo que no le veía tan bien T/N. Se está recuperando— Molly no pudo evitar emocionarse al decir eso. Yo la abracé.

Entonces caí en la cuenta, se me retorció el estómago de los nervios. Le vería, y debería hablarle del bebé. Nuestro bebé.

Molly no tardó en marcharse, no quería que su familia sospechase nada de la sorpresa que se llevarían al día siguiente. Yo no pude dormir, me quedé despierta, observando las vigas del techo toda la noche. Estaba demasiado nerviosa.

Al día siguiente fue peor, no sabía que ponerme. Debía dejar que se me notase la barriga o intentar disimularlo, tampoco quería ir muy formal, pero no pensaba ir en vaqueros. Había sacado toda la ropa de mi armario para ver si me llegaba la inspiración.

Al final elegí un vestido largo y rojo. George me lo había regalado para mi cumpleaños, antes de la batalla de Hogwarts, y no había tenido ocasión de estrenarlo. Quizá ahora era el momento.

No quería aparecer con polvos flu en medio de su salón, por lo que me aparecí en su jardín, al lado de la puerta. Estaba muy nerviosa, sentía como me temblaban las piernas mientras subía las escaleras del porche.

Traía una cesta con magdalenas, que tapaba estratégicamente mi barriga.

Solté un fuerte suspiro antes de llamar al timbre. La señora Weasley me abrió la puerta unos segundos después, con una gran sonrisa.

—¡Querida! Llegas justo a tiempo—me saludó Molly, abrazándome.

Me tomó del brazo y me metió dentro de la casa. Estaban todos sentados a la mesa, Ginny, Harry, Hermione, Ron, Billy, Fleur, Percy, Audrey, Charlie, el señor Weasley y George. 

Todos estaban sorprendidos por verme allí, y más sorprendidos todavía porque Molly no lo estaba. No solía ser buena escondiendo secretos, pero había conseguido engañarles a todos.

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