Destino pt2 (Regulus Black)

1.6K 107 2
                                    

Estaba en mi habitación, sentada en la cama, sentía como si fuese una marioneta, mis acciones no estaban en mis manos, y mi futuro menos. No podía parar de repetir las palabras de mis padres en mi cabeza.

Sabía que debía aceptar, por mi bien y el de mi familia. Mi hermano ya le había hecho suficientemente daño al nombre de nuestra familia, y por desgracia yo cargaba con el peso de conseguir limpiarlo.

Escapar se me había pasado por la cabeza un par de veces, pero no tenía a nadie más, literalmente me habían separado de cualquier persona que no fuesen ellos. No tenía a quien pedirle ayuda, la realidad es que estaba sola, y lo peor que me podía pasar casándome era que Regulus me tuviese tan confinada en casa como me tenían mis padres.

No era tan mal destino al fin y al cabo...

—¡Los Black han llegado!— oí que gritaba nuestro elfo doméstico. Debía bajar.

Me miré una última vez al espejo, me limpié un par de lágrimas que surcaban mi mejilla. Me temblaba el labio de la rabia. Cerré los ojos intentando calmarme, sonreí al espejo, intentando convencerme de que todo iba bien, y después bajé.

—¡T/N! Querida estás espectacular—dijo Walburga al verme bajar las escaleras.

Yo agaché la cabeza, dándole las gracias, mientras intentaba seguir manteniendo la sonrisa en la cara.

—Ven aquí hija—dijo mi padre. Los señores Black, junto a sus hijos, estaban frente a mis padres, todos de pie en el salón.

Yo hice caso, me coloqué entre ellos, esperando ordenes, como un soldado esperando las órdenes de su general, tal y como había hecho siempre.

—Ya conoces a nuestro hijo menor, Regulus—dijo Walburga, que tenía a su hijo cogido por los hombros, por lo que fácilmente le movió para que quedase frente a mi.

Regulus tomó mi mano y la besó, tal y como había hecho la noche de la fiesta, solo que esta vez sentí el impulso de apartar mi mano. Él pareció notarlo, pues la apretó entre sus dedos para que no la quitase.

—Deberías enseñarle los jardines T/N, están muy bonitos en esta época del año—propuso mi madre. Sentía la mirada de todos sobre mi, sobre todo cuando tomé el brazo de Regulus y comencé a guiarle fuera de la mansión.

Querían hablar, pretendían usar la excusa de que debíamos conocernos para echarnos de allí, pero la realidad es que les daba igual. Podríamos ser enemigos mortales y ellos seguirían queriendo casarnos. No les importábamos nosotros, solo lo que les podíamos aportar.

—Es una bonita casa...—dijo Regulus claramente incómodo mirando los jardines, que claramente no estaban bien. Todos los árboles estaban muertos, es lo que solía pasar en invierno. Es cierto que la nieve bañándolo todo de blanco hacía que fuese una vista espectacular, pero como cualquier jardín nevado.

Yo solo asentí con la cabeza, regalándole una sonrisa encantadora. Tal y como me habían enseñado mis padres a hacer.

—Vaya par de muermos chaval—oí que decía una voz a nuestras espaldas. Era el hermano de Sirius, claramente le habían echado para poder hablar, tal y como había deducido.

Él no se molestó en esperar una respuesta o algo, simplemente sacó una varita y desapareció, él tampoco quería estar allí, era normal, pero también era el único valiente en marcharse.

—Quiero que sepas que yo no.... no tenía ni idea. Ha sido todo cosa de mis padres...—dijo agachando la mirada, casi disculpándose.

No se me había pasado por la cabeza que él pudiese haber orquestado todo esto, pero tampoco que él pudiese sentirse como yo.

Le tomé de las mejillas para que levantase la cabeza, y me sorprendió ver a una persona como yo, asustada, enfadada y atrapada. Pude ver un reflejo mío en sus ojos. Por un momento no pensé en lo correcto, ni en seguir un protocolo. Solo pasé mis brazos alrededor de su cuello y le abracé.

Él pareció sorprendido ante mi contacto. Pero rápidamente reaccionó, tomándome fuertemente entre sus brazos. En ese preciso instante me rompí en pedazos. Lo había sacrificado todo por mis padres, mi adolescencia, la escuela, mi libertad, mi futuro...

Era la primera vez en mucho tiempo que no había tenido que pensar antes de actuar, había seguido mi impulso. Y no pude evitar que se me escapase una lágrima.

—Lo siento...—dije reaccionando. Me alejé rápidamente de él, intentando ocultar las lágrimas que caían por mis mejillas. 

—Ey, eyey... ¿Estás bien?—preguntó Regulus preocupado, tomándome del brazo, para que no pudiese esconderme de él.

—Yo.... Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien—confesé. Él me pegó un tirón en el brazo, pegándome a su pecho y volviendo a abrazarme.

Las semanas pasaron, la ceremonia seguía en pie, aunque claramente ni Regulus ni yo pudimos tomar ninguna decisión sobre ella, ni siquiera con respecto a nuestros trajes.

Regulus se había vuelto mi vía de escape, gracias a él podía salir de casa cuando quisiese, podía desahogarme con él y, sobre todo, podía ser yo misma.

—Ahora tienes que contármelo—dijo Regulus con muchísima curiosidad.

—Venga, tampoco es como que nos lo contemos todo—le respondí intentando salvarme, pero no lo conseguí.

Estábamos en mi casa, sentados en el sofá, charlando mientras nuestras madres planeaban nuestra boda.

—Vas a ser mi mujer T/N, no podemos tener secretos—dijo él picándome, lo que claramente consiguió.

—Entonces tú también me tendrás que decir como fue tu primer beso— le propuse. 

—Yo no me he dado mi primer beso todavía—confesó como si nada, tomando una de las tazas de té que nos había dado el elfo doméstico.

—No te creo—dije buscando alguna pista de que realmente estaba mintiendo, pero no la encontré.

—Quería esperar a la persona indicada—dijo él encogiéndose de hombros. No pude evitar sonrojarme, pero a la vez sentía pena por él. Sin importar que pasase yo sería su primer beso, su mujer, no tenía elección.

—Vamos, ahora te toca a ti—dijo centrándose a mi, mirándome directamente a los ojos.

—Fue durante mi segundo año en Hogwarts, él me llevó hasta el lago negro, vimos el atardecer y después me besó. Fue asqueroso, me babeó toda la cara—dije recordando aquel momento, podía imaginar la cara de pánico de mi madre, si hubiese sabido que mi primer beso había sido con un mestizo de Huflepuff.

—¿Y ya está? ¿Así acabó vuestra historia de amor?—preguntó Regulus, casi decepcionado por la historia que le acababa de contar.

—Resultó ser mi primo o algo así. No fue muy memorable—respondí con cara de asco. Él se rio de mí.

—Al menos yo he intentado tener una historia de amor—dije burlándome de él, sacándole la lengua.

—Quien te dice que yo no lo estoy intentando ahora...—dijo él tomándome completamente por sorpresa. 

De repente la distancia que nos separaba era demasiado corta. Sentí sus dedos rozar mi mejilla mientras apartaban un mechón de pelo de mi cara. Instintivamente me acerqué a él. Él hizo lo mismo. Podía sentir el roce de sus labios contra los míos.

—¡Regulus! ¡Debemos irnos!—su madre gritó. Escuchamos unos fuertes pasos que venían hacia el salón y ambos brincamos del susto alejándonos el uno del otro.

Regulus rápidamente se puso de pie junto a su madre. Yo hice lo mismo cuando la mía apareció detrás de Walburga. Los cuatro nos despedimos formalmente, siempre cumpliendo el protocolo. Y después se marcharon.

No pude quitarme de la cabeza ese momento con Regulus. Había sido el primer momento romántico que habíamos vivido juntos. Hasta ese momento esperé que el resto de mi vida fuese a vivir con él como mi parido, pero ambos viviríamos vidas separadas, cumpliendo con nuestro rol como pareja solo cuando nuestros padres nos lo mandasen.

Después de todo, quizá había sido obra del destino y no de nuestros padres el que nuestras vidas se cruzaran.

⚡One Shots Harry Potter⚡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora