Azkaban (Lucius Malfoy)

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5/24 𝑶𝒏𝒆 𝒅𝒊𝒓𝒆𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏~𝒔𝒐𝒏𝒈𝒇𝒊𝒄𝒔: "18"

¿Qué personaje queréis que sea el siguiente?


Azkaban era una verdadera pesadilla, la oscuridad, la constante presencia de los malditos dementores chupa alegría, era completamente imposible no sentir como pierdes la cabeza.

Intentaba aferrarme a mi alma y a mi corazón, a los recuerdos a la esperanza de volver a salir y tener la oportunidad de recuperar la vida que había tenido que dejar atrás.

Habían pasado muchos años desde que me habían encerrado allí, desde la primera guerra mágica, pero el problema es que no era capaz de saber exactamente cuando tiempo, sin ventanas, sin horarios, sin espejos, sin contacto, estaba en el mismísimo infierno.

Lo peor de todo era la soledad. El único contacto que teníamos, además de los estúpidos dementores, eran los gritos de otros presos, en momentos de locura o desesperación. Yo tenía un continuo pensamiento en mente, intentando mantener la cordura.

Recordaba el momento en el que conocía a Lucius, el amor de mi vida, cuando todavía éramos unos niños, en nuestro último año en Hogwarts, cuando acababa de meterme en el mundo de los mortífagos.

Me gustó desde el principio, siempre con su aire misterioso, su pelo platinado su extraño humor, la manera en la que los demás le admiraban... Nuestra conexión fue inmediata, nunca me había pasado igual, le amaba desde el principio.

Estaba tan enamorada de él que permití que me capturasen para salvarlo a él, esperaba que hubiese conseguido escapar, ojalá estuviese fuera, disfrutando de su libertad, buscando maneras de despertar a nuestro señor o creando planes para conseguir liberarme...

Me costó encontrar una manera en la que pensar en él sin llamar la atención de los dementores, parecían estar siempre hambrientos de alegría, y no podía dejar que siguiesen arrebatándomela, estaba empezando a perder por completo la esperanza, y cada vez que uno se acercaba me sentía con menos fuerzas.

Estaba agotada. Me tumbé sobre la estropeada cama que había en una esquina. Recordé los besos de buenas noches que me daba Lucius, como le tomaba la cara entre mis manos, fue cuando las cosas empezaron a ponerse serias con las misiones del señor tenebroso, nunca sabíamos si podía ser la última vez que nos viésemos. Soñaba con volver a recibir uno de esos besos...

Estaba quedándome dormida cuando escuché un fuerte estruendo, no me sorprendió nada, al menos hasta que escuché la estridente risa de Beatrix. Sentí como un chute de adrenalina, hacía mucho tiempo que no la escuchaba, y lo había echado mucho de menos.

Me levanté para darme cuenta de que no había dementores custodiando la puerta de mi celda, por el contrario pude observar a Beatrix, corriendo por los pasillos, liberando a todos los aliados del señor oscuro, se acercó a mi puerta y sonrió.

—¡T/N! ¡Querida! Es un gusto volver a verte jajajajajajjajaja— abrió mi puerta con un hechizo y siguió caminando por el pasillo mientras reía.

Salí de la prisión, encontrándome con que estábamos atrapados en una isla, entonces vi como un grupo de dementores aparecieron volando con las sombras, cogiéndonos de uno en uno, a todos los que salíamos, y llevándonos dios sabe a donde.

Uno me tomó de la cintura, no pude evitar fantasear con que fuese Lucius, pero con la máscara no era capaz de reconocerle. Querría haberle quitado la máscara al llegar, pero según me soltó volvió a salir volando.

Me encontraba frente a una imponente y tenebrosa mansión, el resto de prisioneros parecían igual de perdidos que yo. Todos juntos comenzamos a caminar hacia el interior, pasando por los jardines. Era la primera vez en mucho tiempo que podía andar tanto, estaba eufórica, podía pensar lo que quisiese, nadie me lo iba a robar.

Busqué entre todos los prisioneros una melena platinada, pero por suerte, o por desgracia no la encontré. 

T/N...—dijo una tenebrosa voz cuando entramos a la sala de estar de la casa. Sabía quien era, el señor oscuro, pero al verle me costó reconocerle. Parecía haber perdido todas sus características humanas, supuse que era algo normal después de haber vuelto del mundo de los muertos.

Me acerqué lentamente, sentía que iba a llorar. Volvíamos a estar unidos, podríamos cumplir nuestro propósito. El señor oscuro me abrazó, sus brazos se sentían fríos. Sin vida.

—Deberías ir a cambiarte, tendremos una importante cena—dijo separándose de mi, justo en el momento en el que Beatrix entró en la mansión, él se acercó a ella.

Subí las escaleras, no sabía porque, pero me sentía guiada, entré en una habitación. Había una gran cama, con una varita, una toga negra y una puerta que daba a un baño. Encima de la cama había un cartelito, que decía: "Señorita T/A"

Entré al baño, me duché, y aproveché mi nueva varita, dándome un cambio de look, tenía el pelo fatal, y mi cara estaba bastante mayor, mucho más de lo que recordaba. ¿Cuántos años habían pasado?

Al salir de la habitación me encontré de bruces con una persona. Tuve que retroceder para no chocar con su pecho, y entonces le reconocí.

—¡Lucius!—grité al reconocer al platinado. También estaba mayor, pero estaba igual que le recordaba.

No pude evitarlo. Me lancé a su cuello y le besé. Él me sujetó fuertemente contra él, con una mano en la cintura y otra en la nuca.

—Te quiero...—susurré sobre sus labios. Estaba a punto de volver a besarle, cuando él pareció reaccionar, y se alejó un poco de mi.

—Tenemos que hablar—dijo tomando mi mano, y llevándome al interior de la habitación.

Nos sentamos sobre la cama, el uno frente al otro.

—Te he amado desde que teníamos dieciocho años T/N... Pero cuando entraste en Azkaban me sentía solo quería amar, como tú me hacías sentir, y entonces estaba Narcissa...—después de escuchar eso sentí como los oídos me empezaban a pitar, no hacía falta que siguiese escuchándolo. Sabía lo que iba a decir...

Lucius había pasado página, había pasado demasiado tiempo en Azkaban, y él no me había esperado...

Cuando terminó de hablar se disculpó varias veces, y antes de marcharse me dio un beso en la frente. No pude evitar soltar alguna lagrimilla cuando se marchó. Pero entonces me di cuenta de que no valía la pena.

Había salido de ese infierno con un propósito mayor, mayor que Lucius, incluso mayor que yo. Debía intentar cumplir ese propósito, el del señor tenebroso. O morir en el intento.

Tomé la máscara de mortífago, me la puse y bajé al comedor. Había varios cadáveres sobre una mesa rodeada de sillas en las que había otros Mortífagos. Los muertos parecían ser los prisioneros que no estaban dispuestos a volver a arriesgarse por el señor tenebroso. Malditos traidores.

Cuando quise darme cuenta no había sitio para mi.

T/N, ven aquí, conmigo—dijo el señor oscuro. Yo caminé hasta llegar a su lado. 

Conseguí convertirme en la mano derecha del señor oscuro, sin contar con Beatrix, o al menos así fue, hasta que terminé muerta, en los mismos pasillos en los que había conocido al amor de mi vida. Luchando por un propósito, que ni siquiera era mío.

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