—¡ES UN AMIGO SIRIUS! UN AMIGO, NADA MÁS, SIEMPRE ESTAMOS IGUAL CON TUS CELOS DE MIERDA, ESTOY ARTA—le gritaste a Sirius el cual te replicaba una conversaciones que habías tenido con un amigo tuyo de Huflepuff.
—¡PERO TU LE GUSTAS! ¿ES QUE NO LO VES?—te gritaba Sirius cabreado por tu reacción, como si esperase que le dieses la razón y dejases de hablar con todas las personas que él no considerase "correctas".
—Yo no puedo seguir así, si por cada chico que se me acerca te vas a poner así esto debe terminar—dijiste mas calmada, estabas completamente desesperada, siempre ocurría lo mismo, pasabais más tiempo peleados que en paz.
—¿Có-cómo?—preguntó Sirius sorprendido.
—Pues eso Sirius, que esto se ha terminado—dijiste mientras bajabas de la torre de Astronomía hacia tu habitación, intentaste aguantar las lágrimas al máximo, preferías sufrir por una ruptura que por una relación, pero eso no lo hacía menos doloroso.
Esa noche te dormiste llorando, pero lo que no sabias era que Sirius se durmió pensando en todas las formas posibles por las que podría conseguir que volvieses con él.
Semanas después Slughorn preparó una de sus fiestas, pensaste en no ir, pero Mclaggen te había invitado y te parecía feo no presentarte, cuando ya habías accedido a ir con él.
Además te enteraste por terceras personas de que Sirius estría allí y no querías que pensase que al haberse acabado lo vuestro tu estarías rota, por mucho que en realidad sí que lo estuvieses.
En la fiesta, Mclaggen no para de coquetearte, no te deja huir, lo que era bastante incómodo.
Sirius no había aparecido, la fiesta era un fiasco total, o eso pensabas, hasta que cierto moreno, concretamente, al que llevabas buscando toda la noche, se acercó rápidamente a ti, y sin decir nada te tomó de la mano, dándote la oportunidad de seguirlo o quedarte con Mclaggen.
Ni siquiera te lo pensaste dos veces, apretaste la mano de Sirius y comenzaste a caminar lejos del pesado, hasta llegar a un lugar apartado de la fiesta. Querías darle las gracias, querías decirle tantas cosas, y no sabías como hacerlo, solo se te ocurrió una cosa.
Le tomaste de las solapas de su camisa y le besaste.