Sorprendidos, Gun y yo nos sentamos cerca de la pizarra con los demás para seguir la explicación de Shinra.
- Como ahora tenemos a dos nuevos integrantes en nuestro grupo haré un breve resumen de los últimos sucesos y del plan que he diseñado -comenzó Shinra-: Los dos últimos días, Brírinvius Autumnblood, que como todos sabéis es el actual gobernador de Sifán, ha comenzado a ejecutar y a encarcelar a todos aquellos a los que considera sus enemigos o que se han opuesto a él y hemos conseguido interceptar información sobre que está juntando mercenarios para hacer un ataque que arrase Sifán hoy al atardecer. No sabemos qué es lo que pretende con todo esto, pero tenemos claro que no se lo vamos a permitir: La ciudad está lista para la batalla, todos los ciudadanos que no van a participar en la batalla ya se han refugiado en la ciudad subterránea.
- ¿Cuidad subterránea?- pregunté confuso.
Shinra asintió y tuvo el detalle de detener su explicación para aclarar mi duda.
- Existe una ciudad secreta en el subsuelo de Sifán. Obviamente no conocías su existencia, ya que sólo los habitantes de Sifán tienen la entrada permitida -yo asentí y ella prosiguió con su anterior discurso-. Ahora hablemos del plan de defensa. Este plan consiste de dos partes: en la primera, un grupo comandado por mí defenderá las entradas de la ciudad para evitar que los mercenarios de Brírinvius puedan entrar; mientras que la segunda parte consiste en un pequeño grupo que se encargará de eliminar a Brírinvius, el cual aún se encuentra dentro de la ciudad: este segundo grupo se compondrá de Monari, Rubil, Trisa, Gun y Aiden -dijo señalándonos-. Vosotros deberéis llegar a la mansión de Brírinvius pasando por sus guardaespaldas personales. No os voy a mentir: será complicado, pero confíamos en vosotros para lograrlo.
Shinra respiró hondo y nos hizo un gesto para indicarnos que comenzasemos a preparar todo para la batalla.
El resto de personas que había en la posada se marcharon y sólo quedamos las camareras, Shinra, Gun y yo. Entonces mi jefa se dirigió a su despacho y tras un rato salió de allí con unas cuantas cajas y comenzó a abrirlas.
De la más pequeña de todas sacó unos guantes con los nudillos de metal y se los entregó a Monari. Después de eso abrió otra que era bastante larga y estrecha, sacando de su interior un extraño bastón de madera que tenía una gema roja en el extremo y que le fue entregado a Trisa. Acto seguido abrió una caja completamente cuadrada de la cual saco una gran cantidad de extrañas bolitas de cristal de varios colores para dárselas a Rubil.
- Aiden, Gun, venid aquí -nos llamó Shinra.
Nosotros le hicimos caso y nos colocamos justo frente a ella.
- Esta va a ser una batalla dura, por lo que os voy a hacer un préstamo: a ti Gun, ya que sabes como manejar una espada, te prestaré la espada de mi maestro -explicó-. Y a ti, Aiden, te daré algo muy especial.
Entonces, sacó una pequeña caja metálica con tres candados y se dispuso a abrirla con unas llaves que retiró de su bolsillo. Levantó la tapa con cuidado, dejando ver un pequeño cuchillo con el filo rojo y la empuñadura negra. Lo alzó con cuidado por el mango y lo enfundó.
- Esta es la Daga Incandescente, uno de mis tesoros del que estoy más orgullosa. El filo de este cuchillo puede atravesar cualquier armadura o escudo que se interponga en su camino -dijo, observándola como si fuera la última vez que la iba a ver-. Ten mucho cuidado con ella: si la usas sin cuidado podrías herir a alguien a quien no deberías.
Yo asentí y la cogí con cuidado. No podía evitar sentirme halagado: Shinra acababa de entregarme un arma que parecía de gran importancia. No obstante, me limité a sonreír como respuesta y le indiqué que me iría a mi cuarto a descansar hasta que fuera la hora del ataque.
-Bien, entonces yo aprovecharé para probar esta belleza -dijo Gun admirando la espada del maestro de Shinra.
Desde luego, parecía un niño al que le acababan de dar un juguete nuevo. Reprimí una risita para no ser apalizado por mi compañera y me dirigí a mi cuarto para tumbarme en la cama un rato.
- ¡Es la hora! -gritó Shinra un tiempo más tarde.
Al oír su voz, bajé lo más rápido posible al piso inferior para reunirme con las demás integrantes de mi grupo. Cuando estuve allí, vi que todas se encontraban listas para la batalla.
- Ha llegado el momento: esforzaros lo máximo posible para completar con éxito vuestra misión... Todo está en vuestras manos -dijo Shinra-. Y antes de que os marchéis quiero entregaros algo a vosotros, Aiden y Gun.
Entonces se acercó a nosotros y colocó sus manos sobre los hombros de Gun. Después de unos segundos las colocó también sobre los míos y entonces...
《Habilidad [Conocimiento] sube a lvl 4》
- Con esto podréis ver una pequeña parte de las estadísticas de vuestro oponente -explicó-. Y ahora, comencemos con la misión.
《Buenos días a todos, soy Narrador-Sama. Durante la batalla que está por acontecer, ocurrirán muchos sucesos interesantes y sería una pena que sólo vieseis el punto de vista de Aiden, por lo que me han pedido que os muestre los sucesos que le pasan al resto de los personajes. Espero que disfrutéis de esta narración en tercera persona y, sin más dilación, continuaré con la historia》.
El grupo de Aiden comenzó a avanzar hacia la mansión de Brírinvius por la zona comercial, y después de unos minutos llegaron a la puerta.
- ¿Cómo vamos a entrar? -preguntó Aiden.
Gun lo miró y sonrió confiada. Al verla, él supo que tenía un ás bajo la manga... Y nunca mejor dicho, porque sacó unas ganzúas de un bolsillo interno en la manga de su camiseta.
- Dejádmelo a mí -dijo acercándose a la cerradura.
En cuestión de segundos, Gun abrió la puerta principal y pudieron entrar a la mansión. Se encontraron entonces en un enorme recibidor donde todo parecía extremadamente caro: las paredes estaban adornadas con cuadros, había diversas esculturas y bastantes armaduras colocadas a ambos lados de la habitación que daban la sensación de que hubiera un pequeño ejército vigilándolos en todo momento.
Tras unos minutos de silencio, de pronto alguien comenzó a hablarles desde unos diez metros de distancia.
- Así que han enviado a un grupo para intentar eliminarme... Qué patético.
El grupo de Aiden buscó la procedencia de la voz, y fue Rubil quién la encontró y llamó la atención de los demás: en lo alto de unas enormes escaleras, se hallaba un hombre.
Se trataba de Brírinvius Autumnblood: era alto y muy gordo, tenía el pelo largo de color dorado y portaba un atuendo y unas joyas que semejaban tan caras como la decoración de aquel recibidor. El gobernador de Sifán no estaba sólo: además de varias personas detrás suyo, tenía dos hombres junto a él que parecían sus guardaespaldas, ambos callados y quietos, cada uno a un lado.
- No tenéis ninguna posibilidad aquí -rió-.¡Bafka, acaba con ellos!
- Estaré encantado, tío Brírinvius: tengo cuentas pendientes con ese chico -dijo una de las personas que estaba a su espalda sonriendo maliciosamente.
En ese momento, Aiden se dio cuenta de se trataba del hombre que tiempo atrás había molestado a Monari. Se sintió culpable por no haberlo matado aquel día: si lo hubiera hecho, ahora podrían enfrentarse directamente a Brírinvius y acabar con su misión... Pero no era momento para lamentarse.
- Bien, nosotros nos marchamos ya -anunció el gobernador-. Intenta no manchar demasiado la alfombra con su sangre, está hecha de pelo de oso hartafon de las montañas Tipen, especie que ya está extinta.
Entonces Brírinvius Autumnblood retrocedió y tanto él como el resto de personas que lo seguían entraron por una puerta que estaba detrás de ellos. Bafka comenzó a acercarse a Aiden y a los demás con una sonrisa maliciosa en la cara.
- He recibido el entrenamiento más caro que hay en este país desde que nos encontramos la última vez, por lo que ahora no tenéis ninguna oportunidad contra mí... -explicó riéndose como un loco-. Ni siquiera si me atacárais todos al mismo tiempo.
Gun dio un paso adelante en señal de ataque, pero rápidamente Monari se interpuso en su camino:
- Yo me encargo de este tipo, vosotros seguid a nuestra presa- dijo confiada mientras hacía unos estiramientos.
- ¿Seguro que estarás bien?- preguntó Aiden preocupado.
- Shinra me ha dado permiso para pelear en serio, así que no tendré ningún tipo de problema contra un tipo como este -respondió ella sonriendo.
Gun y Rubil hicieron un gesto de aprobación, y por lo tanto Aiden no tuvo más remedio que confiar en las habilidades de Monari. Entonces, los tres se fueron corriendo por la puerta en la que había entrado Brírinvius.
- ¡¿Cómo os atrevéis a ignorarme?! -gritó Bafka furioso mientras corría para impedir que cruzaran la puerta.
- ¡Yo soy tu oponente!- gritó Monari mientas lo agarraba por la camisa y lo lanzaba en la dirección contraria por la que se habían marchado los otros.
Entonces Bafka se levantó rápidamente. Ahí estaban, mirándose fijamente, hasta que de pronto Bafka puso la mano izquierda sobre su muñeca derecha y comenzó a formarse un gran guantalete dorado que cubría todo su brazo derecho.
Bafka comenzó a correr hacia Monari, y cuando estuvo a escasos metros, extendió la palma de su mano mirando hacia la camarera y una bola brillante comenzó a volar hacia ella a gran velocidad. Monari se acercó a rápidamente a una de las armaduras que había en la habitación y en cuanto la tocó esta comenzó a volverse líquida y formó un pequeño muro que bloqueó la bola brillante de Bafka.
- Qué interesante, has bloqueado con gran facilidad mi ataque, ¡pero no es suficiente! -gritó tras soltar una carcajada.
Entonces Bafka comenzó a lanzar proyectiles de luz a diestro y siniestro de tal forma que Monari se veía obligada a quedarse detrás de la barrera metálica. De repente, el fuego cesó durante unos segundos y ella aprovecho para moverse: tocó el muro de metal que había creado y este se hizo compacto y se envolvió alrededor de su brazo formando un gran brazalete. Entonces corrió todo lo que pudo hasta la siguiente armadura, con la que formó otro brazalete. En ese momento miro hacia Bafka y vio un gran brillo saliendo de su mano derecha. Rápidamente Monari creó de nuevo un muro de metal utilizando los dos brazaletes, pero esa vez fue distinto... una gran lanza de luz atravesó la barrera metálica y consiguió clavarse en el lado derecho del pecho de Monari.
- Ese ha sido un buen golpe, debo admitirlo -dijo Monari con un hilo de voz.
- ¡Y esto no es nada!
- Entonces... Tendré que acabar contigo antes de que puedas hacer algo...
Entonces Monari colocó sus puños sobre la lámina de metal y en sus nudillos se formaron varias cuchillas y dos cadenas fabricadas con los restos del muro se engancharon una en cada brazo. Despues de eso dio un fuerte pisotón en el suelo y comenzaron a saltar relámpagos a su alrededor.
Monari comenzó a correr todo lo que pudo en dirección a Bafka mientras esquivaba los proyectiles que éste le lanzaba. En cuestión de segundos le clavó las cuchillas en el pecho y las cadenas que Monari llevaba en los brazos comenzaron a rodear y atar a Bafka como si tuviesen vida propia. Entonces, una fuerte descarga eléctrica se transmitió a través de las cadenas, electrocutando a Bafka.
El chico, tras un par de bruscos espasmos, ya no pudo hacer nada más: la electricidad había consumido su interior, fulminándolo. Su cadáver cayó al suelo sin hacer ruido, como una pluma.
- Sólo me has herido porque me pillaste con la guardia baja. Si no me hubiese distraído no me habrías ni rozado -dijo Monari mirando con desprecio a aquel cuerpo sin vida.
Una vez dichas esas palabras, las cadenas y las cuchillas que había en el cuerpo de Bafka comenzaron a volverse líquidas y a moverse hasta Monari, envolviéndola mientras se tumbaba en el suelo, formando así un capullo de metal.
- Será mejor que espere aquí a que alguien me ayude... -pensó la malherida camarera para sí misma.
Y así pasó unos minutos que le parecieron interminables, envuelta en un manto de metal como protección mientras se desangraba poco a poco. Pero, de repente, algo extraño sucedió: el metal comenzó a calentarse y una línea de luz apareció, atravesando toda la protección. Un brillante fuego azul terminó de abrir el capullo y le permitió a Monari ver lo que ocurría.
- Menos mal que has llegado, empezaba a temer por mi vida... Siento mucho haber resultado herida, ha sido todo por culpa de mi incompetencia -se disculpó Monari cabizbaja.
El grupo de Aiden había continuado con la persecución de Brírinvius, y eso les había hecho salir de la mansión y atravesar la ciudad intentando capturarlo sin ningún resultado. Después de un buen rato siguiendo su rastro llegaron a la plaza principal del distrito comercial, donde se encontraron con un hombre de unos 20 años sentado sobre la fuente central. Tenía el pelo castaño y corto, llevaba un traje completamente negro y empuñaba un pequeño cuchillo en la mano derecha.
- Sabía que Bafka no sería capaz de acabar con vosotros... ese niñato nunca hace nada bien -suspiró, y luego miró al grupo fijamente-. Soy Blutig Autumnblood, uno de los dos herederos de la familia Autumnblood, y espero que gracias a vosotros ahora sea el único. Pero el problema es que no puedo dejaros continuar, por lo que tendré que mataros... Aunque tal vez uno de vosotros se sacrifique para ganar tiempo y que así el resto acabe con mi tío, convirtiéndome a mí en el nuevo dueño de Sifán -dijo sonriendo con malicia-. La verdad es que sería una pena que alguien llegase al cuartel de la guardia de la ciudad donde mi tío se está preparando para marcharse... Y más si utiliza el camino que está a mi derecha, ya que llegaría mucho antes.
Los integrantes restantes del grupo se miraron entre sí, intentando decidir qué hacer: no tenían claro si aquel hombre les estaba tendiendo una trampa o dándoles una invitación para matar al gobernador.
- Parece que este hombre quiere que acabemos con Brírinvius Autumnblood, así que yo me quedare para que vosotros vayáis a por él -dijo finalmente Trisa, dando un paso al frente.
Los demás asintieron, pues sabían que no debían perder más tiempo. Aiden sólo había visto a Trisa en la taberna pero, al igual que con Monari, no dudaba sobre su capacidad para luchar.
- Ten cuidado y ven con nosotros lo antes posible, puede que te necesitemos -le pidió Rubil.
Trisa le hizo un gesto para indicarle que lo había entendido y, después de eso, el resto del grupo se marchó por el camino que había indicado Blutig.
- ¿Así que tú serás mi oponente? -rió el hombre, levantándose de la fuente para colocarse a unos metros de Trisa-. Intentaré acabar rápido para que no sufras.
- No hace falta que te preocupes, tengo un par de ases bajo la manga -respondió ella confiada.
Entonces Blutig se puso el cuchillo que llevaba en la mano en la yugular y empezó a apretarlo. Su sangre comenzó a caer por su cuello hasta la hoja de su cuchillo, haciendo que se convirtiera en una espada completamente roja. Acto seguido, comenzó a lanzar tajos con la espada para intentar alcanzar a Trisa, mientras ésta retrocedía esquivando sus ataques.
De pronto Trisa formó una pequeña bola de fuego que tiró al suelo, creando una gran columna de llamas. Cuando se disiparon, Trisa vio que Blutig estaba completamente cubierto de sangre.
- Lo siento mucho, preciosa, pero tengo un control absoluto sobre mi sangre y puedo usarla como quiera: por ejemplo, como barrera protectora -explicó ante el desconcierto de la camarera.
Ella simplemente sonrió y se apartó el pelo de la cara, adoptando una postura más seria.
- Entonces tendré que esforzarme más -sentenció.
Inmediatamente, Trisa retrocedió a toda velocidad y comenzó a crear carámbanos de hielo que le lanzaba a Blutig. Él avanzó hacia ella cortándolos por la mitad con la espada que había vuelto a crear como si no le costase ningún esfuerzo. Al ver que su táctica no daba resultado, Trisa comenzó a crear una pequeña llamarada que alcanzó de lleno a Blutig.
- Ya veo lo que estas intentando... no conseguirás evaporar mi sangre. Como ya te he dicho, tengo un control absoluto sobre ella, y eso incluye su temperatura -dijo riéndose a carcajadas.
Entonces Blutig atravesó el pecho de Trisa con su espada, reventando su carne y creando un gran agujero en ella.
Trisa cayó al suelo de rodillas, respirando entrecortadamente. Pero no pensaba dejarse vencer tan fácilmente: usando una increíble fuerza de voluntad, puso su bastón en el suelo para erguirse con su ayuda.
- B...Buena jugada... la verdad... es que no me lo esperaba... pero esto aún... aún no se ha acabado -dijo con un hilo de voz.
Trisa, con las pocas fuerzas que le quedaban, clavó su bastón en el suelo y la gema que portaba comenzó a brillar. Entonces, un gran círculo brillante iluminó toda la plaza. Rápidamente, las heridas de Trisa comenzaron a cerrarse y pudo recuperar la compostura.
- Hay un secreto que pocas personas conocen, y es que por debajo de Sifán pasa una Línea Ley de un tamaño considerable -le explicó a un atónito Blutig-. Con este bastón soy capaz de utilizar su energía como si fuera mi propio 《Mp》, por lo que en esta ciudad mi fuerza se vuelve infinitamente superior.
- Ya veo... entonces será difícil vencerte -sonrió él.
Entonces Trisa señaló a la fuente central de la plaza y, tras hacer un gesto, el agua comenzó a salir a tal presión que destrozó la fuente. La plaza comenzó a inundarse y potentes chorros empezaron a golpear a Blutig uno tras otro, sin darle ninguna oportunidad de protegerse.
- ¡Me estás cabreando!- gritó Blutig, completamente enfurecido- ¡Es hora de que terminemos con esto!
En ese momento, la espada de Blutig se deshizo y la sangre cayó sobre el agua. Poco a poco, toda el agua de la plaza comenzó a volverse roja.
- Has cometido un gran error: ya no tienes posibilidades de sobrevivir -dijo Blutig-. Ahora todo esto forma parte de mi sangre y por lo tanto... ¡Ha llegado tu hora!
Una vez terminó de hablar, múltiples chorros de sangre comenzaron a atravesar el cuerpo de Trisa. Las heridas se abrían y se cerraban debido a la [ Magia de Sanación] que estaba usando la chica.
- ¡Zero Absoluto! -gritó Trisa.
De repente, toda la plaza se congeló al instante y la sangre formó enormes montañas rojas y heladas. El rostro de Blutig se quedó totalmente pálido y su cuerpo no se movía, estaba estático.
- Gano yo -afirmó Trisa.
- Nnnno... ppppienso... perder -dijo Blutig tiritando.
Entonces toda la sangre congelada comenzó a moverse hacia Trisa.
- ¡¿No sabes escuchar?! ¡Tengo un control absoluto sobre mi sangre, no importa el estado en el que se encuentre! -gritó Blutig rabioso.
De la nada, un brillante fuego azul comenzó a evaporar el hielo, provocando que se formara una enorme columna de vapor y una fina capa rojiza que cubrieron la plaza. Luego una cuchilla en llamas atravesó él pecho de Blutig, provocando que se carbonizara en cuestión de segundos.
- Gracias por tu ayuda, esto comenzaba a complicarse -dijo Trisa sonriente.
Héroes supervivientes:268