Rise

Od ElevenTwice

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Lo más difícil de matar los monstruos dentro de ti, es no matarte en el proceso. Více

2.- Suicidas.
3.- Gordito ganador.
4.- Lomitos.
5.- Enamorado de ti.
6.- Al cine.
7.- Heroína.
8.-Igual que hace 5 años.
9.- Tortillera.
10.- Mis demonios
11.-Amigos que se comen.
12.-Manuel
13.-Cristal y Baltica..
14.- Mentir.
15.- La junta familiar.
16.-Naiko Maraco.
17.- Pololo nuevo.
18.- Fantasilandia.
19.- Un celoso tierno.
20.- ¿Declarar o no?
21.-Tres menos uno.
22.- Visita no deseada.
23.-Wait
24.- Se entregó
Epílogo.

1.- Crisis.

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Od ElevenTwice

Años atrás.

-¿Me podi explicar por qué hiciste esa wea?- grité con mis mejillas empapadas en lágrimas.

-Becca, es por tu propio bien- se me acercó intentando apoyar su mano en mi hombro, pero me hice a un lado bruscamente para evitarlo.

-No me toqui weon, se supone que eri mi mejor amigo- dije con dolor, pasé mis manos por la cara tirando el pelo que caía por mi cara hacia atrás- Estoy bien, por la cresta, no necesito ayuda.

-Si la necesitai. Si se supone que estás bien, ¿Por qué siempre llegas hasta mi casa pidiendo ayuda?- me preguntó frunciendo sus cejas- soporté 2 meses sujetando tu pelo para que vomitaras, llevándote al hospital cuando no te podías mantener despierta. No podi seguir así, no estay bien, Rebecca.

-Me cagaste la vida, Gaete, no me volvai a hablar en tu puta vida, ni se te ocurra acercarte a mi casa o dirigirme la palabra- aunque le dijera eso, no me fui, seguí viéndolo a los ojos.

-¿Qué te van a hacer?- preguntó sin una pizca de arrepentimiento.

-¿Qué crei tú?- salí de la casa dejando que toda el agua de la lluvia me mojara.

-¿Cuándo entrai?- preguntó agarrando mi brazo para que el techo me tapara un poco, pero no me moví.

- Mañana- respondí mirando el cielo gris. Ninguno de los dos dijo alguna palabra- supongo que me vas a ir a ver.

-Sólo si tú quieres.

-Obvio que quiero- respondí bajando la mirada a mis zapatillas converse sucias y gastadas- quizás... algún día te lo agradezca, pero ahora, te sigo odiando.

Él se acercó a mí y me rodeo con sus grandes y fuertes brazos.

(...)

Caminé por el pasillo blanco del centro con unos enfermeros resguardándome, muy pocas veces al día estaba sola. Me dejaron en una sala donde van las visitas, lugar donde me esperaba el Edgar sentado.

Habían pasado 2 meses desde que estaba internada aquí.

Le di una sonrisa amplia y me senté frente a él.

-Te ves sana- me dijo contento.

-Lo estoy, nunca había estado tan... bien- le respondí con una sonrisa sincera.

-Se nota. Ahora te tomai el pelo.

Tenía el pelo recogido en un tomate con unos pelos rebeldes escapando. Mi cara dejaba a la vista las abundantes pecas de mi rostro. Me había sacado todos los aros de mi cara y cuerpo. Mis cejas estaban al natural, no me las sacaba y para finalizar, no llevaba una gota de maquillaje, sólo la ducha de esta mañana.

-¿Algo nuevo que contar?- pregunté y él se acomodó en la silla.

-Voy a entrar a la U- me comentó mirando sus manos.

-¿En serio?- contesté contenta- la raja.

-Sí, no te enojes si es que no vengo a verte seguido.

-Mientras vengas, todo perfecto- sonreí y él soltó una pequeña risa. Jugué con las mangas de mi chaleco blanco delgado y lo subí un poco. Él fijó su vista en mi brazo y suspiré- podrías venir con tus amigos de la universidad a verme y traes una chelitas.

-Rebecca- llamó mi atención y yo bufé.

-Era broma- abrí mis ojos y me eché para atrás- ¿algo nuevo?

-¿Tus papás han venido?

-No, como que fue mejor para ellos dejarme aquí, no están ni a metro y medio conmigo, pa mí mejor.

-Ellos están pagando esto, no seai mal agradecida- si él supiera que no gastan un solo peso en mí.

-Pero no les cuesta nada venir a ver a su hija- suspiré con tristeza.

-O quizás sí- hice una mueca de desagrado y él agarró mi mano.

Se quedó un rato más, de hecho, hasta que terminó el horario de visitas, como lo hace todas las semanas.

Volví a mi habitación cuando se fue. Me senté mirando por la ventana el patio lleno de flores y cosas que evitaran profundizar una depresión inminente en las personas que estaban internadas en el centro.

Personas como yo.

Tomé un libro y salí a leer.

Recuerdo perfectamente bien cómo fue el día que llegué.

La primera semana.

El primer mes.

Me saqué el chaleco, dejando a la vista mis brazos delgados y pálidos. Lleno de moretones y marcas.

Los dos iguales.

Cuando saliera de aquí, lo primero que haría será buscar un tratamiento para eliminar esas marcas o simplemente tatuarlas.

Intenté despejar mi mente con el libro que había sacado, pero las lágrimas no se resistieron y comenzaron a caer, mojando las hojas del libro. Lo cerré de golpe y lo lancé a un arbusto.

Miré a todos lados viendo si es que alguien me había visto, pero por suerte no.

Mínimo esa acción me costaría unas 3 horas más con el psiquiatra.

Me puse de pie y recogí el libro con lentitud.

-Saavedra - me llamó una enfermera.

-¿Qué?- contesté hostil.

-Es hora de ir a la cama.

Asentí ordenando mí vestido y caminé a mi habitación arrastrando mis pies, cansada.

(...)

-Rebecca, sigues tú- me dijo la psicóloga.

Me puse de pie, fui hasta el frente y los miré a todos, mis compañeros internos que se habían convertido en mi familia aquí.

-Hola, soy Rebecca Saavedra. Llegué aquí hace 6 meses y estoy limpia desde entonces, no he tenido la oportunidad de tener una recaída, pero me siento preparada de enfrentarme al mundo exterior, de nuevo.

-Un aplauso para Rebecca, muy bien- todos aplaudieron forzadamente, pero yo no borraba la sonrisa de mi cara por el logro. La psicóloga se puso de pie y me dio una ficha con un 6- por tus 6 meses.

Guardé la ficha en mi bolsillo y volví a mi habitación campante, pero no duró mucho esa felicidad.

Ese día, fue en el que tuve mi tercera crisis de abstinencia.

La primera fue cuando llevaba una semana.

La segunda fue cuando llevaba 1 mes.

Y ahora la tercera, cuando llevaba 6 meses y lo peor es que fue el más fuerte.

Una necesidad de consumir algo, de sentirme relajada, de dejar de sentir.

Cualquier cosa.

No había nada.

Grité y tiré mi pelo. Pasé mis manos por la cara y le di una patada al velador.

Busqué en mi habitación, pero no había nada.

Salí, tenía que encontrar algo en alguna parte.

Pero no encontré nada.

Tenía escalofríos y me picaba el cuerpo.

Fui al baño y vomité todo. Me resigné a llorar y gritar.

Llegaron enfermeras y me comenzaron a tocar la cara, me hablaban, pero yo no hacía más que gritar y suplicar por algo.

Por obvias razones no me sedaron, pero me calmaron de alguna forma.

¿El Edgar?

No venía a verme desde hace poco más de 1 mes y yo no podía llamarlo ni nada, estaba completamente aislada.

Y lo peor es que todavía me quedaban 6 meses más aquí.

Cada vez los días pasaban más lentos, cada vez sentía que nunca saldría y que quizás me suicidaría antes de salir.

Lo más probable es que este sentimiento lo esté desarrollando mi obvia depresión, pero no lo quería creer así.

Las únicas pastillas que puedo tomar, además del paracetamol, son los antidepresivos.

(...)

-¿No vinieron a verme durante casi un año y vienen para mi cumpleaños?, no hay personas más hipócritas que ustedes- dije mientras juntaba mis manos sobre la mesa.

-Tuvimos cosas que hacer- mi papá se removió en su silla y me miró.

-Nunca tuvieron tiempo de venir a ver a su desperdicio de óvulo y espermatozoides, lástima- mordí el interior de mi mejilla- feliz cumpleaños para mí.

-Tu hermano dejó embarazada a la Rosario, tuvimos que trabajar el doble- susurró mi mamá.

Solté una risa y me eché para adelante poniendo mi mejilla derecha en una mano.

-Son unos padres ejemplares, su hija de 20 sale un maldita drogadicta, su hijo de 16 años embaraza a una niña de 15 y su hija de 24 es una fracasada incapaz de sacar un título universitario- me puse a aplaudir irónicamente y ellos me miraron severos- los felicito.

-Rebecca, escúchanos, no es fácil venir a ver a una hija aquí, menos en el estado en que te trajimos- se justificó mi papá.

-Para mí no fue fácil estar aquí sola, nadie me venía a ver, la única que me mandaba cartas era la abuela con mis primas. No tengo amigos, el único que tenía no me viene a ver y no sé porque, tuve 3 crisis y nadie además de unas enfermeras estuvo para mí. Me hablan de cosas difíciles, pero ustedes no tienen idea de lo que es estar aquí- no quise decirles que en realidad había tenido más crisis, ellos sabían que lo natural eran solo tres y creo que ya voy en la quinta.

-Puedes salir ahora si quieres, vamos a comer y te traemos devuelta a aquí- dijo mi mamá tomando mi mano.

-No, gracias. Pueden decirle al Benjamín que es harto weon. Espero que vengan más seguido a verme- dije y ellos asintieron desganados.

-Sobre el Edgar, está en la universidad- cambió de tema mi mamá.

Me miraron los dos. Bajé la mirada y suspiré.

-Qué bueno, me alegro por él- dije sincera.

(...)

-Exactamente hoy se cumple un año desde tu ingreso- me dijo la psiquiatra. Estábamos las dos solas en la sala donde acostumbrábamos hacer las citas- ¿Cómo encuentras que estás?

-Bien, mejor que antes. Mucho mejor- dije sonriendo débilmente.

-Eso es algo positivo. Según algunos exámenes que te hicimos y muestras, has tenido un total de 5 crisis en este año, el último fue hace 2 semanas. Normalmente, una persona con tu estado tiene 3 crisis y la última es la de los 6 meses. Pero tú tuviste 2 más después de esa, una después de tu cumpleaños y otra hace menos de 2 semanas.

Asentí y me mordí una uña.

-No sé cómo decirte esto Rebecca, pero... tienes que quedarte 6 meses más aquí.

-¿Qué?- no me lo podía creer.

-Hablaremos con tus papás, para que vengan y hablen los tres. Es por tu bien, no sería bueno que tuvieras una recaída sola. Pueden ser hasta tres meses, pero todo depende de cómo reaccione tu cuerpo y mente.

01 de abril 2017

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