Capítulo cuatro
Elvira Asunta Jackers y los dos chicos.
Suspiré caminando hacia la entrada de la universidad.
Arrastré mi valija contra el cemento del piso, había muchos, demasiados puestos con chicas y chicos a los lados del camino, presentando y dando la bienvenida a sus fraternidades y/o hermandades.
La mayoría se me quedaba mirando con una sonrisa fingida, claro, sólo las chicas de esas que llevaban minifalda y ropa ajustada.
Kappa Beta.
Pero había dos de un puesto rosa que definitivamente me estaban mirando mal, muy mal.
Y cuando iba a gritarles: "¿Qué me miran tanto les gusto o qué?", sorprendentemente, dejaron de mirarme para observar a otra con mala cara.
Bufé, mierda, yo quería gritarles.
Quería gritarles y ser la chica que calló a Berkeley... como lo fui en Stanford.
Seguí caminando, en busca de los dos inútiles, pero no, no los encontré. Volví a caminar hasta que de pronto, choqué con alguien y me caí de trasero, me golpeé otra vez, donde me había golpeado anteriormente en el avión.
—Mierda... —murmuré frotándome la cabeza.
—Ups... perdóname, fue sin querer... —habló una voz traviesa.
Recordando aquella voz infantil, rogué por mis adentros que fuera él.
T-t...
T-tyler.
Extendió su mano y levanté mi cabeza rápidamente, permitiéndome sufrir al ver que la persona era otra, completamente diferente.
—P-perdóname —se blanqueó—, si te lastimaste te puedo llevar a la enfermería, en serio, no fue apropósito... —habló rápidamente.
Tomé su mano y me levanté.
—Fue un accidente, todo está bien... —contesté aún con mi otra mano en la cabeza.
—Umm... no, no está bien, te lastimé, perdón, fue sin querer... —el chico se cruzó de piernas, resistiéndose a algo mientras inflaba sus mofletes.
—Estoy bien, tranquilo, fue un accidente —me reincorporé dejando de tocar la herida leve.
El chico asintió tratando de esbozar una sonrisa.
—Un accidente, perfecto —repitió mis palabras rápidamente—, ahora si me disculpas, me tengo que ir —me saludó con la mano y se fue corriendo.
Corrió hasta que se llevó puesto a alguien y se cayó al piso.
Auch.
Hasta a mí me había dolido.
—¡Estoy bien! ¡estoy bien! ¡y perdón! —gritó el chico tanto para mí como para el que también había tirado, y se fue corriendo, otra vez.
Reí levemente.
Parecía Tyler... parecía, pero no lo era.
Seguí caminando, buscando a Chad y Aaron por segunda vez, pero los idiotas no estaban y ya me estaba perdiendo.
Quizá era idea de Aaron el hecho de alejarse y que me perdiera... seguramente, sí.
Miré hacia el frente encontrándome con chico un poco más algo que yo, rubio de ojos celestes que reía junto a unas chicas, éste tenía una libreta donde anotaba cosas que ellas le decían, giró su cabeza levemente encontrándose con mi mirada, se despidió de las chicas y comenzó a caminar donde me encontraba.
Y volvemos con los rubios.
Carajo, no, no otra vez.
No podía ser el nuevo Cameron.
Me giré y comencé a caminar al lado contrario, por más que no conociera el lugar, era muy lindo. No se parecía en nada a Stanford y era un punto a favor, ya que no me recordaría a él. Donde en Stanford la mayoría de las cosas eran de color rojo, en Berkeley eran azul. Decorado con los puestos y los árboles enormes.
—Ey... —el chico me llamó.
Caminé más rapido tratando de que me evitase.
—¡Ey!
¿Dónde estaban mis amigos cuando los necesitaba?
—¡EY! —gritó.
Dios, ya me pilló.
—Ey, hola —me tomó del brazo.
Traté de safarme con brusquedad.
—Suéltame.
—Tranquila, princesa, no te voy a hacer daño —soltó mi brazo, elevando los suyos.
—¿Qué quieres? —pregunté mirándolo sin interés.
—Registro a los nuevos y me gustaría que me dijeras tu nombr...
—Un gusto, prefiero anotarme yo misma en el centro de administración, la próxima vez que quieras ligar con alguien fíjate que no todas son iguales y trata de ser más inteligente —me giré y seguí caminando, dejándolo verdaderamente confundido.
Suspiré.
No me iba a involucrar con más chicos, poder podía, pero no quería.
—¡Ey! —volvió a gritar.
Esta vez sí le voy a gritar a alguien, me giré y lo visualicé.
—¡¿Qué carajo quieres?!
Se me volvió a acercar, me extendió la libreta junto con la lapicera y una sonrisa matadora.
—Rellena el formulario.
Bufé, tomé la lapicera con brusquedad y escribí. Se lo entregué y le mostré mi dedo medio.
Volví a girarme poniendo los ojos en blanco y seguí caminando.
—¡Ey! —gritó.
Ay por favor, que Dios me apiade.
—¿Y qué quieres ahora? —pregunté, se volvió a acercar.
—Que lindo nombre, Elvira Asunta Jackers, no sabía que en Bulgaria fueran tan originales, ah y ahora tienes —miró la libreta—, cincuenta años antes de Cristo, ¿qué eres un marciano o algo así?
—No te interesa —seguí caminando con él siguiéndome.
—Creéme, me interesa —caminó de espaldas, alineadamente conmigo.
—¿Me podrías dejar de joder? Gracias.
—Nop —remarcó la "p".
—Si Elvira Asunta Jackers estuviera en este momento sabría cómo lidiar contigo... —murmuré lo suficientemente bajo para que él no escuchara.
—¿Qué? —preguntó confundido. Bingo.
—Que te largues —contesté.
—No me iré, claro al menos que me rellenes la agenda con tu nombre "real", y... ¿te das cuenta que estamos caminando en círculos, no? —preguntó arrogante.
Miré con disimulo, ya había pasado por aquí unas tres veces.
—Es que no me dejas concentrarme.
¿Concentrarme? Por favor, que respuesta más tonta.
—Y no, ¿quién se resistiría a esta hermosura? —se señaló.
Nadie.
—Unas cuantas chicas más y yo, créeme —dije asintiendo.
—¿Y cuántas son esas chicas? Que yo sepa hasta ahora nadie se me ha negado...
¿Y quién no?
Si Chad y Aaron contaban como chicas, ya teníamos a dos en el puesto oficial.
Madison y Chelsea se lo negarían... sí, claro.
Chelsea quizá sí... Madison... ya estoy dudando.
¿Emily y Alison?
Se lo negarían, salvo que se hayan vuelto unas zorras con título y estén jodiendo la relación con mis hermanos.
—Unas cinco... —contesté orgullosa.
—¿Tú y cuántas más? —volvió a preguntar.
Señor, apiádame. Que sordo.
—Unas seis —volví a responder.
—Habías dicho cinco...
—No —negué arrugando la nariz.
—Sí... —asintió.
—No...
—¡Que sí!
—¡¿Y si me escuchaste para qué volviste a preguntar?!
Pareció pensarlo unos minutos.
—Bingo.
Le sonreí con falsedad.
—Me caes bien, Elvi...
—No me conoces —dije cortante.
—Pero te gustaría —meneó las cejas.
Sí.
—No, para nada.
—¿Apostamos? Dos días y de seguro te caeré bien —extendió su mano.
Lo miré con asco y recordé que tenía como regla no involucrarme en apuestas y más de este tipo "amorodio".
—No me caes bien, no me conoces, no te conozco, así es la vida, acéptalo —le di tres palmeadas en su pecho y seguí caminando, esta vez sin su presencia.
—¡La administración está por el otro lado! —gritó.
Carajo, me giré, le mostré mi dedo medio y seguí caminando.
—¡Recuerda Elvira, me caes bien!
—¡Y tú no, idiota!
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Je je je.
El nuevo tonto...
Creo que no les caerá mal...
Creo.
Les voy a spoilear algo muy leve(no se si considerarlo spoiler):
—Les va a gustar como se desarrollará la nueva temporada.
Y posiblemente me quieran matar, asesinar, pero les juro jurísimo que las va a dejar en shock dos partes esenciales.
Y que nadie ni nada los va a reemplazar...
¿A quienes?
Saquen sus conclusiones, no se los diré.
Muchas gracias por leer, los primeros capítulos van a hacer aburridos y se los digo para que se alerten, aparte de que yo estoy escribiendo el libro y sé que está re aburrido.
No me brotan esas ideas, pero las ideas impactantes sí.
En fin, sigan leyendo que falta una parte❤
~D. D.
💜💙💚💛💛💟❤