I'm (Not) A Hero (Pausada Has...

By EdwardPride0

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¿Cansados de las clásicas historias de héroes que salvan al mundo gracias al poder de la justicia y la amista... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Especial Aniversario
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77

Capítulo 7

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By EdwardPride0

Desde el día del funeral, Fera se quedo en la posada conmigo. Pensé que a lo mejor podría saber algo más que me resultase útil, así que era mucho mejor mantenerla cerca. No obstante, apenas salia de su habitación: se quedaba llorando en la cama casi todo el día sin hacer nada y sólo salía cuando era estrictamente necesario, como para comer e ir al baño.

Durante varias semanas, iba a hablar con ella a diario a su habitación cuando anochecía y me contaba sobre su niñez en una lejana ciudad de la cual no había oído hablar nunca o sobre el tiempo que había pasado con sus compañeros y los planes que tenían para el futuro. También hablaba sobre encontrar la forma de llegar a Old World, un legendario lugar del que sólo se hablaba en leyendas: se decía que aquel era el hogar de los humanos antes de la gran guerra... Pero esa era otra historia que no tenía importancia.

Pasaron los días y no ocurría absolutamente nada. Poco a poco se acercaba la fecha del encuentro que el antiguo grupo de Fera tenía planeado en Garanfill con Astaroth para compartir experiencias y eso me preocupaba: debía llegar allí para conseguir información, pero no podía irme sin más y dejar a Fera sola durante tanto tiempo, ya que entonces podría sospechar algo... Así que llegué a una conclusión: necesitaba deshacerme de ella.

Para evitar más retrasos en mi plan, tomé una decisión: la mataría ese mismo día, de forma rápida e indolora. Durante toda la tarde estuve pensando en cómo acabar con su vida, y al final opté por levarla al bosque y hacerle tomar una pequeña dosis de veneno alucinógeno, lo suficiente para hacerla quedar inconsciente, y entonces apuñalarla hasta la muerte. Luego escondería el cadáver.

Además, matándola de esa forma ganaría un poco de experiencia, y yo necesitaba urgentemente subir de nivel, puesto que el resto de héroes seguro que ya me habían sacado mucha ventaja.

Ya estaba anocheciendo, así que decidí que ya era hora de comenzar mi el plan: fui hasta su habitación y llamé a su puerta, pero no hubo ningún tipo de respuesta. Volví a llamar, pero el resultado fue exactamente el mismo que el anterior; así que decidí abrir la puerta.

Al instante, un fuerte olor a sangre inundó mis fosas nasales, y me encontré a Fera tirada en la cama con un tajo en el cuello. Rápidamente entré en la habitación y observé mi alrededor: había un cuchillo al lado de su cuerpo y una nota sobre la mesa. Sólo con ojearla rápidamente vi que era una nota de suicidio en la que decía que no era capaz de vivir sin sus compañeros y me daba las gracias por todo lo que había hecho en los últimos días.

Me acerqué a Fera y puse suavemente mis dedos en su cuello... Pero no había pulso y su cuerpo estaba frío: no había nada que hacer.

Bajé rápidamente por las escaleras y avisé a Shinra de lo sucedido.

— ¿Es que no podías llevarla a otro sitio para matarla? —me riñó.

— ¡Yo no he sido! —respondí indignado—. La verdad es que lo iba a hacer hoy... ¡Pero tenia pensado llevarla al bosque para que nadie lo viera!

Shinra se masajeó el puente de la nariz para relajarse.

—Está bien: de todos modos, deberíamos ir a avisar a los guardias lo antes posible.

Yo asentí y me quedé allí esperando a que los guardias llamados por Shinra llegaran. En cuanto hicieron acto de presencia, se dedicaron a interrogar a todos los presentes lo que quedba de noche. La verdad es que los guardias no me prestaron demasiada atención... quizás vieron que no estaba de muy buen humor y por eso en cuanto me hicieron un pequeño interrogatorio me dejaron en paz, y al fin y al cabo, esa era la verdad: me molestaba mucho no haber podido conseguir experiencia, si seguía así sería el héroe más débil de todos y eso no podía permitírmelo. Y bueno, quizás me sentía un poco triste porque Fera se hubiera suicidado: había estado sufriendo durante semanas para después acabar con su vida de esa manera... ¡Pero qué digo! ¡Ella era sólo una forma de obtener información sobre Astaroth y los demás y no debía sentir pena por ella!

Decidí dejar de pensar en el tema y me fui a comer algo. Al acabar me marché directo a la cama. Apenas pude dormir nada durante la noche: no conseguía conciliar el sueño y las pocas veces que logré me desperté sobresaltado por un sueño en el que veía mi pueblo arder, otra vez, esa imagen se estaba repitiendo muchas veces en mi cabeza durante los últimos días.

Cuando ya hubo amanecido, alguien comenzó a llamar a mi puerta y a gritar para que abriera. Rápidamente agarré mi cuchillo y abrí lentamente la puerta y al hacerlo me encontré con Monari, la cual llevaba algo en la mano y parecía muy preocupada.

—Tengo una pregunta muy importante para ti -dijo apresuradamente— ¿Alguien sabe que estás aquí?

—Nadie debería saberlo, ¿por qué lo dices?

—Porque te ha llegado una carta: la ha traído un mensajero hace un rato.

En ese momento un escalofrío recorrió mi cuerpo, ¿Quién me había mandado esa carta y por qué? Y, lo más importante: ¿Cómo sabía que estaba allí?

Le di las gracias por venir a avisarme y agarré la carta para meterme rápidamente en mi cuarto. Me senté en la cama y observé durante un rato el sobre: no tenía absolutamente nada, ni una mísera marca o nombre que indicara de donde veía. Suavemente comencé a abrir el sobre, y de él saque dos pedazos de papel. Uno de ellos era una carta, y el otro estaba en blanco. No pude aguantar más, así que comencé a leer la carta:

"Puede que al principio te hayas hecho preguntas como, por ejemplo: ¿Quién me ha mandado esta carta y por qué?... o: ¿Cómo sabía que estaba aquí?"

Fuera quien fuera esa persona, sabía exactamente cual era mi forma de pensar.

"Hace unas semanas llegaron a mí noticias de tu existencia, y nada más saberlo usé todos mis contactos para encontrarte. No fue fácil, pero ahora que lo he conseguido necesito hablar contigo: tengo demasiadas cosas que explicarte, así que necesito que te reúnas conmigo. Para encontrarme solo debes manchar con una gota de tu sangre el papel que está en blanco en el sobre y en él aparecerá un mapa.
Por favor, ven lo antes posible."

La persona que había escrito la carta quería verme: no sabia nada sobre él o ella, podía ser una trampa de mis enemigos... Pero algo me decía que no era así, que debía ir a ver a esa persona. Rápidamente desenfunde el cuchillo y me hice un pequeño corte en el dedo para manchar el papel y en cuanto lo hice comenzaron a aparecer líneas que formaron un mapa en poco tiempo.

El mapa marcaba una aldea cercana a la que podía llegar en un par de horas sin problemas, así que decidí que ese mismo día descubriría quién me había escrito esa carta.

Cuando comencé a reunir todo lo que me pudiera ser de utilidad en el viaje, llegó Gun a mi habitación: parecía bastante entusiasmada y llevaba un gran libro en las manos.

—Tengo buenas noticias: después de días de búsqueda en la biblioteca, por fin he descubierto qué es ese extraño cristal azul que robamos —dijo.

— ¿Y de qué se trata? —pregunté.

—Este cristal permite almacenar una pequeña cantidad de mana y liberarla cuando el dueño quiera: normalmente se utiliza para utilizar hechizos muy poderosos que acaban por romper el cristal por forzarlo demasiado, y por eso son muy raros de encontrar y tienen mucho valor.

— ¿Entonces podría usarlo para emplear magia de sombras aun que no tenga suficiente mana siempre que haya almacenado un poco antes?

Gun asintió, y luego siguió hablando:

—Pero ahora la gran pregunta es: ¿Nos lo quedamos o lo vendemos? Porque podríamos obtener mucho dinero por él.

Ambas cosas podrían sernos de utilidad, pero quizás sería mejor venderlo y así obtener un beneficio los dos...

—Será mejor que lo vendamos —respondí—. Así quizás consigamos el suficiente dinero para comprarnos armas de calidad para los dos.

—Está bien: mañana empezaré a buscar compradores y cuando tenga el dinero nos iremos a comprar algo bonito —dijo Gun apoyándose en el marco de la puerta.

Yo asentí y a continuación le conté que alguien me había enviado una carta y que tenía pensado ir a ver de quien se trataba... Y antes de que me diera tiempo a invitarla al venir conmigo, ella ya estaba planeando la ruta más corta para llegar. Después de eso, Gun exigió tener de vuelta su camiseta y nos pusimos a buscarla durante un rato sin ningún resultado. ¿Dónde demonios podría estar? Finalmente, Gun se fue refunfuñando y quedamos en vernos unas cuantas horas más tarde.

En cuanto se marchó, me dirigí a la cocina: allí comenzaría mi rutina diaria de lavaplatos. Al acabar me fui a comer algo. Mientras estaba comiendo, Shinra se acercó y se sentó a mi lado.

— ¿Así que te vas a ir durante todo el día? —me preguntó.

—De verdad, comienzo a asustarme: ¿Cómo sabes todo lo que hago y tengo pensado hacer?

Shinra se puso a reír:

—Eres muy predecible —respondió.

—Sí: me voy a ir durante toda el día para saber quién es la persona que me ha escrito la carta —dije como respuesta a su anterior pregunta.

—Ten cuidado, puede ser peligroso.

—No te preocupes, estaré bien —le aseguré.

Y después de decir eso, Shinra se levantó y se marchó otra vez. Al acabar de comer tuve una gran idea: le intentaría pedir mi paga otra vez a Shinra, quizás esta vez me hiciera caso. Fui hasta su cuarto y llamé a su puerta. Ella me abrió y, para mi sorpresa, no me encontraba en su dormitorio: sino en su despacho. Shinra tenía dos cuartos inmensos para ella sola mientras que yo vivía en una minúscula habitación en la cual ni siquiera tenia sitio para una mesa.

Las paredes del despacho estaban adornadas con grandes vitrinas de cristal y cuadros impresionantes. Ella se sentó en una silla detrás de su escritorio y me hizo un gesto para que entrara en aquel gigantesco cuarto. Una vez en el centro de la habitación y delante de ella, reuní el valor para pedirle el dinero que me debía y cuando me escuchó ella se echó a reír y sacó unos papeles de uno de los cajones de su mesa para dármelos.

—Mira esto: es la deuda que acumuló Fera mientras se alojó aquí —dijo.

— ¿Y qué pasa con eso?

—Pues que nadie me ha pagado por todo esto, y como tú eres la persona más cercana a ella que hay por aquí, serás tú quien se haga cargo de todos sus gastos —explicó ella con una sonrisa maligna dibujada en la cara.

Revise rápidamente la factura: Fera había estado viviendo a todo lujo durante el tiempo que había estado en la posada... Ni siquiera trabajando durante varios meses podía reunir el suficiente dinero como para pagar la deuda, así que decidí hacer lo mismo que me había hecho Shinra algunas veces en el pasado: dejé los papeles en la mesa y me comencé a reír mientras me marchaba por la puerta del despacho haciendo caso omiso a cualquier cosa que ella me pudiera decir. Mientras yo hacía eso, ella también se echó a reír.

Al salir del despacho vi que ya era la hora a la que había quedado con Gun, así que subí rápidamente a la habitación para coger el mapa ,mi cuchillo y la espada que le robe a Richard, y en cuanto Gun llegó nos marchamos hacia donde indicaba el mapa.

Después de andar aproximadamente dos horas y media llegamos a un pequeño pueblo, y en él encontramos el sitio justo que marcaba el mapa: una pequeña taberna bastante vieja. Entramos en ella y observamos detenidamente a las personas que había en ella: no había demasiadas personas y nadie nos hizo caso al entrar, bueno, realmente, había una persona mirándonos fijamente desde que habíamos entrado.

Era un hombre de unos 45 años, tenía el pelo blanco y corto, vestía una armadura y llevaba una espada en la espalda. Le pedí a Gun que me esperara en la entrada y yo me acerqué a aquel hombre, sentándome justo delante de él en la misma mesa.

— ¿Eres tú el que me ha mandado esta carta? —le pregunté sacando el sobre del bolsillo.

—Sí, he sido yo. Me presentaré: me llamo Afony Dwyer, quizás hayas oído hablar de mi alguna vez.

Al oír ese nombre antiguos recuerdos comenzaron a aparecer en mi mente. La rabia invadía mi cuerpo y apenas era capaz de mantenerme quieto en la silla sin intentar atacarle: aquel hombre era la persona que había abandonado a mi madre cuando más lo necesitaba. Aquel hombre... era mi padre.

Héroes supervivientes:270

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