A Positivo

julesrvl

74K 5.9K 211

Llevaba cuatro meses desaparecida. ¿La ironía? Es que no recordaba cómo había pasado todo. Cómo me había olvi... Еще

Parte uno.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Recuerdo uno.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Recuerdo dos.
Diez.
Once.
Doce.
Trece.
Recuerdo tres.
Catorce.
Quince.
Dieciséis.
Diecisiete.
Dieciocho.
Diecinueve.
Parte dos.
Veinte.
Veintiuno.
Veintidós.
Veintitrés.
Veinticuatro.
Veinticinco.
Veintiséis.
Veintisiete.
Veintiocho.
Veintinueve.
Treinta.
Treinta y uno.
Treinta y dos.
Treinta y tres.
Treinta y cuatro.
Treinta y cinco.
Treinta y seis.
Treinta y siete.
Treinta y ocho.
Treinta y nueve.
Cuarenta.
Epílogo.
NO LEER SI NO LLEGASTE AL EPÍLOGO.
Kale...

Cuarenta y uno.

1K 86 9
julesrvl

Di un salto metiéndome por una de las ventanas del edificio. La base de datos era enorme y enseguida recordé el plano que Jesse había hecho sobre todas las habitaciones. Según me indicaban mis memorias, esta ventana me dirigía hacia la habitación 55.

Me levanté del suelo donde había caído y sacudí mi ropa. Había elegido algo cómodo para poder trasladarme con facilidad de un lado a otro, llevaba unas calzas negras y un buzo abrigado. En los pies tenía zapatillas a pedido de Ainee, ya que si usaba botas podría resbalar en el suelo.

La habitación estaba vacía y oscura. Al ser de noche, no le entraba ninguna luz, a pesar de que el frente esté rodeado de ellas. Solté un suspiro pestañeando varias veces y sentí que mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, los objetos tomaban sus formas y el camino hasta la puerta se hizo visible.

En la enorme sala había dos camillas con sábanas blancas e impecables. Un armario de tamaño normal ocupaba uno de los cuatro rincones y varios cuadros con diplomas e imágenes decoraban las paredes. El escritorio estaba ordenado comparado a los otros que había visto mientras investigaba. Había cerca de cinco carpetas apiladas sobre el algarrobo y una gran montaña de papeles a un costado.

Llevé una mano a mi bolsillo y tomé el walkie-talkie que teníamos todos para comunicarnos entre sí. Pulsé el botón y antes de decir una palabra, la puerta se abrió dejándome a la vista. Sentí la voz de mi hermano del otro lado del parlante dándome la señal.

―Ahora ―había dicho. Me esforcé para que lo que tenía planeado saliera bien: asesinar al científico y si eso no era posible, tan sólo inmovilizarlo. Él iba a decir una palabra cuando levanté mi pierna estrellándola contra su cara, logrando que caiga al suelo y cerró la puerta con su cabeza. Me tiré sobre él y tapé su boca asfixiándolo.

Cuando por fin dejó de resistirse, corrí su cuerpo inerte a un lugar donde nadie lo viera.

Luego, abrí la puerta poniéndome la capucha de mi buzo antes de salir y luego caminé hacia la próxima habitación. Empujé la puerta con rapidez antes que alguno de la base me viera y al entrar por ella, me encontré con una habitación el doble más grande que la anterior.

Miré hacia ambos lados, los cuales estaban rodeados de escritorios parecidos oficinas. A unos pasos, comenzaba un pasillo angosto que dividía habitaciones y una sonrisa se posó en mi rostro. Con sigilo, caminé casi agachada por el pasillo, observando a los científicos cambiar los sueros de los vampiros como pruebas. Al final del pasillo, vi a Louise levantar el pulgar y la imité. A los segundos, todos los científicos salieron de la habitación con la mirada perdida y con el tiempo contado, corrí a desconectar a todos los vampiros. Ellos estaban sedados, pero aún tenían sus atributos, ya que uno de ellos me estampó contra una pared.

―Encima que vengo a salvarte tú intentas asesinarme ―exclamé llevando una mano a mi cintura adolorida y lo miré a los ojos. Era un rubio de ojos claros. Extendí mi mano y esperé a que la estrechara, pero sólo apretó más sus puños―. Soy Cassandra Dawson. Creo que te das una idea de lo que hago aquí.

Me encontré con Louise afuera. Los vampiros estaban despertándose de la droga y saqué mi walkie-talkie del bolsillo, nuevamente.

―¿Ahora qué? ―pregunté, escuchando mi voz en el parlante de mi compañera.

―El centro de la base está a veinte metros de donde tú te encuentras ―susurró Jesse―. Hay demasiados científicos allí, y no hay mucho tiempo para que descubran que los estamos invadiendo. Para ello, necesitan la ayuda de los vampiros sedados.

Miré por la ventana al vampiro que me golpeó. Él escuchaba con atención nuestra charla.

―¿Cuánto tiempo tenemos?

―Todos estamos a pocos pasos del centro. Pero no sabemos qué obstáculos se nos presentarán en el camino. Así que comencemos ahora. Faltan cinco minutos para que los lobos entren.

Guardé el aparato en mi bolsillo. Apreté los puños y giré la cabeza mirando a todos los vampiros con una expresión de nerviosismo en mi rostro. Caí en la cuenta que todos habían escuchado la conversación.

―Es ahora o nunca ―murmuré―. Tenemos que terminar con todo esto.

Ninguno contestó. Parecían robots. De sus expresiones faciales, ni hablar. Todos tenían los puños apretados y la mandíbula tensa. Me sorprendió que no haya ninguna mujer entre los veinte, sí, eran veinte. Tenían mucha más fuerza que todos los científicos juntos.

―¿Qué antídoto les inyectaron? ―preguntó Louise. Caminé hacia un escritorio y comencé a buscar los resultados de la fecha más cercana a la de ahora.

Cuando por fin encontré un archivo de hace tres semanas, lo leí detenidamente.

"Hemos desarrollado una nueva táctica vampírica. Ya no es necesario encontrar al sujeto 356 para continuar con la raza. Ahora, los sujetos 368 y 369 serán sometidos a las pruebas de la nueva era".

Fruncí el ceño y desvié la mirada. Mi pulso comenzaba a acelerarse y temí por mi vida, estaba rodeada de vampiros y cualquiera de ellos podía tener sed de sangre. Comencé a buscar más archivos, alguno que me de otra explicación mucho más compleja. No podía quedarse así.

Un disparo llamó mi atención. Louise me miró y negó con la cabeza. Los lobos ya habían entrado.

―Tenemos que irnos.

―No ―murmuré sin dejar de buscar la hoja―. ¡NO ES POSIBLE!

Vi que el joven rubio tapaba sus oídos. Deduje que un nuevo cambio en ellos era el sentido de la audición.

―Cassie, nos han descubierto. ―negué con la cabeza. Otro disparo resonó en toda la base. Los vampiros gimieron tapándose los oídos.

¿Hace cuánto tiempo dejé de ser importante? ¿De verdad el sacrificio de mis aliados había sido en vano?

Hayley... Dante... Harrison...

Si tan sólo me hubiese enterado de esto mucho tiempo antes, Dante estaría vivo. Empujé el escritorio con furia. La ira corría por todo mi cuerpo. Instantáneamente, los rociadores de incendios se encendieron. Louise cayó al suelo tosiendo. Efedra.

Vi que mi cuerpo no reaccionaba al efecto de ésta. Tampoco los vampiros se vieron afectados.

―Tienen que ayudarme. En un futuro, ustedes serán buscados como yo. He perdido a casi toda mi familia por culpa de esta base. Y sé que ustedes tampoco quieren sufrir lo que yo estoy sufriendo. ―supliqué sintiendo las gotas de efedra líquida caer sobre mi cabeza.

Antes de poder contestar, la puerta de la habitación se abrió. Giré sobre mis pies, encontrando mis ojos con los de Holland Riggs. Él, como siempre, llevaba una sonrisa en su rostro. Mi nivel de nerviosismo era tan alto, que ni siquiera atiné a agacharme cuando disparó hacia mi corazón. Pero la bala nunca había llegado.

―Ya no tienes escapatoria ―masculló caminando hacia mí.

―Sí que la tengo. Dejé de importarles a todos ustedes hace varios meses. Y por ello, he perdido a casi todos mis aliados. ―contesté desde el suelo. Estiré el cuello para ver quién me había defendido. Y al ver la cabeza del vampiro rubio en manos de Riggs, mi estómago se revolvió. No me quedó otra opción que desviar la mirada.

―Cariño, ¿qué gracia tiene haberte buscado durante un año y al tenerte por fin frente a mis ojos dejarte viva? No tiene lógica. Aunque hayamos conseguido la solución al problema, tenerte con los pies en la tierra no servirá de nada.

Me pregunté qué estaban haciendo los demás vampiros. Quizá eran tan imbéciles de ponerse a masticar palomitas observando la escena: Riggs con la cabeza de su compañero en manos y golpeándome fuertemente. Ni siquiera podía mirar, ya que los puñetazos que el mejor amigo de Jon me propinaba eran consecutivos.

―Vaya Cassandra, creí que pondrías más resistencia. Esto se me está haciendo muy fácil. Cuando escuché que todos ustedes invadían la base, te imaginé más ruda. Vengando la muerte de todos tus familiares y amigos. No como una simple niñita débil. Lo que siempre has sido. ―se separó antes de darme la paliza mortal― Te has disfrazado de luchadora. Porque la verdad, tú de luchadora no tienes nada.

Reí secamente.

―Puede que tengas razón, Riggs. Pero decirme todas esas cosas no me quitará el orgullo de haber descubierto todo lo que tú no. La cura del vampirismo, la mordida de lobo incluso haberlos puesto de mi lado. Ahí tienes a tus creaciones, destruyendo la base de datos que tanto defiendes. ―tomé aire― Tal vez, sólo tal vez, si trabajara aquí yo hubiese descubierto ese antídoto mucho tiempo antes que tú.

Holland tensó la mandíbula. Su cabello marrón estaba larguísimo y tenía una barba de más de una semana. Me causaba repugnancia. Antes de que pueda estampar su puño contra mi rostro, asesinándome, cayó sobre mi cuerpo. Caí en la cuenta de que Byron arrancó su corazón y lo estrujó en sus manos. Sonrió y le devolví la sonrisa.

―Fue una de las mejores cosas que hice en mis veintidós años. ―murmuró.

―No lo dudo.

Las alarmas no dejaban de sonar. Los rociadores parecían estar más potentes en el pasillo que en aquella habitación y me pregunté cómo Byron y Riggs habían sobrevivido a la efedra líquida.

Pero no había tiempo para preguntar. La base se estaba cayendo a pedazos. Los pedazos de techo se desprendían por el fuego y supuse que en todos los pisos del edificio había llamas incontrolables. Tomé el walkie-talkie de mi bolsillo y presioné el botón para hablar antes de chillar con desesperación cuando un escombro cayó a nuestras espaldas.

El aparato de comunicación quedó atrapado. Byron me prestó el suyo y hablé agitadamente por la falta de aire.

―Soy Cassandra ―murmuré doblando por el pasillo hacia la derecha. Tropecé y jadeé desde el suelo. Byron me levantó por las axilas y continué corriendo, aunque ninguna parte de mi cuerpo correspondiera―. Louise ha muerto.

No obtuve respuesta. Quise preguntar por Kale, pero el aire me hacía mucha falta. Si soltaba otra palabra moriría asfixiada.

Escuché un vidrio romperse. El fuego había destruido todo. Sólo se escuchaban gritos. Temí por la vida de todos nuestros aliados. ¿Y si ninguno sobrevivía?

Hasta que el walkie-talkie respondió.

―Habla... Kale. ―perdí el equilibrio pero lo recuperé al instante― Hagan lo que hagan... no tomen el pasillo R. Los científicos sobrevivientes están allí. Los vampiros enemigos también.

Sentí el corazón en la boca. Cada parte de mí se desintegraba con el paso de los segundos.

―Repito, no tomen el... pasillo R. Jon también está allí... ―prosiguió. Los párpados me pesaban. Una ráfaga de fuego empujó una de las puertas haciéndome volar hacia el otro extremo del edificio. Perdí el contacto con Byron, pero no con Kale. La radio seguía emitiendo― Blad ha... muerto.

Esto no tenía que terminar así. Los científicos debían morir todos. No podía quedar ni uno con vida.

Cassandra, ¿qué ha sucedido contigo? Tienes que regresar. Tienes que salvar a los tuyos. Sálvalos, como no pudiste hacerlo con los que murieron. Salva a tu hermano, como no pudiste hacerlo con Megan. Salva a Kale, como no lo hiciste con Hayley. Salva a Jesse, como hubieses salvado a Ryan.

Me levanté del suelo y tanteé la suela de mis zapatillas. Tomé mi navaja y saqué el filo a la superficie. El pasillo R no estaba tan destruido como los demás y me imaginé que los sobrevivientes se esconderían aquí por las armas. Según me había dicho Jesse, las armas de fuego y todas aquellas cosas mortales se encontraban en el pasillo R y S, justo donde yo transitaba ahora mismo.

Miré hacia ambos lados antes de meterme en una de las habitaciones. Esta estaba a oscuras. El fuego aún no había llegado a esta zona y supuse que no había mucho tiempo. Así que me apresuré.

Busqué una salida hacia otro lado que no sea el pasillo. En el techo encontré una ventana sellada. Empujé el escritorio y luego coloqué una silla sobre él. Preparé mi navaja por si acaso. Me subí y comencé a darle golpes a la ventana para que el cristal se rompiera. Sentí que me impulsaban hacia abajo, sabía que alguien había entrado en la habitación. Cuando miré, la puerta estaba abierta y el fuego comenzó primero con las sábanas de las camillas. Luego se extendió hacia el papel tapizado de las paredes. El científico que tenía bajo mis pies logró tirarme al suelo y corté mi dedo con la navaja.

El fuego se hacía cada vez más pesado. El tipo se tiró sobre mí y comenzó a gritar todo tipo de cosas que no logré entender. Estiré el brazo a la izquierda para tomar la navaja, pero él estaba inmovilizándome. Escuché, nuevamente, el sonido del cristal rompiéndose. El fuego había llegado hasta el techo y el humo comenzó a escaparse por la corriente del viento. Le di una patada al científico en la boca del estómago, logrando que trastabille, y pude tomar mi navaja.

Cuando se tiró sobre mí, pasé el filo de la navaja por su garganta. Las náuseas aparecieron cuando vi la sangre y las tripas salir por la herida. Me lo quité de encima y volví a impulsarme hacia afuera. Esta vez sí pude salir. Tomé una bocanada de aire y eché a correr hacia el gabinete donde se encontraban las escaleras.

―Estoy en la terraza ―hablé entre jadeos por el walkie-talkie―. Soy Cassandra. Repito, estoy en la terraza.

Y nadie contestaba. Las escaleras estaban en llamas. Quería entrar, pero ninguna parte de mi cuerpo correspondía. Las llamas estaban alcanzando también la terraza. Giré sobre mis pies, sin saber qué hacer. Alguien tenía que haber quedado con vida.

―Habla Cassandr... ―comencé a decir antes de ser interrumpida por un golpe seco en mi cabeza. Escuché mi cuerpo caer sobre el suelo y el walkie-talkie volar hacia alguna parte de la terraza. Abrí los ojos confundida. Llevé una mano a mi cabeza y luego observé mis dedos, manchados de sangre.

Fruncí el ceño. Tenía los brazos raspados y me ardían las heridas. Cuando miré quién había sido mi invasor, me encontré con el mismísimo Jon Dawson frente a mis ojos. Él tenía puesto su guardapolvo antes blanco y ahora rojo, de sangre.

―Tú... ―mascullé entre gemidos. El dolor era insoportable. Mi padre me levantó de un tirón y sentí que todo mi cuerpo se desgarraba. Sabía que Jon no soltaría ni una sola palabra. Me iba a asesinar ahora mismo.

―Sólo quedamos tú y yo ―fue lo único que dijo. Y lo tenía muy en claro. Todos los científicos habían muerto y probablemente mis compañeros también.

Me dio una patada en la espalda y caí otra vez. Mis rodillas chocaron contra una madera y antes que Jon pueda volver a golpearme, saqué un pedazo de ella y volteé, clavándosela en el estómago.

Mi padre se la quitó rápidamente y amagó a golpearme, cuando uno de los lobos saltó derribándolo. Ahogué una exclamación al ver que Jon le arrancaba la cabeza. Chillé desesperada y eché a correr en busca de mi estaca. Un científico que había salido de una de las ventanas me disparó dándome en la pierna.

Grité.

―Este es el duro ciclo de la vida, mi querida y adorable hija. ―murmuró Jon chupándose los dedos. Quería llorar de la impotencia― Naces, le arruinas la vida a otros y mueres.

Apreté los ojos con fuerza. Mi pierna me estaba sangrando demasiado. Mi calza negra se había teñido de un color bordó. Mi padre caminaba hacia mí, mientras que yo retrocedía cada vez más.

Choqué la espalda contra el pequeño muro que dividía a la nada con la terraza. Tragué saliva sin querer mirar mis heridas. Sentía que mi cabeza seguía sangrando al igual que mi pierna.

―Qué raro que tú no moriste todavía ―mascullé―. Le has arruinado la vida a unos cuántos.

Soltó una carcajada.

―Mira el cielo ―prosiguió―, porque será la última vez que vas a hacerlo.

Pero no fue el cielo lo que vi. Si no, cómo cada uno de mis aliados iba apareciendo. Quedaban unos quince vampiros con vida. Jesse estaba con los puños apretados y todos tenían su boca llena de sangre. Incluso Kale.

Pero... ¿cómo Kale, siendo un humano, bebió sangre? Mi hermano no pudo haberlo convertido en vampiro, porque yo estaba viva. Y ahí fue cuando lo entendí: él se inyectó el nuevo antídoto. Kale se había convertido en un nuevo modelo vampírico.

Vi que Anderson, el vampiro a quien había curado, aparecía del lado de Jon. Él nos había engañado a todos, inspirándonos confianza. Creía que ni siquiera él sabía de qué bando estaba. Pero como mi padre lo había convertido en algo de lo que estaba orgulloso, siempre lo elegiría.

―Resucitó de los muertos... ―dije, en un susurro. Sentía que poco a poco iba perdiendo el conocimiento. La sangre seguía saliendo de mi cabeza y eso era lo que me hacía delirar.

Lo único que todos hacían era mirarse a los ojos. Sólo esperaban una señal para abalanzarse unos sobre otros. Y si esa señal era Ainee chupándole la sangre al científico que no cabía duda que era un humano, se abalanzarían igual.

Los vampiros que estaban sedados también habían aparecido. Y como era de esperarse, ellos lucharon contra los nuestros.

Tomé una bocanada de aire y me impulsé, levantándome del suelo. Caminé sosteniéndome del muro y ahogando exclamaciones debido al dolor del disparo. Mi corazón latía con fuerza y la adrenalina corría por todo mi cuerpo. Tomé la estaca del suelo y se la clavé a uno de los vampiros nuevos. Él cayó y a los pocos segundos, uno de ellos se aproximó a mí.

Kale se interpuso entre los dos y le sacó el corazón. Se volteó mirándome. Comencé a toser y llevé una mano a mi boca, la cual se bañó en sangre.

―¿Cassie? ―preguntó él. Seguí tosiendo y escupí más sangre. Fruncí el ceño sosteniéndome el estómago. Vi que Andrew se colgaba de la espalda de Kale y él dejaba de mirarme para asesinarlo.

Jon caminó hacia mí, con una sonrisa triunfante en su rostro.

―Felicidades.

Sostuve la estaca con fuerza y lo fulminé con la mirada. Mi padre seguía acercándose. Volví a toser y más sangre salió de mi boca.

―¿Debo decir gracias?

―Si dejar de ver el sol en las mañanas es algo bueno para ti... creo que sí.

Y caí en la cuenta de lo que quería decir con eso. El terror me recorrió de pies a cabeza. Antes de que sea tarde, lancé la estaca clavándosela en el pecho, la cual lo traspasó. Jon cayó de rodillas.

Sentí que el aire me faltaba. Escuché el grito de mi hermano.

―¡CASSANDRA!

Vi sus rizos rubios moverse mientras él se agachaba a mi lado. Esbocé una débil sonrisa.

―No, no, no. ―me miró de pies a cabeza y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sollocé acariciando su rostro― No puedes dejarme. No puedes morir.

―Salva a Kale. Él tiene mi secreto.

―¿Qué secreto, Cassie?

Sequé sus lágrimas. Él tomó mi mano temblorosa. Solté un suspiro y cerré los ojos. Sentí que cada parte de mi cuerpo volvía a unirse. Dejé de escuchar y supe que no volvería a apreciar el rostro de Byron ni el de Kale.

Porque mi parte humana había triunfado.


Продолжить чтение

Вам также понравится

817 65 34
Dieter, un chico de 18 años se va a la casa de vacaciones que comparte sus padres, con los padres de su mejor amigo, Unax otro chico de 18 años, con...
12.2K 962 11
Sophia regresa a Forks en compañía de su hermana menor, Bella, para establecerse en el hogar de su padre, Charlie, quien desempeña el cargo de jefe d...
49.3K 6.1K 29
𝐒𝐀𝐅𝐄 𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍━ ✧°*❝I wanna be yours❞✧°*. 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐐𝐔𝐄 Angela Weber encanta a Edward Cullen sin siquiera saberlo. Actualizaciones: Todos l...
Siempre Estaré Para Ti Gabenath Demon_Girl

Любовные романы

3.3K 269 21
💜💙 Lo descubrirás dentro de esta historia Los personajes son de Thomas Astruc y Jeremy Zag