Trece.

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Acepté con una sonrisa la lata de cerveza que Megan me extendía. Ella se encontraba sin expresión alguna, como si tuviera la cabeza en otra parte. Desde que Cassie habló con Jon y Megan escuchó la conversación, se mostraba distante conmigo.

Nos encontrábamos en las gradas de la universidad, los tres juntos. Kale se había quedado en la habitación pensando en qué hacer; si quedarnos allí o marcharnos. Supuse que la mejor opción sería irnos de aquél lugar. Estaba seguro de que a Megan le molestaba nuestra presencia.

―Pues... ―comenzó a decir Cassandra. Megan y yo la miramos― ¿Podríamos hablar?

Me encogí de hombros.

―¿De qué? ―pregunté. Ella miró a su hermana incrédula para luego mirarme a mí y abofetearme.

―¿Podrías tomarte el asunto un poco en serio? ―me preguntó Megan. Bufé y asentí con la cabeza. Tenía miedo de lo que ellas iban a preguntarme, y estaba seguro de que no sería nada bueno.

―Entonces... pregunten que yo... ―tragué saliva― responderé.

Cassie sonrió y se le formaron los mismos hoyuelos que se le formaban a mi madre. Eso era lo único en lo que coincidíamos, además del carácter.

―¿Por qué no nos buscaste luego de que nos dieron en adopción? ―preguntó Megan. La miré, ella estaba decepcionada. Pero aún no habían escuchado mi testimonio sobre la situación luego del accidente. Suspiré y levanté la mirada hacia el cielo, mientras la gorra de mi campera se caía.

―Sí que las busqué. Nos encontramos en un parque un año después del accidente.

»Megan estaba jugando a las escondidas contigo, Cassie. Yo las estaba observando a lo lejos. Me acerqué a ti y me miraste fijo. Estabas paralizada. ―conté. Cassandra tragó saliva― Comenzó a dolerte la cabeza. Megan te escuchó gritar y se acercó corriendo, me miró y me acusó de haberte lastimado.

¿Qué le hiciste a mi hermana? me preguntó. Yo me encogí de hombros negando con la cabeza Cassie, ¿estás bien?

»Yo tuve que alejarme, porque Megan me lo había pedido a gritos. Creo que si me vio en otros lugares, ella sólo me fulminaba con la mirada. Pero eso no significa que me alejé de ustedes ni mucho menos que no me negué a que las seden. Les rogué con la vida a nuestros padres para que no lo hagan, pero Jon me odiaba. Las sedó y como único deber mío, fue protegerlas con todo lo que podía.

Cassie estaba con la mirada perdida, quizá recordando si me vio alguna vez en su infancia luego del accidente. Reaccionó minutos después, pero estaba nula.

―¿Por qué cuando Megan se convirtió tú no fuiste con ella? Es decir... me buscaste a mí y no a ella.

Suspiré recostándome contra la escalerilla.

―Cuando Megan murió, yo estuve en su entierro. No creí que en su cuerpo tenía sangre de vampiro y lo único que le faltaba para convertirse era beber sangre humana. Jon te convirtió, él te sedó nuevamente para que duermas hasta el final del velorio. ―tragué saliva― Entonces me encargué de Cassandra. Era la persona que más amaba en el mundo y no dejaría que nada malo le pasara. Tres años más tarde, cuando tú y tus amigos perdieron el control en el coche, intenté detener a Riggs. Él hizo que te choquen por una venganza hacia Jon. Pero cuando llegué al hospital... tú ya no estabas. Ya le habían dado inicio a tu cautiverio. Eras vampiro.

El cielo se había puesto gris y escuché un trueno. Cassie tragó saliva y suspiró, supe que quería darle por finalizado de una vez por todas a su miedo a las tormentas. Megan la miró con compasión.

―Entonces... ―dijo la mayor― ¿tú estuviste con nosotras...?

―Toda la vida, sí. ―contesté. Cassandra se volteó como luz que lleva el viento.

―¿Por qué a ti no te dieron en adopción?

―Jon me odiaba lo suficiente como para darme en adopción junto a ustedes. No quiso sedarme ni mucho menos me dejó marcharme. Él y Meredith me tenían como su mascota, ambos me maltrataban, me gritaban, me hacían pasar los peores momentos de mi vida. Creo que estando con ustedes a la distancia me sentía feliz.

Cassie tenía los ojos llenos de lágrimas.

―Y si tanto nos amas, ¿por qué te tardaste tanto en decirnos que somos tus hermanas? ―exclamó Megan. Ella no era mi compañera. Su carácter había cambiado demasiado en los años que pasaron. Antes, ella me comprendía. Ayudaba a las personas, era sensible, buena persona...

―¡No es fácil decir que soy tu hermano así como así, Megan! ―grité. Ella me lanzó su lata de cerveza y la tomé en el aire. Cassie estaba mirando la escena con preocupación.

―¡Megan, cálmate! ―le ordenó la más pequeña. Su hermana la miró y sonrió.

―Nadie me controla.

Abrí los ojos como platos.

―No me digas que lo hiciste. ―repuse mirándola a los ojos. Ya no tenían el mismo brillo de antes, estaban perdidos y oscuros. Negué con la cabeza. Mi hermana menor la miró y echó a llorar.

―¡Megan! ―sollozó. Quiso acercarse, pero ésta la empujó lejos.

―Eres una cobarde. ―le dije. Megan sonreía irónica― Ahora que sabes la verdad, la apagas. Viviste doce años en una mentira, ¿qué prefieres? ―me acerqué a ella― La verdad duele, pero la mentira mata.

Ayudé a Cassie para que se levante. Ella tensó la mandíbula aceptando mi mano y se dirigió a su hermana, quién la miraba sin expresión alguna.

―Si vas a convencerme de encenderla... ―comenzó a decir Megan. Cassie estalló en carcajadas.

―Tranquila, amorcito. De hoy en adelante, ya no me importa lo que hagas de tu vida. ―la miró de arriba abajo― Tú moriste para mí hace tres años.

―Ya vas a necesitarme y volverás. ―masculló Megan.

―No lo hará. ―sonreí― Porque me tiene a mí.


A PositivoWhere stories live. Discover now