Joshifer: "...a very differen...

Von laurwrence

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Colección de one-shots sobre Josh Hutcherson y Jennifer Lawrence. No tienen un orden cronológico. Mehr

Berlín
Pillow talk
87,1 millas
Bienvenida
Home, sweet home
Kentucky rain
A broken promise (I)
A broken promise (II)
Easter eggs
Liam's wedding
Del verbo querer
Miedos
Inevitable (I)
Inevitable (II)
New York City
Sunday morning
Unexpected
Little peanut
Our first time
Farewell
Twelve O'Clock
Swear words and Lies
Us against the world
A little chaos

Frágil

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Von laurwrence

Disclaimer: Rated M (+16)

Entré a la tienda con gafas de sol y con mi gorro de lana gris tapando casi todo mi pelo corto. Reí nerviosa ante lo que tenía pensado hacer. Recorrí los pasillos desiertos y con mi mano derecha acariciaba las suaves prendas que colgaban de las perchas. Diferentes colores decoraban casi todo mi alrededor, desde rojos intensos hasta negros sutilmente elegantes. Miré un par de maniquís y agaché la cabeza con vergüenza. ¿De verdad estaba haciendo esto? Nunca antes lo había hecho, ni si quiera para mis antiguos novios.

Volví a sonreír al notar que las mejillas me ardían. Seguramente estaría más roja que un tomate. Me observé las manos temblorosas y decidí que era una estúpida si creía que algo como esto podría llegar a gustarle. Él siempre había sido de encuentros sencillos y románticos. Pero es que los follamigos no pueden tener encuentros románticos, sino todo lo contrario. No podría ser más que un calentón que estaba encantada de repetir casi cada vez que nos veíamos.

Y eso es lo que era lo nuestro.

Amigos que se acostaban de vez en cuando. Luego él se iba con su novia y me dejaba con el corazón un poco encogido. Porque aunque yo no lo quisiera decir, dolía. Dolía cuando eres la otra. Sin embargo luego nos besábamos y pasábamos toda la noche bajo las sábanas y me olvidaba del mundo exterior. Creía que era mío y que yo era suya. Todo lo demás me importaba una mierda. Aunque algo en mi interior me gritaba escandalosamente que tuviera cuidado porque sabía lo que me estaba sucediendo. Señales de dependencia total hacia él.

Sí, me estaba enganchando a Josh de una manera espectacular. Pensaba en él durante la mañana, la tarde y la noche. Cuando me dormía también puesto que ocupaba un papel importante como protagonista en mis sueños más húmedos. Incluso algunas de las veces me había tocado acordándome de sus manos acariciándome por sitios que jamás nadie había manoseado. Y mientras yo hacía este tipo de cosas, él se encontraba en España haciéndoselo a otra.

No era cualquier otra. Era su pareja, cosa que yo nunca podría llegar a ser.

Que se te quede en la cabeza de una puta vez, Jennifer.

Esto se me estaba yendo de las manos, no podía controlarlo. Nunca antes había tenido esta química tan especial con nadie más. Nos entendíamos tanto dentro como fuera de la cama y eso era algo que me mataba. Porque cada vez que me abandonaba desnuda en la cama, las ganas de llorar me retorcían por dentro. Son sensaciones de soledad y el saber que jamás tendrás a esa persona te quema tanto que crees desaparecer.

No obstante, toda la situación estaba fuera de mi dominio. Sabía que era un camino de rosas llenas de pinchos peligrosos dónde la única dañada sería yo. Tanto emocional como físicamente. Sólo de pensar que algún día esto podría acabar, me mortificaba. Ya que eso significaba que no volvería a tenerlo entre mis brazos y mi cuerpo no lo iba a aguantar.

Por eso, cada vez que nos veíamos y mi gris se encontraba con ese marrón verdoso, toda mi parte racional se esfumaba en pocos segundos. Era una maldita, asquerosa y tentadora debilidad.

Mi cuerpo pedía a gritos un encuentro con Josh. Habíamos quedado justo esa noche y decidí hacer algo diferente, algo especial. Sabía que no podía desmoronarme mucho puesto que yo no era de él, no éramos nada. Sólo nos acostábamos juntos, como tantas veces mi cabeza me repetía. Así que no existían ni cenas románticas a la luz de la luna, ni paseos en el parque, ni si quiera ver una película juntos. Todo eso se quedó atrás el día que decidimos acostarnos juntos.

Hacía dos semanas que no nos veíamos, desde nuestro último encuentro en un hotel. Me llamó diciendo que me necesitaba en ese instante y yo lo seguí para echar un puto polvo de unos cinco minutos. Y es que yo iría hasta al fin del mundo si él quisiera. Sin embargo, esta vez nos veríamos en mi casa, algo más tranquilo y más duradero. Sólo de pensar que lo tendría toda la noche conmigo saltaba de la emoción.

Estaba dispuesta a cargar todo mi armamento esta noche. Lo iba a seducir y el que estaría bajo mi total control sería él. Y algo me vino a la mente. ¿Qué es lo que tienen en común todos los amantes? Aparte de ser infieles, claro.

Lencería, de la cara. A Josh le iba a sorprender, eso era algo que tenía bastante seguro. Ya me imaginaba su boca abierta y sus ojos tan abiertos como órbitas.

Pero toda la valentía y mi carácter de persona impulsiva, se desvaneció en la puerta de aquella tienda de ropa. Esto iba a ser patético pero lo tenía que hacer.

Una dependienta pareció notar mi presencia y no dudó en correr hacia mí. Intenté que no me reconociera y me tapé aún más con el gorro de lana. Cogí uno de los encajes que estaban enganchados en una de las perchas de mi lado para disimular pero no sirvió de nada porque la chica me preguntó en seguida.

"¿Se le ofrece algo?" preguntó intentando averiguar quién se escondía bajo esas gafas de sol oscuras.

Negué rápidamente con la cabeza.
"No, sólo estoy mirando." dije tímidamente.

"Oh, bueno..." parecía desilusionada. "Si necesita ayuda, ya sabe que puede venir a preguntarme. Soy Lucy y estaré encantada de atenderla."

Mierda. En realidad sí, necesitaba ayuda.

"Perdona, es que estoy nerviosa. Bueno sí... estaba buscando algo." dije mientras la dependienta sonreía satisfecha.

"¿Quiere comprar ropa interior?" preguntó mientras yo volvía a dejar la prenda de mis manos en la percha.

"No, bueno..."

"¿Lencería?" me enrojecí y bajé el rostro con una risa un tanto extraña. "¿De qué se avergüenza? ¡Esto es lo más lógico entre parejas!"

Quería gritarle algo. Error. Josh no era mi pareja.

"Supongo que ya habrá tenido sus encuentros esporádicos con esa persona la cual quiere complacer. Estoy segura de que esta vez será diferente" dijo guiñándome el ojo. "Venga, sígame." continuó cuando con un dedo me indicó que nos moviéramos hacia una zona de la tienda más escondida.

Me resultaba incómodo que la dependienta me tratara de usted pero luego me preguntaba ciertas cosas que ni si quiera estaba segura de contestar. Es cuando el calor me empezó a molestar así que decidí quitarme el gorro y las gafas. Estábamos más apartadas y la gente de la calle no me iba a ver. Además, la tienda estaba vacía y no me importaba que las dependientas me reconocieran. Una vez Lucy se dio la vuelta para hablarme, se quedó en blanco.

"Usted... usted es..." intentó decir.
"Dios, es la primera vez que tengo a alguien tan famoso en mi tienda."

"Sí, vale..." sonreí para cambiar de tema. "¿Y bien?" pregunté mirando algunas prendas que colgaban por ahí.

"Bueno, como ve, estos de aquí son bastante provocativos. Básicamente es para avivar la llama, usted me entiende. Luego tenemos estos de por aquí... ah, sí. Algo más elegante con cierta picardía."

"En realidad..." dije cortándola. "Buscaba algo sencillo, no tan extravagante. Algo que pueda sorprender, no sé si me entiende." me rasqué la nuca con cierta duda. Estaba claro que esto no era un lenguaje que dominaba. Lucy me miró y asintió con la cabeza.

"¿Algún color en especial?"

"Blanco." contesté sin dudar.

"Está bien. Pues señorita acompáñeme, por favor."

"Sólo Jennifer." dije mientras la seguía por la tienda con inseguridad.

...

El timbre de mi casa sonó y me sentí estremecer. Joder, Josh ya había venido. Miré el reloj nerviosa y observé que eran las nueve de la noche. Tan puntual como siempre. Sonreí y hecha un manojo de nervios, abrí la puerta con los dedos resbaladizos en el picaporte.

¿Cómo iba a renunciar a algo así? Nada más verle tras la puerta supe que todo valía la pena. Jamás me arrepentiría de nada, de ese algo que teníamos. Es que incluso me daba igual acabar con el corazón hecho trizas. Mientras me tuviera bajo su cuerpo jadeante, todo estaría bien.

Llevaba sus típicos tejanos negros ajustados, con la camiseta negra que tenía un pequeño bolsillo en el pecho y sus zapatos oxford. Hacía calor, así que su cazadora colgaba en su antebrazo. Nada más verle, cogí de su muñeca y lo atraje hacia mí. Cerré la puerta con rapidez y me abalancé a sus brazos. Suspiré y me escondí en su cuello. Mi moflete chocaba contra su mandíbula dónde yacía un poco de barba ya que no se había afeitado. Sonreí haciendo que mis dientes entraran en contacto con su piel y él exhaló un aire caliente que chocó contra mi oído. Ya me había excitado.

"No sabes lo mucho que te he..."

"Shhht" me cortó dejando un pequeño beso en mi frente.

"Ya estoy aquí."

"Lo sé."

A esto me refería cuando decía que no podría dejar escapar algo así. Esto me mantenía viva de todas las maneras posibles. Me daban igual las terceras personas.

Josh comenzó a mover sus manos juguetonas y justo acabaron en la curva de mi trasero. Sus labios ya vagaban por mi cuello y su lengua chocaba contra mi piel. Mi respiración incrementó de tal manera que el pecho se levantaba y bajaba haciendo que mis pezones chocaran contra su torso. Dios mío, ¡qué locura! Tenía que pararlo.

"Josh..." murmuré cuando noté que sus manos ya desabrochaban el botón de mis tejanos con torpeza.

"¿Mmmm?" preguntó mordiéndome el cuello.

"Quiero ponerme el pijama... ¿Por qué no vas preparando pizza? Está en el congelador."

"¿En serio quieres cenar ahora mismo?"

"¡Tengo hambre!" repliqué divertida.

"¡Y yo también!" dijo imitándome en el tono de voz. "Pero sinceramente, prefiero comer otra cosa..."

Sus manos calientes se colaron bajo mi blusa y empezó a realizar ciertos círculos en la zona baja de mi estómago. Eso me puso los pelos de punta. Tragué saliva y con una fuerza inhumana le aparté las manos.

"Luego tendrás lo que quieres..." susurré sobre sus labios.
"Te lo prometo."

Corrí escaleras arriba directa a mi habitación. Cerré tras de mí y abrí el armario. Ahí estaba la bolsa de color rosa.

...

"Jen, la pizza se va a enfriar." gritó Josh desde la cocina.

Mis pies descalzos bajaron el último escalón. Temblaba como un flan o como si fuera una puta gelatina.  Mis piernas prácticamente desnudas se rozaron para darme algo de calor. Esto era una estupidez. No podía imaginarme la cara que iba a poner al verme con estas pintas.

Me apoyé en la puerta de la cocina y esperé a que Josh se girara. Estaba de espaldas, preparando las bebidas en la encimera de color blanca. Tarareaba una canción del grupo que tanto le gustaba, Mumford and Sons. Sonreí porque cada vez la escuchaba me acordaba de él.

"Menos mal, creía que te..." calló de golpe nada más divisar el conjunto lencero que llevaba puesto.

Lo primero que hizo fue mirarme de arriba abajo, pero sin mirarme a los ojos. Tragó saliva y después abrió la boca sorprendido. Yo apreté parte de mi camisón de encaje con fuerza pensando que todo esto era un poco absurdo. Cerré los ojos, sabiendo que en algún momento Josh empezaría a reírse a carcajadas creyendo que sería una de mis bromas.

Pero nunca escuché esas carcajadas.

Volví a abrir los ojos por curiosidad. Su rostro estaba completamente serio y sus ojos aún estaban posados en la zona de mis muslos. El marrón verdoso había desaparecido, tenía las pupilas totalmente dilatadas. Eso me había llegado a asustar un poco. Supe que tenía que actuar como si nada estuviera fuera de lo normal. Como si yo no estuviera casi prácticamente desnuda delante de él.

Y sí, prácticamente desnuda. Llevaba un camisón que ni si quiera me tapaba la zona íntima y las braguitas brasileñas que llevaba también eran del mismo encaje así que se veía a través de los hilos de color blanco roto. El camisón era bastante bonito pero parecía casi un crop top. Los tirantes eran finos y de una especie de tela que hacía contraste con mi piel blanca rodeada de lunares. Sabía que ese escote me pronunciaba más y me hacía tener más pecho de los normal, así que erguí la espalda lo más que pude para que Josh pudiera notarlo. Y joder si lo estaba notando, prácticamente sus ojos no viajaban por ningún otro sitio.

El encaje transparente dejaba ver parte de mi zona de la cintura y seguramente él podría ver mi ombligo. Encogí la barriga temblorosa y pasé mi mano por la cabeza para rascarme nerviosa. Me regañé a mí misma porque sabía que eso era un gesto de inseguridad. Hacía esto porque quería cambiar el rol y debía mostrarme lo más autoritaria posible.

"Hola." dije sin más. "Espero que la pizza no esté fría..."

Me humedecí los labios y tosí para que la garganta no se me secara.
"¿Tienes mucha hambre?" pregunté cuando vi que Josh ni decía ni una palabra y no apartaba sus ojos de mi cuerpo.

"Sí..." esta vez su voz sonó totalmente ronca. Volvió a tragar saliva, últimamente lo hacía mucho. ¿Sería una buena señal?

Me acerqué a la encimera y bebí un poco del vaso que él mismo había preparado. Vi que el plato con la pizza estaba en la mesa, así que pasé por su lado con el vaso en la mano y me senté con las piernas cruzadas. Fue un movimiento lento y tortuoso. Obviamente lo había hecho queriendo. Ante la acción, Josh abrió los ojos como platos. Reí inquieta y me atreví a mirarlo a los ojos.

"¿Te pasa algo?" le pregunté cuando noté como se acercaba lentamente y se apoyaba en la mesa.

"¿Qué si me pasa algo?" gritó incrédulo.
"¿Es que quieres matarme?"

Fruncí el ceño sin entender la pregunta. Negué rápidamente llevándome un trozo de pizza a la boca. Parece ser que eso le molestó. Se acercó a mí y me quitó el trozo de la mano.

"¡Hey!" grité furiosa.
"Es mía."

"No puedes presentarte así en mitad de tu cocina y pretender cenar así, tan tranquilamente..."

"Es que esa no era mi intención... pero como veo que no reaccionas." dije en un susurro.

Me miró con los ojos hambrientos.
"Ven aquí." murmuró cogiéndome del brazo y levantándome de la silla con cuidado.

Parpadeé un par de veces y me sorprendí al notar su erección tan cerca de mi vientre.
"Pareces un jodido ángel..."

"¿Un ángel de Victoria's Secret?" sonreí cuando su lengua rozó parte de mi mandíbula.

"No, más quisieran esas."

Mordió el lóbulo de mi oreja y yo sólo sentí una ola de placer en mi interior que se llevaba todo conmigo. Todo el cuerpo me tiembla, hasta las pestañas. Él lo nota y susurra contra mi boca que me prepare para lo que viene. Eso es algo que debería de decirle yo que llevo esta cosa encima. Niego con la cabeza lentamente.

"Eres tú el que se tiene que preparar."

Me besó apasionadamente mientras yo colaba mis manos bajo su camiseta de color negra. Acaricié los pelos que habitaban alrededor de su ombligo y mis manos se quedaron quietas justo en la zona del cinturón. Mi lengua chocaba contra la suya y de vez en cuando me mordía el labio inferior para coger un poco de aire. Sus manos se encontraban en mi pelo pero rápidamente bajaron por mi espalda hasta llegar a la zona del trasero. Lo apretó con los dedos y se separó lentamente de mí.

"Joder, no sabes lo que has hecho poniéndote esto."

Gemí satisfecha con sus palabras. Escondí mi rostro en su cuello y noté como Josh se agachó para rozar mis piernas desnudas.

"Sube." dijo mientras cogía mi muslo acariciándolo y lo enrollaba en su cintura.

De un salto, mis piernas se enrollaron haciendo que mi intimidad chocara con su tejano. Mis pies ya no tocaban el suelo y rodeé mis brazos alrededor de su cuello. Josh empezó a caminar sujetándome de la cintura y comenzó a subir las escaleras. Inicié una rutina de besos y mordidas en su hombro y parte de la clavícula. Esto lo ponía bastante nervioso así que se iba parando en los escalones para no perder el equilibrio. Continuó subiendo y abrió una puerta. Sabía que me llevaba a mi habitación.

Hacía sonidos extraños. Era como gruñidos acompañados de jadeos mientras le besaba esa parte del cuello, cerca de la oreja. Josh posó una de sus manos en mi pecho y lo apretujó con fuerza.

"Este escote blanco... te hace irresistible."

Si algo me gustaba de Josh mientras hacíamos el amor, era eso. No se callaba y decía todo lo que le pasaba por la cabeza. Pura excitación.

"Déjame quitarte esto." dijo cuando besaba mi hombro y bajaba los tirantes que caían alrededor de mis brazos. Los levanté y él sólo tiró hacia arriba, quedando totalmente expuesta ante él. El camisón había durado menos de lo que yo pensaba. Sólo me quedaban las braguitas brasileñas transparentes.

Mi cuerpo pedía a gritos que él se quitara la ropa así que hice lo mismo y le quité la camiseta ansiosa. Nos tumbamos sobre la colcha de color negra y su cuerpo hundió el colchón bajo el mío. Mis pechos rozaron su torso y me volvió a besar esta vez llevando una de sus manos al interior de la única prenda que llevaba. Me quedé sin respiración nada más sentir el contacto de sus dedos entre mis pliegues.

"Jen, estás empapada." murmuró.

Yo sólo asentí cerrando los ojos y disfrutando del pequeño masaje en el clítoris. Supe que si seguía así, llegaría pronto al primer orgasmo de la noche.

No. Ni hablar.

Lo empujé y esta vez fui yo la que subió encima de él. Desabroché el botón de su tejano, bajé su cremallera y de un sólo tirón, se quedó en bóxers negros. Rocé mi zona íntima con la suya y gruñó. Eso me invitó a levantar sus brazos y colocarlos a ambos lados de su cabeza. Junté sus muñecas y con mi mano derecha apretaba para que funcionaran como unas esposas.

Al principió me movía lentamente, haciendo pequeños círculos encima de él. Pero luego fui más allá y acaricié su miembro por encima de la tela con mi otra mano libre. Encorvé mi espalda para que nuestros rostros y nuestros jadeos se encontraran de nuevo. Besé su mandíbula, mejilla, nariz y después le lamí los labios.

"Dime que ella no te hace sentir así..."

Fue involuntario, no pude evitar decírselo mientras le mordía la oreja. Necesitaba saber que yo era más que toda esta mierda, que era alguien en su vida. Tardó varios segundos en contestar pero finalmente asintió con la cabeza.

"Jennifer, no hace falta ni que te responda a eso."

Quería preguntarle que entonces por qué estaba con ella. Sin embargo no quise estropear el momento. Quería que me dijera cosas, que me partiera en dos. Que me llevara a lo más alto del clímax.

Llevé una de sus manos hacia mi trasero y con la otra le obligué a arrancarme las brasileñas. En un intento de salir de mi dominio y llevar él la batuta, negué con la cabeza y le empujé en los hombros para que volviera a tumbarse.

"Hoy mando yo." dije mientras repartía infinitos besos por su pecho.

Josh no pudo quedarse quieto y volvió a la zona más húmeda de mi cuerpo. Me sentí completamente frágil al ver como introducía uno de sus dedos en mi interior. Gemí y con mis caderas, le seguí el ritmo del compás de sus embestidas.

Frágil porque en un momento a otro, me iba a desvanecer. Las cosquillas en mi estómago se incrementaron. No tardé mucho en tensarme y expulsar todo lo que tenía en mi interior. Y todo por culpa de Josh, que había pasado de un dedo a dos y con el pulgar me acariciaba el clítoris de una manera que me hacía perder el poco juicio que me quedaba.

Bufé desesperada. Quería que esta noche él hubiera sido el primero en correrse dentro de mí. Me llevé los dedos que habían realizado el trabajo a mi boca y los besé. Aún estaban resbalosos y contenían esa parte de mí.

"No hagas eso, me estás volviendo loco."

Besé los dedos otra vez y esta vez lamí parte su mano. Sonreí al ver como levantaba sus caderas y apretaba su erección contra mi muslo. Le besé en los labios aún con mis jadeos y sus manos recorrieron mi espalda para acercarme más a él. Rápidamente, Josh se levantó y me cogió de las piernas para que quedara encima de él. Esto hacía que yo quedara un poco más arriba, así que su rostro se escondió en mis pechos. Lamió, mordió y tiró de uno de mis pezones. Me agarré a su cabellera y estiré de su pelo hacia detrás mientras notaba que me faltaba el aire.

Sus manos se posaron en mi cintura y me levantó para después caer y penetrarme.

"Oh, Dios." dijimos a la vez.

La entrada fue inesperada y eso me hizo gritar. Mis movimientos se fueron acelerando. Subía y bajaba y me apoyaba en sus hombros para no perder el equilibrio. Josh me besaba el cuello y me repetía una y otra vez que era preciosa.

"Dímelo más veces."

"Eres preciosa."

"¿Más que ella?"

Me sentí culpable ya que en esta situación los dos estábamos vulnerables e indefensos. Esa pregunta era una trampa. Pero necesitaba oírselo decir para poder correrme por segunda vez.

"Más que ella." afirmó quedándose sin aliento y gruñendo.

"¿Por qué?"

"Porque tú eres mi jodida debilidad."

Vaya, eso no lo esperaba. Del impulso, volvimos a caer pero él no salió de dentro de mí. Aceleré las embestidas con mi cadera y poco a poco noté como el cuerpo de Josh temblaba bajo el mío. Después, llegué yo. Su rostro estaba cubierto por una capa fina de sudor y no pude evitar darle un beso en la frente cuando jadeaba por la falta de oxígeno. Le miré preguntándole indirectamente algo que él ya sabía. Levantó la mano y me acarició la mejilla.

"Lo digo en serio. Me siento frágil respecto a ti."
Frágil. Justo como yo me sentía cada vez que mis ojos se encontraban con los suyos.
"Me siento un puto crío..." rió. "Un crío que espera con ansias una golosina..."

Sonreí ante su símil y le di un pequeño beso en los labios. Su torso aún subía y bajaba con intensidad por causa del orgasmo que acabábamos de tener.

"¿Soy yo la golosina?" pregunté burlona enseñándole mis dientes.

"Tú eres algo mucho mejor que eso."

Tiré de su cuello y volví a besarlo. Teníamos aquel lenguaje no verbal, tan solo corporal. Ese tipo de lenguaje que con una señal ya sabes lo que quiere la otra persona. Y yo en ese momento necesitaba otra sesión como la que acabábamos de tener.

Quería ser su debilidad por el resto de nuestras estúpidas vidas.

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