10 Minutos en el Paraíso y má...

By HebiHime

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Bleach, mini juego y one shot lemon (hentai) Lectora x personajes Pasen y lean su favorito (≧∇≦)/ Pd: no olvi... More

Aizen Sōsuke 1/3
Coyote Starrk 1/3
Kurosaki Ichigo 1/3
Kyōraku Shunsui 1/3
Cifer Ulquiorra 1/3
Jaegerjaquez Grimmjow 1/3
Tesla (Tesra) Lindocruz 1/3
Nnoitra Gilga 1/3
Renji Abarai 1/3
Uryū Ishida 1/3
Grimmjow y Ulquiorra *bonus*
AVISO
Kurosaki Ichigo 2/3
Ukitake Jūshirō 1/3
Hitsugaya Tōshirō 1/3
Urahara Kisuke 1/3
Ichimaru Gin 1/3
Cifer Ulquiorra 2/3
Mi propiedad
Nota
Sorpresivo 69
Orgulloso y Rosa
El Rey
Idiota.
Ese Tatuaje.
¡He vuelto!
Jugram Haschwalth.

Kuchiki Byakuya 1/3

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By HebiHime

Dios noble.

Sociedad de Almas.

(...) se encontraba trabajando, mejor decir no trabajando, como siempre. Su compañero Renji no estaba y ella se encontraba sola. Byakuya no estaba o al menos eso fue lo que pensó.
Escuchó el chirriar de la puerta y rápidamente se puso nerviosa. Siempre le pasaba cuando estaba cerca de él.

 ―(...), otra vez vagueando ―dijo la voz del capitán al entrar, la chica se quedó petrificada donde estaba.

 «Mierda. ¿Ahora qué diablos me invento?»

―No, no, para nada capitán, solo miraba que la silla no estuviese rota ―(...) se levantó y Byakuya miró disimuladamente su pecho.

(...) utilizaba una ropa tan provocadora que le costaba mantener su semblante indiferente con ella, pero ya estaba harto de las etiquetas. Quería poder probarla a conciencia. Llevaba años solo y eso no ayudaba.

 ―Bueno, ya terminé el informe así que me voy. ―(...) salió prácticamente corriendo del lugar en dirección a su casa.

 Byakuya sonrió sin voltearse para verla salir, ya sabía dónde encontrarla.


(...) se metió al baño, después de un largo día de no trabajar lo mejor era un buen baño donde relajara los músculos que no ejercitaba a diario.

 
―Cielos, hoy el capitán estaba muy raro ―se dijo ella enjabonando su cabello con brío, el vapor de la ducha inundaba la habitación.

 Tenía al menos diez años de trabajar bajo el mando de Kuchiki Byakuya, el hombre más serio, indiferente y arrogante que había conocido en su vida.

 Pero, ¿a quién engañaba? Se había fijado en el hombre menos adecuado para una mujer como ella. No era pobre, pero tampoco era de la alta sociedad como lo era él.

 ―Vaya, debo dejar de pensar tonterías. ―(...) terminó su baño demasiado rápido, le habría gustado estar un poco más pero no sabía porque se sentía tan inquieta.

 Secó su cuerpo y enrolló una toalla en su cuerpo, desenredo su cabello y salió del cuarto de baño. Muy tranquilamente paseó por la habitación en busca de su ropa interior, lo raro era que no la encontraba.

 ―Estoy segura que la saque antes de entrar al baño ―rebuscó por el suelo, pero nada, bajo la cama, sobre la mesita de noche...

 Nada, ¿dónde había ido la ropa?

 Escuchó un ruido proveniente del salón, eso la alarmó puesto que vivía ella sola. Ajustó más el nudo de la toalla, sus pies descalzos la llevaron hasta el origen del ruido, para su sorpresa y consternación se encontró con alguien inesperado.

 ―¿Qué hace aquí, capitán? ―(...) se sonrojó al ver lo que el pelinegro tenía en su mano―. ¿Esa es mi ropa interior?

 Los colores se le subieron al rostro, el nerviosismo se abrió paso en ella. Estaba a solas, con su capitán, quien además de seguir con su ropa interior en su mano, no dejaba de repasarla de arriba abajo.

 ―Vine por que últimamente me pones todo muy difícil, Leray (...) ―dijo muy despacio su nombre.

 Su voz parecía acariciarla mientras caminaba hacía ella, se quedó paralizada por su presencia. Era tan imponente y ala vez tan ligera. Quería gritarle cuatro cosas pero al ver la intensidad de su mirada se le hacía muy difícil siquiera mantenerse en pie.

 ―¿Asustada, (...)? ―preguntó él con un tono de diversión.

 Para ella fue una gran sorpresa ver esa faceta del capitán, jamás pensó que tendría sentido del humor o algo parecido.

 (...) negó con la cabeza, Byakuya se detuvo sólo a unos pocos centímetros del cuerpo de la chica. Su piel recién hidratada se veía tersa, algo que comprobó con una pequeña y sutil caricia de su mano en el hombro de ella.

La chica dio un respingo por lo inesperado que fue, Kuchiki Byakuya la estaba viendo casi desnuda, sin mencionar el hecho de que su mano marcaba con fuego su hombro y cuello hasta posarse en su nuca.

―¿C-capitán? ¿Qué le pasa? ―(...) abrió sus ojos sorprendida por sentir los labios del pelinegro besar la comisura de su boca, de forma tan controlada, tan suave y exquisitamente placentera.

 ―No hables, sólo obedece, (...) ―le ordenó de forma suave, sus dedos recorrieron la nuca de la chica, atrayéndola hacía él y uniendo el tacto de sus cuerpos.

 Podía sentir como ella temblaba de forma leve al tacto de sus caricias.

 Ella quería gritar y preguntarle qué diablos le pasaba, pero estaba demasiado concentrada en las sensaciones que su cuerpo recibía. Tan cálidas, con un tacto firme pero suave. Le costaba creer que ese hombre tan reservado se hubiese metido en su casa como un ladrón.
Y si lo era, (...) sabía que podía robársela a ella. Como ya había hecho. 

La mano que tenía libre la llevó hasta el nudo que impedía dejar caer la toalla, quería ver el cuerpo que le quitaba el sueño. Quería tocarlo tal y cómo había llegado al mundo.

En pocos segundos la tuvo desnuda frente a él, pasó sus dedos largos por la barbilla de la joven, delineando su perfilado rostro mientras sus ojos analizaban los de ella. Estaban brillantes, llenos de fuego y, hasta donde podía recordar, siempre eran así. Fieros, decididos y muy hermosos. 

―Tranquila ―murmuró mirando fijamente sus ojos―. Relájate, (...).

 ―L-lo siento ―dijo ella bajando la cabeza algo avergonzada, no podía evitar que fuera así.

Nunca se estaba todos los días con el hombre que le quitaba el sueño. Por que eso era él para ella. Un sueño que quería volver realidad.

Byakuya sonrió levemente sin que ella lo viese, tomó en brazos a la joven y la llevó de vuelta al dormitorio. Sabía que tenía dudas, podía notarlo en su cuerpo y en su mirada.
Pero no tenía dudas de que ella era la adecuada. (...) debía ser suya tarde o temprano.

La chica se sonrojó al ver al capitán quitarse su ropa sin miramientos de una forma tan sensual que hasta las pestañas le dolían. Era demasiado glorioso el ver su escultural cuerpo. Completamente desnudo... y «grande». 

Byakuya se agarró el miembro con una mano, lo acarició de arriba abajo mientras miraba con deseo a la chica que estaba en la cama. Vaya si era hermosa. Parecía la ofrenda a un dios del Pecado.

 Y el dios que iba a degustar esa ofrenda era él.

―¿Estás bien? ―preguntó a la chica, se subió a la cama encima de (...) y colocó las palmas de las manos a ambos lados de su cabeza y con su rodilla la instó a separar un poco las piernas.

 ―S-si -dijo algo recelosa. 

Podía sentir lo grande y duro que estaba Byakuya, restregaba la cabeza de su pene en la hendidura de la chica como si con ello la preparaba para lo que vendría.
Algo... bueno. Muy, muy bueno para ambos.

 Byakuya bajó su rostro al de ella para poder darle un casto beso en los labios, le susurró palabras junto al oído para que se calmara. (...) llevó sus manos a sus hombros cuando sintió que entraba en ella.

 Exhaló profundo y clavó sus uñas en los hombros de Byakuya al sentir un profundo dolor que le hacía gemir en silencio. 

Él la miraba tan intensamente que (...) no podía apartar la vista aunque quisiera. Sabía que su rostro manifestaba cómo se sentía y ella no podía hacer nada para evitarlo. Le dolía horrores.

 ―Joder ―exclamó entre jadeos―. Joder, (...), estás muy tensa.

 La joven también dedujo que para él también le dolía. Su frente se había perlado con una capa de sudor, sus mejillas estaban sonrojadas y su respiración entrecortada.

 ―¿Te estoy haciendo daño?

 ―¡No! ―se apresuró a decir ella.

 ―(...), dímelo para que pueda hacer algo. No quiero hacerte daño ―dijo sosteniéndose sobre los brazos, quieto, esperando que ella respondiera.

 ―Me duele un poco ―admitió ella liberando el aire que había estado conteniendo.

 ―Lo he notado ―retrocedió lentamente, pero no llegó a salir del todo―. Y las heridas que tienen mis hombros son una clara prueba de ello. 

(...) se sonrojó avergonzada.

 ―Lo siento ―se disculpó.

 Byakuya sonrió para estupefacción de la chica.

 ―No lo sientas. Reserva los mordiscos y arañazos para cuando te folle de verdad. ―Byakuya sonrió al ver el asombro en el rostro de la chica por su vulgar vocabulario―. Vamos, (...). ―Se retiró lentamente y volvió a deslizarse hacía adentro―. No seas tímida. Estamos compartiendo el acto más íntimo que existe.

 (...) lo pensó y sintió así. 

Estaba compartiendo todo lo suyo con Byakuya y él con ella. Con algo de valentía elevó las caderas, deseando que se hundiera más profundamente en ella ya que el dolor había sido sustituido.

 ―Me estás provocando. ―Se apoyó sobre los codos y acercó su boca a la de ella. Retrocedió y volvió a hundirse un poco más al tiempo que sus caderas trazaban círculos―. ¿Te gusta?

 ―¡Sí! ―jadeó, y lo incitó a acelerar el ritmo con otro golpe de su pelvis.

 Byakuya en respuesta pegó sus labios a los de ella, tentándola con un breve lametón. No podía más, (...) quería atrapar sus labios pero Byakuya solo jugaba con ella.

 ―Despacio, (...) ―murmuró entrando en ella nuevamente con movimientos perfectos mientras le miraba con fuego. Un intenso fuego.

 Compartían un acto tan íntimo, estaba haciéndole el amor muy lentamente. Sólo sus jadeos irregulares interrumpían el silencio que les rodeaba. (...) se preguntaba por qué se había privado de conocer a otros hombres. Ahora entendía por qué el escandalo respecto a compartir la intimidad con alguien. Unos lo hacían por simple placer pero lo que (...) compartía con Byakuya era distinto. Era especial. Y eso era lo que quería.

 Sus músculos internos comenzaron a contraerse a su alrededor, sentía todas y cada una de sus entradas, que le hacían acercarse a algo... 

Byakuya se inclinó y besó su nariz, descendió muy despacio hasta sus labios. Le encantaba besarla de una forma intensa. Eso, obviamente, para dejar muy claro que era suya y de nadie más.

 ―Te estás tensando. ¿Vas a correrte?

 (...) asintió sin despegarse de sus labios sin sentir la menor vergüenza. La ansiosa dureza que entraba y salía de entre sus piernas le tenía demasiado distraída. 

Byakuya apartó su rostro de (...), sus manos se cerraron en puños mientras la penetraba de una forma menos controlada.

 (...) se agarró a sus hombros y sacudió su cabeza con desesperación. El dolor había desaparecido por completo. Lo había sustituido el placer. Placer que le proporcionaba ese hermoso hombre llamado Kuchiki Byakuya.

 Sus movimientos volvieron a ser controlados, firmes, más precisos y consistentes.

 ―(...), me has hecho el hombre más feliz ―le susurró al oído.

 Ella le clavó las uñas de nuevo. No podía evitarlo.

 ―¡Ah!

 Byakuya acercó su rostro a (...) y le besó suave, muy despacio. Pero ella estaba sedienta, y los frenéticos movimientos de su boca se lo demostraban al pelinegro.

 ―Despacio ―murmuró sonando desesperado; intentaba guiarla, besándola deliberadamente despacio.

 Poco a poco Byakuya descubrió por que la quería tan desesperadamente con él. Se había enamorado de ella cuando la presentaron ante él como su nueva teniente, aunque en segundo puesto después de Abarai. No había sido una presentación muy de su agrado, pero el que (...) tropezara y cayera encima suyo fue el detonante de su locura. 

La sensación de sentir sus pechos en sus manos había sido increíble. Sin embargo, nada se equiparaba al sentir el tacto de sus pechos desnudos contra sus manos.

 (...) intentaba relajarse, pero no podía. Sentía la urgente necesidad de liberarse. Llevó manos al cabello azabache de Byakuya, enredó sus dedos en él y tiró levemente al sentir la presión ahí donde el miembro de Byakuya hacía estragos en ella.

 Byakuya se apartó de su boca, volvió a apoyarse en los brazos y comenzó a penetrarla con más ansias.

 Con más desesperación. La joven (...) ya no controlaba sus gemidos. No le importaba que le escucharan. La cosa se ponía frenética, el sudor, los gemidos, la tensión y la manera en que ambos se agarraban.

 Byakuya tensó la mandíbula, (...) cerró sus dedos fuertemente en el cabello de él. Dos segundos después sintió como su mundo estalla con Byakuya dentro de ella. 

El miembro de Byakuya palpitaba en su interior, (...) disfrutaba de la agradable sensación de tener el peso de un hombre encima suyo. Ambos recuperaban la respiración muy despacio. 

Byakuya inhaló el olor de la piel de (...), deposito un tierno beso en la unión del cuello y hombro de ella. Sonrió interiormente al saber que había conseguido lo que más había buscado. 

―¿(...)?

 ―¿Qué sucede?

 ―Mañana nos casaremos ―dijo, más que preguntar era una clara afirmación de lo que sucedería al día siguiente.

 ―Claro, si es una orden de un dios noble lo haré. ―Él sonrió de lado mientras aún abrazaba a (...) con fuerza―. Seamos felices, Byakuya.


N/A:  ╮(─▽─)╭

Espero les haya gustado y no se preocupen si fue corto, habrá otra parte de este cap, ya se viene el de Tōshirō-chibi (♥ω♥*)No pierdan la esperanza de que actualizaré, lo juro por mi harén. 

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