Salvatore ➳The Vampire Diarie...

By lynmex

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❝A lo largo de mi vida he aprendido que no hay que prometer cosas que no vas a cumplir; porque lo único que l... More

Prólogo.
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By lynmex


"Después de todo, hasta la persona mas mala puede amar y ser amado con intensidad"


La puerta se abrió rompiendo el gélido silencio que permanecía en el lugar cuando la madera rechinó. Elena se asomó, mirando con cautela todo a su alrededor, deteniéndose en una de las escaleras que dividían al patio trasero del bosque.


Se quedó plantada en su lugar mientras el frio aire de la noche rozaba su piel expuesta, hasta que apretando los labios y tomando un suspiro dio la orden a sus pies de avanzar. Se detuvo en el inicio de las escaleras no muy convencida y se hincó para poder sentarse junto al vampiro, este no dijo nada, ni siquiera la miró, simplemente permaneció con la vista perdida entre los arboles del oscuro bosque mientras sostenía la botella casi vacía de bourbon y con la mano libre hacia un puño.


— ¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó mirando hacia donde el contrario veía.


—Ya sabes –la voz ronca le causo escalofríos–. Viendo las estrellas... oyendo al universo reírse de mí –soltó sarcástico interrumpiéndola cuando se percató de que iba a responder–. ¿Qué quieres, Elena?


—Nada –respondió bajo, sin atreverse a mirarlo–. Solo quise hacerte compañía.


Damon resopló antes de beber de la botella. —Vete, no te necesito.


—Nunca dije que me necesitaras –le golpeó con el hombro juguetonamente, intentando aliviar el pesado ambiente pero ante el gruñido del vampiro se quedó quieta–. Lo siento.


—Eres una pequeña bola de disculpas y problemas, ¿no es así? –dijo entre dientes–. Y aun así después de todo lo que dije estas aquí, Elena –la miró de reojo–. No deberías. Tú me odias.


Elena se abrazó a ella misma. —Yo no te odio.


—Una vez dijiste que era un bastardo impulsivo que se iba a quedar solo para toda la vida. Supongo que tenías razón.


—No seas tan duro contigo mismos –pidió.


Damon guardo silencio hasta que una suave risa salió de sus labios.


—Tu realmente no tienes remedio –negó con la cabeza, apretando más su puño–. ¿Por qué siquiera estás hablando conmigo después de todo el alboroto que cree? Fui un idiota.


—No lo sé, supongo que estás en lo cierto y realmente no tengo remedio.


Ambos guardaron silencio segundos después, disfrutando de la brisa helada. Elena no estaba muy segura de que decir a continuación, Stefan tenía razón cuando dijo que tratar con Damon en ese estado era un camino sin luz. Había transcurrido algunos días desde que tuvo que correr a la habitación donde estaba Dena para detener otra pelea en la que ambos hermanos estaban involucrados, al principio no había entendido con claridad que había pasado para que otra vez tuvieran un enfrentamiento, pero al mirar los muebles destrozados y oler el ligero aroma a podrido que permanecía en la habitación bastó para que sus bellos se erizaran en alerta. Fue cuando Damon le metió un puñetazo a Stefan gritando que se alejara de la cama que pudo ver el motivo de la disputa.


La imagen de Dena acostada en la cama tan tranquila con la piel gris y pequeñas grietas pintándola jamás se le iba a borrar de la cabeza, ni mucho menos el rostro devastado de Damon al acercarse a su hija. La casa había estado en un silencio sepulcral desde entonces y si no fuera porque ella ahora era la propietaria y tenía que permaneces ahí por seguridad, se hubiera ido desde el primer día.


Damon se había negado a mover el cuerpo de Dena a pesar de las quejas y súplicas de Stefan, siempre gritando que la pelinegra tenía que estar cómoda para cuando despertara, porque eso era un hecho. Dena iba a despertar. Stefan decía que aquello era imposible, sin embargo, después de hablar con Dena aquella ocasión en que la cuido, Elena albergaba una llamita de esperanza.


—Lena era su nombre –Damon murmuró sacándola de sus pensamientos.


— ¿Que?


—Lena. Así de llamaba la mujer a quien más he amado en esta vida –sonrió de lado, la mirada perdida en el bosque–. Y decidimos hacer una combinación de nuestros nombres para nombrar a nuestra hija. Dena nació una tarde en esta casa cuando, yo no estuve presente, en ese momento estaba con Stefan, era su cumpleaños y había prometido pasar todo el día con él –pausó para beber una vez más de la botella–. Cuando llegue al anochecer, Lena estaba a punto de morir y solo pudo entregarme a Dena con una de las sonrisas que siempre me daba solo a mí. Me hizo prometer que la cuidaría con mi vida.


Elena le tocó el brazo, dándole un apretón. —No tienes que hablar de esto si no quieres.


—Stefan y yo hicimos una promesa similar ese mismo día –continuó ignorando su petición–. Dena había nacido con la carga de un linaje especial en sus venas y me encargué de cuidarla de manos malvadas que lo único que querían era hacerle daño. Tuvo una buena infancia, por ella tuve que aprender muchas cosas de ser un padre, después de todo solo tenía quince años cuando nació –suspiro con nostalgia una sonrisa sincera apareciendo en sus labios–. Era la bolita de carne más hermosa que alguna vez mis ojos vieron, Elena. Era tierna, dulce e inocente. Le gustaba pasar tiempo conmigo jugando a cualquier cosa, siempre hacía travesuras y sacaba de quicio a Stefan, permanecía la mayor parte del tiempo en el jardín de esta casa cuidando las flores que Lena se había encargado de plantar con tanto esmero y no solo estas, si no las de la casa de mi padre y las que habían en el cementerio a un lado de la tumba de su madre.


Elena contuvo una exclamación cuando imágenes empezaron a aparecer en su cabeza; todas y cada una de ellas era de una niña de pelo negro, piel blanca, ojos azules y sonrisa inocente haciendo diferentes cosas; riendo, llorando, saltando, corriendo, en la bañera, a través de un espejo, arriba de un árbol y muchas más. Supo que Damon le estaba enseñando todo eso mediante el agarre que tenía sobre su brazo.


—Le molestaba que pasáramos tiempo con Katherine, siempre hacía lo imposible para que no estuviéramos con ella –alzó la vista al cielo–. Y el día que todo el caos de desató la deje sola en casa pensando que estaría bien mientras Stefan y yo íbamos por Katherine –lo vio apretar la mandíbula, como si se estuviera culpando de algo–. Esa noche pasó lo que más temía y las personas que la querían llegaron hasta ella. Rompí mis promesas, las dos que había hecho con propósito de protegerlas, las rompí y siempre voy a odiarme por eso –abrió su mano, revelando un pequeño collar con una piedra en el centro, la manera en que lo agarraba le decía a Elena que era importante–. Ella cambio desde ese momento, su sonrisa seguía estando ahí, pero permanecía ausente la mayor parte del tiempo. Los años fueron pasando, ella se convirtió en la muchacha más hermosa en la tierra, era un diamante en bruto para cualquiera, entonces cuando cumplió dieciocho me hizo convertirla y lo hice. Pasamos los siguientes años juntos, hasta que volví a joderla.


—Dena me contó un poco sobre eso –reveló ganándose una mirada incrédula de Damon–. Ella simplemente dijo que el veneno la estaba haciendo hablar y me contó un par de cosas.


—Por supuesto que lo hizo –graznó con sarcasmo.


Elena arrugó la nariz. —Dijo cosas que hasta ahora sigo sin comprender y actúo de una manera no habitual.


—Tenía veneno matándola lentamente.


—Te lo dije aquella ocasión, Damon –lo suelta lentamente, acomodándose en la escalera–. Cuando Deba asesinó a Rose se veía diferente, se veía asustada y realmente arrepentida.


Damon asintió sin mucho ánimo, regresando su atención al collar en su mano. — ¿Tú crees en lo que dijo?


Elena hizo una mueca. — ¿Sinceramente? Ella me asusta. Pero parece ser el tipo de persona que sabe lo que pasa y eso me asusta aún más –tembló ante la brisa helada–. Es especial, Damon, tú mismo lo dijiste. Tiene que despertar.


—Lo es, Elena. Va a despertar.













Sonrió hacia la camarera cuando esta se detuvo de nuevo frente a su mesa, dejando un vaso de cristal con bourbon en esta, iba a tomarlo pero se detuvo cuando la vio dejar una copa en forma ondulada de tulipán, el líquido era rosado y tenía una lima colocada en la boca de la copa junto con una pajilla.


Sus cejas se fruncieron al ver que la dejaba a un lado de su bourbon.


—Cariño, eso no es mío –habló con voz dulce, tratando de no ser grosera. La linda camarera le sonrió mostrando una hilera de dientes blancos.


—Lo sé, dulzura. Lo manda él hombre que está sentado en la barra –señaló con la cabeza hacia un lado–. Tal parece que no solo llamaste mi atención.


Su mirada azul siguió la dirección en que la mujer señalo, recorriendo toda la pista de baile hacia la barra casi por donde estaba el escenario, su piel picaba con anticipación mientras buscaba a quien amablemente le había invitado una bebida, hasta que sus ojos se detuvieron en una figura en particular.


Cabello rubio, piel blanca, nariz perfilada, labios finos y rosados, traje negro, sonrisa coqueta y ojos azul verdoso que le miraban intensa y atentamente.


¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!


— ¿El de traje excesivamente caro y ridículo? –preguntó volviendo la mirada a la camarera, ocultando su sonrisa muy a duras penas e ignorando los gritos en su cabeza.


La camarera asintió. —Sí, eres una joya, dulzura. Si yo te note ten por seguro que alguien como él lo hizo también.


Justo lo que quería, pensó de acuerdo con las voces.


—Bueno, supongo que gracias –murmuró amistosa.


La camarera volvió a sonreírle antes de alejarse de su mesa. —Diviértete, dulzura.


Miró el contenido del vaso que había pedido, descartándolo cuando el exquisito olor de su regalo llegó a sus fosas nasales. Agarró la copa, alzando la mirada hacia el hombre que la contemplaba desde lejos y que continuaba mirándola. Ella sonrió cortésmente alzando el vaso en forma de agradecimiento y bebió un trago del exquisito buen licor. Los diferentes ingredientes explotaron en su boca como si fuera dulce de azúcar, causando que un gemido saliera involuntario de su garganta y que cerrara los ojos cuando el alcohol quemó su garganta. Sabía que él todavía la seguía mirando, por lo que siguiendo las órdenes en su cabeza saca su lengua para lamer su labio, saboreando los restos de la bebida.


—Veo que te gusta –dio un pequeño salto en su lugar cuando la voz entro a sus oídos, sus ojos se abrieron de golpe viendo a la persona que no sintió cuando llegó hasta ella–. Lamento si te asuste


El asentó ingles era perfecto saliendo de la boca del hombre.


Alzó una ceja en su dirección. —No importa, aunque supongo que el mini infarto que casi tuve no es relevante –inquirió restándole importancia, pero conservando su tono juguetón, las repentinas ganas de jugar floreciendo desde lo más profundo de su mente–. Y contestando a tu comentario anterior, nunca había probado una bebida tan buena.


El rubio sonrió en aprobación. —El hurricane es famoso por aquí –pausó un momento–. ¿Puedo? –preguntó señalando el asiento frente a ella.


Siéntate, siéntate, siéntate.


—Oh, por supuesto, siéntate –hizo un ademan–. Gracias por el trago.


—No es nada, es la mejor bebida de la casa.


—Apuesto que lo es –bebió un trago más–. Puedo saber que tiene ron oscuro, zumo de limón, cereza marrasquino, naranja y, por supuesto, el hielo... Pero no sé qué es eso que hace a la bebida tan... –soltó un suspiro que pareció más un gemido–, excitante.


Cuando sus ojos vuelven a chocar con los del hombre sentado frente a ella, puede ver como estos están nublados por un deseo combinado con admiración.


—Jarabe de fruta de la pasión –dijo con una pequeña sonrisa.


—Jesús, con razón es tan buena –ladeó la cabeza.


—Solo muy pocas personas pueden mantenerse de pie después de beber el primer trago –Dena lo miró de manera retadora–. Y tú le has dado dos tragos lo que significa que o eres un lobo o un vampiro.


—O puedo tolerar muy bien el alcohol.


Una risa nació de los labios del hombre. —Lo dudo mucho. Me alegra que te haya gustado, ángel.


Sus cejas de dispararon hacia arriba ante el mote. —Parece que hoy todos tienden a llamarme por apodos.


—Bueno, no es mi culpa. Luces como un ángel.


Mitad esperanza, mitad agonía; ángel que ha cortado sus propias alas.


—Me han dicho muchas cosas a lo largo de mi vida, llamado de otras tanta más y he de decir que he vivido bastante tiempo –comentó, aceptando con esa confesión que no era precisamente una humana–. Pero ángel jamás entro en ese diccionario.


—Siempre hay una primera vez –lo vio inclinarse hacia atrás, en el respaldo del taburete–. Sin embargo, aunque me gustaría llamarte ángel toda la noche también me gustaría saber tu nombre.


Hizo un gesto como si estuviese pensando y considerando si decirle su nombre o no cuando sabía cuál iba a ser la respuesta. Si abría la boca eso iba a significar el inicio de muchas cosas, el inicio de su juego, el inicio de lo que tanto tiempo pospuso.


—Dena –ronroneó mirándolo directamente a los ojos–. Mi nombre es Dena Salvatore.













Katherine observó en completo silencio como el hombre frente a ella movió las manos por la ropa que vestía, haciendo una mueca al ver tan horrible estilo.


— ¿Quién se cree este sujeto? –habló con aquel excéntrico acento, provocando que la vampira se removiera incomoda–. ¿El rey de un safari? –tomó dos prendas volteando en su dirección y alzando los brazos–. De acuerdo, ¿malo o peor?


—Te queda mejor el negro –respondió contante. Lo último que se le habría pasado por la mente después de ser prácticamente secuestrada por el vampiro del que estaba huyendo, era dar su opinión sobre ropa. Demonios, ella estaba esperando morir, no hacer de asesora de moda.


—Gracias, amor –sonrío mostrando la hilera perfecta de dientes, quitándole el gancho a la ropa–. No pensé que alguien como tu tendría el buen sentido de la moda.


Katherine alzó una ceja. — ¿Disculpa?


—Hagamos un test –la ignoró deliberadamente, mirándola directamente a los ojos–. Sera divertido.


—Lo dudo –murmuró–. ¿Por qué no solo me matas y dejamos los juegos?


La señaló. —Eso, amor, no sería divertido –se rió entre dientes–. Aparte, no soy la única persona que quiere hacerlo, recuérdalo –dijo causando un escalofrió en su piel–. Pero eso no importa ahora, ¿Los Salvatores poseen la daga de ceniza de roble blanco?


Katherine dudó en contestar. —Sí –dijo finalmente dándose cuenta que no tenía caso mentir al respecto–. La utilizaron para neutralizar a Elijah –apretó los labios–. Está en el sótano de la casa, ahí lo tienen.


—En ese caso, se va a quedar justamente en dónde está –se colocó la chaqueta–. Lo último que necesito es resucitar a Elijah. Es un aguafiestas y con cierta mujer en el pueblo, nos va a arruinar todo.


La morena ladeó la cabeza, sintiendo sus manos temblar ligeramente así que las hizo en puños. —Recuerda que estas peleado con Jenna.


—Cierto –chasqueó la lengua–. La tía de Elena, por las mentiras sobre Isobel –la vampira asintió lentamente–. ¿Qué más?


—Eso es todo.


El rubio entrecerró los ojos, acercándose a ella y recargándose en la silla en la que estaba sentada. —Estas muy nerviosa –murmuró divertido.


—Por favor, solo...solo mátame, Klaus –pidió–. Te he dicho todo lo que sé.


—Creo que eso es lo que tú quieres creer, amor –la miró a los ojos–. ¿Qué cosa es lo que sabes? ¿Qué podrían estar ocultándome?


—No-no lo sé.


Klaus la tomó de la barbilla. —Dime –insistió utilizando la compulsión.


—Creen que pueden matarte –respondió instantáneamente.


Alzó una ceja, incrédulo. — ¿Con que?


—Tienen a una bruja que está canalizando mucho poder, es Bonnie.


Se separó de la silla. — ¿La mejor amiga? –Katherina asintió-. Sí que tienen altas expectativas en esa bruja, cuando lo único que puede matarme ya no existe. ¿Qué más?


—No sé nada mas –habló.


Klaus se quedó en silencio un momento, examinándola. — ¿Y de mi pequeña Salvatore? ¿Qué sabes de ella?


—Por si no lo recuerdas, no eres la única persona de quien estaba huyendo –bramó con voz amarga–. Lo último de mis planes al venir aquí era tomarme contigo y con ella.


—Es de esperarse –se encogió de hombros con burla–. Pero tú misma te lo buscaste.


Apretó los labios en una fina línea. —Gracias por recordármelo –gruñó–. Como sea, no sé nada sobre Dena aunque me hubiese gustado verla, pero claramente ella no tiene los mismos pensamientos que yo.


—Resígnate a la idea de que nunca te vio como una madre, amor, ya ha pasado casi un siglo y medio de eso.


—Solo mátame y terminemos con esto.


— ¿Y tenerte piedad? –negó con la cabeza al ver el claro dolor en la cara de la vampira–. Ya te lo dije, eso no es divertido. Te he buscado quinientos años, Katerina. Tú muerte va a durar al menos la mitad de eso y matarte yo solo es el último de mis planes –se giró sobre sus talones, caminando hasta la puerta–. Si me disculpas, voy a ponerle los ojos a mi doppelganger –rio ante sus propias palabras abriendo la puerta–. Y a buscar a mi pequeño ángel.















— ¡Hay estas! –Damon Salvatore exclamó al verlo cruzar la puerta–. Necesito que me pongas de chaperón en el baile.


Se detuvo un momento, mirando al hombre. Él era la réplica exacta de una de las mujeres a las que estaba buscando, con esos ojos tan azules y ese cabello negro.


—Lamento llegar tarde –se disculpó mirando a todos en la habitación y tratando de ocultar su acento.


Damon frunce el ceño cuando lo escucha, pero seguidamente niega con la cabeza. —Klaus hizo su primera movida, Alaric.


— ¿Si? –inquirió con falsa sorpresa y Stefan asintió en respuesta–. ¿Cuál es nuestro plan? ¿Lo encontramos y luego qué? ¿Quién es el arma secreta?


—Yo –Bonnie se levantó del sillón–. Yo soy el plan, Klaus no tiene ni idea de cuánto poder puedo canalizar. Si puedo encontrarlo, puedo matarlo.


Alaric alzó una ceja, incrédulo. —Eso, querida, será imposible –la interrumpió–. Él es el vampiro más grande y malo de la tierra.


Se aplaudió mentalmente por alagarse.


Bonnie se cruzó de brazos. —No me importa si es un original. Puedo matarlo, soy muy poderosa, yo sé que puedo.


Damon frunce el ceño al notar las palabras que decía con seguridad Bonnie. —Entonces si eres poderosa, ¿por qué no puedes curar a Dena? –pregunta.


¿Su ángel?


La morena lo mira con la ceja alzada. —Ella no merece ser curada, Damon. No después de lo que le hizo a Jeremy.


— ¡Es mi hija, Bonnie!


—Lo sé y lo siento. Pero se lo merece –un suspiro escapa de sus labios–. Aparte ella dijo que iba a despertar ¿no?


Alaric miró atento su discusión, la llamita de la curiosidad prendiéndose en su pecho. — ¿Dena? –inquirió–. ¿Qué le pasó?


Stefan se aclara la garganta, conteniendo el nudo que no le deja respirar. —La mordió un licántropo –murmuró–. No ha despertado en prácticamente un mes, y-y suponemos que está muerta.


—No, no suponemos Stefan –recalcó Damon–. Supones tú, yo confío en lo que ella me dijo, tiene que despertar.


Esto no se lo había dicho Katherine. Claramente él sabe que es casi imposible que Dena muriera, él estuvo ahí cuando por primera vez la mordió un licántropo. Y se quiere echar a reír en la cara de todos en ese mismo momento, pero se contuvo. No quería que lo descubrieran.


—Pienso igual que Damon –opinó–. Hay que ser optimistas –todos lo miraron y él se encogió de hombros, tenido la urgencia de verla. Y sabía que ella estaba en esa casa, lo sentía–. ¿Qué? Ella me agrada.


—No puedes estar hablando en serio –Stefan soltó antes de negar con la cabeza–. Hay que irnos.


Notó como Damon estuvo a punto de protestar, pero siguió a su hermano con pasos pesados hacia la entrada de la casa.


—Pon a Damon de chaperón –Bonnie le dijo cuándo paso por su lado, regalándole una sonrisa–. Y mantente alerta, Ric.


Él asintió viendo como la morena seguía a los hermanos, dejándolo solo en la casa. Olió el aire una vez sintió a todos lejos y dio media vuelta, caminando por el pasillo, guiándose por su instinto. Subió las escaleras y volvió a caminar por otro pasillo, deteniéndose frente a una puerta de madera. Giró la perilla, empujando la tabla hacia delante. Paseó la mirada por todo el lugar hecho un desastre, para finalmente, ver un menudo cuerpo acostado en la cama. Se acercó cauteloso, reprimiendo un gemido cuando vio la piel gris.


—Dena –murmuró tocando su mejilla fría, sintió un cosquilleo en la punta de sus dedos–. No esperaba verte así. Supongo que todavía vas a tardar en volver a tu estado normal –sonrío ligeramente–. Te extrañe mucho –dijo–. Espero verte de vuelta pronto, tenemos muchas cosas que hacer, muchas cosas. Ya sabes, tienes que estar en primera fila cuando pase la transformación.


Volvió a sonreír tontamente, pensando él lo hermosa que se veía a pesar de tener la piel gris. Para el, Dena siempre sería la mujer más hermosa en la tierra.


—Stefan es muy negativo –habló–. Piensa que en verdad estas muerta, pero yo sé que tú no puedes morir. Así que será mejor que no tardes tanto y cuando despiertes lo primero que hagas sea recompensarme por no haberme visto durante estos meses –se inclinó para depositar un beso en la frente de la vampiresa. 

 


Cerró los ojos un momento, cuando la inexplicable conexión que tenían hizo que sus bellos se erizaran y cuando los abrió, notó que algunas venas grises de su piel desaparecían lentamente. Sonrió grande.


—Tenemos una maldición que romper, Ángel.


Y nosotras a alguien a quien romper, amor mio.

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