Tu y yo corriendo en la mesa
Con espadas blancas hechas de papel,
Y una aventura por crecer.
Una palabra me sobra
Para saber que ya no quieres ser
La dama de mis sueños otra vez.
Esa voz me conquistó
Ese mirar me fulminó
Esos labios me amaron
Y ese amor se nos murió.
Ya no hay nada más
que hojas pasajeras entre nosotros dos
Ya no queda ni gota de amor,
No tengo nada más que saber ni entender.
Ahora veo el cielo brillar
Miles de estrellas sin igual
Porque tu tapabas las demás
Pero ahora que no estás, miles hay por pescar.
El amor se quedó sin tiempo
Y se chocó de frente contra la pared
Sin saber cómo ni porqué.
Se nos ahogó asfixiado
Por la rutina, dueña del control,
Y se fue de las manos, como el jabón.
Ese fue nuestro laberinto
Mareándonos sin perdición,
Una mirada perdida
Me guio para salir.
Pero tú aún estás ahí
Buscando una vela en la oscuridad
De los restos de nuestra amistad.
No te esfuerces por intentar estrecharnos así.
Déjame marchar ya
No puedo contener más la respiración
Por salir de este angustioso mar
No puedo esperar a vivir sin placer.
Mis ojos se cansan
De mirar siempre la misma ilusión
Y no hallar locura, sino razón.
Mis manos tiemblan,
A lo mejor un sentimiento se escapó
Por revivir un recuerdo sumergido
En tu alma de papel,
Deshecha con mis lágrimas.
Mis labios buscan,
Un corazón que no solo sepa besar,
Sino que también hable por amar.
Mi mente intenta,
Enviarte la última canción de soledad
Entre mis brazos, la noche oscura y fría.
27 de octubre de 2015