Asquerosamente adulta: la rei...

By LadyFuturistic

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A pesar de sus veintidós años, se sentía estùpidamente inmadura. Vivía en un apartamentucho pequeño y descuid... More

Prólogo
Capítulo 1: Presentaciones.
Capítulo 2: Buenos días, Round two.
Capítulo 3: Irrefrenable.
Capítulo 4: Buenas intenciones.
Capítulo 5: Morfina.
Capítulo 6: Todo a su... RITMO
Capítulo 7: Au revoir, mon amour.
Capítulo 8: el diablo ha entrado en la guarida, cambio.
Capítulo 9: Lágrimas y sonrisas acompañados por besos de azúcar y tallarines.
Capítulo 10: hundiendo la flota de las dudas.
Capítulo 11: doble entretenimiento
Capítulo 12: Loca, loca, loca
Capítulo 13: Gozilla sale de su madriguera.
Capítulo 14: desfase multicolor.
Capítulo 15: Sexo, gatos, cenas y familia (no todo junto, claro)
Capítulo 16: Júnior.
Capítulo 17: Entre tapas.
Capítulo 18: la familia Díaz Molyneux se reúne de nuevo.
Capítulo 19: salimos de Guatemala para entrar en Guatepeor.
Capítulo 20: I want your sex.
Capítulo 21: Día nuevo, trabajo nuevo.
Capítulo 22: 'Tonto a las tres' vs. Me.
Capítulo 23: Un nuevo miembro de la tribu Blanco.
Capítulo 24: Palomitas para el tercer grado.
Capítulo 26: Cuarenta minutos de drama.
Capítulo 27: ARTE (con mayúsculas) y folleteo (con minúsculas).
Capítulo 28: Invitado sorpresa.
Capítulo 29: Debilidad humana y churros para desayunar.
Capítulo 30: La vida con alioli se ve de otro color, todo el mundo lo sabe.
Capítulo 31: Hello, sister.
Capítulo 32: Tercer o cuarto grado.
Capítulo 33: Cenando con los perfectos Blanco.
Capítulo 34: Un cachas virtual y la última campanada.
Capítulo 35: Bota, bota y en tu culo explota.
Capítulo 36: Confesiones en un bar.
Capítulo 37: Ir o no ir, esa es la cuestión.
Capítulo 38: Banda y birrete.
Capítulo 39: Fiestuqui y una novela mala.
Capítulo 40: El abogado flamenco y las cartas sobre la mesa.
Capítulo 41: Día cero.
Capítulo 42: Pizza de secretos.
Capítulo 43: Vin Diesel me amenaza y, ¡ay! que me comen el pastelillo.
Capítulo 44: Ready para la gran noche (o no).
Capítulo 45: Curioso (sí, ya lo has dicho).

Capítulo 25: 'Callaos ya'.

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By LadyFuturistic

Acaban durmiendo en mi casa, las cinco apretujadas en mi cama, asándonos de calor, lo que unido a las cervecitas que bebimos anoche hacen que me despierte con un dolor de cabeza muy serio.

- Oh, joder...- murmuro al levantarme.

Dejo a las pipiolas dormir mientras voy a la cocina a preparar unas tortitas bien calóricas con sus siropes y sus natas montadas.

Las trato como a reinas.

Simon está tumbado frente al frigorífico, su sitio favorito, y tengo que apartarle con la pierna para poder sacar las cosas.

- Quita, granuja.

Me tomo un ibuprofeno y me pongo a mezclar los ingredientes mientras canturreo una canción inventada.

- Si te viera Álvaro meneando el culo así, te fornicaba aquí mismo.

Me giro con una sonrisa hacia Kim, que se sienta cómodamente en el suelo para acariciar a un desperezado Simon. Mi gatito ronronea de felicidad.

Ay, ojalá fuese gato.

Una a una, van apareciendo en la cocina, como si se guiaran por el delicioso olor de las tortitas recién hechas.

Desayunamos en el salón, sentadas sobre el parqué, con Simon rondando a nuestro alrededor como un buitre carroñero. Engullimos like a cerdas.

Qué delicia.

Hasta que suena el timbre de la puerta y tengo que ir hacia allá. Por suerte, no abro del todo, porque si no habría tenido problemas.

- ¿Qué coño haces tú aquí otra vez?- pregunto a mi adorable hermano.

- Ver si ya tienes mi dinero.

Consciente de que tengo los ojos de mis amigas clavados en la nuca, salgo al rellano, sujetando la puerta entreabierta a mi espalda.

- No te voy a pagar ni un solo duro, Gustave.

Sus labios se curvan en una sonrisa muy turbia.

- Ay, hermanita, deberías replantearte eso.- replica.

Le reviento.

- No me amenaces.

- Sólo digo que te denunciaré si no me das mi dinero.

- ¡No es tu puto dinero, Gustave!- exclamo finalmente, levantando los brazos.

Da un paso más hacia mí y retrocedo.

- Se te agotan los días, y cuando eso ocurra tendrás que contratar a un buen abogado, porque te sacaré más de lo que me debes.

- No os tengo miedo ni a ti y a le bichon.

Sonríe de nuevo.

Da miedo cuando hace eso.

- Le has reconocido.- dice, deslizando los dedos entre su cabello caoba.

- Cómo no, ahora vete.

Extiende la mano y toca mi mejilla sin borrar del rostro esa expresión que me da tantísimo repelús. Giro la cara con una mueca, apretando los párpados para que no se me escape alguna lágrima traicionera.

- Lárgate.- gruño antes de cerrar la puerta.

Una vez dentro, me apoyo en la pared y me dejo caer al suelo.

- Di, ¿estás bien?

Asiento con un cabeceo, pero sigo ahí sentada como una mendiga, mirando el infinito.

Creo que estoy jodida.

¿Cómo voy a solucionar esto?

- ¿Quién era, un ex despechado?

Ojalá.

Simon se enreda entre mis piernas y clava su ojazos en mí mientras desliza su cola peluda y suave por mi gemelo.

Acaricio su cabecita y ronronea.

Qué cosita tan preciosa, por dios.

- Es hora de contarlo...- murmuro, sólo para él, antes de levantarme del suelo y atraparle al vuelo (estoy en racha con las rimas).

Vuelvo a mi sitio (en el suelo, junto a la mesa), acomodando a mi cosita bonita sobre el regazo.

- Tengo algo que contaros.

- ¿Quién era ese tío?

E ahí la cuestión.

- Era mi hermano mayor, Gustave.- suelto, muy deprisa.

Menos la de Kira, que es mi mayor confidente, las caras de las chicas parecen un cuadro. Me miran fijamente con los ojos como platos y las bocas abiertas.

- ¡¿Desde cuándo tienes un hermano?!

¿Ha oído la palabra 'mayor'?

- Desde que... nací.

- ¡¿Y por qué no sabíamos nada?!- grita Kim, alzando los brazos como si clamara al cielo.

Rasco tras las orejas a Simon y se retuerce de gusto.

Qué envidia.

Ojalá fuese gato.

- Porque no tengo relación con él desde hace muchos años y no creí que volviera a tenerla.

Entonces, en un momento que me dan entre gritos, gruñidos y jadeos, les explico la triste historia de la huerfanita Diana abandonada por su hermano el mismo día de la muerte de sus padres.

Obviamente ya sabían lo de mis padres, pero había omitido a Gustave de la historia como quien no quiere la cosa, por lo que al saber lo que pasó no hacen otra cosa que mostrar su absoluta indignación con más gritos, gruñidos y jadeos mientras exclaman frases como '¡qué cabrón!' 'Dime dónde está que le reviento' o '¡joputa!' (ésta última se repite con mucha frecuencia).

Y eso que no les he contado la parte jugosa del asunto, el tema de la herencia de mis padres.

- ¿Y para qué ha venido ahora?

Para seguir siendo un capullo.

Suspiro un par de veces, apretando a mi gatito contra el pecho. No se queja (raro, por lo que supongo- llamadme loca- que entiende lo mal que me encuentro)

- Quiere dinero- digo demasiado rápido.

- Repite.

No quiero.

- Quiere dinero- responde Kira por mí-, ¿no?

Asiento con un cabeceo.

- ¿Qué dinero?

Buena pregunta.

Venga, coño, que no eres una niña de cuatro años, contesta como una persona adulta.

- Según él, le debo la mitad de la herencia de nuestros padres.

Vale, dicho así parece que tiene razón. Bueno, dicho así y olvidando toda la historia anterior, claro.

- ¡¿Te abandona como a un perro y te pide dinero?!

Ese primer grito de Tina desencadena de nuevo la guerra, y ni siquiera se cortan por mis protestas o los golpes del vecino de abajo.

Magnífico, al final llamarán a la poli.

- ¡Parad ya de gritar!- exclamo finalmente- Se acabó el tema.

- ¡¿Cómo que se acabó el tema?!

- ¡Nos puedes explicar qué vas a hacer!

Esto...

- Pues nada, no voy a darle un duro.

- ¿Seguro que puedes hacer eso?- pregunta Ana con cautela.

Seguro seguro... no

- Es lo que hay.- contesto finalmente.

Se quedan discutiendo en mi casa durante un rato más, dando ideas descabelladas como contratar a un matón para que le partan las piernas, reunir entre todas el dinero que me pide, darle mi coche chatarra como pago, que alguna de ellas le seduzcan para que se le olvide el tema... en fin, lo que viene a ser un desvarío absoluto.

Ni siquiera se callan cuando finalmente sube el vecino de abajo (señor de 80 años, muy muy amargado) y llama a la puerta dando bastonazos al grito de "callad ya, golfas".

Lo único que para su irrefrenable parloteo es recordadlas que tenemos que comer.

- ¡Dios mío, y si no hubiera aparecido hoy, ¿no nos hubieras contado nunca que tenías un hermano?!- exclama Tina con la boca llena de tallarines.

Me llevo las manos a las sienes y las masajeo.

Me están volviendo loca, joder.

- Creía que ya habíamos dejado atrás esta parte de la conversación.

- ¡Es que aún no me lo creo!

Me iría de aquí, pero es mi casa y son ellas las que me están molestando.

- Me estáis tocando mucho los huevos.- protesto, llevándome a la boca un buen trozo de cerdo agridulce.- Parad. Ya.

Sorprendentemente, sólo tengo que aguantar un par de gruñidos disconformes antes de que regrese el esperado silencio. Después de horas de gritos, golpes contra el suelo e histeria colectiva, esta calma es como un orgasmo.

Bueno, no.

Pero sí que da gusto.

¡Pero adónde he llegado! A comparar el silencio con el sexo... necesito echar un polvo, pero ya, esto no puede ser.

- ¿Salimos esta noche?- pregunto mientras siguen engullendo.

Kim alza su mirada asiática del plato y me fulmina.

- ¡Tú con el marrón que tienes y quieres irte de juega!

Para qué hablo.

- Joder, vale, sólo quería despejarme un rato, histérica.

Las dejo solas en el salón y me voy a la cocina fingiendo buscar agua de la nevera, cuando en realidad voy para dejarme caer en el suelo. Simon se tumba sobre mis piernas demasiado cómodamente.

- ¡Didi, ven, que sí que salimos!

Sonrió, cerrando los ojos un momento.

Ya lo sabía.

Termino de calzarme unos tacones negros estratosféricos y salgo pitando a por el coche para recoger a Kira, que vuelve a quejarse de que llego tarde, e ir directamente al Luxury, pues hemos quedado en que va a ser una noche "de tranquis". Ya veremos.

Según entro, tengo la sensación de vivir un dejavú de esos.

Kira va corriendo a nuestra mesa (como si alguien fuese a cogérnosla, con lo chungas que somos) mientras yo voy hacia la barra para hablar con Josua.

- ¡Hola, Jos!

Hace caso omiso a unas chicas que gritan que quieren ¡Ron con coca-cola! y viene hacia mí con esa sonrisa tan encantadora que tiene.

- Didi- me saluda, inclinándose sobre la barra para darme dos besos-, quería hablar contigo.

Uy uy, miedete.

- ¡Ron con coca-cola!

Doy un brinco por el desagradable grito y fulmino con una mirada a la petarda que nos mira con cara de malas pulgas.

- Ahora tengo mucho lío, pero en un rato voy a verte, ¿vale?

Asiento con un cabeceo y me voy donde ya todas las locas de mis amigas me esperan con una media sonrisita que me conozco muy bien.

- No, no estaba tonteando con él.- digo en cuanto llego.

- Ya que te tiras al camarero, podrías hacer que nos sirviera unas copas, vamos, digo yo.

Golpeo muy poco amablemente el brazo de Tina, que se echa a reír como una loca perturbada.

- Ahora vas tú a pedir, por imbécil.

- Vaaaaaale- gruñe, arrastrando a Kim-, vamos, chinita, acompáñame.

Aprieto los labios para reprimir una carcajada cuando salen dando saltitos hacia la barra.

- Putas locas...

- Chicas, os tengo que contar algo.

Me vuelvo hacia Ana, que hace un gesto para que Kira y yo nos inclinemos hacia ella, como si tuviéramos tres años y estuviéramos en el patio del recreo.

- He conocido a una chica... que me encanta- dice casi en un susurro que me cuesta entender-, bueno, ya la conocía, pero hemos estado viéndonos esta semana y...

- ¿Y por qué es un secreto?- pregunto en el mismo tono.

- Porque es Laura, la compañera de Tina.

Automáticamente, Kira y yo nos echamos hacia atrás en la silla.

Ostias.

- ¿Laura es lesbiana?- inquiere mi amiga con un asombro compartido.

- Y cómo es que vosotras...

Alzo la mano a mitad de frase. No, no sé para qué pregunto, no quiero saberlo.

- Vino a mi casa un día preguntando por Tina, ella no estaba y nos pusimos a hablar y...

- Para, para.

Vale que me parezca genial la orientación sexual de mi amiga, pero prefiero no conocer los detalles de sus encuentros.

- No se lo digáis a Tina, ella no sabe nada...

- ¡Ya traemos bebida, golfillas!

Nos callamos a la vez, disimulando de pena, pero Kim y Tina están tan centradas en que no se les caigan los cubatas al suelo que no prestan atención a nuestras caras de póker.

- Di, dice Josua que vayas un momento, que te tiene que contar nosequé.

Doy un trago a mi copa y voy hacia él, que me hace señas para que entre en la barra.

No puedo salir de esto ni en mi día libre.

- Échame una mano, anda.

Sí que te voy a echar una mano, pero...

¡¿Pero qué me pasa?!

Con un gruñido, me pongo a servir chupitos de tequila a un grupo de chicos que miran ojipláticos. No sé si están fumaos o han visto un fantasma.

- ¿Para eso querías que viniera, para hacer tu trabajo?- protesto, recogiendo el dinero de los raritos.

Les doy diez euros de vuelta, pero uno de ellos niega con la cabeza como los perritos esos tan graciosos que se ponían en los coches.

- Quédatelos.

- Gracias.- contesto con una sonrisa antes de volverme hacia Jos- Me voy a quedar con las propinas, que lo sepas.

Se ríe.

No es broma.

- ¿Me vas a contar lo que sea que querías decirme?

Lleno un par de vasos de tubo con una mezcla repugnante de whisky y lima que huele que echa para atrás. Pero el cliente siempre tiene la razón.

- El domingo pasado vino tu amiguito.

¿De qué estamos hablando?

- ¿Qué amiguito?- pregunto, estirándome para alcanzar una botella de ginebra a la espalda de Josua.

- El rubito del otro día.

- ¡¿Álvaro?!

Sujeto fuertemente la botella para que no se me caiga al suelo.

Pero qué cojones...

- ¿Y qué quería?

Le oigo reírse mientras me voy al otro lado de la barra a atender a dos chicas que parece se van a tirar de los pelos de la espera.

- Vino a amenazarme.

Giro la cabeza. Él sigue partiéndose.

- Repite.

- Me dijo que no me acercara a ti.- contesta.- Le dije que no había pasado nada entre nosotros y eso le calmó un poco, pero fue una situación realmente divertida.

Diver... ¡¿Divertida?!

- ¡¿Estás de coña?!


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