—Perro —pronuncia Carlos en mi dirección, haciendo énfasis de como pone su lengua en su paladar para entonar—. Entrénalo.
—Mejor dejemos descansar mi lengua por ahora —hago una mueca de cansancio antes de tirarme al sillón esperando que los ingenieros terminen de revisar el auto para mañana en las practicas—. ¿Donde esta Charles?
—En su habitación, dijo que tenía una llamada pendiente —asiento comprendido lo que me dice—. ¿Sabes donde esta Lando?
—Supongo que en su garaje. Dijo que estaría ocupado con el equipo —murmuro, fingiendo que nada pasa.
No pudimos venir juntos desde Monaco a Mexico. Le había pedido que por favor mantuviera distancia al menos en el ojo público porque la foto que él publicó hizo que las redes sociales tuviera el ojo en nosotros y aunque podía hacer como que nada pasaba y seguir junto a él, me aterraba la idea.
Siempre fui muy reservada, ¿lo recuerdan? nunca deje que otras personas alteraran mis emociones porque mantenía limites entre la sociedad, yo siendo famosa y mi vida personal.
—Supe que fue a la fiesta especial —me mira tirardose a mi lado, estamos algo cerca para escucharnos hablar por lo bajo—. Con Max no hiciste eso.
Me ruborizo al instante y bajo la cabeza, rodando los ojos.
—Lando es mi mejor amigo, quería que estuviera ahí. Fin —me pongo de pie esta vez, fingiendo demencia—. Ire a vee si Checo me da un sombrero y me enseña a bailar el payaso del rodeo.
—Suerte con eso, eres demasiado torpe —se burla y le saco el dedo antes de ir hasta el paddock y pasearme.
Puedo ver que varios pilotos están en actividades porque hoy es jueves de relaciones publicas. Así que me entrometo en algunas cosas y al final termino entre los dos Red Bull que están terminando de comer tacos.
—Para ti, pequeña Avery —Sergio Perez pasa un plato para mi y sonrio en agradecimiento—, supe que fuiste a un famoso restaurante de tacos en Londres y no te gustó.
—Nunca había venido pero supe desde el primer momento que no iba a terminar feliz —saludo con la mirada a Max quien tiene un taco en la boca y me imita—. Gracias, chequito.
—Suenas tan graciosa al decirlo.
Las palabras y actitud de Max son serias, distantes, como si le doliera que yo estuviera cerca y es comprensible porque fue mi novio durante dos años y medio y jamás lo invité al baile, pero no me afecta. Yo lo había decido por algo y me siento tan feliz de que no haya arruinado ese momento para mi, con su recuerdo.
Entre platicas, caminamos por el lugar y aunque Max trata de no dirigirse a mi, Checo me incluye siempre a la plática.
—Max, ¡No vas a ganar! —el grito a lo lejos hace que muchas personas miremos hacia arriba donde en una especie de zona para fans hay un hombre moreno y borracho—. ¡Checo eres un orgullo!
Muy a pesar que Max se ve como si no le importara yo lo miro enojada. Mi sangre hierve y se que lo mejor es ignorarlo, pero parece tan insistente en gritar.
Estoy apunto de gritar que se calle porque es inevitable en mi, pero el neerlandés me abraza por los hombros y me lleva lejos de ellos. Los miro por detrás de nuestros hombros, pero es Checo quien me toma de las mejillas para que deje de ver y me concentre en el camino.
—No vale la pena, ¿De acuerdo, niña? —la voz de padre del mexicano me relaja y me hacer reír—. Llévala con su hermano antes de que se regrese allá atrás.
Max asiente. Es gracioso verlos, porque parecen padre e hijo, aunque algunas veces parecen novios.
Caminamos de nuevo, pero esta vez solo Verstappen y yo. Es incomodo el silencio porque con Max siempre hablé, él jamás se callaba en mi órbita. Era menos de contacto físico.
—Llegamos, A —me suelta por fin y aunque me duele la manera tan grosera en que me habla no quiero decirle nada—. Hasta luego.
—Adiós, Maxie.
Me doy la vuelta dispuesta a entrar porque seguro Charles ya esta buscándome pero puedo escuchar como mi nombre sale de su boca y lo miro alzando las cejas para indicarle que me diga lo que me quiere decir.
—No siento que pueda superarte alguna vez, lo que hiciste me dolió —sostengo su mirada porque quiero saber porque decide decir aquellas cosas cuando se suponía que el ya estaba feliz sin mi—. Sé que Lando ahora tiene tu atención, pero... sabes que tu y yo siempre...
—tendremos una conexión. Lo sé —recalco poniendo los ojos en blanco—. Pero lo que tengo con Lando es diferente.
—¡Conmigo también lo fue!
—¿Y qué? Paso hace ya tanto, yo me obligue a superarlo, tu deberías de hacer lo mismo y dejarme seguir... Lando y yo estamos juntos —confieso por fin—. Tengo que ir a trabajar.
Me doy la vuelta finalizando la conversación.
—¿Qué crees que diga la gente de ti, Avery? Recuerda quien sale perdiendo siempre en la sociedad —amenaza, por lo que mis pasos se detienen y yo quiero gritarle que no me haga sentir insegura de algo que ya sé—. La gente jamás va a perdonarte que te metas con uno de mis mejores amigos.
—No te preocupes Max, ya no soy una niña que deja que todos los demás resuelvan sus problemas —canturreo con falsa alegría y sigo mi camino.
Lo que dijo ya lo sabía, y escucharlo en voz alta y por Max hizo que se sintiera como un block de cemento en mis hombros. Obvio que la gente opinara y obvio que la gente dirá mil y unas cosas.
Cuando regrese a redes supe que iba a irme tan mal porque de nuevo tengo esa sanción de ansiedad por leer lo que ellos dicen y trato de convencerme que no es real, pero cuando escucho leo sus comentarios de que es imposible que estemos juntos porque no soy su tipo me pone tan mal, pero cuando dicen que sería tan hipócrita por Max-Avery-Lando, la vida se siente tan lejana de mi, como si no mereciera ser feliz por mi pasado.
Charles y yo comemos en la noche juntos, pero estamos metidos en el hotel, apostando quien puede traducir las palabras de la televisión más rápido.
Voy perdiendo.
—¿Veras a Lando hoy? —su pregunta me hace mirarlo con confusión—. A... soy tu hermano, ¿Te gusta?
—¿Sí? —me rio de los nervios y bajo la cabeza embarrando mi papa en catsup—. Sí, creo que todos lo saben desde el baile.
—Me alegra saberlo por ti y no por otras personas —suspira aliviado—. Me pregunto que te habrá visto.
—Mi enorme culo, quizá —me burlo, alzando los hombros fingiendo inocencia—. Somos amigos, me conoce, yo lo conozco, es imposible que no me haya enamorado de alguien que me ha... querido desde siempre.
—Sí, eso todos lo sabían. Creo que hasta Max —hace una mueca de lastima—. No importa, ¿Sabes como arreglar lo que venga cuando la gente se entere?
Niego.
»Ignorándolos y vivir tu vida como desees. Siempre van a hablar, pero lo importante es no escucharlos.
—Lo intento —murmuró, esta vez comprendiendo sus palabras y quedándome pensando en ellas—. Sólo no quiero fallar de nuevo.
—Supongo que por lo que paso con Max quedaste con traumas. Pero no todos somos iguales y no puedes quedarte esperando en tu cuarto que no te hagan daño, sería casi imposible —no aguanto mas y me tiro a sus brazos—. Ve a verlo, creo que el quiere verte.
Salgo corriendo por el lugar, y cuando veo los taxis pido uno al Hilton. Cuando bajo y miro el enorme edificio, siento que estoy haciendo lo correcto.
Pero tan pronto veo a Lusina (o como sea que se llame) salir del elevador junto a Lando, siento que mi corazón no puede más.
—A... —me mira con miedo y desesperación.
—¡No! —grito llamando la atención de varias personas—. No.
No lloro. Sólo lo miro con el rabia.
Me doy la vuelta, entrando de nuevo al taxi importándome poco que los fans nos hayan visto. Y se que la guerra va a desatarse.
ain't shit - doja cat