Cautivo "KookV"

By Minminta95

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Dos reinos enemigos, uno es considerado un héroe, mientras que el otro, alguien frío, despiadado y manipulado... More

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Prólogo
I-1
I-2
I-3
I-4
I-5
I-6
I-7
I-9
I-10
I-11
I-12
I-13
Extra 1
Gambit
II-1
II-2
II-3
II-4
II-5

I-8

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By Minminta95

Esperaba ocupar un discreto lugar para esclavos, al margen; sin embargo, Kook se sorprendió al encontrarse sentado junto a TaeHyung, aunque con una fría distancia de nueve pulgadas interpuestas entre ellos y no en el medio de su regazo, como LuHan lo estaba con su amo enfrente.

TaeHyung se sentó conscientemente con elegancia. Iba vestido, como siempre, con severidad, aunque su ropa era muy fina, como correspondía a su rango. Sin joyas, salvo una fina diadema de oro en la frente que permanecía oculta debido a la caída de sus cabellos dorados. Cuando tomaron asiento, desabrochó la correa de Kook, la enrolló alrededor de la varilla guía, y luego la arrojó a uno de los asistentes, quien logró atraparla con solo un ligero movimiento de manos.

La mesa estaba desplegada. Al otro lado de TaeHyung se sentaba YoonGi, prueba manifiesta de su pequeño éxito. Al otro lado de Kook se ubicaba Jin Young. Posiblemente, otro triunfo de TaeHyung. El muchacho estaba separado del Consejero Seung Gi, quien se encontraba sentado en otro sitio, cerca del Regente; parecía como si no tuviera ningún amo cerca de él.

Se consideraba un enorme error de protocolo tener a Jin Young en la mesa principal, considerando lo sensibles que eran los Patranos. Pero Jin Young vestía decentemente y llevaba muy poca pintura. El único detalle vulgar de la mascota era un pendiente en la oreja izquierda: zafiros gemelos colgantes, casi rozando su hombro, demasiado pesados para su rostro juvenil. Por lo demás, podría haber sido confundido con un miembro de la nobleza. Ningún Patrano supondría que un niño sodomita se sentaba a la mesa junto con la realeza; YoonGi probablemente haría la misma suposición incorrecta que Kook había hecho, y creería que Jin Young era el hijo o el sobrino de alguien. A pesar del pendiente.

El niño, además, se sentaba con distinción. Su belleza de cerca era sorprendente. Como lo era su juventud. Su voz, cuando hablaba, no tenía quiebres. Tenía el claro tono aflautado de un cuchillo rozando contra el cristal, sin fisuras.

—No quiero sentarme a tu lado —dijo Jin Young—. Vete a la mierda.

Instintivamente, Kook miró a su alrededor para ver si alguien de la delegación Patrana le había oído, pero nadie lo había hecho. El primer plato de carne estaba siendo servido y la comida acaparaba la atención de todos. Jin Young había tomado su tenedor dorado de tres puntas, pero se había detenido antes de degustar el plato con el fin de hablar. El recelo que había mostrado ante Kook en el anfiteatro parecía que todavía estaba allí. Sus nudillos apretados alrededor del tenedor estaban blancos.

—Está bien —aclaró Kook, hablando con el chico tan suavemente como pudo—. No voy a hacerte daño.

Jin Young le devolvió la mirada. Sus enormes ojos azules estaban ribeteados como los de una puta, o los de un ciervo. En torno a ellos, la mesa era un fondo colorido de risas y murmullos, cortesanos concentrados en sus propias diversiones, sin prestarles ninguna atención.

—Bien —dijo Jin Young, y apuñaló el tenedor con saña contra el muslo de Kook debajo de la mesa.

Incluso a través de una capa de ropa, fue suficiente para hacerlo saltar y agarrar el tenedor instintivamente, al brotar tres gotas de sangre.

—Discúlpame un momento —pidió TaeHyung suavemente a YoonGi para girarse y encarar a Jin Young.

—Hice saltar a tú mascota —dijo Jin Young, con aire de suficiencia.

Sin sonar del todo disgustado, confirmó: —Sí, lo hiciste.

—Lo que sea que estén planeando, no va a funcionar.

—Creo que sí. Apostaste tu pendiente.

—Si gano, lo usarás —dijo Jin Young.

TaeHyung inmediatamente levantó su copa y se inclinó hacia Jin Young, haciendo un pequeño gesto para sellar la apuesta. Kook trató de sacudirse la extraña sensación de que estaban divirtiéndose.

Jin Young hizo señas a uno de los sirvientes para pedir un nuevo tenedor.

Sin un amo al que entretener, Jin Young estaba libre para aguijonear a Kook. Comenzó con una andanada de insultos y especulación explícita acerca de sus prácticas sexuales, todo lanzado en voz demasiado baja para que nadie más pudiera oírlo. Cuando finalmente vio que el akielense no mordía el anzuelo, volvió a sus comentarios sobre el amo de Kook.

—¿Crees que sentarte en la mesa principal junto a él significa algo? No lo hace. No te va a joder. Es frígido.

El cambio de tema fue casi un alivio. No importa lo crudo que el muchacho fuera, no había nada que pudiera especular sobre las preferencias de TaeHyung que Kook no hubiera oído ya decir, extensamente y en el lenguaje más vulgar, a los aburridos guardias del servicio interior.

—No creo que "pueda". Creo que no le funciona lo que tiene. Cuando era más joven, yo solía creer que se lo habían debido cortar. ¿Qué piensas? ¿Lo has visto?

¿Cuándo era más joven?

Kook dijo: —No se lo han cortado.

Los ojos de Jin Young se estrecharon.

Kook continuó: —¿Cuánto tiempo has sido mascota en esta Corte?

—Tres años —respondió con el tipo de tono que decía: No vas a durar aquí ni tres minutos.

Kook lo miró y deseó no haber preguntado. Si tenía la mente de un infante o no, físicamente Jin Young aún no había pasado de niño a adolescente. Todavía era impúber. Parecía más joven que cualquiera de las otras mascotas que Kook hubiera visto en esa Corte, todas las cuales habían pasado por lo menos la pubertad. Tres años.

La delegación Patrana permanecía ajena. Con YoonGi, TaeHyung hacía gala de su mejor comportamiento. Increíblemente, al parecer se había despojado de la malicia y lavado la boca con jabón. Hablaba inteligentemente sobre política y comercio; si de vez en cuando un poco de su agudeza destellaba, la exhibía con ingenio, sin mordacidad, solo lo suficiente como para demostrar: ¿Lo ves? Puedo dar más.

YoonGi manifestaba cada vez menos ganas de prestarle atención a alguien más. Era como ver a un hombre sonreír mientras se hundía en aguas profundas.

Por suerte, no duró mucho tiempo. Por un milagro de la moderación, solo hubo nueve platillos, servidos uno detrás de otro, y artísticamente dispuestos en vajilla enjoyada de diseños atractivos. Las mascotas no "prestaban servicios" en absoluto. Estaban sentadas, instaladas junto a sus dueños, algunas eran alimentadas de la mano de estos y un par de ellas incluso se proveían descaradamente a sí mismas, hurtando bocados selectos de sus amos de manera juguetona, como perros falderos mimados que aprendieron que cualquier cosa que hicieran, sus cariñosos dueños la encontrarían encantadora.

—Es una pena que no haya podido organizar nada para que examinen a los esclavos —dijo TaeHyung cuando empezaron a cubrir la mesa con los platos dulces.

—No es necesario. Vi a los esclavos del palacio de Akielos. No creo haberlos visto jamás de esa calidad, ni siquiera en Bazal. Además, confío tú gusto, por supuesto.

—Me alegro —dijo TaeHyung.

Kook era consciente de que, a su lado, Jin Young estaba escuchando atentamente.

—Estoy seguro de que mi tío estará de acuerdo con el intercambio si le presionan lo suficiente —ofreció TaeHyung.

—Si lo hace, te lo deberé a ti —aclaró YoonGi. Jin Young se levantó de la mesa.

Kook recorrió las nueve frías pulgadas en la primera oportunidad.

—¿Por qué haces esto? Tú fuiste el que me advirtió sobre Jin Young —dijo hablando en voz baja.

TaeHyung se quedó quieto; luego, deliberadamente se removió en su asiento y se inclinó, acercando sus labios a la oreja derecha de Kook.

—Creo que estoy fuera del alcance de sus estocadas, tiene brazos cortos. ¿O tal vez tratará de tirarme una ciruela azucarada? Es embarazoso. Si la esquivo golpeará a YoonGi.

Kook apretó los dientes.

—Sabes lo que quiero decir. Te escuchó. Va a tramar algo. ¿No puedes hacer algo al respecto?

—Estoy ocupado.

—Entonces déjame hacer algo a mí.

—¿Desangrarle? —preguntó TaeHyung.

Kook abrió la boca para responder, pero sus palabras fueron contenidas por el sorpresivo roce de los dedos del Heredero sobre sus labios, un pulgar acarició su mandíbula. Era el tipo de contacto ausente que cualquier amo en la mesa podría dar a su mascota. Pero en vista de la reacción de asombro que sacudió a los cortesanos sentados en la mesa, estaba claro que TaeHyung no hacía este tipo de cosas a menudo. O nunca.

—Mi mascota se sentía descuidada —se disculpó TaeHyung con YoonGi.

—¿Él es el cautivo que Jung-hyun te envió para entrenar? —consultó YoonGi con curiosidad—. ¿Es... seguro?

—Aparenta ser combativo, pero es realmente muy dócil y adorable —comentó TaeHyung—. Como un cachorrito.

—Un cachorrito —dijo YoonGi.

Para demostrarlo, TaeHyung tomó un dulce de nueces molidas y miel para luego ofrecérselo a Kook del mismo modo que lo había hecho en el anfiteatro, entre el pulgar y el índice.

—¿Un caramelo? —convidó TaeHyung.

En el prolongado instante que siguió, Kook consideró, explícitamente, la posibilidad de matarlo.

Sin embargo, lo tomó. Era empalagosamente dulce. No dejó que sus labios tocaran los dedos de TaeHyung. Un gran número de personas estaban observándoles. El príncipe enjuagó meticulosamente sus dedos en el tazón de oro destinado al lavado, cuando hubo terminado, y los secó con un pequeño cuadrado de seda.

YoonGi observó. En Patras, los esclavos alimentaban a sus amos, pelando frutas y sirviendo bebidas, y no al revés. Al igual que en Akielos. La conversación se recuperó tras la pausa y versó sobre asuntos triviales. En torno a ellos, las creaciones de azúcar con formas fantásticas, las confituras especiadas y los pasteles glaseados estaban siendo lentamente devorados.

Kook escudriño los alrededores buscando a Jin Young, pero el muchacho se había ido.

Durante la sosegada tregua tras el banquete y antes de los espectáculos, a Kook se le dio rienda suelta para vagar, por lo que aprovechó para emprender su búsqueda. TaeHyung estaba ocupado y, por primera vez, no tenía dos guardias continuamente sobre él. Podría haberse escapado. Podría haber caminado justo a través de las puertas del palacio y desde allí, a la ciudad cercana de Arles. Excepto que no podía irse de aquel sitio hasta que la embajada de YoonGi partiera con los esclavos; esa era, por supuesto, la única razón por la que andaba sin ninguna correa.

No hizo grandes progresos. Los guardias podrían haber desaparecido, pero la caricia de TaeHyung había atraído hacia Kook otro tipo de atención.

—Ya predije yo, cuando el Príncipe lo llevó a la arena, que sería muy popular —estaba diciendo Bada a la dama noble que la acompañaba—. Lo vi actuar en los jardines, pero fue casi un desperdicio de su talento, el Príncipe no le permitió adoptar un papel activo.

Los intentos de Kook para excusarse no tuvieron en ella impacto en absoluto.

—No, no nos dejes todavía. Aera desea conocerte —le indicó Bada. Ella continuó hablando con la dama que la acompañaba—. Por supuesto, la idea de que una de nosotras mantenga hombres es grotesca. Pero si se pudiera, ¿no crees que él y Aera harían una buena pareja? Ah. Aquí está. Les dejaremos un momento a solas —y ellas partieron.

—Yo soy Aera —declaró la mujer mascota. Su voz tenía un fuerte acento de Ver-Tan, la provincia oriental de Vask.

Kook recordó a alguien diciendo que a Bada le gustaban las mascotas que podrían barrer las competiciones en la arena. Aera era casi tan alta como Kook, con brazos desnudos y musculosos. Había algo ligeramente depredador en su mirada, en su ancha boca y en el arco de las cejas. Kook había asumido que las mascotas, al igual que los esclavos, serían sexualmente sumisas a sus amos, como se acostumbraba en Akielos. Sin embargo, él sólo podía hacer conjeturas sobre la relación entre Bada y esta mujer en la cama.

Ella comenzó diciendo: —Creo que un guerrero de Ver-Tan mataría fácilmente a un guerrero de Akielos.

—Creo que dependería del guerrero —expresó con cautela.

Ella pareció considerar su respuesta hasta encontrarla, finalmente, aceptable.

La mujer continuó: —Estamos esperando. LuHan actuará. Él es muy popular, está "de moda". Lo has tenido. —No esperó que él confirmara esa declaración—. ¿Qué piensas de él?

Bien instruido. La mente de Kook le proporcionó la respuesta, taimada, como una sugerencia murmurada al oído. Frunció el ceño y respondió: —Adecuado.

—Su contrato con Lord SeHun termina pronto. LuHan buscará un nuevo contrato, un mejor postor. Quiere riqueza, estatus. Es una tontería. Lord SeHun quizá ofrezca menos dinero, pero es bondadoso; y nunca pone a las mascotas en la arena. LuHan ha hecho muchos enemigos. Si lo ponen a luchar, alguien arrancará sus verdes ojos por "accidente".

Kook se estremeció en contra de su voluntad.

—¿Es por eso que él está persiguiendo la atención real? ¿Quiere al Príncipe para... —Intentó el vocabulario desconocido— ...ofertar por su contrato?

—¿El Príncipe? —dijo Aera, despectiva—. Todo el mundo sabe que el Príncipe no mantiene mascotas.

—¿Ninguna en absoluto? —dijo Kook.

Ella se explayó: —Tú —lo observó de arriba abajo—. Tal vez al Príncipe le gusten los hombres, no estos niños Verecianos pintados que chillan si se les pellizca —su tono sugería que ella aprobaba la preferencia por propia naturaleza.

—Jin Young —recordó Kook, ya que estaban hablando de chicos Verecianos pintados—. Estaba buscando a Jin Young. ¿Lo has visto?

Aera señaló: —Allá.

Al otro lado de la sala, este había reaparecido. Hablaba al oído de LuHan, que tenía que doblarse casi a la mitad para alcanzar el nivel del pequeño. Cuando terminó, Jin Young enfrentó a Kook.

—¿El Príncipe te envió? Llegas demasiado tarde —advirtió Jin Young.

¿Demasiado tarde para qué?, sería la réplica que hubiese hecho ante cualquier corte excepto esta.

—Si le has hecho daño a cualquiera de ellos...

—¿Qué harás? —estaba sonriendo—. No harás nada. No tienes tiempo. El Regente quiere verte. Me envió a avisarte. Deberías apresurarte. Estás haciéndolo esperar — Otra sonrisa—. Me envió hace siglos.

Kook lo miró fijamente.

—¿Y bien? Ve —dijo Jin Young.

Posiblemente fuera una mentira, pero él no podía arriesgarse a cometer una ofensa si no lo era. Así que allá fue.

No era mentira. El Regente lo había convocado; cuando llegó, despidió a todos los que le rodeaban, por lo que Kook se quedó solo junto a su silla, en un rincón de la antecámara tenuemente iluminada; era una audiencia privada.

A su alrededor, henchida de comida y vino, el ruido de la corte se sentía cordial y relajado. Kook le dedicó todas las cortesías que el protocolo exigía. El Regente habló.

—Supongo que un esclavo se excitará ante la perspectiva de saquear los tesoros de un Príncipe. ¿Has tomado a mi sobrino?

Kook permaneció muy quieto; trató de ni siquiera perturbar el aire al respirar.

—No, Alteza.

—Al contrario, tal vez.

—No.

—Sin embargo, comiste de su mano. La última vez que hablé contigo, deseabas que lo azotaran. ¿Cómo puedes explicar el cambio?

No te gustará mi réplica, TaeHyung le había advertido.

Kook contestó cuidadosamente.

—Estoy a su servicio. Tengo esa lección grabada en mi espalda.

El Regente lo miró fijamente durante un rato.

—Estoy casi desilusionado, si no más que eso. TaeHyung podría beneficiarse de una influencia estabilizadora, alguien cercano a él que cuidara sus mejores intereses de corazón. Un hombre de buen juicio podría ayudar a guiarlo sin ser dominado.

—¿Dominado? —dijo Kook.

—Mi sobrino es encantador, cuando lo desea. Su hermano era un verdadero líder que podía inspirar extraordinaria lealtad en sus hombres. TaeHyung posee una versión superficial de los dones de su hermano que utiliza para salirse con la suya. Si hay alguien que pueda tener a un hombre comiendo de su mano luego de haberlo mandado a azotar, ese es mi sobrino —concluyó el Regente—. ¿Dónde está tu lealtad?

Y Kook comprendió que no era una pregunta. Se le estaba dando una elección.

Quería desesperadamente atravesar el abismo que separaba a las dos facciones de la corte: del otro lado estaba este hombre que hacía tiempo se había ganado su respeto. Fue doloroso para él darse cuenta de que no estaba en su naturaleza hacerlo, no mientras TaeHyung estuviera actuando en su beneficio. Si es que TaeHyung estaba actuando en su beneficio... Aunque TaeHyung lo estuviera haciendo, tenía muy poco estómago para sacar partido del juego que se estaba jugando aquella noche. Y, aun así.

—Yo no soy el hombre que buscas —decidió—. No tengo influencia sobre él. No soy cercano a él. No siente ningún aprecio por Akielos o su gente.

El Regente le dio otra larga, considerada mirada.

—Eres honesto. Eso es agradable. En cuanto al resto, veremos. Eso es todo por ahora —concluyó el hombre mayor—. Ve y tráeme a mi sobrino. Prefiero que no esté a solas con YoonGi.

—Sí, Alteza.

No estaba seguro de por qué sentía como un alivio, pero así era.

Algunas pocas preguntas a los otros sirvientes y Kook averiguó que TaeHyung y YoonGi se habían retirado una vez más a uno de los balcones, huyendo del gentío sofocante del interior del palacio.

Al llegar a la terraza, Kook desaceleró. Podía oír el rumor de sus voces. Volvió a mirar hacia la atestada cámara de la corte; estaba fuera de la vista del Regente. Si TaeHyung y YoonGi estaban discutiendo el acuerdo comercial, sería mejor esperar un poco para darles todo el tiempo extra que pudieran necesitar.

—... dije a mis consejeros que estaba más allá de la edad de ser distraído por jóvenes hermosos —oyó decir a YoonGi y de pronto fue evidentemente claro que no se trataba de negociaciones comerciales.

Fue una sorpresa, pero pensándolo bien, había sucedido durante toda la velada. Que un hombre de la honorable reputación de YoonGi eligiera a TaeHyung como el objeto de sus afectos era difícil de digerir, pero quizás sintiera admiración por las víboras. Su curiosidad floreció. Ningún otro tema había generado mayores especulaciones que este entre cortesanos y miembros de la Guardia del Príncipe por igual. Kook se detuvo y escuchó.

—Y entonces te conocí —dijo YoonGi— y luego pasé una hora en tu compañía.

—Más de una hora —dijo TaeHyung—. Menos que un día. Creo que te distraes más fácilmente de lo que admites.

—¿Y tú... no?

Hubo una ligera pausa en el ritmo de su conversación.

—Tú... has estado escuchando los chismes.

—¿Es eso cierto, entonces?

—¿Qué no soy... cortejado con facilidad? No puede ser lo peor que hayas oído de mí.

—De lejos lo peor, desde mi punto de vista.

Fue dicho cálidamente, y se ganó un soplo de diversión insustancial por parte de TaeHyung.

La voz de YoonGi cambió, como si se hubieran acercado más.

—He oído muchos chismes acerca de ti, pero juzgo como me parece.

TaeHyung dijo, con la misma voz íntima: —¿Y cuál es el veredicto?

Kook dio un paso adelante con determinación.

Al oírlo, YoonGi se sobresaltó y se volvió en redondo; en Patras, los asuntos del corazón, o del cuerpo, eran generalmente privados. TaeHyung, elegantemente se reclinó contra la balaustrada sin reaccionar en absoluto, excepto para cambiar la mirada en dirección a su mascota. Realmente estaban de pie muy cerca el uno del otro. Sin embargo, no lo suficientemente cerca como para besarse.

—Alteza, su tío me ha enviado por usted —informó Kook.

—Una vez más —dijo YoonGi mientras una arruga aparecía en medio de su frente.

TaeHyung se separó.

—Es sobreprotector —explicó. El ceño fruncido desapareció cuando la mirada de YoonGi se volvió hacia TaeHyung. —Te has tomado tu tiempo —TaeHyung murmuró al pasar junto a Kook.

Se quedó solo con YoonGi. Se estaba tranquilo aquí en el balcón. Los sonidos de la corte sonaban apagados, como si fueran muy distantes. Más fuerte e íntimo era el murmullo de los insectos sobre la tierra de los jardines, y del lento balanceo de la vegetación. En cierto momento Kook recordó que supuestamente debía bajar la vista.

La atención de YoonGi estaba en otra parte.

—Es un premio —confesó YoonGi cálidamente—. Apuesto a que nunca pensaste que un príncipe podría estar celoso de un esclavo. En este momento me gustaría intercambiar lugares contigo en un instante.

No te das cuenta, pensó Kook. No sabes nada de él. Lo conoces de una sola noche.

—Creo que el espectáculo comenzará en breve —dijo Kook.

—Sí, por supuesto —dijo YoonGi, y siguieron a TaeHyung de regreso al salón.

Kook, en su vida, había sido requerido para presenciar muchos espectáculos. En Vere la palabra "espectáculo" había adquirido un nuevo significado. Cuando LuHan se adelantó con una larga vara entre sus manos, Kook se preparó para el tipo de exhibición que haría que la delegación Patrana se desmayara. En ese momento, LuHan acercó cada uno de los extremos del palo a la antorcha en el soporte de pared, y estos empezaron a arder.

Era una especie de danza del fuego en la que la vara era lanzada y vuelta a atrapar; donde las llamas, al agitarse y girarse, creaban formas sinuosas, círculos y patrones de movimiento. El cabello rojo de LuHan se combinaba con las tonalidades corales y anaranjadas de las antorchas y ayudaba a crear una estética atractiva. E incluso sin el movimiento hipnótico de la llama, el baile era seductor; parecía realizar sin esfuerzo movimientos de gran dificultad, haciendo lucir su físico sutilmente sensual.

Kook admitió que LuHan se estaba ganando su respeto. Aquella actuación requería tanto entrenamiento, disciplina y plasticidad que lo llegó a admirar. Era la primera vez que veía a las mascotas Verecianas mostrar otras habilidades aparte de exhibirse o trepar encima de alguien.

El ambiente era relajado. Kook volvió a ser enganchado a la correa y, muy posiblemente, estaba siendo usado como chaperón. TaeHyung se movía de manera cuidadosa, tratando de manejar al difícil pretendiente con gentileza. Kook observaba con cierto regocijo: el otro sufría debido a sus intrigas. A pesar de la vigilancia de Kook, el sirviente de YoonGi trajo un melocotón y un cuchillo, luego cortó una rebanada según instrucciones de su amo y se la ofreció a TaeHyung, quien la aceptó con suavidad. Cuando terminó el bocado, el sirviente sacó un retazo de tela de la manga y lo ofreció para que TaeHyung limpiara sus dedos inmaculados. La tela era de seda transparente, ribeteada en hilo de oro. TaeHyung la devolvió arrugada.

—Estoy disfrutando de la actuación —Kook no pudo resistirse a decir.

—El sirviente de YoonGi es mejor proveedor que tú —fue todo lo que acotó TaeHyung.

—No tengo mangas para llevar pañuelos dentro —añadió Kook—. Aunque no me importaría que me dieran un cuchillo.

—¿O un tenedor? — preguntó TaeHyung.

Un rumor de aplausos y una pequeña agitación impidieron que respondiera. La danza del fuego había terminado y algo estaba pasando en el otro extremo de la habitación.

Resistiéndose como un potro joven a las riendas, HoSeok estaba siendo arrastrado hacia adelante por un supervisor Vereciano.

Escuchó la voz aflautada de un muchacho.

—Dado que te gustan tanto, pensé que podríamos ver la actuación de uno de los esclavos de Akielos.

Era Jin Young, así que ese era el pequeño asunto del pendiente.

YoonGi sacudió la cabeza, concordando bastante.

—TaeHyung —comenzó—, fuiste estafado por el Rey de Akielos. Ese no puede ser un esclavo del palacio. No tiene la estampa en absoluto. Ni siquiera puede quedarse quieto. Creo que Jung-hyun solo vistió a sirvientes jóvenes y los envió. A pesar de que es bonito —dijo YoonGi. Y luego, con una voz un poco diferente—. Muy bonito.

Él era muy bonito. Era excepcional, incluso entre los esclavos escogidos para ser excepcionales, elegidos a dedo para estar al servicio de un príncipe. Excepto que se comportaba torpe y sin gracia, y no estaba mostrando ninguna señal de tener entrenamiento. Por fin se dejó caer de rodillas, pero parecía que estaba allí solo porque sus miembros se habían paralizado, con las manos apretadas como si tuviera calambres.

—Bonito o no, yo no puedo tomar dos docenas de esclavos no entrenados de vuelta conmigo a Bazal —dijo YoonGi.

Kook tomó a Jin Young por la muñeca.

—¿Qué has hecho?

—¡Suéltame! Yo no he hecho nada —dijo Jin Young. Se frotó la muñeca cuando Kook lo soltó mientras se dirigía a TaeHyung—. ¿Le dejas hablar con sus superiores de esa manera?

—No a sus superiores —dijo TaeHyung.

Jin Young se ruborizó ante eso. LuHan seguía dando vueltas perezosamente al palo de fuego. El parpadeo de las llamas arrojaba una luz anaranjada. El calor, cuando llegaba, era sorprendente. HoSeok se había puesto blanco, como si fuera a vomitar delante de todos.

—Detén eso —le dijo Kook a TaeHyung—. Es cruel. El chico sufrió quemaduras graves. Le teme al fuego.

—¿Quemado? —dijo YoonGi.

Jin Young añadió rápidamente:

—No quemado, marcado. Tiene las cicatrices en la pierna. Son feas.

YoonGi miraba a HoSeok, cuyos ojos estaban brillantes y mostraban una especie de extática desesperanza. Sabiendo lo que el esclavo creía estar enfrentando, resultaba difícil de entender que estuviera arrodillado, esperando.

YoonGi dijo: —Que se apague el fuego.

El repentino olor acre del humo ahogó los perfumes Verecianos. El fuego se había apagado. Convocado al frente, HoSeok consiguió una ligera mejor postración, y pareció calmarse, aun en presencia de TaeHyung, lo cual tuvo poco sentido hasta que Kook recordó que él consideraba que TaeHyung era "amable".

YoonGi le hizo varias preguntas a HoSeok, las cuales fueron respondidas por HoSeok en Patrano, tímidamente, pero mejorando. Después de eso, los dedos del embajador de alguna manera encontraron el camino para descansar por un momento, de forma protectora, sobre la cima de la cabeza del esclavo. Más tarde, el embajador solicitó que HoSeok se sentara a su lado durante las negociaciones comerciales.

Después de aquello, el muchacho besó los pies del Patrano, y a continuación, su tobillo; sus rizos rozaron el firme músculo de la pantorrilla de YoonGi.

Kook miró a TaeHyung, que se había limitado a dejar que todo aquello se desplegara ante él. Pudo apreciar a que se debía la transferencia de los afectos de YoonGi. Existía un superficial parecido entre el Príncipe y el esclavo. La piel blanca y el cabello refulgente de HoSeok era lo más parecido en la sala al dorado de TaeHyung y a su cutis marfileño. Pero HoSeok tenía algunas cosas que a TaeHyung le faltaban: vulnerabilidad, necesidad de cuidar, y un anhelo de ser dominado que era casi palpable. En TaeHyung sólo existía una frialdad aristocrática; pero si la dignidad del perfil de TaeHyung atraía al ojo, Kook tenía cicatrices en la espalda para demostrar que se podía admirar, pero no tocar.

—¡Tú planeaste esto! —dijo Jin Young, con voz baja como un siseo—. Querías que lo viera, ¡me has engañado! —en el mismo tono de voz en que un amante podría haber dicho: ¡Cómo pudiste! Excepto que había ira allí también. Y pesar.

—Tuviste una opción —dijo TaeHyung—. No tenías que mostrarme tus garras.

—Me has engañado —protestó Jin Young—. Le voy a decir...

—Díselo —cortó TaeHyung—. Todo lo que he hecho, y cómo me ayudaste. ¿Cómo crees que va a reaccionar? ¿Y si lo averiguamos? Vayamos juntos.

Jin Young dio al Príncipe una mirada calculadora, exasperadamente repleta de despecho.

—Oh, tú... suficiente —añadió TaeHyung—. Suficiente. Estás aprendiendo. No será tan fácil la próxima vez.

—Te lo prometo, no lo será —aseguró el niño venenosamente y se fue sin, notó Kook, dar al vencedor su pendiente.

Alimentada, saciada y entretenida, la corte se dispersó y el Consejo y el Regente se sentaron y comenzaron las negociaciones. Cuando este pidió vino, fue LuHan quien se lo sirvió. Y cuando terminó, el pelirrojo fue invitado a sentarse junto al Regente, lo que realizó de forma muy decorativa, con una expresión de complacencia en su rostro.

Kook tuvo que sonreír. Supuso que no podía culpar a LuHan por la ambición. Y no era un mal logro, para un chico de dieciocho años de edad. Había cortesanos en abundancia en la tierra natal de Kook que lo equipararían al logro de llenar la cama de un rey. Tanto más si se trataba de una situación que implicaba permanencia.

LuHan no fue el único que había conseguido lo que quería esa noche. TaeHyung había entregado todo lo que Kook le había pedido, con un esmerado moño de regalo. Todo ello en el espacio de un día. Si ponías todo lo demás a un lado, había que admirar su planificación y eficiencia.

Si no ponías el resto a un lado, recordabas que se trataba de TaeHyung; y que había mentido y engañado con el fin de llevar aquello a cabo; pensó en HoSeok, arrastrado a una noche de horrores, y lo que implicaba para un adulto el engañar y utilizar a un niño que, a pesar de que se lo tenía firmemente merecido, no tenía más que trece años.

—Ya está hecho —dijo TaeHyung llegando junto a él.

TaeHyung parecía, curiosamente, estar de buen ánimo. Apoyó el hombro casualmente contra la pared. Su voz no era exactamente cálida, pero tampoco era cortante como borde de hielo pulido.

—He dispuesto que YoonGi se reúna contigo más tarde para discutir el transporte de los esclavos. ¿Sabías que Jung-hyun nos los envió sin ningún supervisor de Akielos?

—Supuse que el embajador y tú tendrían otros planes —eso solo le brotó.

TaeHyung respondió: —No.

Kook se dio cuenta de que estaba presionando los límites del buen humor de TaeHyung. Por lo tanto, reconoció, no sin dificultad: —No sé por qué has hecho nada de esto, pero creo que serán bien tratados en Bazal. Gracias.

—Estás permanentemente asqueado con nosotros, ¿no es así? —observó TaeHyung. Y entonces, antes de que Kook pudiera hablar: —No respondas a esa pregunta. Algo te hizo sonreír antes. ¿Qué fue?

—No fue nada. LuHan —admitió Kook—. Finalmente encontró el patrocinio real que estaba buscando.

TaeHyung siguió su mirada. Con calma apreció la forma en la que LuHan se inclinaba para verter el vino, la manera en la que los dedos anulares del Regente se levantaron para trazar la línea de la mejilla de LuHan.

—No —dijo TaeHyung, sin mucho interés—. Eso solo lo hace para guardar las apariencias. Creo que no todas las prácticas de esta corte se ganarían la aprobación de la delegación de YoonGi.

—¿Qué quieres decir?

TaeHyung alejó la mirada del Regente y la volvió a Kook, sus ojos azules no mostraban la hostilidad habitual, ni arrogancia, ni desprecio, pero sí algo que Kook no podía entender en absoluto.

—Te advertí sobre Jin Young porque no es la mascota del consejero Seung Gi. ¿No has adivinado aún de quien es mascota? — preguntó TaeHyung, y luego continuó, cuando no hubo respuesta: —LuHan es demasiado viejo para interesar a mi tío.

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