Cuando vives a las afueras de Monaco las noches son tan tranquilas y silenciosas que se te hace difícil creer que esta en la misma área que Monte Carlo, dónde la ciudad esta en su máximo esplendor la mayoría de veces.
Más ahora que es vacaciones, fin de semana y los pilotos están disfrutando de las suyas.
Pero yo me siento totalmente tranquila bajo la luz de la luna en mi jardín, escuchando música de pop americano en mis auriculares, con mi imaginación a todo lo que da porque pienso que estoy viviendo cada canción.
—Que concentrada estas —uno de mis auriculares es quitado y puedo sentir el calor de Lando junto a mi. Es imposible no reconocerlo con su olor masculino, mezclado con suavizante de ropa y su irreconocible calor ameno—. Te brillan los ojos.
—¿En serio? —lo miro y siento que la luz de la luna no le hace justicia con lo hermoso que es, con sus ojos preciosos, su cabello bien peinado y su sonrisa grande.
—¿Te he dicho lo mucho que me gusta verte de verde? Me recuerdas a una hada... eres mi hada —se acuesta sobre su costado para mirarme desde lo alto, pues sostiene su cabeza con su mano.
Me paralizo cuando su otra mano va hasta mi rostro y me acaricia con las yemas de sus dedos de manera delicada y concentrada, como si tuviera miedo de romperme.
—Lan... a mi me encantas todo tú —esta vez, sus mano apretó mi mejilla haciendo que mis labios se hicieran de pescado.
—Ámame, Avery Leclerc —su voz suena un tanto lenta que me deja hipnotizada—. Ámame para siempre.
Siento la necesidad de cerrar el espacio. De que por fin pase, porque siento que no volveré a tener una oportunidad como esta.
Pero cuando uno piel con piel, se siente como si fuera un tacto lejano, frío y sin sensación. Pero me siento húmeda y no por el beso.
Abro los ojos y puedo encontrarme con la noche gris, donde algunas gotas caen sobre la piscina y otras sobre mis ropas.
Dios mío, me estoy volviendo loca.
—¡Avery Leclerc, entra a casa o vas a enfermarte! —mi madre grita desde la puerta corrediza de vidrio.
Corro sobre el jardín cuando la lluvia se intensifica y me rio porque mi ropa ya esta empapada y seguro parezco un perrito mojado.
»Date un baño, para que podamos cenar.
Durante el baño, pienso y pienso sobre el sueño. Me asusta un poco la sensación de amor que crece en mi porque hace que mi corazón salte de alegría. Pero me agrada la sensación que es extraña para mi.
Por la madrugada, estoy mirando una película de miedo junto a mi madre que ya esta dormida. No me estaba dando ni un poquito de miedo, pero cuando mi celular vibro me hizo saltar sobre mi asiento y refunfuñe cuando vi que algunas palomitas de maíz estaban esparcidas por el lugar.
—Hola, Lan ¿Qué haces llamándome a esta hora? —murmuro, porque mi madre esta acostada a mi lado.
—Es-estoy afuera —susurra y puedo fruncir el ceño porque su voz suena un poco torpe. Con cuidado, me acerco a la ventana y puedo verlo estacionado frente a la puerta—. ¿Vienes o me voy?
Me rio un poco porque sé que quiere sonar amenazador pero suena tierno.
Su Jolly azul es una pieza única, es bellísimo y aunque el azul no me gusta la pintura del auto me parece hermosa.
—¿Así que Landito salió de fiesta y no llevó a su mejor amiga? —bromeo, dándole un beso en la mejilla como saludo. Pero él parece no saber que decir—. ¿Qué te trajo hasta mi?
—Besé a una chica.
Ambos nos quedamos helados al decir eso.
No se que sentir. Obviamente que dentro de mi sistema estoy hirviendo de celos, pero también siento una especie de desilusión y muy muy en el fondo, siento que quiero llorar.
Llorar porque el chico que ha estado ocupando mis sueños besó a alguien más y que estoy segura, va a decirme que le encantó o se enamoró.
—¿Y-y qué tal? —murmuro apenas, porque el nudo en mi garganta aprieta demasiado.
No me mira y sus labios parecen sellados. Quiero que me diga algo, que rompa mas mi corazón, que me haga sentir que soy algo que nunca le paso por su mente como algo más que su amiga.
—Avery, ¿Por qué?
¿Por qué, qué, Lando? ¿Por qué la besaste? No lo é, quizá te gustó desde que la viste. La viste morena, bien peinada, con los ojos mas lindos y delgada.
—¿A qué te refieres?
—Porque siempre eliges a los chicos que te hacen mal, hay miles de posibilidades y sólo te fijas en los que van a romperte el corazón.
Oh... eso no me lo esperaba. Digo, no era el tema principal.
—Todos tienen un poco de malo en su corazón, Lan. Al principio todos son buenos pero luego, algo debe de hacerlos cambiar y esta bien —alzo mis hombros restándole importancia porque no se que decir—. ¿A quien besaste?
—Luisinha. No cambies la conversación —no se de quien habla, así que no me imagino su cara y tampoco me da tiempo porque parece mas afectado por el tema de mis malas elecciones en hombres—. ¿Entonces los chicos que elijas debes de ser malos?
—¿A qué viene todo esto, Lando? No es como que vea a alguien malo y diga que voy a enamorarme de ellos. Ya te lo dije, ¡todos tienen un poco de malo! —bramo, porque su actitud me esta empezando a frustrar. Más porque no me deja indagar en el otro tema— ¿La conozco?
—Probablemente la conozcas pronto. Yo siemprebhe sido bueno contigo, ¿es por eso que no puedes verme como algo más que tu amigo? —esta vez me mira y siento que mi corazón late mil veces mas de lo normal.
Mis palabras se acumulan en mi lengua, porque quiero decir tantas cosas.
—Lando, estas borracho —¿sólo eso? Maldita sea, Avery—. Esto no es algo que quiera discutir contigo estando así.
—Era la única manera en que iba a tener las agallas de poder hablar de esto —dice con ironía que me hace rodar los ojos—. Pero algo sucedió en el camino.
—¿Besarte a Lui-luisana?
—Lusianha —me corrige con una risa. Yo ruedo los ojos porque me estoy muriendo de celos—. No, me encontré a Max.
Mierda, eso no me lo esperaba.
—¿Y que dijo? —lo miro con sorpresa, esperando a que suelte todo. Me causa incertidumbre y de la mala.
—Nada que no supiera ya —su sarcasmo es evidente—. Que ustedes dos tienen una conexión inexplicable.
—Sí, algo así —acepto con un tanto de vergüenza porque no quiero tocar un nervio sensible.
—Pero que ya no te ama, que lo supo desde hace tanto.
¡Imbecil mi orgullo! Aunque, de una u otra forma se siente tan liberador.
»Y que aun así, no va a dejarte sola jamás, que siempre lo vas a tener y que él te tendrá a ti. Eso y que me caí.
Miro como se alza la camiseta verde y frunzo el ceño cuando veo un raspón en sus costillas. Parece doloroso, pero el tiene una sonrisa de triunfo en su rostro.
—Vamos a curarte y me cuentas como fue.
Durante diez minutos soy su enfermera, donde no hablamos nada mas pero tan pronto lo hago acostarse en mi cama, abre sus brazos en busca de mi calor.
—No —murmuro, fingiendo que es muy entretenido guardar las cosas del botiquín en su lugar.
—¿Por qué no? —habla como niño pequeño—. Estoy enfermo.
—Entonces háblale a Luisana.
—Luisinha. Pero no, yo solo quiero a mi hadita junto a mi —en ese preciso instante mis mejillas se ruborizan porque recuerdo el sueño y por inercia lo veo asustada—. Ven, abrázame.
—Voy a ponerme mi pijama y regreso.
—Ten, ponte mi camisa —hago un sonido gutural de que me siento atrapada en el mismo sueño de la tarde, pero no digo nada cuando me la pasa.
En la oscuridad de la noche me cambio y más cuando Lando se tapa de pies a cabeza, para darme privacidad. Me rio de eso pero al mismo tiempo estoy agradecida.
»Me encanta como se ve el verde en ti.
—Me encantas todo tú, Lando —bah, lo dije. Lo tenía que decir y tenía que hacerme fuerte.
Charlotte lo dijo. No importa si no le gustas a alguien, no es el fin del mundo. Aunque mi mundo se este yendo cada vez más al infierno.
No me dice nada, pero tira de mi para atraparme bajo su calor.
Es tan placentero verlo arriba de mi, abrazándome como si fuera un peluche que ama demasiado. Lando siempre me ha parecido alguien tierno y muy cariñoso, pero ahora, es como si lo demostrara en realidad y no porque esta bromeando a serlo.
—Te besaría ahora mismo.
—Hazlo con Luisana.
—Que es... ¿sabes qué? dile como quieras, no me importa —besa mi frente y muy peligrosamente peina con su dedo los cabellos que han quedado en mi frente, mirándome fijamente.
Ni siquiera se como es que estoy respirando si sus preciosos ojos me miran como si fuera lo mas hermoso que ha visto, con un brillo que me deja helada.
»Quiero besarte cada día de mi vida, Avery Leclerc. Pero quiero que nuestro primer beso sea especial porque te mereces lo mejor. Pero por hoy me conformo con hacer lo que tanto te gusta.
Mi corazón salta y mi estómago revolotea de amor cuando besa toda mi cara de manera estruendosa, haciéndome reír con fuerza y tomándolo del cuello para que pare.
Pero la posición se pone mas intima porque me tiene atrapada en su brazos y yo lo tengo mas cerca con mi agarre.
—Al diablo lo que pienses, Lando. Yo quiero besarte también, todo lo que reste de mi vida.
Sus labios suaves y carnosos hacen contacto con los míos, uniéndonos en un beso tímido pero lleno de amor. Se siente como si hubieran fuegos artificiales a nuestro al rededor y estuviéramos en una película.
Se siente como si estuviera en el mismo cielo.
Dios mio, he besado a Lando Norris y se siente malditamente bien saber que él lo desea tanto como yo porque me besa con tanta pasión y amor que me asusta saber que puede olvidarlo o hacer como que nunca pasó.
Pero no importa, porque me encanta la idea de que por una sola noche, Lando Norris, el piloto de formula uno y amigo de la familia, a sido mío.
—A... —susurra en mis labios. No quiero que se aleje pero necesitamos respirar—. Diablos, Avery, me estás matando.
"Shh" salen de mis labios, jugando con mi mirada entre sus labios y ojos.
No quiero que las palabras arruinen la ilusión, no quiero que Lando me de esperanza y que por la mañana me haga sufrir diciendo que no recuerda nada.
Sólo quiero besarlo esta noche, añorando que quede este lindo recuerdo intacto de una noche lluviosa de verano y a mi amor imposible sosteniéndome, uniendo nuestros mundos en uno sólo.
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