Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP...

By maridie98

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Alyson hará un cambio radical al regresar al instituto para vengarse de Matthew Hemmings, el popular y egocén... More

Booktrailer y fanarts
1. Introducción
2. Comienza el plan, ¿o no?
3. La maldita fiesta
4. La no tan maldita fiesta
5. Recuerdos fragmentados
6. Vuelo con destino al desastre
7. Fin de semana completo
8. Por una buena razón
9. Conociendo al sujeto
10. Rompiendo las reglas
11. Piensa en tu futuro
12. Olvido necesario
13. El partido
14. ¿Entendiendo?
15. Huída
16. Catarsis
17. Océanos en la mirada y cicatrices en el pecho
18. Friki
19. Lejos
20. Realidad difusa
21. Caja de recuerdos
22. Dolor ¿infundado?
23. De mal en peor
24. Límites
25. Inquebrantable
26. Desvanecimiento y otros exámenes
27. Desinterés forzado
28. Melodía celestial
29. Un Halloween especial
30. Algo no encaja
31. Sentir nos hace humanos
32. Dientes de león
34. Ensayo intensivo
35. Voces a juego
36. Caída
37. Jugando con fuego
38. Sinceridad ante todo
39. Problemas a la vuelta de la esquina
40. Sueños inmersivos
41. Las cartas sobre la mesa
42. Impotencia cristalina
43. Inefable
44. Propuesta
45. El baile
46. Convertida en azul
47. Extraños
48. Estrella fugaz
49. Revelación robada
50. Recuerdos al completo
Epílogo
Agradecimientos

33. Futbolín

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By maridie98

"La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras."

-François de La Rochefoucauld


Todo el camino hasta casa me lo he pasado temblando, sintiendo un frío inmenso en lo más profundo de mi ser imposible de calentar. Cuando llego corro a la cocina, cogiendo mi cajetilla de tabaco y encendiendo un cigarro, viendo como este se consume en mis dedos mientras le doy leves caladas, soltando el humo que poco a poco se mezcla en el ambiente. Leia me dedica una sonrisa mientras conecta el móvil al altavoz, cogiendo mis manos y obligándome a levantar mientras suena "Dying on the inside" de Nessa Barret. Río cuando empieza a cantar a pleno pulmón, saltando de un lado a otro y haciéndome girar debajo de su brazo. La imito, gritando también el estribillo de la canción. Y aunque la letra es triste, el ritmo te hace dar brincos, opacando el sentimiento de angustia.

—Gracias. —Sonrío sin voz cuando acaba la canción mientras me observa confundida —. No sé cómo lo consigues, pero siempre me haces olvidar lo malo.

Ella ahoga un grito antes de volver a fundirme en sus brazos. Su cuerpo tiembla ligeramente, y con mi cabeza apoyada en su pecho puedo escuchar como el corazón late rápidamente.

—Estaremos bien, Aly. Te lo prometo.

Se me cristalizan los ojos y tengo que morderme el labio con mucha fuerza para no llorar. La promesa ahora mismo me parece demasiado lejana y distante, pero trago con fuerza, intentando sonar determinada:

—¿Aunque me mientas? —Se separa ligeramente buscando mi mirada —. Con Matt, con Paul.

Suspira y suelta el agarre, caminando con torpeza hacia la mesa donde descansa mi cajeta de tabaco. Sus dedos temblorosos intentan encenderse el cigarro cigarrillo, dando golpes al mechero y presionándolo una y otra vez. Cuando por fin se lo enciende cierra los ojos, dando una larga calada.

—¿Qué te ha dicho Paul? —Su rostro es igual al de Matt, lleno de pánico.

—La cuestión no es qué me ha dicho Paul, si no que me intentáis ocultar todos...

—Alyson, no... —Hace una pausa mientras se sienta sosteniendo todavía el mechero, sin dejar de mirarme—. Lo de Paul era algo que prefería no decirte, me dolió demasiado como para hablar de ello.

—¿Más que lo de Matthew? Porque Leia, estuviste realmente mal.

Ella se pasa la mano por la cara, frustrada, y respira profundamente, como si mis preguntas la molestasen en lo más profundo de su ser. Gira el mechero entre sus dedos, mirando como el humo sale de su boca con lentitud.

—Mucho más cariño, por eso decidí guardármelo para mi.

—¿Y a qué juego se refería Paul?¿Qué te traes con el rubio?

La observo cuando no responde, impotente. Necesito estallar, y aunque no sea por el verdadero motivo (mis padres) sé que acabaré haciéndolo. Siento la necesidad de romper todo, de gritarla y exigirla la verdad, pero en vez de eso me encojo sobre mí misma, haciéndome pequeña.

—No sé de que me hablas, Paul es muy retorcido cuando quiere.

Ella evita mi mirada, sus ojos se desvían hacia la ventana, buscando escapatoria en la tenue luz de las farolas del exterior cuando su voz se quiebra.

—¿Entonces? —Frunzo el ceño, realmente todo mi entorno me empieza a sacar de quicio.

Leia duda, jugando con el mechero entre sus dedos. La llama se enciende y se apaga con cada clic, poniéndome más nerviosa y sabiendo que si sigue así acabará quedándose sin gas.

—Mira, Paul y yo... —Hace una larga pausa —Todo era muy bonito, créeme. Pero el no poder decirt... Decirle lo tuyo, ya sabes.... Todo se empezó a torcer y al no comprender la situación, cosa que tampoco le reprocho, preferimos ir cada uno por nuestro lado.

—Pues te sigue queriendo.

La simpleza de mi comentario parece golpearla más fuerte de lo me imaginaba. Sus ojos, antes esquivos, ahora me miran directamente, húmedos y brillantes. Traga saliva, intentando recomponerse antes de responder.

—Y yo a el, Aly. —Se le vuelve a quebrar la voz —Pero no entiende que cada persona necesita su tiempo y su cuidado, tiempo que a veces es demasiado prolongado...

—Y entonces llegó Matt.

Asiente con la cabeza dejando la colilla en el cenicero antes de pestañear lentamente y dejando que su mirada se pierda en un punto de la habitación.

—En verdad Matt siempre ha estado ahí, por eso todo es tan complicado.

Sus dedos temblorosos marcan un número en el teléfono, una acción que parece durar minutos antes de llevarse el móvil a la oreja.

—¿Os queda mucho? Tengo hambre. —En su tono se refleja el nerviosismo cuando las palabras salen de su boca, quebradas y llenas de pausas.

Escucho un ligero murmullo al otro lado de la línea, pero no atisbo a saber qué dice. Se me ha olvidado que Matt, Zack e Ian van a venir. Paul no había respondido a mensajes y llamadas, pero en este momento supongo que es mejor dejarlo así.


Cuando Matt entra a mi salón, seguido por Zack e Ian, carga una bolsa de plástico con varias bebidas y bolsas de snacks dentro, aparte lleva el estuche de la guitarra colgado de su hombro. Deposita todo en la encimera y me abraza, dejando que inhale sin reparo su querido aroma que tanto he extrañado. Me revuelve el pelo inundando mi mirada de azul.

—Hola friki —susurra en un hilo de voz, lo que me parte el alma.

—¿Todo bien?

Él asiente con la cabeza, mordiéndose el labio y mirando el bizcocho que reposa en la mesa grande mientras se quita la chaqueta, dejando al descubierto una camiseta de ACDC sin mangas y llena de agujeros.

—Necesito probar eso.

Pasamos la noche bebiendo, ellos alcohol, yo zumo, y jugando a las cartas. Hablan de un nuevo local que han abierto, un bar de dos plantas en el cual hay futbolín y máquinas recreativas, por lo que me convencen para ir con ellos al día siguiente.

Se acaban entre los tres el bizcocho, solo he probado una pequeña porción, pero ya ha sido más de lo que le ha tocado a Leia, la cual gimotea y se queja bajo los efectos del alcohol que la hacen comportarse de una manera un tanto infantil pero dulce.

—Canta. —Le pide mirando la guitarra y luego a Matt —. Canta —repite dando pequeños saltos cuando se levanta.

—¿Cuál quieres que cante?

—Dandelions —susurro, sabiendo que no hay otra mejor.

—¿La de Ruth B? —pregunta con los ojos cristalinos y asiento.

Cuando empieza a cantar, le resbalan lágrimas de los ojos y a mí también. Entono la letra con él cuando me los puedo imaginar bailando un paso doble por todo el salón, inundando el lugar con sus carcajadas y clavándose la mirada mutuamente.

Siempre aspiré a tener un amor tan puro y bonito como el suyo.

Mamá, papá, vuestra canción. Va por vosotros.

Observo a Matt desde el otro lado del bar, sentada en compañía de Leia, Ian y Zack, los cuales conversan mientras se quejan de la tardía del rubio,  señalando sus vasos vacíos y reprochándole a gritos mientras él les hace una peineta. Está apoyado en la barra, mirando al barman que atiende a otro grupo demasiado voluminoso y ruidoso para darse cuenta de la presencia de Matthew. Este suspira y se pasa la mano por el pelo, revolviéndoselo y cruzando la mirada conmigo. Cuando esto ocurre me guiña el ojo y me sonríe, pasándose la lengua por los labios, que se detienen a juguetear en el piercing que los adorna.

—Toma —dice Zack teniéndome uno de los vasos, a lo que le miro sin comprender, chasqueando la lengua—. Para que recojas la baba, que se te cae.

El grupo estalla en carcajadas al comentario de Zack, y siento cómo el calor me sube a las mejillas, tiñéndolas de un rosa pálido. Trato de esconder mi vergüenza con una sonrisa forzada.

—Eres imbécil, ¿sabías?

—Tampoco hay que ser adivino para saber que vosotros dos tenéis algo —prosigue esta vez Ian—. Lo que no entiendo es por qué no folláis ya.

Ian se inclina hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa y fijando su mirada intensa sobre mí. Intento ignorarles, mirando a Leia en busca de apoyo emocional en esta conversación que no quiero tener con nadie.

—Calla. —Le da un pequeño golpe Leia en el hombro antes de poner los ojos en blanco.

—Solo digo...

—¿Qué dices? —pregunta Matt, llegando con las bebidas y dejando mi vaso de Coca-Cola justo enfrente de mí.

Su voz suena cerca, y siento el calor de su presencia a mi lado. Levanto la mirada para responder cualquier estupidez que se me ocurra antes que los idiotas que me acompañan vuelvan a abrir la boca, pero antes de que pueda hablar Ian me interrumpe.

—Pues que Aly... Auch. —Se queja cuando Leia le vuelve a golpear, esta vez con más fuerza.

Matthew frunce el ceño y levanta una ceja, curioso. Si estuviéramos en una telenovela ese golpe habría pasado desapercibido para él, en medio de una tragicomedia con demasiado drama y giros argumentales predecibles.

—Que a Alyson se le da muy bien el billar, y que espera que los borrachos dejen de beber para jugar una partida.

—¿Si? —Me observa sorprendido a lo que asiento —. ¡Qué casualidad, porque a mí también se me da de miedo!

—Si lo que quieres decir es que me vas a ganar. —Me revuelvo en el sitio, tomando la pajita de mi vaso y dando un pequeño sorbo—. No te lo crees ni tú.

—¿Quieres apostar?

Me quedo pensativa por un momento, sopesando sus palabras. Una apuesta con Matt es algo que nunca me habría esperado. Quiero decir... Él era mi apuesta, y ahora estamos sentados en la misma mesa, perteneciendo al mismo grupo de amigos. Irónico, ¿no?

—Si ganas tú.... —Hace una pausa —. No es necesario que lo pienses ahora, haré lo que quieras y cuando quieras, te lo puedes reservar.

Arqueo una ceja, expectante.

—Pero si gano yo. —Se acerca a mi rostro, mordiéndose el labio —. Cantarás conmigo en el concurso de talentos.

La idea me toma por sorpresa, y por un instante me quedo sin habla. ¿Un concurso de talentos? No había pensado en ello desde que Zack me lo mencionó la última vez.

—¿Qué concurso?

—Vamos Alyson. —Bufa Zack—. Te hablamos de ello el otro día,  ¿acaso no escuchas?

Recuerdo que me hablaron de ello, pero ni siquiera le di importancia. Estaba más pendiente del peliverde y mi conversación con él.

—Que sí, que muy bien. ¿Aceptas o tienes miedo? —Matt me tiende la mano, desafiante.

Con una sonrisa decidida, estrecho su mano en un gesto de aceptación. Antes de que pueda retirar la mano, Matt la aprieta con fuerza, y su mirada intensa me desafía a hacer lo mismo. Es como si hubiera algo más en juego que una simple partida de billar o un concurso de talentos.

—Deberías tener miedo tú,  Hemmings. Porque voy a darte una paliza.

Suelta una ligera risa, acabándose su vaso y tirando de mí minutos más tarde hasta el billar, el cual se encuentra vacío,  esperándonos, con sus diez bolas dispuestas en forma de rombo justo en el centro.

El juego es sencillo. 9 bolas enumeradas del 1 al 9 y una bola blanca. El número 1 al principio, y el 9 justo en el centro, rodeado por las demás bolas. En cada turno el objetivo es golpear la bola de menor número para intentar meterla.

La bola blanca se coloca en cualquier parte del punto de salida y le cedo el turno a Matt, el cual debe de tocar primero la del número 1, dando así el comienzo del juego.

Después de una disputa bastante reñida,  acaba metiendo la bola 9, por lo que maldigo en voz baja, sacando la mala perdedora que llevo dentro.

—¿Cuándo quieres que comencemos los ensayos? —Sonríe con superioridad, regodeándose en la victoria.

—Vete a la mierda.

—Pero una apuesta es una apuesta.

—Que sí, que cantaré contigo en el estúpido concurso. —Suspiro poniendo un cigarro en mi boca.

Matt me observa con una sonrisa divertida, lo que me pone todavía de más mal humor. ¿Por qué había apostado con él si sabía que iba a perder?  Mientras tanto, Ian y Zack inician una discusión sobre quién pagará la próxima ronda de tragos, mientras Zack intenta convencer a Ian de que pague él.

—¿Por qué te dejas ganar? —pregunta Leia saliendo justo detrás de mí mientras me enciendo el cigarro.

—No me he dejado ganar.

—Vamos, he visto la partida y has jugado de pena a cómo deberías hacerlo.

—Bueno, supongo que la presencia de Matt me pone nerviosa y actúo erraticamente.

Ella sonríe,  poniendo su cabeza sobre mi hombro.

—Eres increíble Alyson. —Me mira profundamente.

—¿Ya estás borracha? —Ruedo los ojos y suspiro —¿Sabes? Mis pesadillas... Hace mucho que no te hablo de ellas.

Leía se queda en silencio por un momento, mirándome con atención antes de quitarme el cigarro de la boca para fumar ella. Sus rostro parece preocupado, pero me mira con curiosidad, esperando a que siga hablando.

—Yo... Matt. Sí, Matt. —Me paso la mano por los mechones rebeldes de mi pelo —. Siempre aparece en ellas, por alguna extraña razón me... ¿salva?

Río ante la locura que acabo de decir en voz alta. Ella tiene los ojos abiertos, al igual que la boca.

—¿Te gusta Matt? —Me rodea los hombros con su brazo —. Aunque no sé por qué pregunto, se te nota.

Achino los ojos mientras me devuelve el cigarro, besando mi frente. Una risa nerviosa escapa de mis labios, y mis mejillas se tiñen de un leve rubor. No puedo negar la verdad, pero tampoco estoy lista para admitirla abiertamente.

—Sólo quiero que estés bien, Aly, es mi único propósito.

—Lo estaremos, me lo prometiste.

Siempre que pudiera atesorar todos estos momentos conmigo, sé que estaré bien. Sobretodo si me sigue acompañando tú mirada, Matty.

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