Cautivo "KookV"

By Minminta95

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Dos reinos enemigos, uno es considerado un héroe, mientras que el otro, alguien frío, despiadado y manipulado... More

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I-1
I-2
I-3
I-4
I-5
I-6
I-7
I-8
I-9
I-10
I-11
I-12
I-13
Extra 1
Gambit
II-1
II-2
II-3
II-4
II-5

Prólogo

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By Minminta95


—Oímos que su príncipe—dijo Lady Chae-Won— tiene su propio harén. Estos esclavos complacerían a cualquier tradicionalista, pero además le he pedido a Jin Seok preparar algo especial, es un regalo personal del Rey para tu príncipe. Un diamante en bruto, por así decirlo.

—Su Majestad ya ha sido muy generoso— dijo el Consejero Kim Bum, Embajador de Vere.

Recorriendo la tribuna dónde se exhibían los esclavos. Habían cenado carnes especiadas envueltas en hojas de parra mientras el calor del mediodía era ventilado lejos de sus reclinatorios por atentos esclavos. Kim Bum se sintió generosamente dispuesto a admitir que aquel país de bárbaros tenía sus encantos. La comida era rústica, pero los esclavos eran impecables: perfectamente obedientes, entrenados para estar siempre atentos y anticiparse, nada parecido a las mimadas mascotas de la Corte de Vere.

La galería había sido decorada con dos docenas de esclavos en exhibición. Todos estaban desnudos o apenas vestidos con sedas transparentes. Alrededor de sus cuellos, los esclavos llevaban collares de oro decorados con rubíes y tanzanita y en sus muñecas puños del mismo material. Estos eran puramente ornamentales. Los esclavos se arrodillaron en una demostración de su sumisión voluntaria.

Eran un regalo del nuevo Rey de Akielos al regente de Vere. Un regalo muy generoso. El solo oro valía una pequeña fortuna, mientras que los esclavos eran, seguramente los mejores de Akielos. En privado, Kim Bum había reservado a uno de los esclavos del palacio para su uso personal, una recatada joven con una hermosa y esbelta cintura y profundos ojos oscuros.

Al llegar al otro extremo de la galería, Jin Seok, el guardián de los esclavos reales, se inclinó bruscamente, los talones de sus botas de cuero marrón uniéndose.

—Ah. Aquí estamos— dijo Lady Chae-Won, sonriendo.

Prosiguieron hacia una antesala, y los ojos de Kim Bum se ampliaron.

Atado y bajo fuerte custodia se encontraba un esclavo masculino distinto a cualquier otro que Kim Bum había visto.

Musculoso y físicamente imponente, no llevaba las cadenas de baratija que adornaban a los otros esclavos en la galería. Sus ataduras eran reales. Sus muñecas estaban amarradas detrás de su espalda y sus piernas y torso estaban atados con cuerdas gruesas. A pesar de esto, la fuerza de su cuerpo parecía apenas contenida. Sus ojos oscuros destellaron furiosamente encima de la mordaza, y si uno miraba atentamente, las cuerdas que contenían su torso y piernas se podían ver los verdugones rojos dónde había luchado con fuerza, contra sus ataduras.

El pulso de Kim Bum se aceleró, casi como una reacción de pánico. ¿Una joya en bruto? El esclavo era más bien como un animal salvaje, nada como los veinticuatro mansos gatitos que se alinearon a lo largo de la galería. El puro poder de su cuerpo apenas lo mantenía bajo control.

Kim Bum miró a Jin Seok, que se mantenía lejos, como si la presencia del esclavo le pusiera nervioso.

— ¿Todos los nuevos esclavos son atados? —Preguntó Kim Bum, tratando de recuperar su compostura.

—No, sólo él. Él, que es...—Jin Seok vaciló

— ¿Si?

—No está acostumbrado a ser manejado— dijo Jin Seok, con una mirada inquietante hacia Lady Chae-Won— No ha sido entrenado.

—Escuchamos que el Príncipe disfruta de los retos— dijo Lady Chae-Won.

Kim Bum trató de reprimir su reacción cuando volvió su mirada hacia el esclavo. Era dudoso que este regalo bárbaro fuera del interés del Príncipe, cuyos sentimientos hacia los habitantes salvajes de Akielos carecía de cordialidad, por no decir más.

— ¿Tiene un nombre? — preguntó Kim Bum.

—Su Príncipe, por supuesto es libre de darle el nombre que quiera— dijo Lady Chae-Won—Pero creo que complacería enormemente al Rey si lo llama Kook— sus ojos brillaron.

—Lady Chae-Won—dijo Jin Seok, aparentemente en protesta, aunque por supuesto era imposible.

Kim Bum los miró de uno a otro. Vio que esperaban que hiciera algún comentario.

—Sin duda es una elección interesante de nombre—dijo Kim Bum. De hecho, estaba consternado.

—El Rey cree que si—dijo Lady Chae-Won, estirando sus labios ligeramente.



•••



Mataron a su esclava Min-young con un rápido corte de una espada en su garganta. Era una esclava del Palacio, sin entrenamiento en el combate y tan dulcemente obediente que, si él hubiese ordenado esto, ella se habría arrodillado y habría expuesto su propia garganta para el golpe. No tuvo oportunidad de obedecer o resistirse. Se había doblado silenciosamente, sus extremidades pálidas se encontraban completamente inmóviles en el mármol blanco. Bajo ella, la sangre comenzó lentamente a extenderse sobre el suelo de mármol.

— ¡Arréstenlo! —dijo uno de los soldados que custodiaban la habitación, un hombre con cabello castaño y lacio.

Kook podría haberse dejado atrapar debido al desconcierto, pero fue en ese instante que dos de los soldados pusieron sus manos sobre Min-young y la mataron.

Al final del primer enfrentamiento, tres de los soltados estaban muertos y Kook se había hecho de una espada.

El resto de los hombres que lo enfrentaron vacilaron y retrocedieron.

— ¿Quién los envió? — dijo Kook.

El soldado de cabello lacio respondió: —El Rey.

— ¿Mi padre? — y él casi bajó su espada.

—Jung-hyun. Su padre ha muerto. Tómenlo.

La lucha era algo natural para Kook. Cuyas habilidades nacieron de la fuerza, la aptitud natural y la práctica implacable. Pero estos hombres habían sido enviados contra él por alguien que sabía todo esto muy bien, no fue mezquino en su juicio de cuántos soldados necesitaría para vencer a un hombre del calibre de Kook. Abrumado por el número, Kook sólo podía durar poco tiempo antes de que fuera tomado, sus brazos enroscados detrás de su espalda y con una espada en su garganta.

Ingenuamente, había esperado ser asesinado. En cambio, fue golpeado, retenido y cuando luchó, hizo una cantidad de daño gratificante para alguien que no tenía armas. Pero fue superado de nuevo.

—Sáquenlo de aquí— dijo el soldado de cabello lacio, limpiando con el dorso de su mano la delgada línea de sangre en su sien.

Fue arrojado a una celda. Su mente, que corrió a lo largo de líneas directas y sinceras, no podría entender lo que estaba pasando.

—Llévenme a ver a mi hermano— exigió y los soldados se rieron y uno lo pateó en el estómago.

—Tu hermano fue el que dio la orden— se burló uno de ellos.

—Estás mintiendo. Jung-hyun no es un traidor.

Pero la puerta de su celda se cerró de golpe y la duda se planteó en su cabeza por primera vez.

Había sido ingenuo, una pequeña voz comenzó a susurrarle, no lo había esperado, no lo había visto venir; o quizás se negado a verlo, no dando créditos a los oscuros rumores que parecían no respetar el honor con el que un hijo debería tratar los últimos días a un enfermo y agonizante padre.

Por la mañana vinieron por él, y entendió todo lo que había ocurrido, y deseando conocer a su captor con valentía y amargo orgullo, permitió que sus brazos fueran atados a su espalda, sometiéndose a un manejo brusco y moviéndolo hacia adelante cuando fue impulsado por un fuerte empujón de los hombres.

Cuando se dio cuenta a dónde estaba siendo llevado, comenzó a luchar de nuevo, violentamente.

La habitación estaba simplemente tallada en mármol blanco. El piso, también de mármol, inclinado ligeramente, terminando en un discreto túnel excavado.

Del techo colgaban un par de grilletes, a los cuales Kook, con fuerza se resistía, fue encadenado en contra de su voluntad, sus brazos puestos por encima de su cabeza.

Estos eran los baños de los esclavos.

Kook se sacudió contra las cadenas que lo apresaban. No se movieron. Sus muñecas ya estaban magulladas. En este lado del agua, una miscelánea de cojines y toallas estaban dispuestas en una caída atractiva. Frascos de cristal de colores y muchas formas, contenían una variedad de aceites, brillaban como joyas en medio de los cojines.

El agua estaba perfumada, cremosa y decorada con pétalos de rosa. Con todos los detalles.

Esto no podía estar sucediendo, Kook sintió una oleada en el pecho; furia, indignación y en algún lugar enterrado debajo de éstas una nueva emoción que se retorcía y agitaba en su vientre.

Uno de los soldados lo inmovilizó con una técnica experta por detrás. Y el otro soldado empezó a desnudarlo.

Su ropa fue sacada rápidamente. Sus sandalias fueron cortadas de sus pies. Sentía como sus mejillas ardían de la humillación, Kook permanecía encadenado, desnudo, el calor húmedo de los baños acurrucándose contra su piel.

Los soldados se retiraron hacia el arco, donde una figura los despidió, su hermoso rostro cincelado, y familiar.

Era Jin Seok, el Guardián de los esclavos reales. Su prestigiosa posición le había sido otorgada por el Rey Hyun. Kook fue golpeado por una ola de ira tan poderosa que casi le robó la visión. Cuando volvió en sí, vio la forma en que Jin Seok lo estaba observando.

—No te atreverías a ponerme una mano encima— dijo Kook.

—Tengo órdenes—dijo Jin Seok, aunque se estaba conteniendo.

—Te mataré—dijo Kook.

—Mejor a una... a una mujer—dijo Jin Seok, retrocediendo y susurrando en el oído de uno de los soldados, que se inclinó y salió de la habitación.

Una esclava entró unos minutos más tarde. Muy bien seleccionada, ya que coincidía con todo lo que se sabía de los gustos de Kook. Su piel era tan blanca como el mármol de los baños, y su cabello rubio que fue alzado, exponiendo el elegante collar de su garganta. Sus pechos estaban llenos e hinchados por debajo de la malla; sus pezones rosados estaban apenas visibles.

Kook la vio acercarse con la misma cautela con la que seguía los movimientos de un oponente en el campo, aunque no le era extraño ser atendido por esclavos.

Su mano se elevó al broche en su hombro. Exponiendo la curva de un pecho, una esbelta cintura, la malla se deslizo hacia bajo de sus caderas y más abajo. Su ropa cayó al suelo. Entonces ella recogió un cuenco.

Desnuda, ella bañó su cuerpo, enjabonándolo y enjuagándolo, sin importarle que el agua se derramara contra su piel y salpicara sus redondos pechos. Finalmente le mojó y enjabonó su cabello, lavándolo minuciosamente, terminando en pararse de puntillas y volcando sobre su cabeza un cuenco pequeño con agua caliente.

Como un perro, se sacudió el agua. Miró a su alrededor buscando a Jin Seok, pero el Guardian de los esclavos parecía haber desaparecido.

La esclava tomó uno de los frascos de colores y vertió un poco de su aceite en su palma. Cubriendo sus manos, y comenzó a trabajar el material en su piel con movimientos metódicos, aplicándolo en todas partes. Sus ojos seguían estando abatidos, incluso cuando sus golpes lentos se ralentizaron y ella se movió contra él. Los dedos de Kook se clavaron en sus cadenas.

—Es suficiente—dijo Chae-Won, y la esclava se alejó de Kook, postrándose en el suelo de mármol mojado al instante.

Kook la miro desafiante, resistiendo la mirada calculadora de Chae-Won.

—Quiero ver a mi hermano—dijo Kook.

—Tú no tienes ningún hermano—dijo Chae-Won. —No tienes familia. No tienes nombre, rango o posición. A estas alturas, deberías saber gran parte de esto al menos.

— ¿Esperas que me someta a esto? Para ser dominado por... ¿quién? ¿Jin Seok? Arrancaría su garganta.

—Sí. Lo harías. Pero no vas a servir en el palacio.

— ¿Dónde? — dijo rotundamente.

Ella lo miró

— ¿Qué has hecho? — pregunto Kook.

—Nada—dijo ella— pero he elegido entre los dos hermanos.

En el pasado ellos habían hablado en sus habitaciones en el palacio; su mano había apretado su brazo.

Se veía como una pintura. Sus rizos se enrollaban perfectamente, y sus cejas lisas y altas, todas sus características clásicas estaban compuestas. Donde Jin Seok se había detenido, ella con sus sandalias delicadas se abrió camino con paso tranquilo y seguro en todo el mármol húmedo hacia él.

— ¿Por qué me mantienen vivo? —dijo él—¿Qué necesidad satisface esto? Esto es lo sufriente ingenioso, a excepción de eso. —Dijo entendiendo mal sus palabras deliberadamente.

— ¿El amor de un hermano? No lo conoces en absoluto, lo que es una muerte en verdad, fácil pero rápida. Se supone que siempre ha sido en tu contra, que la única vez que venciera fue la única que le importara.

Kook sintió su cara cambiando de forma.

— ¿Qué? — Ella le tocó la mandíbula, sin miedo. Sus dedos eran delgados, blancos e impecablemente elegantes.

—Ya veo por qué prefieres la piel pálida—dijo—La tuya oculta la contusión.

Después le colocaron un collar y muñequeras de oro, y pintaron su rostro.

No había ningún tabú en los Akielos con respecto a la desnudez masculina pero la pintura era la marca de un esclavo, y era mortificante. Él pensaba que no había mayor humillación que cuando fue arrojado al suelo delante de Jin Seok. Entonces vio la cara de Jin Seok y vio su expresión voraz.

—Te ves... —Jin Seok lo miró fijamente.

Los brazos de Kook fueron atados de nuevo a su espalda, y las nuevas ataduras habían restringido sus movimientos a poco más que una cojera. Ahora estaba tendido en el suelo a los pies de Jin Seok. Se preparó para levantarse sobre sus rodillas, pero se lo impidió el fuerte agarre de sus dos guardias.

—Si lo hiciste por una posición—dijo Kook, con su voz llena de odio—Eres un tonto. Nunca subirás. Él no puede confiar en ti. Ya has traicionado por ganar una vez.

El golpe volteó su cabeza hacia un lado. Kook pasó su lengua por el interior de su labio y probó su sangre.

—No te he dado permiso para hablar—dijo Jin Seok.

—Golpeas como un catamito alimentado por la leche—dijo Kook.

Jin Seok dio un paso hacia atrás, su rostro estaba blanco.

—Amordácenlo—dijo, y Kook luchaba otra vez, en vano, contra los guardias. Su mandíbula fue expertamente abierta y fue amordazado rápidamente con un pedazo de tela.

No podía hacer nada más que ruidos sordos, pero a través de la mordaza fulminó con mirada desafiante a Jin Seok.

—No lo entiendes todavía—dijo Jin Seok—pero lo harás. Llegarás a comprender que es cierto lo que dicen en el Palacio, en las tabernas y en las calles. Eres un esclavo. No eres digno de nada. El príncipe JungKook está muerto.








Esta historia contiene muchas escenas explícitas que puede ser incómodo para algunos, así que, les recomiendo no leerlo si son muy sensibles con respecto a la violencia, asesinato u otros temas fuertes. 

¿Qué opinan de esta historia los que lo leen por primera vez? 

A decir verdad, no verán un desarrollo romántico tan rápido, el desarrollo de los personajes principales, es lento pero necesario para la trama que es bastante compleja en algunos puntos. 

Si tienen alguna duda sobre las palabras pueden comentarlo y con gusto se los explico.

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