Efecto Mariposa ©

dayzaccardi

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"En el bosque hay un psicópata suelto, ¿tú te atreverías a convivir con él?" Jade Greco se adentra a un bosqu... Еще

ANTES DE LEER
DEDICATORIA
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EPÍLOGO
EXTRA 1
EXTRA 2
NOTA FINAL
AVISO SABROSO :)
ESPECIAL 1M
SECUELA Y AVISOS
🦋EM EN FÍSICO🦋

EXTRA 3

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dayzaccardi

Liam

Su boca choca con la mía, fuerte, insistente. El cuerpo de ella golpea el armario ante mi deseo y aprovecho la oportunidad para colar una mano por debajo de su remera y empezar a trazar caricias en la parte baja de su abdomen. Jade abre un poco su boca y mi respiración se mezcla con la suya mientras no soy consciente de lo tan apretada que la tengo contra esa madera.

—Van a oírnos —me regaña ella entre un jadeo.

—Que nos oigan.

Mi boca vuelve a atrapar la suya con cierta necesidad. Ella no se resiste, pero segundos después, vuelve a protestar:

—En veinte minutos tienes que salir al escenario. —Ni siquiera me parece extraño oírla tan agitada.

—Vale. Gracias por recordarlo.

La sujeto de la cintura con fuerza para levantarla, y sin pensarlo, la suelto en el pequeño sillón que está al lado del perchero repleto de diferentes combinaciones de prendas para el concierto de hoy.

Al notar que vuelve a intentar decirme algo, y que probablemente sea un insulto, la encierro debajo de mis brazos y comienzo a succionar su cuello en pequeños besos.

—Es muy arriesgado —me repite tomándome del rostro con sus dos manos, alejando mi boca de su cuello que ya está humedecido por mis labios.

Suspiro y abro mi boca:

—¿Qué es lo que te da tanto miedo? —le pregunto más dulce de lo que parece.

—Puede entrar alguien, Liam.

Me cuesta horrores no mirar sus labios hinchados por mi boca.

—¿Quieres que los invitemos? ¿Eso es?

—¿Qué? ¡No!

—Entonces no hay de qué temer.

—Sales en veinte minutos —me vuelve a repetir.

—No subestimes mis capacidades —deslizo una mano por debajo de sus bragas y descanso un dedo en uno de sus pezones para luego pellizcarlo como le encanta—. No lo hagas.

Jade suspira con aire de perdedora.

—Juegas sucio.

—Cerré la puerta del camarín antes de que entraras.

Ella voltea los ojos.

—Bien por ti.

—Nunca dejarás tu orgullo, ¿no?

—No.

—Entonces seré yo el que te hará dejarlo.

Mis manos empiezan a juguetear entre sus pechos y veo como Jade se obliga a no torcer el gesto. En otras ocasiones, le hubiera preguntado si podía ir más allá como lo hacíamos de costumbre, pero en esta ocasión lo que menos tenemos es tiempo para hablar.

Una ola de seguridad entra en mi cuerpo al ver que los ojos de ella brillan con cierto anhelo. Y la entiendo, claro que la entiendo, joder. Con esto de los conciertos y las giras no podemos tener mucho tiempo a solas.

Ella se merece más que eso.

Quito su sujetador a un lado como puedo y me hundo dentro de su enorme remera para empezar a besar la zona sensible que tanto placer conozco que le da. En cuanto mi lengua roza la punta de su botón, ella arquea su espalda hacia atrás en busca de más.

No está en mis planes quitarle la remera, no quiero que se sienta muy expuesta por si alguien toca la puerta o simplemente debe cambiarse apresurada. Bueno, no está en mis planes pero al parecer en los de ella sí, porque justo cuando me esfuerzo por levantar la mirada de sus pechos, ella se la quita, segura de sí misma, me tira hacia atrás para tener el control y se sienta a horcajadas sobre mi regazo.

—Ahora tienes diez minutos —es lo primero y lo último que dice.

—Demasiado para mi gusto.

Deposito las manos sobre los muslos desnudos de Jade, muy cerca del pequeño short deportivo que lleva puesto. Masajeo esa zona con toda la palma de mi mano sin dejar de mirarla ni un solo segundo, lento y al mismo tiempo fuerte, cada vez subiendo y acercándome más a aquel lugar tan deseado.

Escucho a Jade quejarse por lo bajo a culpa de la leve tortura que le estoy dando. Con una sonrisa juguetona, subo con mi mano hasta el punto exacto y deslizo mis dedos en círculos por arriba de la tela.

—Eres maldito.

Ya puedo sentir como mi pantalón comienza a apretarme. Estoy seguro que ella también lo siente cuando se arrima un poco más para arriba. Bajo la mirada hacia mí pantalón, le miró la boca, vuelvo a bajar la mirada y ya comienzo a entender que no aguantaré más viéndola sin saborearla por completo.

Estiro un brazo y le rodeo la nuca para acercarla a mi rostro. Sus pechos chocan contra mi remera, que por cierto, está estorbando demasiado. Jade y yo tenemos tanta conexión que no hace falta ni decirlo.
Me la quita sin que se lo pida y al sentir su piel rozando la mía, siento que exploto.

Muerdo su labio inferior y prometo no soltar esos labios nunca en mi vida.

La apreto más contra mí, mucho más, necesito tenerla más cerca, joder. Más.

—Liam… —suelta mi nombre aún pegada a mis labios.

Mierda.

Esta mujer me tiene jodidamente loco.

—En otras ocasiones hubiera preferido humedecer la zona de otra forma —le digo mirándole los labios con ansias—, ahora solo queda esto —sin apartar los ojos de ella, apreto más su short justo en su zona sensible y empiezo a masajear con ganas. Ella cierra los ojos intentando evitar un gemido—. Oh no, así no, Jade. Ahora me miras a los ojos. Teniendo tan poco tiempo prefiero asegurarme que lo disfrutes.

—¿Y tú cuando disfrutas? —gruñe entre mis labios, casi sin respiración.

—Yo disfruto viéndote a ti.

Jade abre los ojos, indefensa y se lanza hacia mí otra vez para besarme como loca mientras sigo estimulando su zona sobre encima de la tela. Sonríe y empieza a moverse sobre mí haciendo que mi amiguito quiera no, necesite salir ya.

—Quitalo, por favor —me suplica pegada a mi cuerpo refiriéndose al short.

Lo arranco. Claro que lo arranco. Lo lanzo hacia un costando, bajo su ropa interior y suspiro al ver que ella, a pesar de todo eso, se sienta devuelta encima de mi pecho.

Está hirviendo, maldita sea.

No puede hacerme esto.

Empujo su cuerpo hacia atrás, dejándola caer en el sofá. Veo sus ojos bajar a mi pantalón. No me doy cuenta cuando empieza a bajarme el cierre, pero segundos después, soy yo el que termina sacando el Jean por completo. Bueno, no solo el Jean. Sacando todo.

—Hazlo, ya —suplica la voz de mi chica. De un suspiro pesado, sonrío de lado y me voy para atrás, arrastrándome por su cuerpo—. ¿Qué… qué estás haciendo? —me termina preguntando, confundida.

Abro sus piernas y la miro con deseo.

—Déjame trabajar.

—Cariño, quedan solo unos minu…

Ella cierra la boca cuando mi lengua se encuentra con su sexo. Mientras que masajeo sus piernas con mis manos y ella se arquea poniendo los ojos en blanco, juego con mi lengua por doquier, ejerciendo presión, chupando, estimulándola demasiado. Soplo para que sienta un cambio de temperatura. Jade me dice algo que no logro escuchar y sigo con lo mio, humedeciendo todo para que acabe de la mejor forma posible.

Se escucha como ella jadea con mi nombre y eso hace que note que es el momento exacto para dar un paso más.

Me levanto, lento, miro su rostro que refleja vulnerabilidad y estiro mi brazo para cojer un preservativo del cajón que hay debajo del sofá.

Me lo coloco como puedo, cegado por el placer, y lo meto dentro de ella, despacio, centímetro por centímetro. Torturándola.

—Joder, Liam. Es…

—¿Te gusta?

Suspira.

—Sí, mierda. Claro que sí.

Gruño de lo bien que se desliza.

Al parecer hice bien mi trabajo.

La tomo de la cintura fuerte para posicionarla mejor y poder seguir metiendo más y más, cuando de pronto…

—¡Laiam! ¡Sales en cuatro minutos, capullo! ¡¿Puedes abrirme?! —la voz de Pill resuena en la habitación.

Aparto unos segundos los ojos de mi chica.

Miro la puerta.

Miro a Jade.

Jade me mira.

Yo la miro a ella.

Y…

—¡Me estoy cambiando! —miento—. ¡Ya abro, pesado!

Por suerte, nadie vuelve a responder, pero las tías que me vienen a maquillar y a dar retoques no dejan de tocar la puerta.

Jade respira hondo.

—Podemos… podemos dejarlo para luego… —dice entrecortada, aún sigue agitada y con mi miembro prácticamente dentro de ella.

—Que les den. No te dejaré así.

—Pero…

—Estás mojada, Jade, y eso me pone, me pone muchísimo —mascullo y la voz me sale más grave de lo normal—. Déjame llevarte más allá. Déjame hacértelo duro.

En cuanto asiente, indefensa la tomo con mucha fuerza de la cadera y lo hundo lo más que puedo, profundo, intenso. Ella gime y se me olvida por completo el hecho de que, probablemente, al otro lado de la habitación haya cincuenta personas esperando.

—Liam…

—Te he dicho que nunca subestimes mis capacidades —la vuelvo a cojer de la cintura y de un movimiento rápido, lo quito y la siento sobre mí—. Así irá mejor.

Ella se sienta sobre mi miembro, desesperada. Tanto que comienza a saltar insistente, sin parar, y una ola enorme de placer hace que mi cuerpo se caliente mucho más de lo normal, haciendo que así, termine con mis manos apretando sus pechos y mi lengua deslizándose por algún lado de su piel.

Me deslizo dentro de ella como un maldito hijo de puta, pero sin embargo, no dejo de pensar en que Jade está intentando bajar la voz e intentando no gritar tan fuerte para que nadie la escuche.

—Grita. Que te oigan, me la suda. Yo soy consciente de que eres mía. Solo mía, Jade. ¿Lo entiendes o te lo tengo que hacer más fuerte?

Grita.

Joder, claro que grita.

Y cuando la veo acostada, desnuda y con las piernas temblando, entiendo que sí, es verdad que hago realmente bien mi trabajo.

Aunque el de cantante quizás no tanto.

Jade

Nunca me di una ducha tan rápida en un camerín. De hecho, nunca lo había hecho en un camerín, tampoco nunca lo había hecho con cincuenta personas detrás de una puerta esperando a que mi novio de un puto concierto, ni mucho menos en diez minutos, pero lo hice.

Maldita sea.

Lo hice.

Cuando los gritos del público empiezan a oirse, comprendo que Liam ya debe estar por subir al escenario, por ende, ya puedo salir.

Abro la puerta del camerín y me lo choco.

—¡Aquí estás! ¡Te estuve buscando por todas partes! —Alex me zamarrea de los hombros y yo inserto una cara de confusión—. ¡Sí que tienes hormigas en el culo, eh!

—Estaba en el camarín con Liam —lo tranquilizo.

Pone una mueca.

—¿Estaban folland…?

Mi mano cubre su boca.

—¡¿Qué?! ¡No!

—¿Tuviste sexo en el camerín? ¡Oh sí, eso sí que es nuevo, cariño!

Piso su pie.

—¡Ya cállate!

—¡Con razón Liam tardó tanto en salir al escenario y se escuchaban ruidos raros!

—¡¿Quieres callarte?!

—¡Yo sabía que no podía tardar tanto tiempo en colocarse una sudadera! ¡Estaban teniendo su momento de cuarentones!

—No te soporto cuando te pones rollo pesadito.

Tapo mis oídos y me doy la vuelta, indignada.

—¡Oye! ¡¿A dónde vas?!

Suspiro.

—¿A ver el puto concierto de mi novio?

—Vale. Te acompaño.

Alex da unos cuantos pasos para acercarse a mí y ambos comenzamos a caminar hasta la zona Vip. Ya no me molesta que él esté prácticamente pegado siempre a donde yo vaya, desde pequeños es que somos como uña y mugre.

—¿Puedo preguntarte algo? —inquiere en el trayecto.

—¿Sí?

—Soy el mejor amigo más sexy y bueno que la vida te pudo dar, ¿no?

Paso una mano por mi cara y asiento, satisfecha.

Liam

Luego de comerme veinte regaños de Pill, sententa de la maquilladora y diez del vocalista, aquí estoy: a punto de salir al escenario luego de tener una de las mejores folladas del mes con mi futura esposa.

¿Qué puede salir mal?

Quizás te dice que no.

No me dirá que no.

Harías el papelón al frente de todo el mundo. Sería genial ver eso.

¡Genial para ti!

Porque sí, luego de unos meses, he tomado el valor de mi promesa: me voy a casar con esta chica. Pero antes me tiene que decir que sí al frente de un millón de personas y arriba de un escenario. Pequeño pero importante detalle, eh.

Super romanticón, ¿a que sí?

Estuve más de un año para decidir cuáles serían las palabras indicadas para pedirle a el amor de mi vida que se case conmigo. Y créanme que eran muchas, muchísimas opciones.

Primera opción:

Jade, haz sido una amiga, una hermana, una compañera, un todo para mí. ¿Te quieres casar conmigo?

¡¿Una hermana?!

Es mentira, si nos la queremos follar desde que la vimos.

Ja, es verdad, espera, ¡¿qué?!

¡Es mentira!

Segunda opción:

Jade Greco, alias Cosita, alias Jadecita, me encantaría que me cedieras el honor de ser mi esposa.

¿Cedieras? ¿Qué es eso? ¿Una palabra de cultos? Puaj. Siguiente.

Tercera opción:

Jade, quiero que te cases conmigo, quiero que digas que sí y quiero que mi anillo entre por tu dedo como mi pene entra por tu agujero.

¡Ya, basta! ¡No da risa, maldita conciencia!

Entonces, después de que mis pensamientos jugaran conmigo por unos largos meses, terminé escogiendo la opción más viable: cantarle una canción y pedirle matrimonio con un puto anillo dorado con una mariposita entallada, es decir: el anillo más hermoso que encontré en la joyería.

Mientras Jessy me acomoda la musculosa negra y Pill me retoca el cabello con las manos, vuelvo a la realidad. El público está gritando demasiado, y eso se traduce en: debo salir ya.

—¿Va todo bien, chico? —cuestiona Pill arqueando los labios para abajo.

—No lo sé —le confieso asomándome un poco por el telón. La gente parece notarlo cuando chilla tanto que comienzo a creer que cuerdas vocales van a explotar.

—Debes salir ya —me recuerda Jessy.

Suspiro.

—Ya, no lo sabía —ironizo—, solo que...

—¿Tienes miedo a que te diga que no?

Nah, nada más rompería mi ego.

—No va a suceder.

—¿No sabes la canción extra que te toca cantar?

Cada vez que hacía un concierto, terminaba cantando una canción de Chase Atlantic por pura tradición, y hoy tocaba Meddle About, una de mis nuevas adicciones musicales.

—La sé.

—¿Y entonces qué sucede? —inquiere ya algo cansado.

—No puedo creer que será mi esposa.

Pill y Jessy se miran procesando lo que acababa de decir y se sonríen, confidentes, con mucha conexión.

—Tú puedes, pesadito. Anda, ve a romper el escenario que tu gente te espera.

—Y ella también —dice Jess guiñeando un ojo.

Me acomodo mejor el micrófono en la oreja y avanzo.

Jade

Este es uno de los mejores conciertos que mi chico a dado en el universo. Adoro verlo haciendo lo que le gusta, realmente lo adoro. Y me emociona aún más cuando agregan luces, máquinas de fuego y humo de colores.

Alemania baila al ritmo de las canciones aunque estas no sean muy baileables. Río cada vez que veo como se menea hacia los lados aplaudiendo sin parar.

Liam tiene a miles de chicas hermosas para observar en la fila uno, pero sin embargo, sus ojos grises están siempre clavados en los míos.

Joder, amo a este chico.

—¡Siento mucho que no tengan el privilegio de ser mis novias, pero esta canción solo es para ella! —la mitad del público gruñe y la otra mitad chilla—. ¿Qué me miran así? No puedo cargar con tantas miradas tan intensas. Me van a ojear. Ahora, si me lo permiten...

Levanta un dedo, haciéndole una seña al DJ y él empieza a reproducir Meddle About. Me quedo hipnotizada cuando me empieza a señalar y una luz me alumbra de repente mientras él salta, corre y me canta desde el escenario.

Casi lloro de la emoción.

Él... me hace sentir especial.

Liam, extrañamente, termina la melodía pidiendo silencio al público, cosa que me preocupa bastante ya que nunca lo hace, y abre su boca:

—¿Les ha gustado? —dice agitado, de tanto saltar. El público le responde pidiéndole otra canción—. Pues justo les tenía una sorpresa, ¿saben? —me mira, se lame los labios y sonríe—. Es muy bonita, ¿a que sí? —Las chicas de mi  izquierda gritan que no y las fulmino con la mirada, pero no me deprimo ya que la otra gran parte de la gente alza la voz para decir que sí y una ola de seguridad crece por mi cuerpo—. Cosita bonita  —me llama—, ¿puedes subir al escenario?

Niego con la cabeza, tímida, justo cuando Alemania me carga en los brazos y me tira hacia Liam.

—¿Qué estás...? —intento decirle.

—Piensa bien tu respuesta que quiero ser tio en algún momento —me suelta como si nada.

Oh.

Lo que él no sabe es que no puedo ni pensar ya que ya estoy encima del escenario con mi novio al lado con el panoramana de un público, alborotado, gritando de todo.

Liam me toma de la mano fuerte, me da una vuelta y silba.

—¿Vieron que bonita es? —pregunta el pelinegro a la gente, presumiéndome.

Me sonrojo.

—¡Está buenísima! —suelta un rubio desde los asientos de atrás.

Mi novio aprieta la mandíbula y el público ríe.

—¡Solo yo puedo decir lo buena que está mi...! —Le piso el pie—. Lo siento, lo siento —se disculpa susurrando. El público ríe aún más—. En fin, disfruta de esto, cosita.

Pienso que me voy a morir allí mismo cuando Jessy, la asistente de Pill me tiende un micrófono. No tengo tiempo ni para insultar a Liam ya que, segundos más tarde, las notas de Middle of the night comienzan a sonar.

Él me rodea la cintura con las manos para darme seguridad y empieza a cantar las primeras oraciones para transmitirme la confianza perfecta, y que así, pueda acompañarlo sin problema.

Me suelto.

Me suelto cuando a él público parece gustarle nuestra canción y empieza a aplaudir.

Liam me toma de la mano y da un paso hacia adelante para bailar conmigo el estribillo como si nadie nos estuviera viendo.

¿Quién diría que un momento en el que estamos tan expuestos se puede volver tan intimo estando con la persona correcta?

No me concentro ni en pegarle a las notas porque en mi mente solo está él, él y él.

La música termina.

La gente chilla y justo antes de que comienzen a gritar «¡Beso! ¡Beso!» mi chico me toma de la nuca y me empuja hacia él para devorarme la boca al frente de todo el mundo.

No puedo ni respirar.

De hecho, no quiero hacerlo.

Pero él se separa primero.

Veo en sus ojos algo nuevo, brillo, miedo, pánico.

Y ocurre, simplemente ocurre.

—Eres lo mejor que me ha pasado —dice en mi oído para luego arrodillarse en el piso, sacar algo de su bolsillo y sonreír, temblando—. Dime que sí y te haré ser la chica más afortunada del puto universo.

El público grita.

Mis ojos se tornan cristalinos.

Su mano tiembla.

La mía también.

Pero no tengo ni que dudarlo.

Él es Liam, el chico que me ha hecho confiar en mí, él que ha estado cuando el mundo se me venía abajo, él que ha sido él mismo conmigo a pesar de todo y que, ahora, me está pidiendo matrimonio.

No puedo ni hablar. Las palabras están atascadas en mi garganta. Y te atascan aún más cuando veo que se trata de un anillo con una pequeña mariposa en su centro.

No puede ser más perfecto.

Asiento con la cabeza, emocionada como una niña pequeña, y él se pone a llorar mientras se tira hacia mí, para abrazarme con fuerza, olvidándose por completo de colocarme el anillo.

—Joder, Jade, joder —me susurra mientras sus lágrimas humedecen mi cuello.

—¿Estás llorando? —le pregunto, llorando también.

Se seca los ojos, rapidísimo.

—¿Yo? ¿Llorar? —me mira intentando retener las lagrimas en sus ojos, pero no lo consigue. Llora y llora fuerte, admirándome—. Vale, sí, estoy llorando, maldita sea —dice con mucha dulzura.

—Cariño, ¿por qué llor...?

Se seca una vez más los ojos y mientras el público intenta hacer silencio para escuchar lo que está sucediendo, él me dice:

—Solo... —lame sus labios— No puedo creer que vas a hacer mi esposa.

Y antes de que le pueda decir algo, vuelve a estampar su boca con la mía mientras las maripositas azules empiezan a dar vueltas por mi estómago.

***
Nota de la autora:

CAPÍTULO DEDICADO A LOS PELOTUDOS QUE PENSABAN QUE NO IBA A CONSEGUIR NADA.

perdón.

SOMOS UN MILLÓN, LOCO.
NO LO PUEDO CREER.
YA BAZTA DE ESTUPIDECES.

VOY A TERMINAR LLORANDO COMO LIAM😭🏃🏻‍♀️

LOS AMO.

¿Cosas que anunciar?
Van a haber más extras de EM, pero esos sí que los voy a publicar en Ig (@librodayss_) por lo que expliqué en el aviso pasado.

Dentro de poco, por Instagram también, van a tener anuncios sobre la secuela de EM —el libro de Roma, la hija de Jade y de Liam—.  Ya estuve presentando a los modelos de los protagonistas y quizás hoy, haga un vivo donde hable de ello :)

¿Qué más puedo aprovechar a contarles? Estoy actualizando un libro llamado Besos en guerra que es un Retelling de Mulán con Enemies to lovers y me haría mucha ilusión que lo lean mientras lo actualizo.
¿Me harían cumplir esa ilusión?

¡Gracias por todo!

¡Nos vemos, cositas hermosas!

#ulala🦋


























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