El final de esta historia estará dividido, en esta parte la protagonista tendrá una historia de amor con Tom, mientras que en la parte 3.2 su interés romántico será Harry Potter. Esto es porque ha habido gente que quería los dos finales. Y yo vengo aquí a dároslos. Estas historias son la continuación de la parte dos y el final de esta historia. Espero que os guste :)
Nos vemos <3
Después de tanto tiempo estudiando no sirvió para nada. La vida nos tenía un destino completamente fuera de nuestros planes.
Con el comienzo de la guerra mágica mis padres me hicieron dejar la escuela. Su prioridad siempre había sido que me centrase en mi futuro, para conseguir tener éxito, pero al final resultó ser que las órdenes del señor oscuro estaban por encima de todo.
Y lo peor de todo no era haber sido reclutada como mortífaga, sino que mi única compañía eran todos mis antiguos compañeros. Tenía que aguantar encontrarme con Astoria y Draco besuqueándose en los rincones. O tener que huir de Pansy, que seguía empeñada en darme unas explicaciones que, al parecer, me harían perdonarla.
No les aguantaba a ninguno. Y saber que, llegado en momento, mi vida estaría en sus manos me daba escalofríos. Al menos al principio.
El señor oscuro nos había recluido a todos en la mansión de los Malfoy, donde había varios magos encargados de enseñarnos lo necesario para convertirnos en los mortífagos. Teníamos que aprender oclumacia, a invocar la marca oscura, transmutación y, lo más importante, lanzar maldiciones imperdonables.
Al principio traían ratas e insectos como sujeto de pruebas, pero, acabamos teniendo que lanzarlas sobre los prisioneros, que básicamente eran todas las personas que habían encontrado que se oponían a las ideas del señor oscuro. Para ese entonces las pesadillas se habían vuelto insoportables.
Pansy, Draco y los demás demostraron una madurez que no sabía que tenían. No éramos amigos, ni lo volveríamos a ser jamás, pero nos dábamos el apoyo necesario para aguantar nuestro día a día.
Un fuerte grito me despertó. Rápidamente cogí mi bata y bajé a la sala de estar. Tom parecía estar interrogando a alguien, bueno, si por interrogar entiendes lanzar la maldición cruciatus sin parar para intentar conseguir las respuestas.
La chica estaba tirada en el suelo, parecía llevar allí bastante tiempo. Sus gritos me helaban la sangre. Me acerqué rápidamente a ella. O eso intenté, pues en el momento en el que ella levantó la cabeza ya no pude moverme más. Era yo.
Vi como su cara se desfiguraba, hasta convertirse en la del último prisionero que habían traído a clase, podía verme frente a él, llorando mientras le lanzaba las maldiciones, mientras Beatrix se burlaba de mi, y de lo debilucha que era por no aguantar.
Volvía a faltarme el aire. No podía respirar. Se me atragantaban las ideas y tenía la cara empapada en lágrimas.
Fue entonces cuando volví a despertar. Esta vez de verdad.
Me retumbaba la cabeza, y sentía como me mareaba. Necesitaba recuperar el aire, me quité la manta de encima en el mismo momento en el que se abrió la puerta de golpe.
Tom apareció preocupado, llevaba su pijama verde de satín, con el logo de Slytherin bordado en el bolsillo del pecho. Era un estereotipo andante del típico Slytherin sangre pura. Rápidamente se acercó a mi.
—¿Estás bien? Te he oído gritar—preguntó preocupado, escaneándome en busca de algún golpe o algo.
—Era una pesadilla—dije avergonzada. Tom era el único de mis amigos con el que había vuelto a hablar, pero seguía siendo el hijo de quien tú sabes, y me daba vergüenza que me viese débil, no quería que se reírse de mi, como solía hacer Beatrix.
—Estás temblando T/N—dijo el moreno tomándome de los hombros. La verdad es que estaba aterrada, mi sitio era una biblioteca, no un campo de batalla.
—No sé cuanto más voy a aguantar Tom, esto está acabando conmigo— le confesé rompiendo a llorar.
Él se sentó sobre la cama frente a mi, abrazándome para consolarme.
—Igual puedo hablar con mi padre, habrá otras cosas que puedas hacer para ayudar...—dijo intentando consolarme. Yo levanté la mirada sorprendida.
—¿Me...me ayudarías?—pregunté atónita. Por mucho que fuese mi amigo sabía que él era un egocéntrico narcisista, creo que nunca le había visto hacer nada por otra persona.
—Siempre te he ayudado T/N....—dijo tomando un mechón de mi pelo y colocándolo detrás de la oreja.
Él era el que había conseguido que me diese cuenta de la verdad, de las mentiras de mi novio y de mis amigos. No pude evitar sonrojarme, Tom me había ayudado, incluso cuando yo no me daba cuenta.
—Deberías descansar...—dijo mirando la hora en el reloj de mi mesilla. Eran las 4:17am, pero sabía que no volvería a dormirme, prefería estar cansada mañana que volver a tener una pesadilla.
Tom se levantó de la cama, y estaba a punto de salir de la habitación cuando le paré.
—Quédate conmigo por favor, no quiero estar sola—dije tomándole de la mano. Él solo asintió y volvió a sentarse en la cama, esta vez con la espalda apoyada en el cabecero de la cama, al igual que yo.
Fue la primera pero no la última noche que pasé con Tom, se había vuelto una rutina para nosotros. Siempre le esperaba despierta y, con él a mi lado, conseguí deshacerme de mis pesadillas. Aunque dejé de tener miedo, hubo otros sentimientos que lo sustituyeron, y esos si que me aterraban.
Cada vez que me tomaba de la cintura, o que me besaba la frente, o cuando me colocaba el pelo detrás de la oreja. Incluso cuando me miraba, sentía algo en mi estómago, me estaba empezando a gustar.
Estábamos andando por los jardines, solos, como siempre, pues no me apetecía coincidir con mis antiguos amigos.
—He hablado con mi padre. Quiere conocerte, pero tendrás que seguirme el royo—dijo Tom sacándome de mis pensamientos.
Le miré con una gran sonrisa, cualquier pequeña esperanza de salir de este infierno me alegraba el día.
—No me lo puedo creer. ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!....— grité saltando para abrazarle, subiéndome como un koala. Estaba tan entusiasmada que no me di cuenta de en qué momento estábamos tan cerca. Podía sentir su respiración sobre mis labios.
Entré en pánico, y rápidamente me bajé, completamente avergonzada. Estaba roja como un tomate, quería que me tragase la tierra. ¡Maldita sea!
—Eh.... Mi padre nos espera en el invernadero, deberíamos ir, no le gusta esperar— dijo Tom avanzando hacia el invernadero de cristal que había en el jardín. Yo me quedé un poco atrás, no sabía que decirle.
—Hijo—dijo una tenebrosa voz cuando entramos en el invernadero.
Lord Voldemort era mucho más tenebroso de lo que me esperaba, su piel era grisácea, sus ojos amarillos, carecía completamente de pelo y había dos agujeros donde debía haber una nariz.
—Padre— contestó Tom de una manera cordial. Podía notar la frialdad que había entre ellos, podrían compartir sangre, pero no eran una familia.
—Y tú debes ser T/N...—dijo con su serpenteante voz.
—Sí, encantada de conocerle Señor Riddle— dije intentando que no me temblase la voz, quedándome un poco detrás de Tom. Estaba completamente aterrada.
—Mi hijo me ha hablado mucho sobre ti T/N—dijo el señor tenebroso mientras se paseaba entre las macetas, llenas de plantas muertas por falta de atención.
—Dice que eres una gran aliada, pero que bajo la tutela de mi fiel seguidora Beatrix, estamos desperdiciando tu potencial—explicó acercándose a mi, impidiendo que pudiese usar a su hijo como un escudo humano.
—Normalmente no me importaría, este adiestramiento es necesario si quiero que luches a mi lado, pero supongo que si vamos a ser familia puedo hacer una excepción— continuó con su seseante voz. Estuve a punto de interrumpirle y preguntar a qué se refería, pero Tom me tomó de la mano rápidamente. Luego le preguntaría a él.
—Necesito más apoyos dentro de Hogwarts, y por lo que me ha dicho mi hijo eres muy buena aprendiendo. Después de la ceremonia serás enviada allí, deberás impedir que se forme una rebelión de los alumnos y profesores, Hogwarts será un punto clave cuando comience la guerra, y tiene que ser nuestro—explicó Voldemort mientras con un un hechizo me entregaba algunos libros y pergaminos.
Iba a soltar la mano de Tom para tomarlos pero él no me dejó, en vez de eso apretó nuestras manos. Fue entonces cuando me di cuenta de que había algo entre nosotros, de la forma menos cantosa que pude lo tomé en mi mano. Era un anillo. Pero no era el momento de hacer preguntas. Lo me lo puse rápidamente y tomé todas las cosas que me estaba dando el señor oscuro.
Eran libros de teoría que debía aprender para poder cumplir sus órdenes.
Cuando el señor tenebroso dio por finalizada la conversación salió al jardín, sin siquiera despedirse y se marchó, como una sombra voladora, desapareciendo rápidamente.
Yo estaba en shock, iba a poder escapar de allí, volvería a Hogwarts, podría seguir aprendiendo, era la mejor noticia que podían darme.
—Tendrás muchas preguntas que hacerm....—intentó decir Tom, pero le interrumpí con mi entusiasmo.
—¡Lo has conseguido! ¡Madre mía Tom! ¡Te amo!—grité dando saltitos a su alrededor. Entonces me di cuenta de lo que había dicho. Y me paré de repente.
—No lo has entendido T/N, lo siento....—dijo Tom sentándose en uno de los banquitos que adornaban el invernadero. Parecía realmente desesperado. Y, claramente había ignorado lo que acababa de decir.
—Tom....—dije preocupada sentándome a su lado. Dejé todos los libros y pergaminos en un lado para poder abrazarle.
—Solo hay una manera por la que mi padre da su brazo a torcer T/N, y es con la familia...—dijo Tom clavando la vista en el suelo.
Entonces recordé el anillo. Estaba tan emocionada que no había acordado de él. Me quedé helada mirándolo.
—Tenía que convertirte en familia....—se lamentaba Tom, observando todos y cada uno de mis movimientos con detalla.
—¿Nos.... nos casamos?—pregunté atónita, mi boca parecía haber asimilado la noticia antes que mi cerebro, todavía no podía comprender lo que acababa de decir.
—No tenemos por qué....—continuó lamentándose Tom, pero yo le frené rápidamente.
—¿Estas dispuesto a casarte conmigo solo para ayudarme?—pregunté encajando las piezas.
—Haría todo por ti T/N...—dijo levantando la vista del suelo y mirándome fijamente a los ojos.
Tomé su cara entre mis manos y le besé. Mi cuerpo había reaccionado antes que mi cerebro. Tom había estado conmigo hasta cuando no me había dado cuenta, y ahora que lo había hecho no pensaba dejar que se marchase.
—Quiero casarme contigo Tom... De verdad....—dije juntando nuestras frentes. Por un momento el pareció sorprendido, pero rápidamente reaccionó, tomándome del cuello para volver a besarme.