Habían pasado horas y horas, Jeon comenzaba a preocuparse por el silencio del castillo y específicamente por el silencio de la habitación.
Taehyung no había comido en todo el día, y por más que Jungkook tocara la puerta, este no respondía.
Llegó la noche, Jungkook seguía dando vueltas en su habitación mordiendo la poca uña que le quedaba. Hasta que su paciencia se acabó.
Suspiró y se tumbó en la fría madera de la habitación.
— Tae... — Susurró casi en un suspiro, para proseguir a tocar suavemente la puerta. Uno, dos y tres toques hicieron que Taehyung; con ojos llorosos y cara hinchada, contestará a través de la puerta.
— No siento las ganas de hablar, Jungkook — respondió el susodicho del otro lado.
Y como si de una gran barrera se tratase, aquella delgada puerta los separaba a los dos, como si de distintas realidades se tratara. Aunque de alguna forma, así era.
— Taehyung. Necesitas comer. — Respondió Jungkook con un tono entrecortado. Extrañaba la sonrisa de Taehyung, y su cara adormilada por toda la habitación. Sus risas en los pasillos, que llegaban como un suave eco a su oficina.
Más ahora, qué pareciera qué el peligris no estaba y bien sabía qué se encontraba absorto en la tristeza en soledad.
Después de esa larga tarde, se había dado cuenta que no solo quería a Taehyung por su corona.
Lo quería para estaría con él hasta que la muerte los separara. La sola idea de no tener la hermosa presencia de Taehyung le hacía helar la sangre, si es que tenía.
“So kiss me once...”
Taehyung abrió los ojos de repente al escuchar aquella voz en una melodía. Era la canción que habían cantado en el karaoke.
“Then kiss me twice...”
Una de sus favoritas.
" Then kiss me once again."
Jungkook cantaba suavemente para poder calmar a Taehyung un poco. No era muy fan de los gritos y el qué Seokjin, una de las pocas personas que realmente le ayudó estando aquí, le gritara se esa forma le había hecho sentir como si estuviera haciendo todo mal hasta ahora.
Sosteniendo el picaporte para abrir poco a poco y ver aquella cara con la que se despertaba por las mañanas desde ya hace más de medio año.
— Tae. — Jungkook se acomodo en su lugar al ver aquella hinchada cara asomarse por una esquina de la puerta.
Taehyung no perdió tiempo, se abalanzó a el pelinegro de cabellos largos en busca de ser reconfortado.
— Ojalá te caiga una roca encima, me siento débil. — reía Taehyung con suavidad, limpiando sus ojos con la, ahora seca, camisa de Jeon.
— No tienes que justificar Tae, comprendo totalmente. Debería ser yo quien se disculpe — Respondió el pelinegro acariciando suavemente la espalda del contrario —. Debió ser algo estresante la situación para ti. —
Taehyung había pensado tanto, pero valió la pena. Valió totalmente la pena.
— Jungkook. Sé que soy muy chillón, a veces suelo enojarme mucho contigo... Y llamarte de maneras feas —. susurré, Jungkook se tensó por un momento —. Pero, pensando en el frío baño, yo llegue a la conclusión de qué... No quiero irme. — Proseguí
Jungkook simplemente soltó el aire acumulado y sus ojos se tornaron cristalinos.
— Luna...
— No quiero irme porque, Jeon Jungkook; a pesar de tener poco tiempo de conocerte, ya amo la mayor parte de ti. Ya quiero conocer lo que me falta, quiero tus besos despreocupados por la mañana, quiero ver tu semblante retorcerse por el sabor a café en mí boca, quiero que me abraces por las noches y te asegures de que sí tengo más de la mitad de la sábana — reí suavemente mirándole fijamente —. Quiero seguir viéndote por la mañana de todos mis días, y seguir riendo por lo meticuloso que eres con tu dieta sangrienta “unicamente sangre de cazador y venado en lecho de muerte, nada más” — imitó mí voz —. Quiero ver tú entrecejo fruncido cuando no comprendes algo del trabajo, y después como aquel desaparece cuando llego a tú oficina con un simple pan con sangre lo cuál es asqueroso. — hice una gran pausa, sentía mí corazón hacerce pequeño a medida que lo veía aguantando unas cuantas lágrimas.
Tomé su mano lentamente y la puse en mi pecho.
» — Quiero seguir viéndote con ese feo delantal verde, mientras miras una revista nueva cada día; solo por qué tu comida sabe buena y quieres qué coma bien como tú. No podría dejar de verte leer abajo de aquel árbol, sobre filosofía una y otra vez. Ni dejar de escucharte hablar sobre plantas mientras riegas las mismas. O como alabas la leche de banana, simplemente por qué es la única comida humana qué, actualmente, no te hace vomitar. O como miras tus filosos colmillos a través del espejo para decirme "¿me veo aterrador?" Mientras ves imágenes de "vampiros reales captados en cámara" por mí celular — sonreí con los ojos al borde de otra media hora llorando —. Seokjin dijo que no sabía lo que decía, pero lo sé. No tengo nada en la ciudad, sin embargo, aunque lo tuviera — tomé aire tranquilamente —... mí vida no sería lo mismo, si tú no estás en ella. Te regalo mí presencia, mis lloriqueos y mis días. Por qué mí sangre y mí corazón ya son tuyos, vampiro tonto. —
Y selló aquélla promesa de amor posicionando su mano en mí corazón, bajo el ambiente triste y fúnebre de la habitación. No notamos la presencia de dos personas en la puerta, las cuales sonriendo se daban señales de que no hablaran o interrumpieran el momento.
Seokjin tomaba la mano de Namjoon y, con una suave sonrisa, le hizo una seña en lugar de decir "vámonos". Namjoon supo que todo estaría bien desde ahora.
Por al menos unos momentos.
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Última revisión y edición: 30 de Abril 2024