— No soy fácil, ¿por qué toma tanta confianza con la gente?. Es decir, ¿Por qué aquí todos toman confianza tan fácil?— bufé. Lanzando piedras por aquella azotea que fue lo único que encontré, al menos, para tomar algo de aire libre.
Me senté mirando el nublado cielo, viendo cómo mis brazos se tornaron rojos gracias a la fricción de mis uñas contra la carne, sumándole el arrepentimiento que comenzaba a surgir en mí cabeza.
« Tremendo loco, si ese chico ha vivido más que yo me imagino. Es como sentir algo raro en el estómago por un viejo, que horrible ». En el momento que pensé eso, me revolví los cabellos, junto a un grito interno.
— Que asco, no puede ser. Probablemente tenga como 200 años. — susurré para mí mismo.
Aquella tiniebla roja se hizo ver en el rabillo de mí ojo. Sabía que era él, más no dije nada, estaba lo suficientemente avergonzado cómo para hacerlo.
— Tengo 124, para tú información, Tae. Veinticuatro en sí, solo agrego el cien porque mí padre se siente viejo si no lo hago. —
No quería mirarlo, más me vi en la necesidad de hacerlo cuando se hincó frente a mí y tomo mis manos entre las suyas.
— Ya. Sigue siendo lo mismo. —
— ¿Te incomodé?. Si fue así, lo lamento. De verdad, lo siento; no volverá a pasar. — Sus lindos ojos rojizos me miraban con toda la seriedad del mundo — Lo siento, lo siento sí hice algo mal. —
» — Te imploro, que me perdones. No debí dejarme llevar por mí curiosidad y entrar a tú habitacion como si nada. Quiero verte feliz y cómodo aquí, es mí prioridad. Estuviste incómodo después y esa no es la manera en la que quiero que me ames o la manera qué te sientas estando aquí.— Prosiguió con vergüenza
— No es tanto problema. Te agradezco por preocuparte tanto por mí de todas formas — le dí una media sonrisa—. No lo vuelvas a hacer. Nada de estár tan cerca, ni cruzar los límites personales... por ahora. —
« ¿“Por ahora”?, nunca. Bueno, tal vez después... en unos meses; digo, ser gay y tener a alguien tan apuesto que no sea un hetero curioso no pasa muy seguido... ¡No!, espera. ¡Nunca!, ¡Nunca con un vampiro! ». Reacomodé mis pensamientos en cuanto me dí cuenta qué estaba cayendo en los delirios.
— ¿No te gustó que te tocara?. Deslicé mis manos por tú cadera, y en ese momento te sentí muy tenso, no lo volveré a hacer. — susurró
— No me gustaba el toque ajeno, aún me causa algo de conflicto, vaya. Eventualmente lo trabaje y pude superarlo, pero hace años que nadie es tan cercano a mí o tan atento, así que no dejo que me toquen. —
— Entonces no lo haré. — Y su tono sonaba tan cálido, que sentía mí pecho sentir de nuevo lo qué era “comodidad”.
— No quiero que me toques de esa forma. No ahora, probablemente tampoco en un futuro. No entiendo por qué no quiero, simplemente no me atraes de esa o de ninguna forma y yo...— fui interrumpido por su suave risa
— No tienes que explicarme por qué. No me debes explicaciones Tae. No lo haré, no lo haré hasta qué tú lo quieras, y si no lo quieres, entonces yo tampoco. Y si no quieres estar conmigo, yo si lo quiero contigo, pero no te obligare a qué me correspondas. — Respondió.
« Maldita sea, ¿Por qué tiene que ser tan: “¡ maldito desgraciado es tan lindo!”. ¡¿Por qué?!». pensé, queriendo lanzarle cinco rocas seguidas en la cara.
— Mierda, es que yo quiero... en estos momentos realmente quiero qué, ya sabes... — Le miré a los ojos, aquellos atentos a lo que decía — Tampoco es qué sea tan desesperado, un día conocí a una pareja qué se mudaron juntos al segundo día de salir, pero yo no soy ese tipo de chico. Bueno, tampoco es cómo si alguien que no fuera un hetero curioso saliera conmigo. En fin, creo qué, bueno si tú también... Mejor no. Ya sabes, no... —
El pelinegro soltó una suave risa ante mis balbuceos.
— Dime, haré lo que sea. Lo haré enseguida. — Sonrió. Mostrando aquellos afilados colmillos que, a decir verdad, me aterraban un poco en estos momentos.
— Quiero que me beses. — lancé tres rocas al vacío entre vergüenza y nervios — Pero, bien, escúchame es que, ¡Uhg! Que mierda... no quiero algo hambriento, quiero que me beses lentamente, con un toque suave, que duré mil años en mí cabeza y cinco segundos en la realidad. Quiero sentirte cerca, cerca... de la manera en la que sienta como tú alma y mí alma se conectan, más no de la forma carnal. Yo te odio pero verte así es tan, eres tan... — respondí — No soy fácil, ¿Bien?. Es solo qué sabes muy bien cómo jugar tus cartas... ¡Dejá de sonreír tan abiertamente!, puedo ver tus colmillos...—
» — ¿Me gusta la fantasía?, sí. ¿Me esperaba alguna vez tener la oportunidad de besarme con un Edward Cullen versión 1837 con un vocabulario e higiene personal actual?, digamos qué, solo cuando hacía escenarios ficticios en mí cabeza antes de dormir — aclaré —. No siempre un gay veinteañero tiene la oportunidad de besarse a un vampiro. —
Con pequeñas pausas y mucha vergüenza, al final deje ver aquello que mí alma aclamaba. Un beso real.
Jeon sonrió, acercándose lentamente a mí, y plantando un beso.
Pero no un beso cualquiera, un beso de aquellos que solo los labios se tocan sin moverse, dónde sus manos seguían en mis mejillas y las mías se deslizaban por su cintura, acercándome más. Sintiendo como su alma pedía por más, más conexión, más amor. Algo tan lento, más no apasionado; tan suave, como si nuestros labios se lastimaran si los movieramos de ahí.
No sabía que era amor, pero si lo pudiera describir sería con este beso. Mi estómago gritaba a los cinco vientos, y en mí cabeza sonaron fuegos artificiales.
Lentamente él fue retirando sus labios de los míos, mirándonos como si fuera la última vez que lo haríamos.
— Taehyung...— En aquel ambiente de paz, sus palabras parecían una sonata.
— No digas nada, no digas nada que voy a vomitar de los nervios. No sé por qué pedí eso pero... — coloqué mí mano sobre mis labios.
« Seguro el raro de Edward Cullen no besaba así de bien ». Pensé
— No estoy seguro de varias cosas de mí vida, ni estoy conforme con esta. Pero si de algo estoy seguro, es que yo no te quiero. — Sonrió.
«Todos iguales. Ya sabía yo, ya lo veía venir...».
Por un momento sentí que volvía a querer aventarlo por la azotea. Aunque volaría en su forma de rata o algo así, no por nada es lo qué es.
— Yo te amo, por qué no te quiero para mí. Por qué querer es poseer, más amar es apreciar. Y yo aprecio tu presencia en mí vida, yo quiero que avances, quiero que avancemos juntos. Por eso y mil cosas más, estoy seguro que te amo. — Prosiguió rápidamente al verme tenso.
— ¡Te divierte asustarme!, ¿Cómo te atreves a decirme eso entre pausas después de besarnos? — Dije entre risas y golpes a su pecho.
Y aquel también lo hizo, soltando aquella risa que me era tan natural escuchar. Quejándose ante mis suaves golpes.
— Yo aún no te amo Jeon, pero eres alguien que llegaría a amar sin dudas, y espero algún día llegar a hacerlo. — miré hacía el cielo que ya se veía estrellado —. A demás, me gusta este lugar... — musité
— Utilizaré mis trucos que guardé durante 10 años para que me dijeras eso, Tae. — me respondió, dejando un suave beso en mí frente.
No pierdo nada con darle una oportunidad al amor. Jungkook necesita alguien a quién desposar -al parecer-, y yo necesito un lugar dónde quedarme por un tiempo. Los dos ganamos por igual algo qué necesitamos.
No amaba a Jeon, al menos no por ahora. Pero había algo de él que me hacía sentir como si el mundo fuera nuestro. Como si nosotros pudiéramos cambiarlo...
Como si fuéramos infinitos.
« Espera... ¡¿Diez años?! ».