Off-shore | ©

By lacanciondeapolo

1M 143K 65.2K

Carter Davis sólo tiene una cosa en mente: aprovechar las vacaciones de verano para olvidar a su ex. Ha alqui... More

Introducción.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
58.
59.
60.
61.
62.
63.
64.
65.
66.
67.
68.
69.
71.
72.
73.
74.
75.
76.
77.
Epílogo.
Nota de agradecimiento.
Extra | Especial de Año Nuevo.

70.

8.7K 1.2K 336
By lacanciondeapolo

Aiden.

Si anoche el parque tenía potencial para ser un hervidero de turistas, hoy cuadruplica su aforo máximo. El letrero exótico con el nombre de la cantante me hace sospechar que hay algo que me estoy perdiendo y, nada más hacer una búsqueda rápida de la artista en Google, descubro que fue una de las semifinalistas de la última edición de La Voz.

—Quizá deberíamos movernos hacia los laterales —sugiere Carter—. He podido proteger mi cóctel de los últimos seis empujones, pero no sé si es buena idea tentar a la suerte.

Asiento, deseoso de salir de aquí. Ha sido mala idea ponernos en primera fila, aunque, en nuestra defensa, cuando llegamos aquí no había casi gente. En cuestión de minutos, mientras hablaba con Carter, deben de haber llegado cientos de personas sin que nos percatáramos, las mismas que ahora se abren a base de codazos para conseguir un buen sitio.

—Perdona, ¿te importa no empujar, anormal? No te cueles —me espeta una chica claramente cabreada.

No sé por qué —lo más probable es que sea por el agobio, el calor que hace y las galas que tengo de salir de esta multitud en la que estamos atascados—, pero su insulto hace que mi paciencia desaparezca antes de que pueda pestañear.

—Vamos a ver, guapa —digo, con el tono más insufrible que consigo poner—, me parece que debes de haberte intoxicado al teñirte el pelo de ese rubio horrendo que, por cierto, no sé quién te ha dicho que te favorece. Si tuvieras alguna neurona operativa, te habrías dado cuenta de que estamos intentando ir hacia atrás, no hacia el escenario.

Hace un ademán de responder pero enmudece después de farfullar la primera sílaba. Mejor, porque no tengo tiempo para discutir. Al final, a falta de palabras, se mueve a la derecha para dejarnos salir y le regalo una sonrisa forzada.

—Madre mía —suelta Carter impresionado—, ¿de dónde ha salido esta energía destructiva? Tengo miedo.

—Perdón —digo sin poder reprimir la risa—. Me estresa estar encajado entre gente y no poder salir.

—Ya, creo que nos pasa a todos, pero... ¿ese rubio horrendo que por cierto no sé quién te ha dicho que te favorece? Me dicen eso y ya tengo cita en la peluquería para la próxima hora.

Reconozco que no ha sido mi momento más amable.

—Sí, puede que me haya pasado. Pero ya no vamos a volver al medio del meollo para pedir perdón.

Sólo me hace falta un minuto alejado del público para calmarme y volver a mi buen humor de antes. También puede ser porque Carter entrelaza sus dedos con los míos; deberían poner psicólogos a investigar el efecto que tiene ese pequeño acto, porque parece ser la cura de todos los males. Sonrío.

—¿De verdad será tan buena la artista como para que nos estemos pegando por verla? —pregunta.

—Ni idea, pero parece que nos hemos topado antes con sus fans acérrimos. Puede que sean sus mejores amigos, también te digo. Siempre he pensado que si fuera cantante, obligaría a mis conocidos a venir a mis conciertos para fingir que son seguidores incondicionales de mi música.

—Pues menos mal que no lo eres, porque no podría soportar los berridos de la ducha durante horas.

Le fulmino por la mirada.

—Era una realidad paralela en la que yo cantara bien.

—Sí, ya suponía que no era esta realidad —dice riendo.

Esto ya se considera bullying. Frunzo el ceño.

—¿Y cómo diferencias la música buena de la mala, si tu cultura musical es la melodía de un anuncio de McDonald's?

—He escuchado la suficiente música para saber que los cánticos extraños que provienen del baño a las nueve de la mañana están más cerca de la definición de contaminación acústica que de algo remotamente melodioso.

—Pues en Boulder me llamaban «el rey del karaoke».

—La gente accede a decir todo tipo de cosas cuando les apuntas con una pistola y temen por su vida.

Tuerzo la boca. No es mi culpa que esté sordo.

—Lo único con lo que les apunto es con el micrófono para que me hagan los coros de Don't Stop Me Now.

—¿El micrófono dispara balas de nueve milímetros?

—Eres imposible. Retiro oficialmente la invitación a cualquier karaoke en el que podamos encontrarnos en un futuro.

Nada más decir eso, me doy cuenta de cómo puede interpretarse mi broma. De alguna forma, estos días hemos conseguido evitar que las referencias a un futuro aparezcan en nuestras conversaciones. Es el tema tabú por excelencia. No porque vayamos a huir de él o a echarnos a llorar, sino porque, si Carter está en la misma posición que yo, no tendría la menor idea de qué decir. He preferido no pensar en ello.

—Sobre eso... —empieza, tanteando el terreno.

—¿Sobre karaokes? —pregunto, aunque sé que es inútil evadir un tema que tenía que salir en algún momento.

—Sobre el futuro. Karaokes o no.

—Ah, ya. Lo suponía. —Ninguno de los dos dice otra palabra durante en los siguientes instantes, así que añado—: No tenemos que hablar de ello si no te apetece.

Claro, que la verdadera pregunta es si me apetece a mí.

—No quiero dejar de hablar contigo —responde, y traga saliva, como si pronunciar esa frase le hubiese supuesto un gran esfuerzo—. Pero respetaré tus deseos.

Siempre ha sido el valiente de los dos: acaba de reunir el coraje para decir lo que lleva días atascado en mi garganta. Saber que no quiere perder el contacto me alivia, porque no quiero romper el contacto con Carter; no obstante, las cosas no son tan simples, ¿verdad? Ya lo pensé el otro día con Josh.

Podemos hablar todo lo que queramos, y puede que hagamos videollamadas y nos vacilemos por chat como haríamos en persona, pero... ¿ese tipo de conexiones no están condenadas a debilitarse? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que nuestras vidas, por una razón u otra, nos hagan alejarnos inconscientemente? ¿Y qué clase de relación tendríamos? Si ni siquiera hemos definido esto que ha pasado este verano, ¿es posible redefinir algo que no tiene nombre? ¿Sabrá Carter que no estoy dispuesto a tener nada serio a distancia?

—Yo tampoco. —Es todo lo que me sale de momento. La cantante sube al escenario y el público estalla en un aplauso atronador—. Pero mejor lo hablamos luego.

Carter asiente y da unos pasos atrás para recostarse sobre un muro. La primera canción comienza a sonar; la artista se pone un abrigo de piel —que, aun siendo para la performance, me parece una absoluta barbaridad dada la temperatura de junio— y empieza a entonar una canción que no conozco.

Más tarde, a la tercera canción, comprendo que no hará versiones de canciones populares como la cantante de ayer, sino que todas son de su cosecha. Tiene un estilo interesante, un R&B contemporáneo con algunas estrofas más cercanas al rap, y confirma mis teorías cuando dice que podemos descargar su nuevo álbum en todas las plataformas digitales.

—Me encanta —dice Carter cuando llevamos una hora.

—No me puedo creer que te haya curado —me jacto, burlón, y rodeo su cuello con un brazo, orgulloso.

Él apoya la cabeza en mi hombro y nos quedamos así durante lo que queda del concierto. Siento que el tiempo se congela. La música sigue, la gente vitorea, las luciérnagas bailan entre la multitud, pero nosotros permanecemos inmóviles, como si no hubiese nada más que nosotros. Irnos a un lateral del parque ha sido una decisión maravillosa.

El sorprendente repertorio de la artista incluye otras diez canciones, así que aún no ha acabado cuando termina de anochecer. Cuando se despide del público —jurando que hemos sido el mejor que ha tenido jamás—, la única iluminación que hay proviene de los puestos móviles de comida y de las luces brillantes que hay repartidas por el escenario.

—¿Quieres llevar tú la camioneta? —me pregunta.

Me entra un subidón de repente.

—¿Estás de broma? No se juega con eso.

—Si tienes el carnet, claro. Que no quiero multas.

—¡Por supuesto que lo llevo! Nunca pierdo la esperanza.

—Pero sólo hoy, ¿eh? Y, como tengamos un accidente y el coche se raye lo más mínimo, mi cadáver revivirá lo justo y necesario para sacarte del asiento del conductor, montarme en él y pasarte por encima quince veces como venganza.

Frunzo los labios.

—Ahora no sé si quiero conducir.

Es mentira; no hay nada que me apetezca más, aunque la razón prominente sea para demostrarle a Carter que soy increíble conduciendo. Por eso, cuando hago un circuito impecable —que haría llorar de felicidad a cualquier profesor de autoescuela—, asiente impresionado.

—Nada mal.

Me he ganado pronunciar mis palabras favoritas:

—Te lo dije.

¡Hola a todos!

Perdón por actualizar a estas horas, jajaja, son como las tres de la mañana...

¿Qué tal el capítulo?

¡Nos vemos pronto!

Continue Reading

You'll Also Like

619K 26.8K 46
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
319K 20.3K 28
Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su h...
46.3K 2.2K 147
Holis ✌ aquí conocerás algunos Datos interesantes de Bts que probablemente no conocías Y que probablemente si se los cuentas a alguna army que no l...
50.2K 4.4K 13
"Las mejores cosas suceden por casualidad."