Efecto Mariposa ©

By dayzaccardi

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"En el bosque hay un psicópata suelto, ¿tú te atreverías a convivir con él?" Jade Greco se adentra a un bosqu... More

ANTES DE LEER
DEDICATORIA
MAPA
PRÓLOGO
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EPÍLOGO
EXTRA 1
EXTRA 2
EXTRA 3
NOTA FINAL
AVISO SABROSO :)
ESPECIAL 1M
SECUELA Y AVISOS
🦋EM EN FÍSICO🦋

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By dayzaccardi

La complejidad de
vencer al enemigo.

—Mata o secuestra cada seis años —explicaba Liam, serio mirando la noticia una y otra vez—. Al parecer siempre usa el mismo ritual, es decir que este año no tendría que haber atacado porque ya atacó en 2022 y la próxima fecha sería en 2028, pero lamentablemente sospechamos que sí lo hizo; entonces... lo más probable es que haya sucedido algo que lo haya obligado a hacerlo, o quizás solo rompió la cadena de asesinatos o todo fue pura coincidencia y estamos delirando.

Alex lo miraba con terror. Y puedo jurar que no o se le salía la mandíbula del lugar porque era físicamente imposible.

—Siempre son mujeres —solté de repente— y siempre sucede en este bosque desde el... ¿2016?

Alex me miró, sorprendido.

—Esa fecha... —Liam se lamió los labios— es la fecha de inauguración del bosque.

La tensión se sentía en el salón más que nunca. Mis músculos se contrajeron y no tengo dudas de que los de los chicos también lo hicieron.

—Eso significa que sucede desde que el bosque está abierto a la gente —me levanté de la mesa en la que estaba sentada y tomé una escoba como bastón para no desmayarme—. El punto está en el tipo de gente que podía entrar y puede entrar actualmente a este bosque.

—Yo —pronunció el pelinegro de repente, aunque a los segundos se mordió la lengua y se corrigió—: Yo vengo a este bosque desde muy pequeño.

Tragué grueso.

—Con qué abierto a todo el público... —murmuró Alex, nervioso.

—Nunca me gustó venir al bosque —confesó él por lo bajo— ni tomar fotografías.

—Exclamó el chico que está en el bosque por culpa de un curso de fotografía.

Liam frunció el ceño.

—Supongo que son como mis vacaciones —se limitó a decir—. Una vez que te acostumbras a ir a un lugar  específico en una cantidad determinada de días al año ya se vuelve una parte de ti, y si no vas te causa nostalgia. O al menos eso me pasa a mí.

—Te entiendo —toqué su hombro y él se sobresaltó al instante al sentir el tacto—. ¿Y a qué se debe tu odio por tomar fotografías?

—Lo mismo me pregunto yo —agregó Alex, indignado, haciendo muecas de asco.

El pelinegro cruzó sus brazos.

—Mi padre estaba obsesionado con ellas —contestó él con mala gana— y me quería pegar esa puta obsesión a mí.

—¿Estaba? —me atreví a preguntar—. ¿Él está...?

Los ojos de Liam se tornaron más cristalinos que de costumbre.

Me detuve al notar que los nudillos de la mano de su mano casi crujían de como los estaba apretando. Entonces, opté por juntar mis labios en dos líneas perpendiculares y en quedarme quieta. Sin decir nada. En puro silencio.

—Voy a tomar aire fresco.

Él bajó su cabeza, se encaminó a la salida del comedor mirando el suelo y cerró la puerta de un golpe.

—Y ¿Qué le pasa a este ahora? —cuestionó Ax, a punto de arrancar a perseguirlo.

Tomé el borde de su sudadera y lo tiré hacia mí.

—Déjalo solo. No le gusta que lo sofoquen cuando está mal. Necesita tiempo a solas. ¿Comprendes?

Asintió mirándome con rareza mientras se sentaba en una de las mesas redondas. Tiré el palo de la escoba a un lado y me senté junto a él, confundida. Ambos tuvimos el instinto de acostarnos sobre ella para mirar el techo, sin más.

—¿Crees que su padre murió? —dijo cortando el silencio.

La pregunta retumbó en el comedor una y otra vez por culpa del eco.

Encogí mis hombros.

—Supongo —tomé mi pelo, estresada—. Liam siempre habla conmigo de temas bastante jodidos de él que lo aturden, ¿sabes? Pero... nunca me ha hablado de su padre. Nunca.

Ax tragó grueso.

—Es difícil superar el duelo de una figura importante de tu vida —murmuró, serio— y tú lo sabes a la perfección.

—Ya, pero...

—¿Alguna vez le has hablado de tu madre a Liam?

Asentí con la cabeza no tan segura.

—No tanto, nunca me ha preguntado específicamente sobre el tema y supuse que no...

—Sí confías en él ábrete de una vez, Jade —me dijo sin apartar la mirada del techo—. Les hará bien a ambos escucharse y sacar lo que llevan dentro. Siento que ambos se entenderán bien.

—Es que...

—Aunque me cueste admitirlo, él es un buen chico —confesó al fin—. Daría todo porque estés bien.

—¿Y tú cómo lo sabes? —No pude evitar preguntar.

Él se sentó velozmente en la mesa.

—Vi como te tapaba a la noche para que no tengas frío —respondió, mirando el piso—; y créeme que eso es complicado porque te mueves demasiado cuando duermes. Te puedo asegurar que él chico no cerró un ojo en toda la noche por estar pendiente a ti. De hecho... no lo hizo, te miró toda la noche, Jade. Tuve que hacerme el sonámbulo para que no me pillara viéndolo y...

Sonreí.

—Iré hablar con él —me paré de un saltó y abracé a Alex sin pensarlo dos veces. Y sí, sus abrazos reconfortantes habían regresado—. Gracias, Alemania.

Me fulminó con la mirada.

—¡Esto de que tu novio te pegué cositas sí que no me agrada en lo absolu...!

—¡Después me contarás todo acerca de lo que sucedió con Will! —Le lancé un beso y me alejé riéndome por lo bajo.

Casi pude ver como se sonrojaba.

***

Cerca del comedor, se encontraba uno de los tantos lagos del bosque. A diferencia del primero este era mucho más pequeño y acogedor, pero sinceramente, ya ningún lugar del bosque daba buenas vibras; excepto la casa del árbol, claro. Ese era nuestro lugar mágico en el mundo.

Ladeé mi cabeza en busca del pelinegro y... sí. Allí estaba: sentado en las orillas del pequeño lago contemplando las pequeñas olas que creaba el viento en el.

Avancé unos pasos abrazándome a mí misma y me senté a su lado sin decir ni una sola palabra. Liam ni se tomó el tiempo de rotarse para ver quién era la persona que estaba sentándose a su lado, era obvio que ya sabía que contaba con mi presencia, otra vez.

Respiré hondo y exhalé.

Liam hundió uno de sus dedos en el agua de la orilla y lo empezó a mover, creando un ruido muy relajante entre medio del sonido particular de los grillos y el vacío.

—El silencio me gusta un poco más cuando estoy contigo —susurré casi para mí misma.

El pelinegro, que anteriormente lucía apagado, arqueó sus labios hacia las estrellas y el azul oscuro del cielo.

—Y a mí.

Imité su gesto y me volví a abrazar a mí misma, resguardando mejor mis manos debajo de las mangas del enorme buzo que llevaba puesto.

—Mi madre falleció por cáncer —solté de repente—. Ya pasaron tres años desde ese entonces y todavía me es difícil no contar con su presencia —Liam apartó la mirada del agua y se limitó a observarme sin decir absolutamente nada—. Con ella aprendí muchas cosas, ¿sabes? Y cantar fue una de las primeras —tragué grueso al sentir el tacto de la mano de Liam sobre la mía—. Desde su duelo no me sale la voz al cantar y me dan ataques de pánico por relacionarla con el simple acto de pronunciar palabras sobre melodías. 

Apretó más mi mano al notar que estaba parpadeando más de lo habitual para no llorar.

—Jade, lo siento, no debes contarme nada si no...

—Pasaron los años y vi cada día como mi padre recaía conmigo —tuve el impulso de apartar la mano de la de Liam y utilizarla para frotar mis ojos—; y eso... eso yo no lo podía permitir. Entonces, me centré en buscar cosas que a él le hicieran bien. Y en una de ellas estaban las cámaras, las fotografías y todo ese mundo. Me obligué a sumergirme entre esas cosas y terminé encontrando un nuevo Hobby aunque en el fondo sabía que nunca iba a igualar mi relación con la música.

Hubo un silencio de unos cuantos minutos en el cual ambos nos concentramos en mirar el lago como si nada, pensativos, hasta que él habló:

—Mi padre solía traerme tostadas todas las mañanas para desayunar juntos —dijo en voz baja, como si estuviera avergonzado de decirlo—, pero cuando mi madre falleció dejó de hacerlo. Todo se tornó más oscuro y más difícil desde ese entonces. —Apoyé mi cabeza en su hombro, débil—. Los padres normales ante una situación así intentan ocupar un poco el lugar de la madre, en mi caso pasó todo lo contrario. Era evidente el hecho que ya no estaba. Y mi padre... mi padre lo hacía notar cada día más.

—Eres muy fuerte, Liam —susurré notando que de uno de sus ojos caía una lágrima lentamente.

Su rostro quedó totalmente paralizado, su mirada estaba desorientada y centrada en el lago, pero a pesar de todo eso él siguió hablando:

—Él se drogaba sin importar que yo lo estuviera observando —dijo con la voz temblorosa— y yo no podía asimilarlo, entonces, me obligaba a mí mismo a fijar mi visión en las hojas de mis libros y en no apartarla hasta que él se alejara. De alguna forma u otra se podría decir que me metía en otro mundo ficticio a leer problemas de los demás para olvidar los míos.

Roté su rostro hacia mí y me quedé contemplando sus ojos grisáceos cristalinos. Para mí sorpresa él no se molestó, de hecho ni reaccionó al movimiento, simplemente se quedó mirándome y ya.

—Liam... —intenté decir algo más pero él me cortó casi al instante:

—No intento darte pena, Jade —saltó a la defensiva.

Negué con la cabeza dando a entender que mi pregunta iba por otro lado.

—¿Él está vivo? —inquirí con un nudo en la garganta.

Sabía que si él no lograba hablarlo con alguien nunca podría sanarlo.

—Sí, lo está.

Lo miré, perpleja y él soltó una sonrisa repleta de sarcasmo que me hizo cuestionarme la existencia.

—Pero...

—Pero para mí está muerto.

Liam lo dijo tan cortante, tan seco, tan impredecible, que no lo reconocí. Llevaba mucho rencor encima y se notaba, se notaba mucho.

Su mirada, que aún seguía posada en la mía de una forma extraña y totalmente siniestra, se tornó en algo mucho más real cuando en uno de sus ojos se vio reflejada una mariposa roja aleteando sin parar.

¿Lo peor?

Cuando me giré sobresaltada para verla, ya no estaba.

Se había evaporado como la sonrisa de Liam.

Liam

Limpiar el comedor fue sin duda una de las tareas más complicadas de todo el campamento. Recuerdo a la perfección que con Alemania y Jade nos dedicamos todo un día entero a ordenar, limpiar y acomodar el enorme salón, para que de esa forma, nos quedara un día para terminar de ejecutar nuestro plan.

Colgamos fotografías, lustramos muebles, sudamos mucho y no dormimos. De hecho, las únicas palabras que intercambié con Jade fueron las siguientes:

—Creo que estás usando el palo de la escoba al revés.

—Sí, ya lo sé.

—Entonces ¿por qué lo sigues usando así?

—Porque tengo mucho sueño y actualmente estoy pensando con el culo.

En fin, nuestra relación ese día fue mucho más distante que de costumbre porque... bueno, nos tomamos en serio el hecho de que cada uno debía dejar impecable al menos una zona del comedor. Mientras Alemania barría y limpiaba las mesas, Jade terminaba de acomodar las cajas de la cocina mientras bailaba con la escoba y tarareaba una canción repetitivamente. Yo, por otro lado, solo me limitaba a seleccionar fotografías, clasificarlas por sus tonalidades y pegarlas en una de las paredes del lugar.

—¿Crees qué moriremos? —preguntó Alex, de repente.

En la habitación solo estábamos él y yo, así que gocé de poder joderlo un poco por un rato.

—Claro que sí —le contesté mostrando frialdad en mis palabras— y posiblemente moriremos uno tras otro hoy a la noche.

Alemania dejó de barrer el piso y se detuvo para mirarme, preocupado.

—¿Hoy a la noche? —cuestionó, perturbado.

—Habrá una excursión, nosotros claramente no estamos invitados porque se supone que es anormal terminar de limpiar esto en un día y medio —le expliqué mirando a los lados—; pero como ya lo hicimos, iremos igual y nos pasaremos la invitación por el culo.

—No gracias, soy muy joven para morir.

Retuve la sonrisa para mantener mi seriedad.

—Tienes razón, quédate aquí haciendo de guardia a la noche y yo bueno, iré con Jade y con Will a acampar con el resto. —Me comencé a alejar cada vez más hacia la salida hasta que, como era de esperar, Alemania abrió su boca:

—Quizás me comienza a gustar la idea de acampar todos juntitos.

—Siete y media reunidos en el fogón, allí es el punto de encuentro, avísale a Jade o serás hombre muerto —solté aún dándole la espalda mientras jugaba con las llaves del comedor.

—Sí, señor —eso tendría que haberle salido firme y seguro, pero al pobre Alemania le salió como un pollito asustado.

Jade

Pasé por la cabaña minutos antes de la hora del encuentro. Tomé una ducha rápida y me cambié la ropa sucia que llevaba con —literalmente— lo primero que encontré. Una vez que salí del baño, me detuve en seco al no notar la insoportable presencia de Liam.

Contemplé ese vacío sin emociones por unos minutos.

Sentí la casa vacía, sin vida.

Pero toda mi tranquilidad se esfumó cuando sentí el piso de madera hundirse a mi lado. Cuando me roté para ver de quién se trataba y, para de alguna forma darle un buen puñetazo por no tocar la puerta de la cabaña, pensé en veinte formas diferentes por las cuales podía morir por hacer lo que hice. Y por si se lo preguntan sí, todas eran muy dolorosas y...

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando primero localicé que no había nadie detrás de mi espalda.

¿Me estaba volviendo loca o qué? Ya me había sucedido dos veces en un día eso de ver cosas que simplemente no estaban.

Segundos después, asustada por lo sucedido, me giré precipitada al escuchar un ruido proveniente de la ventana rota. Tuve el impulso de correr hacia ella. Sea la persona que sea iba a pagarlas por joderme. Y para mi sorpresa... no, otra vez no se trataba de una persona. Se trataba de una mariposa.

Una mariposa azul posada en la ventana rota de siempre.

Mordí mi lengua.

Y sin pensarlo dos veces, me tiré al piso, me escabullí por el suelo hasta llegar al cajón que se encontraba debajo de mi cama, tomé mi cámara, suspiré, y me acerqué a pasos silenciosos hacia ella.

Tenía que tomar la foto.

Esta vez sí debía hacerlo.

Y maldita sea, hace tanto tiempo no tomaba fotografías con mi cámara de la época jurásica.

—Está vez no te me escaparás, pequeña —esa fui yo hablándole a una mariposa mientras la apuntaba con mi cámara—. ¡Ven aquí! ¡Maldita sea! —esa fui yo gritándole a la mariposa mientras rotaba en el piso con la cámara—. ¡¿Porqué te escapas de mí?! —comencé a correrla sin parar cuando vi que se había entrado a la habitación.

Salté, troté, chillé, aplaudí, hice de todo para atraparla, pero fue imposible, no se detenía. Aunque suene de loca, la mariposa parecía estar buscando algo. No dejaba de dar vueltas por la mesita de luz de Liam. Se acercaba a la manija de uno de sus cajones, se alejaba, se volvía a acercar, se alejaba, y así unas veinte veces hasta que lo entendí. O eso creía.

¿Debía abrir el cajón?

¿O la mariposa estaba modo suicida y se quería matar chocándose contra la madera del mueble?

Por más de mis dudas, opté por la primera opción y lo abrí.

Y creo que fue una buena decisión, porque una vez que lo hice, la mariposa se metió dentro de el, aleteó con mucha fuerza y se posó sobre una imagen que estaba tirada en el.

Salió un brillo azul especial de ella, uno que nunca había apreciado en mi vida. Me quedé tan anonadada observándola que mi cámara se estrelló contra el piso y me olvidé por completo de capturar el momento.

Solo vivía y ya.

Sentí como mi corazón se aceleraba cuando vi que el brillo de la mariposa se veía reflejado en esa imagen, entonces, comprendí que debía observarla con mucha presión.

Escabullí mi mano dentro y tomé la fotografía.

No tardé ni dos segundos en entender que se trataba de Liam de pequeño. Supuse que tenía unos seis, siete años cuando la fotografía fue tomada por sus facciones infantiles. Cris, muy rejuvenecido por cierto, lo estaba sosteniendo en sus hombros mientras sonreía de punta a punta. Y a su lado... a su lado parecía haber otro hombre más. Muy rígido y seco.

Lo peor de todo fue que no pude ver bien de quién se trataba ya que, su rostro, estaba arrancado de la fotografía. Y me quedó más que claro que fue algo intencional, porque estaba cortado a la perfección.

No me hacia falta conocer mucho a Liam para saber que ese hombre era su padre.

Liam

Otra vez con el culo apoyado en uno de esos troncos incómodos como el primer día del campamento.

—Creo que todos ya saben porque estamos reunidos aquí, ¿verdad? —zanjó el profesor Miller, nervioso dando vueltas por la fogata—. ¡Exacto! Debemos cuidar nuestras espaldas, y estando en las cabañas todos aislados no es la mejor opción. Por lo tanto, se me ocurrió la grandiosa idea de acampar para así, de esa forma, estar todos más seguros.

—Dile a ese viejo que se calle —me susurró Alemania, moviendo su pierna, ansioso.

Fruncí el ceño como respuesta.

—¿Le dijiste a Jade que venga? —Miré el trozo de tronco que había guardado a mi lado, vacío.

—Pues...

De un segundo a otro un olor muy conocido a shampoo de coco invadió mis fosas nasales. Alguien se sentó a mi lado, sin hacer casi nada de ruido, e hizo como si nada hubiera pasado. Como si esos veinte minutos de espera hubieran sido la nada misma.

Jade.

—¿Qué? No se hagan los sorprendidos, ya saben que siempre llego tarde a todos lados —saltó ella a la defensiva, cruzando los brazos sin apartar la mirada del profesor.

Sonreí.

Ya extrañaba sus quejas.

—Como les decía... —Miller frunció el ceño y se detuvo en seco— Ya deja de hacerle muecas a tu compañero, Will. Este es un tema serio.

—Lo siento, señor.

El moreno se sonrojó. Al ver su gesto tuve el instinto de voltearme directamente hacia Alemania. Y sí, era obvio que ese compañero era él. El imbécil seguía haciéndole muecas graciosas al otro.

—Te está mirando medio curso, idiota —le advertí a Alemania entre dientes—. Ponte derecho.

Se enderezó y dejó su rostro sin ningún movimiento. Jade me apretó la pierna, mirándome mal por mandarlo al frente; yo me limité a sonreír hacia abajo volviendo volviendo centrar la mirada en el señor Miller.

—Ahora bien, dos o tres personas por tienda de acampar —empezó a explicar el profesor—. Mañana a las siete los quiero a todos despiertos en el comedor de Betty para desayunar. Una vez allí, les contaré cómo será el evento más importante del campamento y nos olvidaremos un poco de todos los sucesos extraños que están pasando últimamente.

Todos gritaron, silbaron y aplaudieron emocionados excepto Alemania, Jade y yo.

—¿No les parece raro que lo diga así como si nada siendo él el que fue amenazado? —cuestionó Jade entre los aplausos.

—Lo escuché hablando con Cris hace unos días —me sinceré ante ellos—. Miller mencionaba que estaba seguro de que era una de las bromas pesadas de los alumnos y que, probablemente, solo lo estaban jodiendo. Ya saben, para él todo ronda en las "bromas típicas de los adolescentes" hasta que lo matan.

Jade sonrió.

Me brillaron los ojos al verla.

Parpadeé dos veces seguidas cuando entendí que ella ya se había levantado del tronco y ya me estaba tendiendo una mano para obligarme a ponerme de pie.

—Vamos a la tienda de acampar —dijo decida sin decirme antes ni un "oye Liam, ¿compartes tienda conmigo?".

De todas formas no me quejé y la seguí como un buen perrito dominado, ja.

***

Perdimos a Alemania en el camino, supuse compartiría cabaña con Kate o con Will que eran los que estaban con él anteriormente siguiéndonos el paso.

Las tiendas de acampar formaban un círculo en el medio de la nada. Eran de todos los colores, cálidos y oscuros, aunque... bueno, maldita suerte tenían los que le tocaban los colores cálidos porque luz que prendían, movimiento que hacían, se veía reflejado en el exterior con una gran sombra.

Por primera vez en mi puta vida había visto una mariposa verde en el campamento, y eso, eso solo significaba: cabaña de color oscura.

Gracias a dios.

Luego de que Jade se sumergió en ella, yo hice exactamente lo mismo.

Para mi sorpresa era mucho más amplia de lo que parecía.

—¿Tengo que colocar dos bolsas de dormir o...? —preguntó, Jade ingenua.

—Creo que será mucho más cómodo para ti si duermes sobre mi pecho.

—Ajá, sí.

—No te hagas la inocentona.

—No me hago la... inotentona.

Frunció el ceño, cruzó sus brazos de manera infantil y yo me limité a resguardar mi sonrisa por un rato.

—Jade.

—Liam —pronunció con mala gana.

—Te conozco de pies a cabeza, y literalmente —la vacilé—. Así que ven aquí y duerme que estoy viendo hace más de cinco minutos como se te cierran los ojos por si solos —me acosté sobre la tela de la bolsa de dormir y palpé mi pecho—. Anda, ven.

Ella volteó los ojos y se recostó en mi pecho como una niña pequeña. Minutos después, tomó mi mano y la entrelazó con la suya mientras se colocaba en posición fetal.

Joder, su mano era tan pequeña a comparación de la mía.

A pesar de su mini enfado, la respiración de Jade ya volvía a ser normal. Su pecho subía y bajaba sobre el mío sin ningún tipo de problema; por otro lado, yo estaba modo estatua, Ja. Es decir: negado a moverme. No entraba en mis planes mover ni un solo dedo, haber si la despertaba y luego ella no podía dormir... ¡No! ¡No podía! Pobre cosita.

—Nada malo va a pasarte, ¿sabes? No permitiré que nadie te haga daño, estás a salvo conmigo —susurré en el lóbulo de su oreja acariciándole el cabello—. Y si alguien te toca un pelo, juro que le cortaré la mano —zanjé por lo bajo, pero al no notar ningún tipo de respuesta, volví a abrir mi boca—: ¿Jade?

No hubo respuesta.

Y como era de esperar sí, mi cosita ya se había dormido.

Primero sonreí al verla, tranquila, en silencio, descansando. Luego solo opté por depositar un pequeño beso en su frente; y por último, pero no menos importante, me quedé mirando fijamente la punta de la tienda de acampar sin moverme en lo absoluto.

Porque yo ya lo sabía.

La paz no estaba ahí por estar, era obvio que era para hacer una pausa y luego poder tirarnos mucha mierda, y eso... eso solo significaba una cosa:

Ya estaba corriendo tiempo de mi reloj.

La guerra ya estaba comenzando.

***
Nota de la autora:
Okey, ni hola voy a decir hoy.

A partir de acá en adelante se va todo a la mierda. Se oscurecen las aguas como diría Ari. Se le encuentra el pelo al huevo. Se les frunce el anito. Se cierran todas las subtramas.

Bueno pasa de todo.

¡En conclusión disfruten que son los últimos capítulos!

Y no, no pago terapia, pero prometo que cuando me reciba de psicóloga yo misma se las doy.

Dedicado a:
Stiles_mihombre RociGerez sofiaaasss Roo_AQ LaspatasdeDexter


#Ulala🦋


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