Cambiantes Libro II. Vínculo.

Por CCmyc02

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Se dice que nadie puede romper el hilo rojo. No importa a quién una. No importa lo que una. Después de escapa... Mais

Saludos
La explicación
Dos días. Cuatro días.
Sopa
El celo de Dawi
Un celo unido a ti
La regla de Dau
Reparando el celo
El juicio de Dau
Visita de un amigo
Si eres parte del pueblo
Un zorro cuidando niños
Quedarse atrás
Lo más importante
Declaración forzada
Charla frente al fuego
Malas noticias
Ceremonia de confirmación
Invitación
La decisión de Nalbrek
Antes de entrar
Entrando en la ciudad de los lobos
Las cinco familias
Primera noche en la ciudad
Gerna
Asdis
La familia que sirve a los alfas
El destino de las parejas
Cena en la ciudad
Cena en el bosque
Paseando
Lo que significa ser un fiel
Nunca juegues con un zorro
Recuperando a un Uiba
Caída libre
Fin

Una charla en la habitación

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Por CCmyc02

—Dawi —escuchó la voz enfadada de Hilmar en su cabeza.

—Cobarde —lo acusó.

—¿Cómo que cobarde?

—Dejas que traten así a tu pareja, así que eres un cobarde —se reafirmó—. Cobarde, cobarde, cobarde... —empezó a repetir en su cabeza una y otra vez sin darle opción a Hilmar, hasta que este, frustrado, lo dejó solo—. Estúpidos lobos —murmuró disgustado y aunque los lobos más cercanos lo miraron mal, no le importó—. Estúpidos. Más que estúpidos. Descerebrados aulladores...

—Dau —le pidió el humano preocupado mirando alrededor.

—No te preocupes. Solo tengo que segregar feromonas y se les pondrá la polla tan tiesa que no podrán ni andar —rechazó haciendo un gesto despectivo cuando al ver la preocupación en sus ojos se regañó—. Tienes razón, lo siento. No debo olvidar que estamos en Narg.

—Gracias —respondió Rishi aliviado.

—¿Y a dónde me llevas? —le preguntó siguiéndolo.

—A la habitación que compartimos Hilmar y yo —le explicó.

—No habrá nada raro allí, ¿verdad?

—¿Raro?

—Sí, ya sabes. Sois pareja y vamos a vuestra habitación. Ya sé bastante sobre vuestro apareamiento como para querer saber más —le advirtió.

—Hay varias habitaciones y en la que estaremos no hay nada indebido —le gritó Rishi poniéndose rojo.

—¿De verdad? —insistió suspicaz.

—No hay nada —le aseguró con los dientes apretados.

—¿Nada como qué? —lo azuzó—. ¿Cuáles son las cosas que consideras indebidas y están guardadas? Ahora siento curiosidad —admitió y Rishi abrió y cerró la boca como un pez fuera del agua.

—No es de tu incumbencia —zanjó acelerando el paso molesto, así que lo siguió divertido.






Poco después, Rishi abría una puerta, así que lo siguió mientras miraba a su alrededor. Aquella amplia habitación curva tenía una chimenea a un lado con leña cerca, sillas, una mesa en la que podrían comer cuatro personas sin problemas llena de hojas, varios baúles cerrados y alfombras y pieles con el inconfundible olor de los lobos, pero él ignoró todo aquello y se dirigió al otro lado para asomarse al jardín excavado en la roca. Vio la cascada que comenzaba en un agujero de pared a un par de metros del suelo, cayendo a rocas cóncavas escalonadas cada vez más grandes hasta que, al llegar al suelo, caía en un estanque. También vio las macetas sobre las losas que cubrían el suelo y los pequeños parterres con plantas aquí y allí. No era como si se pudiese pasear, pero podían reunirse una quincena de personas con comodidad en aquel lugar. Miró hacia arriba, hacia el cielo azul, viendo en la pared donde estaba la cascada, en la parte más alta, algunas ventanas hechas en la piedra, apenas agujeros.

—¿Qué es eso?

—Ventanas de las casas del sexto nivel —le explicó Rishi acercándose cuando él lo llamó.

—¿Y esas? —preguntó señalando unas ventanas en la pared de enfrente y que se abrían un poco más arriba de la mitad de la pared, aunque aquellas ventanas sí que parecían poder abrirse.

—Son del cuarto nivel asintió—. Esa casa pertenece al clan Rod, así que se les permitió abrir ventanas más grandes.

—Pero no tanto como las de este nivel —señaló las ventanas que había alrededor del patio con excepción de los alrededores de la cascada.

—Las habitaciones interiores no tienen salida, por eso se hicieron los patios.

—¿Cuántos patios hay?

—Tres para las habitaciones y el principal.

—Así que este no es el principal.

—No, el principal es casi tres veces más grande que este. Según me contó Hilmar, su familia pasó generaciones trabajando la montaña para lograrlo.

—Ya veo —murmuró entrando.

Desde fuera, la montaña solo parecía una hilera de ventanas y puertas, pero dentro era un auténtico laberinto de pasillos y patios excavados en la roca y aunque Hilmar habló de las casas como si fuesen independientes, se había dado cuenta de que no era así ya que había visto varias escaleras interiores que conectaban diferentes niveles, gruesas puertas en medio de los pasillos con símbolos que indicaban que lo que había más allá de ellas no eran parte de otra casa. Tenía que averiguar más sobre eso.

Se sentó en una de las alfombras con las piernas cruzadas y Rishi lo imitó.

—Gracias —le dijo este sentándose delante de él.

—¿Gracias por qué?

—Por lo que dijiste en la habitación sobre mi nombre. Nunca pensé que serías tú quién les exigiría a los demás miembros de la familia que me llamasen por mi nombre.

—¿Hilmar no ha hecho nada? —Rishi negó con la cabeza sin mirarlo.

—Solo dijo que tenía que tener un poco de paciencia.

—Ese inútil —murmuró—. ¿Los demás te tratan bien? ¿O tengo que patearle el culo a ese idiota por eso también?

—No, me tratan bien —le aseguró—. Quiero decir, no les agrado, pero solo me ignoran así que no me puedo quejar.

—Dado que eres humano, eso es inevitable. ¿Lo que hablemos aquí se escuchará en el patio?

—Las habitaciones están hechas para que el sonido no salga —negó.

—En tal caso, responde a mis preguntas —le advirtió.

—¿Responder a tus preguntas?

—Yo te explique cosas de nosotros cuando llegaste al pueblo, ahora te toca a ti explicarme cosas de los lobos. Hay demasiadas cosas que no entiendo.

—Yo tampoco sé demasiado, solo llevo aquí algunas semanas.

—Más que yo. Y ahora dime, ¿quién es esa mujer?

—¿Asdis? —Él asintió—. Es como una... ¿abuela? O algo así —murmuró pensativo.

—Eso no es una respuesta.

—Pues es la única que puedo darte. Ella no es nadie, solo... Creo que será mejor que te explique lo poco que he conseguido aprender de este lugar para que lo entiendas. Al llegar me contaron que la ciudad está dirigida por los cinco clanes, que se reúnen de forma periódica. Según me explicó Hilmar, hay un consejo superior formado por el alfa dominante de cada clan, se le conoce como el alto consejo de los alfas, luego hay otro consejo paralelo de las mujeres alfas, también una por clan, conocido como el alto consejo de las alfas.

—Al menos son nombres fáciles de recordar.

—Cierto. Estos dos consejos tienen funciones muy específicas y solo se reúnen en contadas ocasiones para solucionar situaciones que escapan a la capacidad del consejo general. Lo que decidan es ley. Luego está consejo, es el que dirige la ciudad y se reúne varias veces a la semana para tomar decisiones y organizar grupos que se ocupen de solucionar los problemas. Está formado por miembros de los diferentes clanes, no hay máximos ni mínimos y cualquiera que cumpla los requisitos puede formar parte, por lo que todos los clanes luchan por tener a tantos miembros como les sea posible para conseguir imponer su opinión.

—¿Y cuáles son esos requisitos para entrar?

—Hay varios, pero el más importante es que debes ser miembro reconocido de uno de los cinco clanes.

—¿Entonces eso significa que la gente que vive en la base de la montaña no puede participar?

—No —asintió—. Aquí los llaman invitados ya que llegaron después de que los cinco clanes se asentasen en el lugar y aunque han pasado siglos, los miembros de los cinco clanes evitan tener contacto con ellos, incluso muchos los consideran inferiores, aunque no lo reconozcan de forma abierta. Si alguien de un clan se relaciona o muestra interés en alguien de allí, es expulsado de su clan al momento. Tampoco se les permite a los invitados entrar aquí y solo los miembros más bajos del clan tratan con ellos. Eso hace que la gente de la base tampoco aprecie demasiado a los miembros de los clanes.

—¿Y esa mujer? ¿Cuál es su puesto?

—Espera un momento —le pidió—. Aquí hay una jerarquía muy marcada, la gente de la base, los cinco clanes que compiten entre sí por imponerse. Y dentro de cada clan están divididos en betas y alfas, los cuales se organizan por su grado de control sobre los demás hasta llegar al alfa dominante, el cual forma parte del alto consejo. Estos alfas no solo están por encima de los miembros de su clan, sino de todos los lobos. En teoría ellos son los que mandan en la ciudad, pero existe alguien a quien incluso estos obedecen.

—Asdis —adivinó y Rishi asintió.

—No sé la razón, de hecho, no tiene sentido. Aunque sea del clan Huvit, es demasiado poder.

—¿Qué tiene de especial el clan Huvit?

—Son los druidas del lugar, actuando como sacerdotes y médicos. En realidad, hay muchos rumores sobre ellos y su verdadero poder, pero nada explica por qué esa mujer parece ser obedecida por todos a pesar de que no ha hecho nada destacado ni ocupa ningún puesto en la ciudad. De hecho, es un alfa, pero del nivel más bajo, por lo que nadie debería escucharla. A pesar de lo cual todos se comportan como si ella fuese alguien muy importante, haciendo todo lo que esta les pide sin dudar. Y lo más extraño es que nunca la he visto molesta. Todos los lobos en este lugar se muestran dominantes, sobre todo con los que están por debajo de ellos, pero esa mujer no. Siempre es amable y sonríe, pero aun así...

—No te agrada —acabó la frase por él y Rishi asintió.

—Puede ser porque se trata de un lobo, pero, a pesar de que ha sido una de las pocas personas que me ha tratado con amabilidad, no me siento cómodo cuando ella está cerca. No sé cómo explicarlo, solo... me incomoda. Así que, como ves, no sé quién es Asdis ni por qué parece ser obedecida por todos. Lo único que sé es que parece agradarles a todos y conseguir cualquier cosa que quiera. Por eso te dije que no podía explicártelo.

—Ahora entiendo lo que querías decir —murmuró pensativo—. ¿Podrías hablarme más de cómo se hacen las parejas aquí? Hilmar dijo que a los hombres se les manda a otros clanes.

—Es para evitar parejas con la sangre demasiado cercana —le explicó Rishi—. Todos los años se intercambian a los chicos que han tenido su primer celo para que busquen pareja en el clan al que son enviados.

—¿Intercambian?

—El consejo decide qué clanes intercambiarán para evitar que siempre sean los mismos.

—¿Y si no te gusta el clan al que te envían? ¿O te gusta alguien de otro clan?

—No tiene importancia. Aquí a los niños, desde pequeños, se les enseña que lo más importante es el clan, la manada, y que sus deseos no importan. Por eso la mayoría acepta.

—¿Y los que no?

—No lo sé, pero no creo que el consejo lo admita —murmuró—. Incluso cuando un clan está interesado en un alfa destacado de otro clan, el líder se pone el contacto con su análogo y negocian cosas cómo cuantos hijos van a tener, dónde van a vivir y quién se quedará con qué hijos. Si se llega a un acuerdo, el alfa será cedido de forma temporal para tener hijos.

—¿No se emparejan?

—Más tarde. Todos quieren conservar a los alfas más sobresalientes dentro de la familia, así que acaban uniéndose con alguien de su propia familia con quien no tengan demasiados lazos de sangre. Tan solo, en contadas ocasiones, el consejo de las alfas ordena que el alfa sea cedido. En tal caso, estas determinarán a dónde deben ir y quién será su pareja, teniendo que renunciar a su clan de nacimiento. Ese fue el caso de la madre de Hilmar. Ella nació como Svat, era una reputada alfa y su familia tenía muchos planes para ella, pero el consejo le ordenó que se convirtiese en Rod y se uniese al padre de Hilmar.

—Por tu manera de decirlo, eso no la hizo feliz.

—Al parecer, la madre de Hilmar adoraba a su clan. Nunca nadie entendió por qué el alto consejo decidió mandarla a otro clan. Tan solo hubo algunos rumores.

—¿Rumores?

—A una de los miembros no le agradaba la madre de Hilmar —contestó.

—¿Has escuchado algo de la familia de Nalbrek?

—¿De la familia Uiba? —negó—. Quiero decir, sé que los llamaban fieles y que servían a los alfas más importantes, pero no mucho más. Apenas los mencionaron cuando me explicaron las cosas sobre esta ciudad. Tan solo que parecen haber estado aquí desde su fundación, aunque nunca fuesen parte del consejo, y que se creía que habían muerto todos, a pesar de los rumores de un último miembro escondido.

—¿Y por qué no fueron a comprobarlo?

—No lo sé —contestó Rishi—. Solo he escuchado conversaciones de forma accidental desde que se supo que Nalbrek iba a venir, pero no he podido preguntar.

—¿Y sobre mí? ¿Has escuchado algo?

—Deja de interrogar a Rishi —le advirtió Hilmar entrando. Con tantos lobos allí no se había dado cuenta de que se había acercado.

—Pues en tal caso, contesta tú a mis preguntas. Por cierto, ¿qué haces aquí?

—Vivo aquí —respondió.

—Me refiero a tan pronto.

—Asdis y los demás se han ido a una reunión ya que algunos representantes de los cinco clanes quieren hablar con Nalbrek. Me han encargado que me ocupe de ti —añadió.

—En tal caso, ¿podríamos ver las murallas mientras hablamos?

—¿Quieres que te lleve a ver las murallas? —Él asintió—.Está bien —aceptó rindiéndose—. Rishi, quédate aquí, si alguien me busca, dile dónde estoy —le pidió antes de salir con él.




Y así sabemos que Asdis, es Asdis. Alguien a quien todos en las cinco familias aman sin razón😌😏 ¿Y por qué la aman tanto?, os preguntaréis, pues es porque Asdis... mirad, unos pollitos 😍🐤🐤🐤

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