Lo más importante

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Poco después entraba en su casa tras una calurosa despedida en la que Hilmar le pidió encarecidamente que no regresase hasta que él no se marchase del pueblo antes de cerrarle la puerta en la cara. Aquel desagradecido... Ya se ocuparía de él en su momento, primero tenía que convivir tres meses con Nalbrek, pero se sentía tranquilo al respecto, como si supiese que nada de lo que hiciera o dijera aquel lobo lo podría afectar.

Miró a su alrededor, todo en su sitio. Nalbrek era tan ordenado como siempre.

—¿Ocurre algo? —le preguntó este cuando lo vio de pie sin moverse.

—No, nada —negó—. Has mantenido el lugar muy ordenado. La única diferencia es que huele más a lobo.

—Has pasado cuatro días fuera.

—Cierto. Sobre la cama...

—Podemos compartirla.

—No —se negó.

—¿Acaso crees que voy a intentar algo?

—No, pero no sé cómo puede reaccionar mi celo después de tantos días separados y prefiero no arriesgarme.

—En tal caso, puedes usar la cama.

—Soy yo quien ha decidido irse, es mi responsabilidad y, por lo tanto, soy yo quien debe dormir fuera de la cama. Y ahora comencemos, la huerta no se cuidará sola —añadió estirándose mientras salía al exterior.



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Los siguientes días convivieron en la cabaña manteniendo las distancias mientras cada uno se ocupaba de sus cosas, algo que él agradeció. Lo cierto es que, a pesar de todo, Nalbrek le agradaba. Tal vez no pudiese ser su compañero, pero seguía considerándolo un amigo. Un muy extraño amigo. Por eso decidió que intentaría hacerle entender lo que significaba ser pareja, ya que estaba seguro de que sería un buen compañero cuando lo comprendiese y no quería que fuese de relación en relación destruyéndolas por no entenderlo. Porque eso era lo peor, estaba seguro de que Nalbrek no entendía lo que estaba haciendo mal, algo comprensible si pensaba que fue criado sin padres en aquella cabaña por un lobo solitario, por lo que no tuvo ninguna figura de referencia. A Nalbrek solo parecían haberle enseñado a mantener en secreto su capacidad y mantenerse alejado de los demás por temor a lo que pasaría si la manada lo encontraba.

Lo único que lamentaba era que no iba a poder cumplir la promesa que le hizo a la tía de Nalbrek, pero al menos intentaría prepararlo para que su siguiente relación pudiese funcionar.

Durante aquellos días Nalbrek intentó hablar con él varias veces sobre lo ocurrido, pero él siempre lo rechazó ya que necesitaba poner sus ideas en orden primero y sospechaba que el lobo también, ya que no insistía. Pero sería mejor empezar a afrontar ese problema si quería ayudarlo.

Cambiantes Libro II. Vínculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora