UN SECRETO EN EL BOSQUE

By AgustinValchar

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La aldea de Orhin es conocida por albergar a los mejores cazadores del reino y también por estar cerca del bo... More

TRAILER
MAPA
1 - NOTAS AL VIENTO
2 - EL CREPITAR DE LA LEÑA
3 - ANTE LOS OJOS DE TODOS
4 - OLOR A TRISTEZA
5 - UN REFUGIO SECRETO
6 - AQUELARRE
7 - UN ÚLTIMO INTENTO
8 - PENSAMIENTOS NEGROS
9 - COMPAÑÍA INDESEADA
10 - PROTECCIÓN
11 - PREÁMBULOS DE CAMBIOS
12 - ENCUENTRO INOPORTUNO
13 - GRITOS EN LA CALLE
14 - EL HECHIZO MÁS PODEROSO
15 - COLMILLO FILOSO
16 - UNA FUERTE ADICCIÓN
17 - TREGUA
18 - SANGRE MÁGICA
19 - PALABRAS DE UNA VIAJERA
20 - PALABRAS DE UNA VIAJERA II
21 - PALABRAS DE UNA VIAJERA III
22 - UNA VOZ LETAL
23 - MIEDO A LA OSCURIDAD
24 - UN RITUAL EN EL ESTANQUE
25 - LA CALMA
26 - LA TORMENTA
27 - NACIMIENTO DE LA OSCURIDAD
28 - AYUDA DE AMOR
29 - ALIANZA INDESEADA
30 - INFORMACIÓN BORROSA
31 - DISIDENCIA
32 - EL RESGUARDO DE LA LUNA
33 - LUJURIA INSACIABLE
34 - LA AUTÉNTICA PRODIGIO
35 - FRÍO Y CALOR
36 - CAMINATA NOCTURNA
37 - BRUJERÍA INFANTIL
38 - PÉTALOS DE AMANECER
39 - MIENTRAS ELLA MIRA
40 - LA CASA DEL FONDO
42 - SALIDA HACIA ADENTRO
43 - LA QUE PROTEGE CON SU VIDA
44 - SIN MALA INTENCIÓN
45 - RECETA POÉTICA
46 - LA MALDICIÓN DEL POETA
47 - ADICTOS AL AMOR
48 - NACE UN PUEBLO LIBRE
49 - LA HUIDA
50 - SOLO UN JUEGO
51 - YA NO ES DIVERTIDO
52 - EL PODER DE LA MENTIRA
53 - SOLO UN BESO
54 - SOBRE LAS NUBES
55 - INTENCIONES OCULTAS
56 - SENTIR ALGO
57 - PALABRAS QUE ASUSTAN
58 - TRISTES NOTICIAS
59 - RECITAR SOBRE LA PIEL
60 - LOS QUE PACTAN CON LA MUERTE
61 - EL LLAMADO
62 - UN CIELO SILENCIOSO
63 - EL BRUJO DEL SUR
64 - EL CHOQUE
65 - EL ÚLTIMO CONSEJO
66 - ENTRENAMIENTO FRUCTUOSO
67 - MÉTODOS OCULTOS
68 - VIAJES POR TERRATLAS
69 - NOCHE
70 - UN BUEN SUEÑO
71 - SOLDADOS DE LA DEVASTACIÓN
72 - DOS GUERREROS
73 - BIENVENIDA A ORMUG
74 - LA ÚLTIMA ESCLAVA
75 - CONSECUENCIAS
76 - SILBIDOS EN LA NIEBLA
77 - LA TRÍADA
78 - LOS SENDEROS DE LA PLAGA
79 - EL PODER DE LAS PALABRAS
80 - DEVOLVIENDO EL FAVOR
81 - EL ÚLTIMO BASTIÓN HUMANO
82 - UNA VISITA A ORHIN
83 - AMORES QUE ENCIENDEN EL INFIERNO
84 - EL AMOR QUE TRASCIENDE A LA MUERTE
85 - EL LLORÓN
86 - LA FRACASADA
87 - CAZA DE BRUJAS
88 - RESPUESTA PAGANA
89 - ELECCIÓN SENSATA
90 - DESTINO
91 - DESPEDIDA
92 - UNA MUJER PODEROSA
93 - NUEVOS VÍNCULOS
94 - LIBERTAD
95 - EPÍLOGO
Notas de Autor y Datos Innecesarios
SECUELA DISPONIBLE

41 - EL RESCATE

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By AgustinValchar

En el mercado de Orhin la mañana transcurrió con normalidad. El descontento mutuo entre compradores y vendedores no fue algo que se saliera de control. Varios productos habían aumentado de precio y otros tantos perdieron calidad, al mismo tiempo la capacidad adquisitiva descendió y esto se tradujo en una baja de transacciones. Pero todos intentaron mantener el buen humor. Tan cotidiano fue el orden que no hubo un solo habitante que se percatara de las cuatro brujas que se posaron en la colina.

—Supongo que la casa que estamos buscando es esa mansión gigante —observó Demetra.

—Sí, es esa —confirmó Trisha.

—¿Cómo entramos? —Lu reconoció a los dos guardias en la calle y los otros dos en la puerta del edificio.

—Puedo intuir que la idea no es armar un gran alboroto.

—Será mejor que evitemos eso, así es.

—Entonces tengo una idea, por favor, no me dejen sola... —declaró Musa un poco asustada.

Una sirvienta jovencita con coleta y despeinada, ajena a lo que se gestaba afuera, recorrió los largos pasillos hasta una sala abarrotada de sacos y cajas. Allí había otras dos acomodando bienes, primero los agrupaban en dos grandes grupos, comestibles y no comestibles. Estos últimos luego se dividían en procesados y no procesados, y la comida la separaban en carne y vegetales.

Al entrar a la habitación las otras dos la miraron sin importancia. Se hizo rápidamente con unas patas de pollo, papás y un par de hierbas. Ninguna podía hablar, solo se comunicaban con expresiones, y para eso era necesario mirarse, al no conectar de esa manera con las presentes se marchó por el pasillo sin más.

Los guardias de la calle tenían una conversación bastante encendida sobre aventureros famosos.

—¿Realmente has oído los poemas de Retsa, la pirata del cielo?

—¡Claro! Por eso puedo asegurar que Lufher es mucho mejor.

—¡Estás loco! ¿Acaso ese enano tiene un barco que surca las nubes?

—Por favor, esas son tonterías. Es solo una leyenda.

—No lo es, conozco a un granjero que la vio. Dice que cuando encuentras su nave no puedes hallar ninguna particularidad, solo otro barco con bandera negra viajando en el agua. Pero no lo es, de la nada es capaz de saltar hasta posarse en las nubes y navegar por allí. Los ataques enemigos nunca la alcanzan...

—¿De verdad? —la cara del hombre mostró un profundo interés.

—Por supuesto. Y hay más, hay quienes aseguran que una vez en el cielo deja caer una lluvia de fuego que destroza a todos sus adversarios, incapaces de reaccionar.

—No puede ser...

—Pues lo es, no hay dudas de que Retsa es la pirata más letal de todo el mar... —algo llamó la atención del soldado, llevó la mano hasta su espada enfundada por instinto y se volteó varias veces buscando algo— ¿Has oído eso?

—¿Oír que cosa? —preguntó el otro bastante confundido.

—Fue como...

¡Por favor, necesito ayuda! —gritó la voz de una niña pequeña, ambos pudieron oírla esta vez. Se miraron para confirmarlo y se apresuraron hasta los altos pastizales de la colina.

Con las espadas se abrieron paso tratando de localizar el origen de los gritos. A uno le pareció un poco extraña la situación, pero el sonido llegaba tan nítido que hasta se podía sentir la angustia de la pequeña. Era normal que los niños se pierdan en esos altos yuyos, también ocurre a menudo que los pequeños sean víctimas de alguna serpiente o algún otro animal hostil, así que no le dio mayor importancia a las sospechas.

Aunque debería haberlo hecho, gracias a ese descuido ambos guardias se toparon con Musa arrodillada con las manos sobre su boca, imitando el pedido de auxilio de la niña.

Antes de que pudieran reaccionar recibieron desde el suelo una descarga eléctrica que los paralizó al instante. Aunque Trisha no tuvo en cuenta las armaduras de metal y casi los cocina.

—Van a estar dormidos por un buen rato —anunció la rubia frente a los dos hombres desmayados.

—Ahora, faltan los de adentro —respondió Lu mientras ataba las extremidades de los guardias con sus propias sombras.

En la cocina de la vivienda había una parrilla encendida, sobre esta el pollo y las papas hirvieron dentro de una olla. La chica despeinada quitó la tapa y se ayudó con una cuchara de madera para llenar un cuenco de cerámica con ese alimento.

El recipiente se calentaba mucho por lo que tenía que cubrirse la mano con un paño para transportarlo. Atravesó nuevamente largos pasillos con el objeto humeante, dejando un aroma a estofado tras de ella.

Finalmente se detuvo en la habitación de Salem, donde se metió para alimentarlo. Al hijo del señor feudal le brillaron los ojos al ver ingresar a la muchacha.

Las intrusas analizaron la situación escondidas entre los arbustos junto al enrejado. En el pórtico había otros dos vigilantes y de vez en cuando aparecía algún tercero patrullando los alrededores.

—Podríamos utilizar la misma estrategia —reflexionó la rubia.

—Tal vez, aunque no creo que sea posible hacerlos salir hasta aquí afuera.

—Además si se percatan de la ausencia de los otros dos ya tomarían una postura más defensiva y podrían alertar a los demás.

—¡Haganse a un lado! —Demetra arrojó una piedra contra un enorme florero junto a los hombres. Los dos se giraron ante el llamado de atención, pero no se movieron. Desde sus puestos observaron la roca en el suelo. Inmediatamente cayó otra que logró romper un poco la superficie de la maceta.

—¡¿Qué estás haciendo?! —susurró Musa.

Al reconocer la trayectoria de los proyectiles, ambos hombres comprobaron los alrededores con un vistazo. En un principio no lograron divisar nada, pero de repente uno golpeó el pecho del otro para llamar la atención e indicar con el índice a unos arbustos fuera del recinto. De ellos sobresalía un sombrero puntiagudo.

Espada en mano atravesaron el jardín con pasos lentos. "¡¿Quién eres?! ¡Muéstrate!" gritó uno al acercarse. No hubo respuestas. Los dos se miraron confundidos, pero siguieron avanzando. Los cuerpos fueron cubiertos por la sombra del árbol junto a las rejas. Metió la espada entre los barrotes y se acercó con ella hasta el sombrero "Oye, responde...", cuando el filo tocó el sombrero, este se cayó, no había nadie, el objeto simplemente estaba apoyado en la espesura del arbusto.

Entonces dos garras peludas salieron desde la copa del árbol sobre ellos para levantarlos por el cuello. Un par de alas gigantes de murciélago rompieron las ramas e hicieron volar bastante hojas. Tras batirlas un par de veces se elevó el demonio con cuerpo casi humano, incluso su rostro poseía características humanas, salvo por las grandes orejas y las patas de roedor.

Voló por encima de la valla y dejó caer a los dos hombres hasta las descargas eléctricas de Trisha. Se unieron a sus compañeros desmayados.

—La próxima podrías avisar... —se quejó Musa.

—A veces hay que pensar rápido —contestó Lu, guiñando un ojo a Demetra. Esta devolvió el halago con una sonrisa—. Ya tenemos todo despejado, vamos.

A Salem le costaba masticar el pollo, por lo que la sirvienta con coleta se encargaba de triturarlo lo mejor posible para mezclarlo con el puré de papa. Algunos bocados se caían de la boca y ella tenía que recogerlos con la cuchara para regresarlos.

La chica tenía en todo momento una pequeña sonrisa en los labios, y cada tanto dejaba algunas caricias sobre el cabello del postrado. La inocencia que a veces mostraba el muchacho cautivó a varias de las sirvientas, aunque ninguna despertó un cariño sincero como lo hizo esta. Eran amigos. Ninguno de los dos fue capaz de oír el alboroto en la puerta principal.

Las esclavas dispuestas para hacer de porteras escucharon sonidos extraños desde el exterior. Dudaron demasiado antes de comprobar el barullo, la entrada se abrió bruscamente e ingresaron las cuatro brujas acompañadas por los demonios con sus formas infernales, la lagartija de Musa se asemejaba mucho a un cocodrilo parado en dos piernas con la espalda cubierta de púas como un puercoespín. Tanto este como Mara liberaron de sus grilletes a las dos incrédulas que se quedaron pasmadas por la sorpresa.

—¡Bien! ¡Tenemos que hacer esto rápido! —gritó Demetra al tomar la delantera hasta el centro del salón— ¡Tenemos pocos minutos antes de que nos descubran! ¡Los demonios quédense en esta sala, nosotras iremos a buscar a las sirvientas del edificio para enviarlas aquí!

—¿Nos van a ayudar? —preguntó Lu a una de las mudas, esta contestó afirmativamente con la cabeza y salió corriendo por los pasillos. Las demás la imitaron.

—¡Musa! ¡Tú tienes que quedarte aquí para vigilar! —ordenó la bruja del sombrero— ¡Si ves un guardia transmite la alerta con tu poder!

Casi al instante empezaron a asomar algunas chicas por el pasillo, reconociendo a los demonios en el medio de la sala. Las primeras se acercaron temerosas, no tanto por los monstruos, sino por las represalias de semejante rebeldía.

Mara destrozó un grillete, la muchacha, absuelta de su atadura, comprobó con alegría como sus brazos emitieron magia. Las otras que estaban escondidas desde el umbral del pasillo se acercaron rápidamente para ser liberadas.

El rumor corrió mucho más rápido de lo que pensaban, todas recorrieron el lugar con los cepos blancos entre las manos para mostrar a sus compañeras lo que estaba ocurriendo. Algunas tardaban un poco en darse cuenta, se quedaron pasmadas mirando hasta que reconocían los tobillos desnudos y la pieza opresora quebrada. Entonces no perdían segundo para correr hasta la sala del trono.

Lo mismo ocurrió en la habitación de Salem. Las puertas se abrieron con violencia y la chica de coleta se asustó por el estruendo, derramando un poco la comida sobre los azulejos. Por el pasillo ingresó otra mujer con ropas viejas, en sus manos mostró la prueba de la libertad. Aunque los ojos que la descubrieron no parecían tener interés, más bien se mostraron confusos y hasta angustiados.

La chica con el cuenco en la mano recibió la orden de salir de allí con un gesto del brazo y ella se aferró al muchacho postrado. La rescatista quería que la siguieran, pero recibió una respuesta negativa con el rostro. Un poco furiosa ante esto se acercó y la tomó del brazo, pero la otra seguía negando con firmeza y no soltaba a Salem.

Entonces recibió una cachetada y los ojos vidriosos de la adulta suplicaron obediencia, zarandeando el grillete roto en sus narices. Sin embargo, no hubo tal cosa, esa bruja no quería abandonar a su amigo. La otra finalmente tuvo que rendirse y aprovechar el poco tiempo para avisar a las demás.

En uno de los corredores, Demetra y Lu iban puerta por puerta llevando el mismo mensaje. La mayoría eran cuartos vacíos, pero algunos sí tenían esclavas, limpiando los pisos o lavando las paredes.

—¡Rápido! ¡A la sala principal si quieren ser libres! —gritaban al dar con alguna. Al poseer el habla, el mensaje era mucho más fácil de transmitir y más rápido corrían para ser rescatadas.

Al final del trayecto estaba la escalera al primer piso y otro pasillo enfrentado a esta. Ambas brujas subieron con prisa y repitieron el proceso en los cuartos de allí, con la diferencia de que esta vez fueron interrumpidas.

¡Oigan! ¡Creo que ya nos descubrieron! —alertó la voz de Musa directamente en sus oídos.

Y entonces, como si hubiera sido un presagio, dos guardias asomaron por el codo del pasillo. "¡Intrusas!" gritaron para lanzarse al ataque. Demetra retrocedió unos pasos y sintió la mano de Lu aferrarse a la de ella. Con un tirón de brazo, la bruja oscura la obligó a arrancar.

Retrocedieron hasta los escalones y desde allí lanzaron juntas un ventaval combinado. Los dos hombres volaron hasta atravesar con la espalda las ventanas del primer piso para caer en el jardín, frente a otro par de guardias.

—Hay... bru... jas... —soltó uno antes de perder el conocimiento.

Entonces los vigilantes del jardín comprobaron la puerta principal, Musa la estaba cerrando, pero descubrieron con total claridad a los demonios en el interior.

—¡Brujas! —gritó uno de ellos— ¡Ve a dar la alarma! 

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