«...Me espera la tristeza,
de nuevo mis noches huelen a melancolía (...)
¿Dónde estás?
¿Con quién estás?
Ahhh, cariño mío.
Vuelve, te he echado mucho de menos».
Tarkan—Yine sensiz.
Fuente Kkaisoong
Seúl, Corea del Sur
Sehun estaba tirado en la cama al lado de Luhan, ambos en pijamas. El chino había empezado a colaborar en la terapia desde que supo que estaban montando todo un operativo para que rescataran a su joya.
—¿Crees que ya lo tienen, Habibi?
—Deja de pensar en eso. Nos avisarán en cuanto estén en Corea, ahora tranquiliza esa cabecita inquieta y no te vuelvas loco —respondió dándole un pequeño beso en la frente.
—Sehunnie... — Sehun sonrió ante el apodo cariñoso y mordió su labio como un niño travieso—Hoy deberíamos hacer mucho ruido cuando hagamos el amor... A partir de mañana Malik dormirá con nosotros y tenemos que ser silenciosos.
Sehun rio con fuerza.
—En verdad que tu cabecita no se queda quieta ni un momento. Prepárate, voy a hacer que te pongas muy ruidoso —advirtió colocándose sobre él, apoyado en sus extremidades. Luhan lo abrazó por el cuello cuando empezaron a besarse y en un descuido el médico llevó sus dedos hasta su cintura y empezó a hacerle cosquillas.
—¡Aaah! —gritó Luhan, sorprendido. Intentó apartarse, pero Sehun estaba sobre él y era mucho más pesado. Los dedos de su médico se colaron bajo su camiseta y se pasearon traviesos por sus costillas haciéndolo retorcerse de la risa —¡Basta! ¡Basta! ¡Por favor, Habibi! ¡Habibiiii! —gritó.
—¡Tú querías que fuéramos ruidosos!
—¡Ya no, ya no! ¡Silencio! ¡Hagamos silencio! —consiguió decir entre lágrimas.
—Sólo quiero oírte reír —susurró dejándose caer a su lado.
—Caeré a propósito en todas tus trampas...
Sehun se acercó y lo abrazó con delicadeza, gesto que fue respondido sin ningún despojo de duda. Los besos eran cada vez más dulces entre ellos dos. Al inicio de su relación se habían dado muchos besos apresurados y urgidos, pero ahora cada uno de ellos tenía una carga de afecto que les obligaba a tomarse el tiempo exacto para sentirla en cada roce. Los dedos de Luhan se enredaron en el cabello de Sehun mientras este suspiraba en su boca. Estaban listos para empezar a desnudarse, cuando alguien llamó a la puerta. El médico gruñó: ¿Quién podría molestarlos a esa hora? Se levantó de mala gana para averiguarlo. En cuanto abrió, encontró a su mejor amigo vistiendo ropa barata y con los ojos hinchados. Un rápido vistazo alrededor le hizo notar que estaba solo y sin maletas, a excepción de la billetera y el pasaporte entre sus manos.
—Pasa... —dijo con voz baja, haciéndose a un lado. Hubiera querido abrazarlo, pero el aura que desprendía era... lo asustaba— Kyung, ¿acabas de llegar?
Asintió sin atreverse a mirarlo.
—¿Estás bien?
Negó con un movimiento de cabeza. Era todo lo que Sehun necesitaba para comprender que algo se había jodido realmente.
—Habibi, ¿quién era? —preguntó Luhan asomándose a la estancia— ¡Oh! ¡Ballisaray! — exclamó con alegría antes de correr hasta él— ¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde está mi hermosa joya?! ¿Eh? ¿Dónde está Malik? ¡Muero por verlo!
—Lulú... —llamó Sehun— Creo que... Kyungsoo tiene algo que decirnos.
Luhan conocía ese tono de voz. Sehun no estaba hablándole feliz ni con ternura. Algo andaba mal. Miró a Ballisaray y este no despegaba su vista del suelo. Algo parecido a la ira empezó a recorrerle las venas.
—¡¿Dónde está Malik?! —exigió saber, dejando de lado su amabilidad. Kyungsoo finalmente levantó su rostro. No quería hablar. No quería decir esas terribles palabras.
—Patel... él... disparó... No pude hacer nada.
Sehun abrió la boca, estaba impactado con la noticia. Era horrible.
—No... Estás mintiendo. No quisiste traerlo y lo dejaste atrás —acusó Luhan, negándose a creer.
—Estábamos en el aeropuerto...
—¡Lo dejaste atrás! —acusó con voz más fuerte.
—Él quiso que te dijera que su nombre era Jongin... Kim Jongin.
Luhan abrió mucho sus ojos. Kim Jongin, su hermosa joya, la luz de su vida, Kim Jongin. Sin pensarlo se lanzó sobre Kyungsoo golpeándolo, arañando su rostro, maldiciéndolo.
—¡Es tu culpa! ¡No lo sacaste a tiempo! ¡Es tu maldita culpa! ¡Devuélvemelo! ¡Devuélveme a mi niño herido! ¡Te odio, te odio, te odio! ¡Debiste morir tú! ¡No él!
Sehun tuvo que abalanzarse sobre Luhan y levantarlo desde la cintura porque Kyungsoo no se defendía. Sólo estaba ahí con los brazos hacia abajo, dejándose golpear una y otra vez, absorbiendo todo el odio de Luhan como si creyera también en sus palabras.
—¡Cálmate, Luhan! —exigió Sehun a su pareja, que gritaba y daba alaridos como si estuviera experimentando el dolor más profundo.
—Perdón —susurró Kyungsoo—. Perdón.... —luego gritó para que Luhan lograra escucharlo— ¡¡Perdóname!! — La casa entera quedó en silencio. Kyungsoo se sentó sobre sus rodillas e imploró mientras empezaba a llorar e imploró con voz rota— Perdóname...
Luhan empezó a llorar otra vez, derrumbándose entre los brazos de Sehun.
—Lo que pasó no es culpa de Kyungsoo— aseguró Sehun.
—Tú no lo entiendes... —le respondió— ¡Él tenía que decirme su nombre! ¡Él! Todas esas veces lo detuve... debí permitírselo... debía oírlo cuando aún tenía voz y no lo dejé hablar. ¡Yo también le quité su voz! Mi niño... no podré escucharlo nunca más... Nunca debí dejarlo solo. Sehun, ¿cómo voy a vivir con este dolor? ¡¿Cómo?! ¡Jongin! ¡Jongin! —se lamentó— Aun si grito hasta quedarme sin voz, no va a escucharme. Le dije que no tardara, le dije que lo estaría esperando cada día de mi vida.
Sehun tuvo que aplicar un calmante vía intravenosa tanto a su pareja como a su mejor amigo. Esa noche Luhan soñó con una de las últimas conversaciones que tuvo con Jongin.
«—¿Cómo es posible que exista un mundo donde yo no esté al lado de mi joya?
—¿Extrañarás el modo en que brillo para ti?
—Lo haré.
—Buscaré el modo de brillar para ti siempre, mi gacela, mi oasis, el amor en mi desierto... buscaré el modo de usar mis alas de Isis y cruzar el cielo para ir a verte».
El operativo que se llevó a cabo al siguiente día había logrado recuperar a unas cuantas mujeres que aún estaban en Aşk Sarayı sin atreverse a huir, también obtuvieron los datos de cada una de esas personas puesto que tenían sus pasaportes en un baúl con llave en la habitación de Kris. Eso les ayudó a que en los días siguientes rescataran a varias de las chicas que habían escapado e inclusive desmantelaron otro de los negocios del chino en Ankara. Cuando hicieron la redada en el negocio de la capital, encontraron a Patel en su cama muriéndose de la fiebre, por no haber recibido la atención médica necesaria después del corte que le había realizado Jongin. Los médicos se vieron obligados a amputarle parte del brazo derecho, lo que sólo alargó su sufrimiento, puesto que una vez que salió del hospital fue llevado a cabo su juicio y finalmente, fue condenado por Trata de Personas, tráfico de órganos, drogas, niños, extorsión, asesinato en primer grado, robo agravado y demás delitos varios. Fue enviado a China para cumplir pena de muerte.
Kyungsoo y Baekhyun habían pasado el resto de la tarde y noche dando explicaciones a los policías desde que recogieron el cadáver de Jongin hasta que permitieron que el mayor involucrado regresara a su país. El cuerpo de Jongin fue enviado dos días después para ser incinerado a responsabilidad del doctor Do. Sehun, Luhan, Kyungsoo, Joonmyeon y también Taeyeon —quien se había involucrado mucho en el caso—, se encargaron de esparcir sus restos en el mar, en compañía del agua que tanto le gustaba, en el país que lo vio nacer. Taeyeon también se aseguró de que el tío de Jongin viviera sus últimos años en una prisión.
Para Sehun no fue nada fácil lidiar con dos personas completamente deprimidas. Kyungsoo insistía en obtener su propio departamento ya que no quería que sus padres lo vieran de esa manera. Su madre no hacía más que preocuparse y su padre lo llenaba de preguntas que él aún era incapaz de contestar pues se había refugiado en una tumba de recuerdos secretos que guardaba celosamente. Sehun no podía dejarlo solo, la verdad era que tenía mucho miedo de que intentara suicidarse porque, sinceramente, la apariencia de su amigo era deplorable, así que lo obligó a quedarse en su casa. Lo que también le preocupaba puesto que Luhan aún seguía enviándole miradas cargadas de resentimiento que Kyung Soo abrazaba con todo el peso de una culpa que no debía cargar sobre sus hombros.
Sehun intentó que su colega fuera a terapia con la misma doctora que Luhan, pero Kyungsoo se negó rotundamente. Lo único que hacía era estar acostado en cama y cuando se levantaba después de muchos regaños por parte de Sehun para que comiera algo o se duchara, siempre terminaba llorando en silencio, con la mirada perdida en sus recuerdos y en todos los sueños que no lograron realizarse. Luhan en cambio no podía pegar los ojos a menos que tomara pastillas para dormir y cuando lo hacía lo agobiaban horribles pesadillas que lo obligaban a despertar gritando en medio de la noche, buscando el abrazo de su amado Malik, como en los años pasados. Sin embargo, estaban recibiendo la ayuda de muchas personas: Taeyeon, Joonmyeon e Irene —con quienes seguían manteniendo contacto y quienes ahora esperaban un bebé—, su amigo Chen el hacker y algunas personas que había conocido del trabajo de Taeyeon. Todos ellos con su aporte, los ayudaban a sobrevivir el día a día a pesar de que en uno solo podían desmoronarse varias veces.
No fue sino hasta el tercer mes desde la funesta fecha en que Jongin fue asesinado que Sehun, al volver de su trabajo una tarde cualquiera, encontró a Luhan y a Kyungsoo dormidos en la cama con sus manos entrelazadas y sus frentes unidas. Ese día comprendió que ya no había rencores entre ellos y ese fue el primer paso de la sanación en cuanto a Jongin se trataba. Se encerró en el sanitario y lloró durante media hora, debía aceptar que incluso él se sentía culpable por el asesinato del odalisco. Cuando salió, se acostó en medio de los dos, despertándolos al subir a la cama. Luhan lo abrazó a él y él a Kyungsoo, no era la primera vez que los tres intentaban darse consuelo de esa manera, no había pasado tanto tiempo desde que una escena similar ocurrió en Ankara, pero ahora parecía muy lejana. Sehun se aseguraría de mantenerlos cerca a ambos, juntos y sanos hasta que fueran capaces de sonreír nuevamente e incluso después de eso, durante muchos años más.
Continuará...
¡Nos vemos en el epílogo!