Ballisaray [Fanfiction EXO/ K...

By JoeyLu17

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Kyungsoo y Sehun quieren vivir la experiencia completa en aquella tierra exótica donde pasarán unos meses. No... More

Ballisaray Cap 1. Captación de rosas
Ballisaray Cap 2. Yabancı üçlü
Ballisaray Cap 3. Aşk Sarayı
Ballisaray Cap 4. Odalisco
Ballisaray Cap 5. El Califa
Ballisaray Cap 6. Çikolata
Ballisaray Cap 7. Miel en los labios
Ballisaray Cap 8. El beso de Geyik
Ballisaray Cap 9. Geyik es una sombra
Ballisaray Cap 10. Siete Velos
Ballisaray Cap 11. Diagnóstico falso
Ballisaray Cap 12. La sangre de la rosa
Ballisaray Cap 13. Hamam
Ballisaray Cap 14. Desierto
Ballisaray Cap 15. Venda de opio turco
Ballisaray Cap 16. Pétalo por pétalo
Ballisaray Cap 17. Rosa del desierto
Ballisaray Cap 18. Descubriendo la Trata de Personas
Ballisaray Cap 19. Lágrimas negras
Ballisaray Cap 20. Cielo de miel
Ballisaray Cap 21. Raíces chinas
Ballisaray Cap 22. Pedazos robados
Ballisaray Cap 23. Habibi
Ballisaray Cap 24. Camino a la libertad
Ballisaray Cap 25. Gitme
Ballisaray Cap 26. Layla y Mecnun
Ballisaray Cap 28. Luhan
Ballisaray Cap 29. Unut Beni
Ballisaray Cap 30. Rosa rota
Ballisaray Cap 31. Abrázame
Ballisaray Cap 32. ¡Soy Kim Jongin!
Ballisaray Cap 33. Pugna por la rosa turca
Ballisaray Cap 34. Danza de sangre
Ballisaray Cap 35. Libertad
Ballisaray Cap 36. ¿Extrañarás el modo en que brillo para ti? (Final)
Ballisaray Cap 37. La Fundación (Epílogo)
Glosario
BALLISARAY EN VENTA
Esencia de Romero

Ballisaray Cap 27. Escapando entre nubes de opio

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By JoeyLu17

«Si la tristeza se acerca le diré: No, no, no

y si la felicidad no quiere venir a mí, le diré: Ven».

Natasha Atlas—Shubra.

Fuente Fujomekay

     El sol salió como cualquier otro día, y con la misma rutina de siempre, Geyik se levantó desde temprano para trabajar junto a otras odaliscas en la cocina, abrazó a Latifah por la espalda durante unos segundos. Ella no respondió más que tocando la mano posada sobre su vientre significativamente y suspiró. Había estado en ese lugar durante siete años, conocía bastante como para presentir que algo no andaba del todo bien con Geyik y Malik, pero prefería no preguntar, no se podía dar el lujo de ser curiosa. El chino trabajó como de costumbre, en silencio como la sombra que personificaba; sin embargo, había una sensación de ansiedad en su estómago. Debía reprender a sus piernas y a manos para que no se movieran repetidamente y lo delataran. Todo lo que veía a su alrededor parecía estar diciéndole adiós por lo que comenzó a despedirse con una mezcla entre placer, horror y tristeza. 

     Malik despertó cuando ya el sol de la mañana había madurado y, siguió su propia rutina aparte como el califa triste que era, pero también había una sensación de «última vez» que lo recorría. Ese sería el último día en que serían esclavos, luego se separarían hasta que pudieran volver a encontrarse en China. Se hallaban en el jardín trasero, Malik estaba dándole de comer a las aves que tenían en el corral y su oasis había llegado con agua limpia. El odalisco pensó que incluso hasta el último día iba a relacionar a Geyik con el agua. Se alegró de ver que ya podía abrir el ojo con normalidad, los golpes que Patel le propició en su rostro estaban sanando rápidamente y el bailarín soñó con que su alma sanara igual una vez que se escapara de ahí. Sin cruzar una palabra, se sonrieron cómplices de un sueño de fuga y la promesa de un futuro.

     Al caer la noche, Geyik dio los últimos detalles de maquillaje al rostro de Malik, durante toda la rutina de vestuario habían estado en silencio. Tanto tenían que decirse el uno al otro, que no encontraban modo sensato de empezar. Colocó la ropa sobre Malik como si estuviera vistiendo un dios, solemnemente. Cuando acabaron, al fin se vieron a los ojos. En la profundidad de la mirada clara del oasis, el moreno encontró su reflejo como si estuviera asomado en un limpio manantial. Pensó que incluso su mirada eran líquidos y adivinó la terrible tristeza que sentía Geyik por no huir juntos, fue en ese momento cuando la verdad lo golpeó. Geyik estaba triste porque no quería separarse de él. Geyik también tenía miedo. Malik cantó con tono ligero y travieso. La letra dictaba:

Si la tristeza se acerca le diré: No, no, no

y si la felicidad no quiere venir a mí, le diré: Ven.

     Sonrió tan ampliamente que Geyik lo hizo también y se abrazaron.

     —Estarás bien, Geyik —aseguró.

     —¿Lo estaré?

     —Claro que sí, mi oasis, mi gacela, mi amante del desierto, mi vida misma.

     Geyik suspiró. 

     —Malik, aún no sé mi nombre, Habibi no me lo ha dicho...

     —Me lo dirás cuando vaya a visitarte a China. ¿Está bien?

     Ambos se tomaron de las manos y cruzaron sus dedos.

     —No tardes, mi joya. Te estaré esperando cada día de mi vida.

     Malik sonrió de un modo tan vasto y sincero que Geyik casi no lo reconoció. Era la primera vez que veía a su amigo siendo tan feliz. El bailarín no quería soltar las manos de su oasis, pero finalmente, lo hizo y salió a danzar. Los médicos estaban de pie entre el público. Natasha Altas cantaba Shubra porque el odalisco quiso que esa noche la música fuera lo bastante alegre. Bailó con todas sus energías. Giró y giró entre sonrisas, hecho un encanto de velos y colores desplegándose sobre la mesa. Los comensales aplaudieron, silbaron y él se mostró especialmente coqueto con todos. Era un gran espectáculo. Incluso hizo más bailes de lo usual, abandonó los crótalos que tanto le gustaban y los cambió por las alas de Isis porque eran las favoritas de Geyik, las que le dieron fama cuando él fue el emir de Aşk Sarayı y esa noche tenía que dar el mejor espectáculo porque era su manera de decir adiós y gracias.

     —Oye, Kris —llamó Kyungsoo al hombre a su lado.

     —Ordene, mi estimado doctor.

     —¿Recuerda aquella vez que nos ofreció opio y declinamos la oferta? Pues me gustaría aceptarla ahora. ¿Es posible? —Kris abrió los ojos en sorpresa, los médicos nunca antes habían mostrado esas inclinaciones, ni siquiera bebían demasiado licor— Sehun se va mañana para otro país. No quiero que se marche sin la experiencia completa, el opio turco...

     —¡Por supuesto! Todo lo que mi estimado médico desee, aquí será cumplido por mí mano. ¡Malik, —ordenó Kris, entusiasmado— baila más! ¡Geyik, trae más raki! ¡Patel, trae el opio! ¡Rabih, que las mujeres sirvan más comida! Esta noche conocerán lo que es una fiesta de verdad. Será la despedida de uno de nuestros nobles médicos, pero de igual forma debemos hacerle saber al doctor Do que nunca estará solo mientras me tenga, mientras nos tenga... a los hombres turcos que somos esclavos de su buen corazón.

     Kyungsoo cruzó un brazo por la espalda de Kris, fraternalmente y le regaló una amplia sonrisa antes de dar un pequeño grito de alegría al ver el modo en que todos los empleados se movilizaban de un lado a otro para cumplir las exigencias de su jefe, luego bebió de un solo trago el resto de raki blanco que había en su vaso.

     —Hay algo que quiero entregarle —anunció Sehun acercándose a Kris. Traía consigo un bolso mediano y sacó de él una vasija con letras coreanas—. Es un adorno artesanal directo desde Sur Corea, espero que le guste; es en agradecimiento por lo amable que ha sido con nosotros y una manera de pedirle que siga siendo igualmente atento con mi mejor amigo, Kyungsoo quién estará por acá un tiempo más.

     Kris lo aceptó gustosamente y luego les ofreció el vino y el raki. Sehun le entregó al sirviente Geyik el bolso en el que había traído el obsequio para Kris y le pidió a Rabih el favor de traducirle que se lo llevara y lo guardara por ahí porque él ya no lo necesitaba, tan sólo lo había usado para traer la vasija. Geyik se llevó el bolso a la habitación cumpliendo una orden sencilla y luego regresó para seguir trabajando. En sólo unos minutos todas las odaliscas de Aşk Sarayı se apoderaron del salón, ataviadas de velos de muchos colores, monedas resonantes, pulseras que brillaban, labios rojos, ojos maquillados exóticamente, cabelleras largas ondeando de un lado a otro como sus piernas y caderas, Malik en medio de ellas bailando como si fuera un dios con su séquito de musas o de ángeles que atraía con las ondas de sus dedos. Había una sensación de euforia en el ambiente festivo y los comensales se pusieron de pie para danzar junto a las odaliscas, ellas se dejaron tocar y sonrieron traviesas, jugaron y se escabulleron entre los brazos ajenos una antes de ser reemplazada por la otra o por el mismo Malik. Incluso Kyungsoo y Sehun acabaron en el centro de un eufórico tifón de cuerpos girando y de manos que los tocaban y los seducían llegando desde cualquier sitio mientras eran arrastrados en una fantasía árabe con la que nunca habían sido siquiera capaces de soñar. Kris se acercó con un par de pipas metálicas mientras Rabih y Patel repartieron otro tanto al resto de los comensales, tres hombres afganos, dos españoles y dos rusos.

     —O-fu-jung —pronunció en chino con una sonrisa ladina—. Veneno negro, o si lo prefieres, schemeteriak, en persa.

     Sehun y Kyungsoo aceptaron las pipas de opio y las llevaron a su boca mientras un atento Kris las encendió con su propio mechero plateado adornado con detalles árabes. La fiesta no había mermado en lo absoluto, muy por el contrario, con cada minuto parecía bullir aún más. Patel se retiró a fumar opio en el jardín trasero cuando las odaliscas empezaron a besar a todos en la boca.

     La guarda persa estaba mareada por el humo y ya sabían lo que iba a pasar a continuación, así que discretamente se acercaron más a la puerta para poder mirar hacia afuera y evitar poner su atención en el festejo. Kris y Rabih se permitieron unirse a la celebración y éste último se acercó a una de las odaliscas más jóvenes con las que desde hace mucho tiempo estaba fantaseando acostarse, pero Kris no se lo había permitido. Esa noche, se sobreentendía, era una noche sin reglas.

     No pasó mucho tiempo antes de que los médicos se sintieran somnolientos y extrañamente relajados, lo cual les parecía bastante agradable ya que a decir verdad hace unos minutos habían estado tan tensos como una res en el matadero. Las cosas parecían moverse en el aire, despacio, como si flotaran, la música sonaba fuerte en sus oídos, pero ellos casi podían verla y los colores eran como caricias en las pupilas que les daban placer y a la vez les mareaba.

     Kyungsoo sintió a Malik acercarse de frente y sujetarlo con ambas manos en su cadera, el odalisco se inclinó y lo besó en los labios frente a todas aquellas personas, él se entregó por completo y después de un par de movimientos estaba jadeando y rogando por más. Introdujo su lengua en la boca del otro, acarició cada húmedo y tibio espacio que se mezcló con el sabor del opio consumido. Unos brazos lo sujetaron desde la espalda con fuerza y tiraron de él haciéndolo acabar con el beso, pero el médico no abrió los ojos porque estaba dejándose llevar por la sensación de unos labios que exploraban en su cuello hábil y seductoramente. Cuando al fin logró aclararse lo suficiente como para atreverse a observar, Malik estaba frente a él sonriéndole y le guiñó un ojo. ¿Entonces quién estaba sujetándolo por la espalda? ¿Quién estaba besando su cuello? 

     Kris.

     Kyungsoo buscó a Sehun con la mirada y lo encontró besando apasionadamente a una odalisca, pero creyó que eso no podía ser posible, su amigo era el sinónimo de la palabra homosexual y nunca había sentido ni sentiría atracción por una odalisca. Sehun se tomó un segundo para mirar a Kyungsoo a la cara y cuando se aseguró de que Kris no lo estaba viendo, le sacó la lengua en un gesto de asco. Kyungsoo soltó a reír. Se había asustado por un momento.

     —¿Qué es tan gracioso, mi querido médico? —preguntó Kris, acomodándose frente a él, sin dejar de abrazarlo.

     —Creo que es el opio... Siento comezón en todo mi cuerpo...

     —Puedo ayudarlo con eso —se ofreció inclinándose sobre su cuello para seguir besándolo, mientras el corazón de Kyungsoo casi se detenía. De haber podido, hubiera golpeado a Kris justo en los testículos hasta dejárselos inservibles.

     Malik estaba siendo rodeado por un hombre rubio, uno de los rusos. El odalisco se las ingenió para darle la espalda al extranjero mientas se frotaba contra él volviéndolo loco y estiró su mano para tomar la de su Ballisaray. No importaba lo mucho que Kris se estuviera esforzando en su cuello y acariciando su espalda. La piel de Kyungsoo solo era capaz de registrar la sensación caliente de los dedos de Malik sobre su mano, en especial, cuando empezó a acariciarle la palma con el delicado filo de su uña generándole una erección. Kris se pegó más a él para sentirlo. Kyungsoo gimió. Malik se mordió los labios.

     Geyik llamó a Latifah en una esquina y le susurró al oído.

     —Así como te ayudé una vez, ayúdame ahora, hermana. Seduce a Kris esta noche. Es importante. Su atención no debe recaer en Malik ni en mí.

     Latifah miró a su amado persa a través de las sombras. El hombre parecía hecho de acero oscurecido, pero sus ojos amorosos estaban sobre ella en todo momento. Ellos escaparían algún día y cuando eso ocurriera, esperaba contar con la ayuda de Geyik y Malik, por ello no lo pensó demasiado ni hizo preguntas. Kris se vio siendo acosado por las manos de Latifah a la vez que Kyungsoo empezaba a devolverle los besos en el cuello. Los ojos de Malik no se despegaron ni un solo momento de los de su Ballisaray porque sabía que cada beso de ese médico estaba cayendo en el lugar equivocado ya que en realidad eran suyos. Ambos lo sabían y estaban seduciéndose sobre cuerpos contrarios. Entonces captó la mirada de Geyik sobre él y comprendió que había llegado el momento de huir. Caminó despacio hasta la salida, pero antes de cruzarla, Kris gritó por él.

     —¡¡¿A dónde crees que vas?!!

     Malik volvió apresurado.

     —Lo siento, necesito ir al sanitario.

     —Irás después —ordenó.

     —Déjalo —intercedió Kyungsoo abrazándose a Kris—, mientras tanto, baila conmigo.

     —Quiero que bailes con él para mí —sonrió empujando a Malik hasta el médico.

     Kyungsoo iba a protestar y Malik observó la orden tácita en el gesto de su proxeneta, así empezaron a destruirse sus planes esa noche. Kris decidió no perderlo de vista ni un solo momento, lo obligó a bailar con el médico y con otros invitados, lo obligó incluso a bailar para él. Durante un breve segundo miró a Geyik a los ojos y asintió con resignada sonrisa.

     Ve —susurró—. Huye ahora.

     Después se convirtió en la figura más llamativa de esa habitación, acaparando todas las miradas y suspiros en orden de permitir que las personas no notaran la ausencia de una sombra china. Ambos médicos intentaron conseguir que Kris desviara su atención, pero no podían presionar demasiado sin que empezara a ser sospechoso, eso y su estado cognitivo inflado de opio y licor los obligaron a desistir de coser alas en la espalda del bailarín al menos por esa noche. Malik y Kyungsoo besando a otros sin dejar de seducirse entre ellos, Sehun metiendo la mano bajo la falda de una turca de largo cabello rizado, Latifah y sus demás muchachas acaparando la atención del resto de los hombres de la sala como pequeñas hadas danzantes. Los persas deseando estar en cualquier otro lugar menos de pie en esa puerta, distraídos, excepto uno que no apartaba los ojos de su amiga Latifah. Todo el ambiente viciado era más de lo que se esperaba en el plan inicial de escape. Era asquerosamente perfecto. ¡Si tan solo hubiera funcionado bien para Mailk! La noche avanzaba en una vorágine sin límites. Brazos, piernas, senos, genitales perfumados al descubierto, gemidos, líquidos, humos, licores, risas, dientes, ropa flotando y, por sobre todo eso: Malik controlando y hechizándolo todo. Geyik dio un último vistazo a todos, se retiró de la habitación en silencio y nadie se dio cuenta. Kyungsoo era capaz de sentir que alguien estaba lamiendo sus genitales, pero no quería inclinar su cabeza y mirar, no había nada que le interesara ver porque sus ojos estaban exactamente donde debían estar: sobre su dios Malik. Tampoco quería dormirse, pero todo era tan lento y relajante que su alma empezó a alejarse poco a poco.

     Vuelve, vuelve... —le pidió. Sin embargo, ésta simplemente flotó sobre todos y se elevó más y más hasta que salió de Aşk Sarayı, pero le dio una visión del lugar y descubrió a Geyik en la habitación registrando el bolso que un rato antes le había entregado Sehun para que guardara, ahí había ropa para él y para Malik.

     Geyik se vistió, se colocó una gorra que cubrió parte de su rostro y recogió las prendas destinadas a Malik para que no quedara prueba alguna, una vez listo, se lanzó por la ventana. Caminó diferente a lo usual, de hecho, intentó imitar el andar de Kyungsoo quien tenía una estatura similar a la suya. Cuando llegó a la entrada se frotó los ojos con una mano abierta, cubriéndose más y fingió estar un poco ebrio. El hombre de la puerta le abrió sin decir una palabra, al igual que despedía siempre a todos los invitados. Geyik caminó con tranquilidad, pero una vez que la puerta se cerró, echó a correr con todas sus fuerzas, lo hizo durante algunos minutos hasta llegar a la parte de la cuidad donde se encontraban taxis y se lanzó dentro de uno de ellos. Le pidió al conductor llegar hasta GoremeKyungsoo no pudo evitar cerrar los ojos y no se dio cuenta de nada, pero de algún modo supo que todo había salido a la perfección y que en Goreme, Geyik tomaría transporte hasta Ankara donde tendría que buscar un hotel y encerrarse. Varias horas después despertó porque Sehun estaba moviéndolo insistentemente y lo primero que sintió fue un intenso dolor de cabeza. Malik y las odaliscas se estaban retirando y los comensales yacían tirados por todas partes con sus cuerpos desnudos (igual que él). Su amigo le lanzó los pantalones en la cabeza y él empezó a vestirse mientas Sehun recorría todo el lugar buscando su camisa. Escuchó a Kris despertar y saludarlo, él le contestó con una sonrisa llena de timidez, una timidez falsa por completo, pero tan bien actuada que casi se la creyó él mismo. Comportarse de tal forma a raíz de ese incidente con Kris era lo que le iba a permitir mantenerse lejos del traficante si quería seguir con vida después de lo que estaba a punto de pasar.

     —Tenemos un problema —anunció Patel con rostro enojado cuando se asomó por la puerta.

     —Ahora no, Patel —respondió Kris mientras se dedicaba a observar a Kyungsoo vistiéndose.

     El hindú lo ignoró, cruza la sala, se arrodilló y le susurró en el oído. 

     —Geyik no está por ninguna parte.

     —¡¿Cómo que no está?! —preguntó Kris, levantando la voz.

     —No se presentó en la cocina esta mañana. Lo he buscado, pero no está. Puedo asegurar que en este lugar no se encuentra. Debe haber escapado.

     —¿Pasó algo? —preguntó Sehun con educado interés.

     —Al parecer uno de mis empleados se ha dado el día libre sin mi consentimiento... ¿Ustedes vieron salir a Geyik?

     —Oh, no... aunque bueno, anoche estaba en una condición tal que pude incluso haber hablado con él y ahora no ser capaz de recordarlo, lo lamento. ¿Tal vez, Kyungsoo?

     Kyungsoo llevó las manos a sus oídos como si le molestara el ruido. Arrugó su cara y respondió: «Shhh», rogando por silencio. Sehun se acercó para revisarle las pupilas y luego chasqueó su lengua negando con la cabeza en un gesto claramente desaprobatorio.

     —Kris, creo que lo mejor será que Kyungsoo y yo nos vayamos ahora, estoy a punto de perder mi vuelo a Ankara, estaremos ahí una noche antes de que me marche —explicó antes de estrechar la mano de Kris, luego empujó levemente a su colega y con una leve inclinación de cabeza, se despidió de los hombres que estaban despertándose y se fueron de ese lugar tranquilamente.

     Malik se asomó por la puerta para ver la espalda de los médicos cuando se estaban retirando. Geyik se había ido sin él, los médicos se habían ido dejándolo atrás. Todos eran libres. Recordó las últimas palabras de su oasis: «No tardes, mi joya. Te estaré esperando cada día de mi vida».

Continuará...

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