Vídeo: danza con alas de Isis.
Olvidé el nombre de la hermosa nena que me envió esto
Joonmyeon regresaba a Corea, su último deseo era ver bailar a las odaliscas y abotagarse de falafel, raki y café antes de dejar Turquía, así que Sehun y Kyungsoo no eran nadie para negarle algo a un moribundo de soltería. Sería la última ocasión en que Joonmyeon podría aceptar la seducción de una odalisca porque dentro de un mes, una argolla matrimonial se fundiría con su dedo para siempre como la más dulce autocentencia.
—Antes de irme a Corea de nuevo, me gustaría dormir una noche en el desierto —comentó Kyungsoo a sus amigos y a Kris mientras comían y bebían animadamente.
—¿Ese es su deseo, estimado doctor? Porque una vez más soy capaz de cumplirlo... —resolvió Kris.
Sehun se interesó más en la veracidad de tal afirmación mientras su amigo prometido estaba babeado porque le bailaba muy de cerca una hermosa odalisca de piel bronceada y cabello negro. Kris les brindó explicaciones.
—Dentro de un par de días debo hacer una compra de antigüedades que quiero lucir en mi palacio... La persona que las vende, vive en un lugar del desierto, estará esperando por mi caravana para hacer el intercambio. Dormiremos ahí una noche y luego regresaremos... Si los doctores gustan, pueden hacer el viaje con nosotros.
Geyik rozó la pierna de Sehun cuando se inclinó sobre él para servirle más raki, pero lo hizo de un modo tan sutil que nadie se dio cuenta de ello. Llevaba toda la noche manoseándolo de esa manera, incluso en los genitales cuando la luz desaparecía casi completamente de la habitación. El médico se estaba volviendo loco y le encantaba. Se moría por volver a tener sexo con ese hombre.
—Me encantaría acompañarlos —aceptó Kyungsoo quien últimamente se sentía más osado que nunca.
—Partimos a medio día, yo y siete de mis hombres. Supongo que no tienen animales en la clínica —sonrió—, lo único que deben hacer es llegar aquí y les proporcionaré todo lo necesario.
Las luces se apagaron cuando la odalisca acabó su danza y Sehun sintió el peso de Geyik sobre su regazo. Lo besó de manera feroz y se restregó contra su cadera de un modo tan impúdico que casi lo hizo jadear de placer. En cuestión de instantes estuvo erecto, húmedo y necesitando mucho más, pero un segundo antes de que la luz volviera, el sirviente se escabulló dejándolo con un beso en el aire y el rostro sonrojado. El médico preguntó qué clase de reloj interno poseía ese Geyik para calcular con tal exactitud los cambios en la iluminación. Se llevó una mano a la boca porque le provocaba reírse a carcajadas por la situación. Kyungsoo lo estaba mirando como si quisiera preguntarle qué diablos era tan gracioso, pero se trataba de algo que nadie sabía. Geyik lo miraba, tocaba, provocaba, casi se dejaba follar ahí mismo sin que lo notaran; era una sombra erótica, un gato persa que cuando nadie lo veía, subía a su regazo y ronroneaba si él le acariciaba la oreja. En unos minutos, Malik estuvo bailando para ellos mientras agitaba en el aire las alas de Isis color perlado.
—Hoy Malik está de muy buen humor, nuestro príncipe ha decidido engalanarnos con alas de Isis... —observó Kris con satisfacción.
—¿Alas de Isis? —preguntó Kyungsoo. Nunca antes las había visto.
—Isis, el nombre griego que se le otorga a la diosa de la mitología egipcia... Algunos creen que las alas pueden significar el abrazo de una diosa protectora. ¿A quién querrá proteger Malik?
Una de las piernas del bailarín estaba cubierta con escarcha brillante en su totalidad, cada vez que sobresalía por su falda, alumbraba reflejándose en las luces que lo apuntaban y combinaban con el brillo de las alas que lo envolvían con cada giro. Kyungsoo pensó que estaba viendo a un ángel y se preguntó cómo era posible que un ser sobrenatural fuera capaz de subsistir en un ambiente tan viciado. De repente el raki y el humo asfixiante del opio le parecían un insulto al hombre que estaba danzando. No quería que las palabras de hombres ebrios fueran capaces de golpearle los oídos, no creía que muchos en ese lugar merecieran verlo. Era un ángel. Si existía un lugar donde debía exponerse, tendría que ser un templo o un museo, no ahí.
—A veces también danza con látigos o espadas... Ya ha visto a una odalisca con candelabros... son capaces de seducir a cualquiera haciendo girar una moneda en su estómago —explicó Kris en su oído, sacándolo de sus pensamientos—. Si deseas ver cada una de estas cosas tendrás que volver más seguido...
Claro que volvería, volvería todo el tiempo hasta el momento en que tuviera regresar a Corea, y luego de eso, volvería cada una de sus vacaciones. Kyungsoo lo sabía, pero igualmente pensó que había algo en la seductora y envolvente actitud de Kris que le provocó escalofríos. Cuando la música acabó, el bailarín agradeció los aplausos con una reverencia, pero antes de retirarse, Kris llamó su atención y le tradujo unas palabras de Joonmyeon:
«A diferencia de mi compañero Kyungsoo, soy heterosexual y me ha seducido cada una de las odaliscas que he visto bailar, sin embargo, debo admitir que es el baile de este hombre el que nunca olvidaré, porque cuando se mueve parece magia. Sin duda alguna es el mejor espectáculo que he visto en toda mi vida».
Malik inclinó la cabeza en señal de agradecimiento, pero en el fondo, su corazón sintió una ligera sombra de preocupación. Esperaba no gustarle a ese médico, no quería. Solo deseaba agradarle al hombre tímido de ojos grandes, no anhelaba llamar la atención de nadie más por lo que salió de la habitación sin mayor aspaviento.
—Joya mía, he escuchado que se va el médico —anunció Geyik lanzándose en sus brazos en cuanto lo vio pasar.
—¿De qué estás hablando, Oasis?
—Unos hombres decían que las alas de Isis eran el mejor espectáculo que pudiste darle antes de que regresara a Corea... Lo hemos perdido. Ahora tendremos que iniciar todo nuevamente, tal vez con hombres desagradables. Lo siento mucho, mi joya.
El corazón de Malik se ensombreció. Había sido dejado atrás mil y una veces. Conocía muy bien el sentimiento, pero aún dolía, dolía en cada nueva ocasión que ocurría, y esa incluso dolía más profundamente, porque su amable y retraído médico salía del desierto en tanto él tenía que seguir viviendo en una cárcel a la que otros llamaban palacio, atendiendo a clientes menos amables, menos jóvenes, menos agradables.
Los médicos se despidieron más rápido de lo usual, no podían quedarse mucho porque Joonmyeon salía temprano para el aeropuerto de Ankara y Sehun tenía el turno de la mañana en la clínica. Antes de salir, Malik corrió precipitadamente hasta Kyungsoo, tomándolo por sorpresa después de que cruzó varias habitaciones y lo encontró en el recibidor junto a Kris, despidiendo al yabancı üçlü. Malik sujetó la mano de su médico favorito y colocó en ella una rosa roja cuyo tallo estaba lleno de espinas, lo manchó con su propia sangre por las púas que estaban clavadas en la palma de su mano desde el momento en que presionó el tallo sin piedad. Lo miró a los ojos con auténtico dolor y reproche antes de darse la vuelta e irse moviendo la falda de la cual continuaba asomándose una pierna brillante.
—¿Qué es esto? ¿Por qué ha hecho eso? —preguntó Kyungsoo a Kris sintiéndose totalmente fuera del entendimiento.
—Creo que nuestro príncipe piensa que lo está abandonando, mi venerado doctor... Tal vez ha escuchado que esta noche había una fiesta de despedida y que usted se está yendo sin decir adiós. Le ha entregado una rosa con gotas de su sangre... Parece que se siente enamorado y ofendido...
—¡Pero no he querido ofenderlo! Además, es un mal entendido, no me estoy yendo a ningún lugar... Aún no —se explicó preocupado del malestar de su dios turco.
—Deberás explicarlo luego, si aún acepta verlo, mi señor... recuerde que después de todo, Malik es el príncipe de este palacio, sus deseos y caprichos siempre son nuestras órdenes. Las personas aquí no hacemos más que cuidar de sus intereses...
—Kyungsoo, deberías quedarte más... No ofendas al efrit... —sugirió Sehun con una sonrisa burlista.
—Sin embargo, el efrit no danzará más esta noche... Si alguien desea pasar tiempo con él, deberá cancelar un monto adecuado... De algo tiene que vivir nuestro Malik...
—Está bien, lo pagaré —aceptó Kyungsoo.
Decidido a hacerle saber que aún no pensaba irse, que volvería una y otra vez antes de decirle adiós y que aun así, nunca iba a despedirse realmente, porque él era un ángel que había quemado con su imagen la retina de unos ojos que en Corea jamás podrían ver belleza de tal magnitud.
Continuará...