Con el pasar de los días de la llegada del híbrido Mikaelson, las cosas en el barrio se volvieron complicadas para todos. Incluyendo para el circulo personal de Marcel -por sobre todas las cosas- y aún más para las brujas del barrio.
Danae no toleraba que las cosas fuesen así, había soportado a Marcel y sus vampiros durante décadas en dos diferentes vidas, no era alguien que le causase problemas, ¿Pero Niklaus? Ese híbrido del demonio complicaba las cosas para todos, incluyéndola.
Danae, como su primera naturaleza y la que ahora le correspondía -bruja- podría sentir que sus "compatriotas" tenían algo en mente. Traían un plan y un arma en contra de los vampiros en general, el control hacía los lobos y, por supuesto, que las brujas recuperasen el control total del lugar, tal como siempre se presupone que fue.
Para la alguna vez Géminis le era indiferente quién tuviese el control del Barrio a esas alturas del partido. Lo que si le importaba era saber que podría llegar al bebé que su "colega" vio en la visión. Aunque claro, tenía que ser precavida, cuidadosa de cada movimiento que pasase, pero sobre todas las cosas, paciente.La paciencia era una virtud que con el correr de los años y siglos escapando de sus hermanos se le había dado muy bien. Pasar desapercibida. Siempre fue lo mejor...
Durante esa tarde particularmente, la bruja alguna vez híbrida Gemini se lo pasó escondida en su bóveda en el Cementerio La Fayette, leyendo sus viejos libros en la habitación a la cual se ingresaba por la puerta izquierda a la que se encontraba aquel cuerpo protegido en el ataúd de cristal.
Estaba sentada en el suelo, velas de todos los tamaños encendidas la rodeaban. No le importaba que su pantalón de vestir negro se llenase de polvo al sentar sentada de tal forma. Entre sus manos se hallaba un viejo libro, el único libro que pudo llevarse consigo durante su escape en aquel entonces de sus hermanos.La ventaja de tener ese libro era qué, al preguntar algo éste respondía lo que fuese. Las tres últimas páginas poseían ese don. El resto de las mismas poseían conjuros, pociones y demás cosas útiles.
Ella hora sabía lo que debía hacer. Con una simple pregunta supo lo que tendría que hacer, no solo tendría que esperar a que naciese, sino que esa criatura que tanto ansiaba poseer se probase a sí misma y a quienes la rodeaban para comprobar que realmente fuese tal como se suponía que fuese: Inigualable.
La mujer volvió a dejar el libro en su estante, sacudió la tierra de sus prendas y salió de la bóveda, encaminándose por el medio del cementerio hacía la salida.Regresaba a casa, era tiempo de irse de New Orleans por un tiempo. Recorrer el Nuevo Mundo, ver como había cambiado, pero antes de hacerlo, debía dejar todas las cosas en su lugar.Antes de regresar a casa, Matthews fue directo a su tienda. Quería ordenar el inventario, dejar todo bajo control allí y de tal forma que nadie tocase nada durante su partida.; Al ingresar, miro cada sitio y fue directo al mostrador. Levantó un poco la caja registradora y sacó el cuadernillo que allí había, era el inventario propio. Tomó un bolígrafo y fue hacía la parte trasera del local a pasar lista y anotar cuanto tenía de cada cosa.
Pasaron varios minutos, si no fuesen horas incluso. La campanilla de la puerta de entrada sonó. Danae, quién estaba de rodillas en el suelo, levantó la mirada hacía la entrada rápidamente al oírle, trataba de ver a través de la cortina de tela que había para separar la parte trasera de la delantera del local. Traba de oír alguna voz o algo que le dijese de quién se trataba. No se oía nada.
No le quedó otra que levantarse e ir hacía allí, atravesando la cortina y, cuando lo hizo, vio aJosh y Lorna, una de los vampiros del círculo personal de Marcel parados allí, parecían nerviosos. Exaltados.
— "Necesitamos ayuda, Matthews. Rápido."Exigía con tono demandante y nerviosa la joven vampiresa.
— "No puedes venir aquí, Lorna y exigirme cosas."Replico la joven bruja seriamente. Josh estaba nervioso pero se mantuvo callado; Sabía que no debía molestar a Danae.
— "A ver, brujita. Necesitamos que nos des algo para protegernos de.."
Iba a seguir, con sus formas prepotentes, pero la bruja se lo impidió. Tenía su mano como si fuese una garra dirigida hacía la vampiresa; La misma no dudo ni un segundo en llevar ambas manos a su cabeza, era como si la misma le fuese a explotar por la magia que la bruja ejercía sobre ella. Al mismo tiempo, la bruja decía..
— "No puede venir a mi tienda a ordenarme algo que quieras; Nadie debe atreverse a hacerlo. O fácilmente podría dejar que el sol te quemase y quedarme a verte volver cenizas."
Cada palabra que decía, lo hacía a modo de advertencia. Si hubiese sido Marcel, él hubiese sido consciente de lo que la bruja podría hacer, incluso Josh que estaba allí parado la había visto con sus propios ojos quemar a un vampiro y a otras brujas -irrespetuosas para con ella, vale aclarar-, sabía que no debía ordenarla, más bien pedirle de forma respetuosa las cosas, pese a estar nerviosos y asustados.
— "Marcel necesita algo que nos proteja, Dan. Solo por eso vinimos."
Fue solo en ese momento en el cual Josh interfirió por su compañera. Ya veía venir lo que podía esperarle.Danae enarcó una ceja, viendo de reojo al joven vampiro. Lo pensó por una fracción de segundos y, pese a que dudó, la soltó del agarre mágico bajo el cual tenía a la vampiresa. Se ladeó a hacía el muchacho y dijo.
— "Así está mejor. Pero por el momento no tengo nada que pueda ayudarles."
— "Algo rápido que tengas, lo que sea Dan. Algo de protección."
Casi a modo de súplica pedía el joven Josh. Les habían mandado a buscar algo para protección y debían regresar con eso, sin importar cómo.La vampiresa parecía furiosa, mantuvo su mano sobre su cabeza un par de segundos debido al dolor que le habían producido.Ella lo pensó un par de segundos y se fue hacía la parte trasera del local, dejando a sus dos visitantes un tanto confundidos. Un par de minutos después regresó con una caja y se la entregó a Josh directamente.
— "Deben usar uno cada uno. Son amuletos de protección. Más no puedo darles."Dijo simplemente la joven mujer viendo directo a los ojos del joven vampiro.
Él simplemente asentó y le sonrió agradecido.
— "Gracias, Dan. De verdad."Ambos vampiros se giraron para irse del local, y antes de llegar a la puerta, la bruja habló.
— "Háganme un favor...."Ambos se ladearon a escasos pasos de la puerta y la quedaron viendo.
— "¿Que quieres?"Replicó secamente la vampiresa.
— "Díganle a Marcel que ésto es lo último que tendrá de mi, al menos por ahora y que me iré por un tiempo de la ciudad."
Ambos asentaron y salieron del local rápidamente. Necesitaban llegar con "El Rey" vampiro cuanto antes.
Danae estaba en casa, terminando de cerrar su última maleta, solo había usado dos grandes y un pequeño bolso de mano para llevar las cosas indispensables para su viaje. Iba estar un tiempo bastante largo lejos de su "hogar natal" -por llamarlo de una manera-Cuando terminó de preparar los bolsos, fue bajando uno a uno hacía el garaje de su hogar y metiendolos en el baúl del auto. Una vez lista, cerró bien cada puerta y ventana de la casa y regresó al garaje, subió al auto e hizo que la puerta eléctrica del mismo se abriese sola dejándolo salir del lugar y cerrándose luego que ella tras su egreso.
La bruja no sabía bien a donde iría, donde se quedaría, de lo único que estaba segura era que quería irse de allí, no quería estar cuando las cosas se tornasen peligrosas para cualquiera de las partes involucradas.Después de todo, lo que quería tener estaba a salvo. Y aún no era tiempo para que fuese suya. Las cosas tenían que asentarse, cambiar, mejorar o empeorar, daba igual, cualquiera que fuese la situación sería propicia para ella, de una u otra forma...
Pero ahora...debía marcharse de la ciudad.