Advertencia: Violencia.
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Llegó arrastrándose con el más grande sobre su espalda. Entrando logró divisar a un hombre que giraba en una silla negra, vestía una bata blanca. El doctor Mori era conocido en el bajo mundo por sus servicios, por su silencio y crudeza.
—Por favor...— suplicando de rodillas pedía que salvarán a su hermano—. Ayudelo, le daré todo lo que tengo, por favor.
—Pequeña, este chico ya está muerto— tocó la cara del niño revisando las señales de traumatismo—. Yo diría que tal vez desde hace una hora.
Jane recibió un golpe tan duro en el corazón, ya no lloraba, no tenía emoción alguna. El cielo había caído sobre sus hombros. Se quedo en silencio hasta que el hombre hablo de nuevo.
—Mira, podría jurar que fue por robar esto— le estiró un zafiro azul brillante y lleno de sangre, la de ojos verdes no entendía porque tenía algo tan caro consigo.
—¿Tienes como encargarte del cuerpo?— el hombre tomo un bisturí, no tenía caso hacer una autopsia, pero después de su reunión con el lobo plateado estaba más entusiasmado que de costumbre. La menor negó con un movimiento de cabeza muy sutil, el doctor soltó un suspiro—. Yo me haré cargo, mientras lo hago tu siéntate aquí— abrió una puerta para indicarle que pasará. Había dos camillas, parecía más un almacén que un quirófano.
Jane sintió el picor en sus ojos. Solo pudo asentir nuevamente.
—Puedes tomar ese libro para colorear— lo sacó de un estante para ponerlo en una mesita—. O puedes dormir, has tenido un largo día, pequeña.
El hombre salió dejando a Jane encerrada, ella incapaz de procesar lo que pasó se derrumbó en el piso esperando despertar, despertar junto a Keiko, salir juntos de casa para cometer fechorías, reír como lo hacían. Le dolía el cuerpo, sus manos estaban rojas, las apretó durante minutos, y su mente daba vueltas.
"¡No somos hermanos, maldición!" "Yo cuidaré de tí, eres la luz en toda mi vida" "Jane, estoy feliz de ser tu hermano" "Espero con ansias que seas adulta, serás hermosa y considerada" frases aleatorias que dijo el menor llegaron inundando su corazón con pena “Estaremos siempre juntos".
Si no lo salvó, ella era igual que los asesinos de su hermano, su vida era tan inútil como su madre le decía. Cayo dormida después de llorar la muerte de su hermano. La única persona que le amo y le cuido era él y ahora ya no estaba.
La despertó el sonido de golpes y disparos, se asomó abriendo la puerta solo un poco, el doctor estaba atado a una silla, y unos sujetos le apuntaban con un arma.
—¿Esto que es?— el hombre que le apuntaba tomó el zafiro que había dejado en una bandeja.
—Eso es de un cliente— aquel hombre de bata blanca tenía rastros de golpes y aún así tenía la astucia de sonreír.
—Ahora es mío— sonrió con arrogancia—. El doctor no planea hablar, hagamos que nos entienda mejor. Si no nos dice lo que necesito lo mataré.
La mente de Jane se nublo por la ira, no esperó más para acercarse, era tan insignificante que nadie la notó hasta que estaba frente a ellos, Mori observaba su pequeña espalda confundido por su repentina acción—. No lo toques.
Sus ojos estaban perdidos, buscando la joya que tenía en las manos —Esta pequeña mierda debe ser tu hija —le apuntó con el arma tirando del gatillo.
Las balas se detenían justo antes de tocarla, Ōgai sonrió por la reacción de los matones, pero poco duró el momento pues una figura alta atravesó la puerta, vestía de manera tradicional —Había diez hombres afuera— habló uno de los delincuentes.
—Lo sé, me encargue de todos— el tipo de cabello plateado avanzaba observando la situación.
—Los mataré— apuntó de nuevo a la menor, quien solo quería quitarle aquella piedra azul.
El hombre planeaba decir que no habría problema si mataban a el doctor, pero logro ver a la chiquilla de ojos verdes. Dejó de avanzar buscando descifrar sus siguientes pasos.
—¡Que no lo toques!— tomó uno de los bisturí que se hallaban en la bandeja para clavarlo en su abdomen en repetidas ocasiones—. ¡Es de mi hermano! ¡No te lo lleves!
El hombre cayó de rodillas, uno de sus acompañantes disparó pero la menor activó su habilidad nuevamente. Era por instinto, casi como un animal. El del kimono dedujo que se debía a una habilidad, por lo que cortó la yugular de uno de los perpetradores. Ōgai se puso de pie para cortar el cuello de los otros dos miembros de la pandilla.
—Solo ganabas tiempo— suspiró el peliplateado—, Pero no me necesitas, pareces tener un escudo.
—Es de Keiko...es lo único que tengo de él, no puedes quitarmelo —la menor quitó el zafiro de sus manos para después delinear una fina cortada en su cuello. Esa acción hizo que Fukuzawa girará la cabeza para no verla más tiempo, estaba asqueado por la mirada perdida de la menor.
—Tienes sangre en la cara, pequeña —Mori se acercó a la más baja para limpiar su cara con un pañuelo polvoriento.
—¿Cuál es tu nombre?— el más alto intervino para cortar esa incomoda conversación—. ¿Por qué estabas con el doctor Mori?
—Jane Austen —murmuró sujetando el pañuelo para limpiar el zafiro—. Solo necesitaba un doctor.
—Tu hermano estaría orgulloso, Jane— el de ojos violetas soltó entre una risa—. Es un bonito regalo, úsalo con orgullo.
Volteó a ver al doctor quien la miraba cálidamente, así que le regreso una sonrisa—. Gracias, señor.
Así comenzó su camino de violencia, así encontró una familia.
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Fragmento perdido:
La niña analizaba el plato de comida frente a ella con raro asombro. Un tazón lleno de cereal de colores con una buena porción de leche. El mayor intentó acariciar su cabeza, pero se detuvo por cuenta propia, o más bien por el dolor de su herida en el abdomen causada por su enfrentamiento con los criminales.
—No te lastimaré —dijo con diversión—. Puedes comer lo que quieras, y si necesitas algo no dudes en pedirlo.
—¿Por qué? —se atrevió a cuestionar.
—Creo que eres una buena niña, Jane —desanimado buscó en su cajón una gasa para cubrir el corte—. Además que sospecho que en un futuro seremos buenos amigos.
La de ojos verdes probó la primera cucharada—. No lo sé, me dijeron que no debía confiar en adultos como tú, y creo que eres más peligroso que otros asesinos del barrio mortero.
—Que inteligente, pero si quisiera lastimarte, ya lo habría hecho —se quedó en silencio cuando la menor le estiró el agua oxigenada y después volvía a la mesa—. Eres más deslumbrante que el sol, sin duda me agradas.
—Doctor, ¿Quieres mi habilidad? —evitando su mirada metió la cuchara a su boca para comer lentamente.
El de ojos violetas estalló en risas dolorosas por el corte en su estómago—. Si, sin duda serás mi mejor amiga, Jane. Ahora termina tu cereal, debes dormir temprano, la noche está llena de pesadillas.
Jane no usa jamás los honoríficos (Kun,san, etc) a menos que la situación lo amerite, es decir con una persona que no conozca lo suficiente, y las que no le agradan.