La lluvia y los truenos se confundían con el clamor de la multitud. Decenas de personas de expresiones feroces lo rodeaban, pedían a voz en grito la muerte del traidor. Lysandro sentía en la cara la humedad y no podía distinguir si era debido a la lluvia o a sus lágrimas desesperadas. Empezó a correr para tratar de llegar hasta el hombre que, arrodillado, aguardaba por la sentencia.
Corría y mientras lo hacía sus pies se hundían en el fango, no podía avanzar.
Gritaba y la voz no salía. Nadie lo escuchaba, nadie lo miraba excepto el hombre condenado. Los ojos negros se fijaron en los suyos y sonrió. Aún lo hacía cuando el hacha le cortó el cuello.
Entonces intentó correr de nuevo y esta vez muchas manos lo tocaron, lo agarraron, intentaban sumergirlo en el fango y él, por más que quería, no podía zafarse, no podía escapar.
Despertó bañado en sudor y lágrimas.
Se sentó en la cama y, poco a poco, fue tranquilizándose. Se secó la humedad con las mantas y alisó su cabello hacia atrás, halándolo con fuerza en el proceso hasta hacerse daño, hasta que el dolor calmó el otro, el que llevaba en el alma. Entonces escuchó las risas.
Apartó las mantas y se levantó. Vestía solo un pantalón de lino crudo, sobre el pecho se colocó un abrigo de lana delgado sin abrochar y salió a la pequeña salita de donde provenían las voces alegres.
—¡Ah, Dormilón! Por fin despiertas —le saludó con una sonrisa Brianna, la joven a quien llamaban Gylltir.
—Llegó agotado anoche. —Se abrazó a su torso Cordelia—. Por fortuna es día del sol y hoy ninguno de los dos trabajará.
—Cordelia ha horneado panecillos de miel —dijo alegre, Brianna.
Lysandro se sorprendió, la miel era bastante costosa por lo que su hermana muy poco preparaba postres.
—¿De miel?
—Así es —le contestó Cordelia ofreciéndole uno—. Brianna la ha traído.
La joven sonrió y le dio un gran mordisco al que sostenía en sus manos.
—Ha sido un regalo y pensé en compartirlo con ustedes. Sé que te encantan los dulces, Lysandro.
Y era cierto. Los dulces eran su comida favorita, aunque fueran un gusto que no se podía dar a menudo. El joven devoró el panecillo: esponjoso en el centro, cubierto de una capa crocante y espolvoreada con trocitos de nuez en la superficie.
—¿Tienes planes para hoy? —preguntó a la visitante mientras acariciaba la cabeza de su hermana sin dejar de morder el postre.
—Tenía pensado ayudarlos con el huerto.
Brianna dijo aquello con una gran sonrisa en el rostro. Al joven siempre le sorprendía la muchacha. ¿Cómo podía estar a toda hora tan feliz? Siempre en su boca había alguna palabra amable, todo el tiempo estaba dispuesta a ayudar. Era como si no compartieran la misma realidad.
—¡Eso sería maravilloso! —le contestó igual de emocionada Cordelia— Hoy te noto más contenta que de costumbre. ¿Será por el regalo?
Brianna ensanchó la sonrisa y les dedicó una mirada brillante a los hermanos. Él la observó, intrigado. En esa vida de mierda no hallaba nada que pudiera traer alegría.
—¡Creo que estoy enamorada!
La declaración de la joven lo desconcertó todavía más. ¿Enamorada? ¿Es que alguien podía enamorarse en un sitio así? ¿Y de un cliente? Recordó entonces lo que le decían Hazel y Nolan a menudo, que ellos disfrutaban de sus encuentros sexuales con muchos de sus clientes y consideraban su trabajo bastante gratificante. Entonces se preguntó si acaso no sería él quien estaba mal. Dentro de sí solo sentía amargura. Por más que quisiera ver su vida de otra forma, no lo conseguía. Cuanto podía era fingir, sobre todo delante de Cordelia, que era feliz.
—¿Enamorada? —preguntó su hermana igual o más emocionada que Brianna—. ¿Has conocido a alguien?
—Sí. Es un noble, estoy segura. Tal vez incluso pertenece al palacio real. Viene a todos mis espectáculos, me visita al finalizar cada una de mis funciones.
—Muchos hacen eso, Brianna —intervino Lysandro con voz cansina—. No es algo tan extraordinario.
La joven frunció los labios.
—Sí lo es. Él es diferente. —Los ojos de la joven adquirieron un brillo soñador—. Es amable, considerado, me trata como si en realidad yo le importara.
Sus palabras lo hicieron reflexionar. Recordó al sorcere de la noche pasada. Como había derramado su cálida energía sobre él, reconfortándolo y como también le había parecido que le importaba. Pensó que se quejaría con Sluarg y, por el contrario, permaneció velando su sueño hasta que se sintió mejor. Aun así, no confiaba. La vida en ese sitio le había demostrado que siempre existía un interés oculto y, generalmente, los esclavos salían perjudicados. Ellos no eran más que heyras y hoors destinados a saciar los deseos lascivos de todo aquel que pudiera pagar. Engañarse con que podían ser algo diferente solo traería dolor y desilusión.
—Y... me ha prometido que comparará mi contrato. —La joven se levantó incapaz de contener su alegría—. ¡Dejaré este sitio, tendré una nueva vida!
Cordelia sonrió y abrazó a la muchacha. Pero a Lysandro se le empañó la mirada.
—¿Y le crees?
Brianna volteó a verlo desconcertada.
—¿Por qué no lo haría? ¿Por qué me mentiría?
El muchacho resopló, no podía entender que Brianna fuera tan inocente y menos después de lo que había vivido su propia madre.
—Tú misma lo has dicho, piensas que pertenece al palacio. ¿Crees que alguien de su posición se fijaría en nosotros para algo más que no fuera...? —El joven se detuvo y miró a su hermana que escuchaba atenta la conversación—, que no fuera ser sus sirvientes? Somos esclavos, Brianna.
La joven frunció el ceño.
—Pues estoy segura de que sí es posible. He escuchado de algunos nobles y comerciantes ricos que tienen varias esposas, incluso en sus casas. ¿Acaso supones que soy menos que cualquier otra mujer? —Las lágrimas comenzaban a empañarle los ojos. Lysandro se sintió mal por lo que había dicho.
—No es eso. No eres menos que nadie, al contrario. Es solo que para ellos somos diferentes y no me gustaría ver tus ilusiones rotas.
—¿Y prefieres que no las tenga? ¿Qué sentido tiene vivir sin ilusión, Lysandro? ¿Sin poder soñar con un futuro mejor?
Ninguno. Hacía tiempo que para él la vida carecía de sentido. Pero no quiso seguir enturbiando la felicidad de su amiga.
—Nada más te pido que tengas cuidado, ¿sí?
—Lo tengo. He rezado a todos los dioses. Por las tardes quemo incienso, sobre todo para Angus, la que no discrimina.
—¿A Angus? —preguntó Cordelia.
Brianna sacó de entre su blusa un pequeño medallón. La cadena era de bronce y tenía engarzada, en una base del mismo metal, una piedra de turmalina rosa, la piedra asociada a la diosa Angus. Lysandro reconoció el colgante, había pertenecido a la madre de Brianna.
—Sí, ella se interesa en la causa de los enamorados, sobre todo cuando son difíciles o incluso imposibles.
Las dos muchachas sonrieron, Brianna admirando la cadena y Cordelia, que no podía verla del todo, imaginándola. Lysandro, en cambio, arrugó la frente.
—¡Cómo ayudó a tu madre! A ella de nada le sirvió poner su fe en una diosa sorda o muerta o que, incluso, no existe. —De inmediato el esclavo se arrepintió de sus palabras crueles, pero ya era demasiado tarde.
Los labios de Brianna se abrieron ligeramente, sus pupilas temblaron al mirarlo y dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. La joven no le reclamó nada, solo giró sobre sí y salió de la casita.
El joven exhaló y se dejó caer en uno de los taburetes, totalmente abatido. ¿No le bastaba con tener el corazón agrio, también debía enturbiar la felicidad de los demás?
—¿Por qué le has dicho eso?
—Porque no soy una buena persona, Cordelia. No debí expresarlo de esa manera, pero no quiero que sufra. Un noble, un rico, no puede querer nada bueno con un esclavo. Para ellos no somos diferentes de las gallinas a quienes quitan sus huevos o de las ovejas que trasquilan en invierno para proveerse de lana. Me duele que pudieran estar engañándola.
—¿Y si no fuera así? —le preguntó su hermana mirándolo con esas pupilas que no llegaban a enfocarlo del todo—. Yo sí creo que los dioses nos escuchan y atienden nuestras peticiones. Para ellos todos somos iguales y merecemos las mismas oportunidades. Por las noches, cuando te vas, siempre les pido que regreses a salvo. Duermo tranquila porque sé que a la mañana siguiente tú entrarás por esa puerta con tu mejor sonrisa.
Lysandro exhaló ahogado, sentía que le costaba respirar. A veces se le hacía muy difícil mantener todas sus mentiras. El veneno de su rencor le corroía por dentro, no tenía como expulsarlo y poco a poco iba dejándolo seco, comiéndose sus entrañas y la ternura que debería tener para quienes amaba. Y era preferible así. Una sola gota escapó y Gylltir ahora lo odiaba y tal vez también su hermana.
—No me hagas caso —alcanzó a decirle—, soy un tonto. Brianna será muy feliz, ya verás que sí.
—Y nosotros. También nosotros lo seremos.
Lysandro la abrazó y asintió sobre su pequeña cabeza.
—Iré a buscarla. Me disculparé y la traeré para que nos ayude con el huerto, ¿de acuerdo?
La joven asintió y depositó un tierno beso en su mejilla.
—No eres una mala persona, Lysandro. Yo entiendo que te preocupas demasiado porque nos quieres y estoy segura de que Brianna también lo sabe.
Él no estaba seguro de eso. A veces se recreaba imaginado horribles castigos para sus amos y lo disfrutaba. Ni por un momento se arrepentía de tales pensamientos, pero, por desgracia, su rencor también le llevaba a ser cruel con aquellos a quienes quería y era esa característica la que lo convertía en alguien malo.
***Hola linduras wattpadianas. Antes que nada quiero preguntarles ¿qué les parece la novela? ¿Hasta ahora cuál es su personaje favorito?
Por otro lado voy a hacer spam, perdón. Si les gusta esta novela, les comento que pertenece a una serie de libros llamados Relatos de Olhoinnalia, los cuales se ambientan en el mismo mundo fantástico.
En dicha serie encontrarán una saga en elaboración llamada Augsvert, que va por el segundo libro y trata de una hechicera alcohólica que viaja con un par de amigos a los que les ocurren varias cositas trágicas en el camino, como descubrirse a sí mismos. El primere libro entró en la lista corta de los wattys!!! Hurra!!!
Otra novela corta de romance Boyslove titulada Despues de nuestra muerte, y por último una antologia de pequeñas historias titulada Relatos de Olhoinnalia. Si pasan por alguno me encantaría que me dejarna un comentario diciendo qué les parece. Bueno, no los aburro más, nos leemos el viernes o el sábado que viene.