Capítulo XXXVII: "No lo necesito"

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La reunión con el enviado de Vesalia resultó ser una sorpresa

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La reunión con el enviado de Vesalia resultó ser una sorpresa. Él y Jensen habían esperado reunirse con un hombre, pero en su lugar quien los aguardaba dentro de la tienda era una mujer, la princesa Umbriela, única heredera de su padre, el rey Severino.

Jensen y el resto de la comitiva lucían sorprendidos por tener que tratar con una mujer. Él no lo estaba y tampoco lo consideraba una ofensa, como sí lo hacía el coronel Olaf, quien incluso se negó a hablar con ella.

Karel no le prestó atención a las protestas y entró a la tienda, dispuesto a cumplir con su misión: negociar, y le daba igual que fuera con un hombre o una mujer.

Las mujeres en Vergsvert, por más nobles que fueran, eran tenidas como seres no aptos para tratar temas de política, mucho menos los que involucraban guerra. A él los prejuicios de los vergsverianos para con ellas siempre le parecieron estúpidos. En Augsvert, dónde pasó gran parte de su vida estudiando, el mandatario era una reina y también había mujeres en el ejército. Así que lo embargaba la curiosidad por entrevistarse con la princesa y saber qué tipo de persona era.

Sin embargo, la reunión fue un fracaso. Viggo había sido muy enfático en lo que deseaba su padre del encuentro: la rendición total de Vesalia y que su territorio se sumara a Vergsvert. El rey Severino podía conservar la vida, e incluso, seguir siendo señor de la región; no obstante, debía jurarle lealtad y vasallaje a Vergsvert.

Desde antes de llegar a la lujosa tienda en la mitad del camino entre Aldara y Beremberg, donde le aguardaba la princesa Umbriela, Karel presentía que la reunión no daría frutos, al menos no los que su padre y su hermano mayor esperaban.

La princesa debía rondar la edad de Viggo, era joven, pero no tanto como para considerarse una doncella. Su charla era clara, irradiaba autoridad e inteligencia.

Orgullosa y muy digna, fue enfática al decir que tanto ella como su padre preferían perecer que rendirle vasallaje a Vergsvert. Así que la reunión, en lugar de fijar los términos de la rendición, derivó en la exigencia de la princesa vesalense de la salida inmediata de los invasores de su territorio. Karel lamentó el resultado, estaba seguro de que no le caería en gracia a su hermano mayor, mucho menos a su padre.

Cabizbajos, emprendieron el retorno a Vergsvert. Si durante el viaje de ida, Karel y Jensen charlaron largo y tendido, desde asuntos del reino hasta trivialidades, el trayecto de regreso lo hacían en silencio. De vez en cuando, Karel escuchaba a sus espaldas comentarios despectivos y algunos soeces refiriéndose a la princesa del reino enemigo.

El príncipe suspiró agotado, pensando en el inminente encuentro entre ambos ejércitos. Habría deseado que la princesa Umbriela aceptara los términos de la rendición y evitar así una cruenta batalla. Matar hombres, aunque enemigos, no era algo que le causara gracia, mucho menos que considerara honorable. Desde que tomaron Aldara tenía pesadillas producto del brutal enfrentamiento.

—¿Cómo suponéis que tomará mi padre la negativa de Severino?

Iban a media marcha por el camino real, empezaba a anochecer y se acercaban al campamento. Hacía mucho que el príncipe no compartía con su padre, de tal manera que no tenía una idea clara de cuál sería su reacción ante su fracaso como negociador. Sonrió con tristeza al pensar que el general debía conocerlo mejor al haber compartido tantas guerras con él.

El amante del príncipeWhere stories live. Discover now