—Estamos casados, ¿Por qué tenemos que dormir separados?— se quejo Lan Wuxian aferrándose al brazo de su esposo
—Po eso mismo, no confío en que ustedes dos— señaló a Lan Yao y Lan Wuxian —no causen ruido toda la noche.
—Tío- intento hablar Lan Xichen pero fue interrumpido para su sorpresa
Lan Wuxian retuvo sus ganas de reírse por qué acababa de romper una de las reglas de su clan, y esta vez no era su culpa.
—Sean decentes al menos esta vez, estamos en el clan Nie con menores acompañandonos. No quiero estar oyendo mañana que no pudieron dormir por culpa de los ruidos del clan Lan.
Ambos jades desviaron la mirada apenados y con las orejas rojas, Lan Yao y Lan Wuxian por su parte se sintieron ofendidos por esa acusación. Era culpa de los otros por escuchar lo que no les concierne.
—Eso es todo, Lan Wuxian y Lan Yao van a compartir habitación.
Finalizo y se fue dando grandes pasos fuertes mientras era seguido por varios discípulos con rostros rojos.
—Yo ni siquiera quería venir aquí en primer lugar— se cruzó de brazos Lan Wuxian
—Eras el más emocionado por ver a la señorita Yanli— recordó Lan Yao
—¡Y no podré verla! Vendrá hasta mañana con Jiang Cheng.
Ambos jades se inclinaron en despedida a sus parejas y se dirigieron a sus habitaciones, Lan Yao y Lan Wuxian solo observaron sus espaldas alejarse.
Habían pasado muchos años desde que tuvieron que dormir separados, incluso si salían por un día o dos seguía siendo la misma habitación con su aroma y recuerdos impregnados.
—A-xian ya se que vamos a hacer hoy.
Lan Wuxian lo miro con una sonrisa cómplice y sonriendose mutuamente fueron hasta el cuarto que debían compartir.
Más tarde Lan Yao se encontraba recostado sobre los brazos de su esposo, observando el techo con una sonrisa divertida.
—A-yao mi tío se enojara mucho.
—¿Cuando no lo está?
Estiró sus manos hacia el pecho de su pareja y acurrucándose más giro su cabeza hasta que sus ojos se encontraron. Lan Huan juntó sus frentes y cerró los ojos disfrutando del tacto. Con la mano libre comenzó a acariciar los cabellos de su pequeño esposo.
—¿Le advertiste a Wangji que pusiera talismanes?
Comento de pronto Lan Yao que había estado quedándose dormido ante las caricias propiciadas por su esposo.
Lan Huan asintio levemente aún con los ojos cerrados, disfrutar del calor que emanaba su esposo era tan agradable, su aroma embriagador, su toque tan dulce. Antes de que pudiera caer totalmente rendido a su cansancio se acero un poco más y depósito un suave beso en su mejilla que hizo reír a su esposo.
Al día siguiente todos comentaban de lo joven y guapo que se veía Lan Qiren sin su barba, incluso habiendo varios que se acercaron a los jades pidiendo permiso para cortejarlo.
Por su parte Lan Qiren echaba humo por la cabeza, con su entrecejo más fruncido que de costumbre y enviando miradas filosas a sus dos nueros que se aguantaban la risa.