Todavia estoy en la terraza, luego de lo que había ocurrido fui incapaz de poner un pie en el departamento otra vez, así que en cuanto veo a Devon frente a mi siento que debo correr y no precisamente en su dirección, él querría hacer que vuelvo al departamento pero no quería hacer eso. Me aterraba la idea de estar ahí sola.
—¿Por qué no estás dentro del departamento?
Luce cansado, tan solo han pasado unas horas desde que lo vi por última vez pero aún así luce diferente. Más intimidante.
—No lo sé, creo que voy a subir a tomar un cafecito con el espíritu del violador en el baño—respondo usando todo el sarcasmo que soy capaz de reunir.
—Ponte en pie,—dice ignorando por completo lo que dije—vamos a mi departamento debes bañarte y comer algo.
—No voy a ir contigo a ningún lugar, cuervo.
No puedo mirarlo, hay algo en la forma en que sus ojos me ven que me pone los pelos de punta.
—Quieras o no vienes conmigo, es peligroso que estés sola.
—¡No voy a ir a ningún lugar!—espetó.
Devon me toma del brazo con brusquedad haciéndome poner de pie a la fuerza, noto que sus ojos están hinchados y que un rojo intenso los decora.
—¿Estuviste llorando?—pregunto con curiosidad.
—No, bambi, me puse limón en los ojos.
El sarcasmo es tan obvio que me dan ganas de darme una bofetada mental por preguntar cosas tan tontas, Devon entrelaza sus dedos con los míos y en pocos segundos me esta arrastrando fuera del aire libre que me proporciona la terraza.
—Ponte mi buzo o la gente comenzará a preguntar porque demonios tienes la blusa manchada de sangre.
Me coloco el buzo gris que me ha dado sin emitir sonido alguno, hecho esto Devon vuelve a tomarme de la mano y comenzamos a caminar por el estrecho pasillo de luces blancas.
Pasamos por la puerta de mi departamento y los recuerdos de Connor limpiando el baño para dejarlo impecable me invaden. ¿Habían matado a más personas y ya estaban acostumbrados? ¿Querrían matarme por a ver visto todo lo que ocurrió?
Al salir por la puerta del edificio miró las nubes espesas se mueven con rapidez arriba nuestro, desvió mis ojos a mi mano entrelazada con la del pelinegro y unas incontrolables cosquillas hacen presencia en mi estómago.
(...)
Entrar a su departamento sabiendo que voy a quedarme a dormir en él es incómodo, ni bien Devon atraviesa la puerta de entrada Kenai, la bola de pelos blanca, comienza a caminar entre sus piernas pidiendo mimos.
El cuervo levanta al gato en un gesto tierno y comienza a besarle la coronilla—¿Quien me extraño?—El animal le responde con un maullido que hace que Devon sonría—Si, tú me extrañaste.
Lo baja al suelo y va hasta la cocina donde saca una bolsa transparente con alimento.
—Siempre que llego hace lo mismo, diría que es su rutina. —me cuenta mientras le carga el tazón de comida.
Devon le deja la comida al lado del tarro con agua.
—Es precioso—digo—¿De donde lo sacaste?
Camina hasta el sillón donde se sienta y me hace un gesto para que haga lo mismo.
—Un día iba caminando con Evans, Connor y Victoria al bosque y él estaba dentro de una caja de cartón mojada—un brillo de nostalgia hace presencia en su mirada—lo sequé con mi remera y lo lleve a mi casa, ese día casi muero yo y el gato... —continúa—La madre de Connor no quería saber nada sobre cuidar cosas, decía que suficiente tenía conmigo y sus hijos.
Nunca lo había escuchado decir algo personal respecto a quién es él así que simplemente me limito a asentir.
—Dormí durante toda una semana afuera con el gato porque la señora Wells decía que el animal no dormiría adentro—una risita contagiosa sale de sus labios—Dios, que tiempos.
Kenai se sube encima suyo como si pudiera comprender que estamos hablando de él.
—Le salvaste la vida. —digo pero Devon niega.
—No, él me la salvó a mi.— parpadea varias veces y cuando vuelve a hablar cambia abruptamente de tema—¿Quieres bañarte?
Observo los puños grises del buzo que él me ha dado y asiento dando por hecho que lo mejor va es cambiar de tema.
—Si.
—Bien, el baño es esa puerta.—me indica—Hay toallas y todo ahí dentro.
Me pongo en pie y sin decir nada entro al baño, una vez cierro la puerta a mis espaldas comienzo a quitarme la ropa mientras observo el lugar en el que estoy. Las paredes son de un color gris mezclado con blanco que le da un aire más amplio y moderno, hay un gran espejo que me devuelve la vista de un cuerpo con manchones de sangre en los brazos y muslos, continuó mirando todo mi entorno con sumo detalle hasta que veo la bañadera blanca pegada a la pared, es casi tan idéntica a la que hay en mi departamento con la diferencia de que esta tiene dos cristales que simulan ser una puerta.
Respiro profundo y las imágenes del cadáver se arremolinan en mi mente ocasionando que un grito se escape de mi boca, esto no puede estar pasando realmente.
Cuento hasta tres pero lo único que consigo es perder aún más los nervios, tomo una toalla del mueble que hay al costado del espejo y salgo del baño sin estar dispuesta a pasar un segundo más ahí dentro.
—No puedo... Yo no puedo entrar ahí.—le digo a Devon quien me mira con atención.
—Debes bañarte o comenzarás a apestar.—dice en broma pero la verdad es que lo único que hacen sus palabras es hacer que mis ojos se empañen—Ni se te ocurra llorar, bambi.
—Hablo enserio, no puedo meterme en la tina.
Una lágrima rueda por mi mejilla, me siento tonta, estoy prácticamente desnuda delante suyo confesándole que tengo miedo de un cadáver que ya ni siquiera existe.
Deja aún lado a Kenai y se pone en pie.
—Bien, vamos.—la suavidad y la tranquilidad con la que dice aquello me toma por sorpresa.
—Devon no...
—Todo está bien, Chloë.—dice entrelazando nuestros dedos.
Mi nombre en sus labios suena tan bien y tan extraño que las ganas de escucharlo decirlo de vuelta me invaden.
Él abre la puerta del baño, yo lo sigo por detrás. Rompe el contacto de nuestras manos para acercarse hasta la tina y abrir la llave de agua haciendo que esta caiga a borbotones sobre la cerámica blanca, me hace un gesto para que me acerque y eso hago.
—Me voy a quedar aquí, contigo. —una pequeña sonrisa se posa en sus labios—Pero no te hagas ilusiones que no te voy a ver.
Devon se da la vuelta, baja la tapa del retrete y se sienta ahí dándome la espalda.
Me saco la toalla que me envuelve y con pasos dudosos me meto debajo de la lluvia de agua caliente que se lleva consigo las manchas rojas que hay en mi cuerpo, cierro los ojos.
Sangre, cadáveres, Victoria asesinando gente y todo tipo de imágenes perturbadoras me obligan a abrirlos rápidamente, estar en una bañadera similar a la que había en mi departamento estaba generando muchas cosas en mi y ninguna era positiva.
—¿Devon?—lo llamó intentando sonar tranquila.
—¿Hum?—responde al instante.
—¿Puedes entrar conmigo?
Automáticamente mis palabras abandonan mi boca siento el peso de ellas en mis hombros y la vergüenza se posiciona en todo mi cuerpo.
—¿Quieres que entre a la ducha contigo?—pregunta con ¿diversión?
—Si—respondo con los nervios a flor de piel.
Lo veo ponerse en pie mientras aún permanece de espalda, se quita la remera y mi respiración comienza a fallar.
En su espalda hay un gran tatuaje que lo ocupa todo, son dos alas que simulan ser de ángeles aún que una de ellas está rota.
Trago saliva al notar como también desabrocha su pantalón obligandome a desviar la vista hasta sus trasero que va tapado por un bóxer azul marino que hace que sus nalgas se vean perfectamente redondeadas, él se da vuelta lentamente y ese es el momento exacto en el que siento que me va a dar un paro cardíaco al ver como su mirada recorrer mi cuerpo de pies a cabeza.
—¿Acaso te excita la vista?—pregunta caminado en mi dirección posando sus ojos en los míos.
—A mi no,—miento sintiendo mis mejillas arder—Pero por lo visto a tu amiguito si—digo mientras apuntó la enorme erección que se esconde debajo de la tela.
—La vista y las fantasías que estoy teniendo, ambas cosas me excitan. —corrige mientras se entra en la ducha conmigo.
—Cuervo no se si esto...—mi voz no es más que un susurro.
—¿Qué? Voy a ayudarte a superar tu trauma. —la arrogancia y la inocencia fingida tiñe su voz.
El agua comienza a caer sobre su pelo negro haciendo que este se pegue a su frente haciéndolo ver de una forma jodidamente atractiva, trago saliva e intento decir algo pero lo único que logro hacer es abrir y cerrar la boca como un estúpido pez fuera de agua. ¿Qué está pasando conmigo?
—¿Estás bien?
Lo único que hace su pregunta es ponerme aún más nerviosa.
—¿No vas a quitarte el bóxer?—pregunto haciendo que él levante ambas cejas—No es que yo quiera que tú...
—¿Por qué no me lo quitas?—me interrumpe desafiante.
Latidos irregulares, respiración acelerada y un ligero temblor en las piernas. Así estoy y él me viene a hacer esa pregunta.
Sin decirle nada comienzo a bajar hasta ponerme de rodillas y tener de frente su erección, no tengo palabras exactas para describir la sorpresa que hay en su rostro, colocó ambas manos a los costados de su cadera y desplegó con lentitud la tela.
—Si haces esto no habrá vuelta atrás—advierte mientras enreda sus dedos en mis cabellos.
—Ya no hay vuelta atrás.
En un movimiento rápido sacó la única barrera que hay entre mi boca y su erección, miró hacia arriba por unos instantes pero el agua me obliga a bajar la mirada rápidamente.
Paso mi lengua por mi labio inferior y finalmente llevó su miembro mi a la boca mientras siento como poco a poco la saliva que envuelve la erección se pone cada vez más resbaladiza a la vez que entra y sale, pierdo la noción del tiempo que paso arrodilla frente a él y solo me detengo cuando el agua deja de caer debido a que a cerrado la llave.
Devon coloca cada una de sus manos a ambos costados de mi rostro y me obliga a ir más profundo, abro ligeramente los ojos y puedo ver como él inclina la cabeza hacia atrás en un gesto de pura excitación.
—Ponte de pie y date la vuelta. —sisea y yo obedezco colocando mis manos sobre el cristal.
Siento su miembro resbalar sobre mi cadera y luego sobre la división de mi trasero cosa que hace que repentinamente hace que me sienta aún más acalorada.
—Quien diría que fueras tan traviesa ¿eh, bambi?—murmura y esto me obliga a cerrar las piernas con fuerza por miedo a que mi excitación comience a resbalar.—No, abre las piernas.
En cuanto hago lo que me dice siento sus dedos entrar en mi interior con agilidad pero rápidamente los saca y sale de la ducha sin más.
—¿A dónde vas?—pregunto con un hilo de voz, Devon me mira como si fuese obvio lo que va hacer.
—Un condón—me muestra la envoltura cuadrada que ha sacado del mueble que hay a un lado del espejo—No quiero bebes ni enfermedades.
—No tengo ninguna enfermedad. —Aclaro recordando las miles de veces que mi madre me llevo a la ginecóloga prácticamente obligada para hacerme todos los estudios y así también poder tomar las pastillas anticonceptivas.
—Yo tampoco—dice mientras se pone ágilmente el preservativo.
Me hace un gesto para que me acerque a él y eso hago, lo tengo de frente. —Si quieres parar, paramos ¿si?
Yo hago un gesto afirmativo con un movimiento de cabeza y esa es la señal que él necesitaba para besarme. Nuestros labios comienzan a moverse con desesperación y deseo, siento como mi humedad vuelve aumentar, una de sus manos me toma con fuerza de la cintura y me hace girar sobre mis talones dejándome de espaldas y obligándome a apoyar mis manos sobre la pared.
—Quizás pueda arder un poco. —me susurra cerca de mi oído.
Siento su miembro en la puerta de mi zona íntima por unos segundos y finalmente siento como se abre paso en un movimiento que me hace gemir de dolor, pero no es un dolor insoportable si no que es una mezcla de sensaciones. Un ardor momentáneo se hace presente pero desaparece en cuanto él comienza a moverse con mayor rapidez.
Devon me toma del cabello y comienza a hacer que sus embestidas se vuelvan aún más profundas, otro gemido se me escapa e inconscientemente llevo una de mis manos a mi boca para taparla.
—No, quiero escucharte.
¡Mierda!
Vuelvo a poner mi mano sobre la pared y esto hace que él aumente aún más el ritmo, su mano libre acaricia mi espalda provocaron que se me eriza la piel, varios gemidos salen de mi garganta a causa de la excitación acumulada.
Escuchar su respiración acelerada me pone tanto que siento como me voy acercando cada vez más.
Me da una embestida profunda y ese es el clímax, la sensación del orgasmos se apodera de mi haciéndome sentir demasiado euforia, demasiadas sensaciones a la vez.
Devon me da una nalgada acompañada de una última embestida y finamente él se viene.
Respiro profundamente mientras cierro los ojos y me doy vuelta con lentitud para quedar frente a él. Una sonrisa de medio lado aparece en sus labios y me obliga a deslizar mi mirada hacia un costado.
Definitivamente el miedo a volver a ver otro cadáver no se iba con sexo pero ahora mirando la tina lo único que se me viene a la mente es Devon, Devon y Devon.