—Mierda.
Me arrodillo sobre él mientras siento el corazón en la garganta, tiene varios golpes en el rostro pero eso no es nada comparado en la cantidad de sangre que sale de uno de los tantos cortes que tiene en el abdomen.
—Tranquilo, la policía viene en camino.—digo en un intento de calmarlo y calmarme.
Me saco la campera que tengo puesta y la colocó sobre la herida, lo escuchó maldecir y respirar con dificultad.
—Chloë, no puede verme la policía—dice entre quejidos nerviosos.
Trago saliva en seco,—¿Qué quieres que haga?
—Sacame de aquí.— Me pide.
Mis ojos van a su herida y veo que la campera ya está teñida de rojo, esto esta mal.
—Chloë...
Escucho las sirenas de la policía a lo lejos y entonces sé lo que debo hacer.
Paso mis manos por la cintura del moribundo e intentado ponerlo de pie, seguido de esto pasó uno de sus brazos por detrás de mi nuca y comienzo a arrastrarlo fuera del callejón.
Las sirenas están cerca pero nosotros le sacamos una ventaja de dos cuadras, por lo que cuando llegan al lugar del incidente Devon y yo estamos lo suficientemente lejos de ellos.
—Necesitas ayuda.— murmuro con la respiración acelerada.
Su rostro tiene un tono grisáceo y la herida sigue sangrando sin parar, tiene que ver a un médico o va a morir en cuestión de una hora.
—No es así como imagine nuestra primera cita—bromea y no puedo evitar reírme nerviosa.
—Te acaban de apuñalar, puede que estés por morir ¿y me dices esto?
—Me gusta pensar que soy inmortal.— mascullo.
Siento un nudo en la garganta y unas repentinas ganas de llora me invaden, inhalo su aroma que es una mezcla de tabaco y sangre.
Esto me recuerda tanto a esos oscuros momentos donde mi madre me pedia ayuda para levantarse del piso debido a que no lo podía hacer por si sola. Me había prometido a mi misma no volver a pasar por una situación similar pero miren la ironía de la vida, estoy aquí repitiendo una escena similar pero con un completo desconocido.
—¿A dónde vamos?
—Hasta el edificio blanco.
Hasta el edificio blanco. Repito y ese es mi motor para arrastrarlo media cuadra más.
—Toca el departamento 44...—murmura y ese es el momento exacto en el que sus ojos se cierran y su voz se desvanece.
Había perdido la consciencia y ahora pesaba el doble, mi garganta se cierra impiendome respirar, aún faltaba para llegar al edificio sin contar que la policía ahora estaba deambulando por estas zonas.
Tomo su pulso y siento que es débil.
Lo apoyo contra la pared y corro hasta el edificio donde tocó el timbre del departamento cuarenta y cuatro.
—¿Si?
—Devon... Devon está inconsciente, hay mucha sangre creo que va a morir.—digo en un hilo de voz.
No se si pasan minutos o segundos pero Evans abre la puerta del edificio y en cuanto me ve con la manos cubiertas de sangre mira hacia donde está Devon y sale disparado como una flecha en su dirección.
Lo levanta como si no pesará nada y rápidamente lo sube al ascensor del edificio.
—¿Que paso?—pregunta con la mandíbula tan tensa que incluso pareciera que sus dientes van a romperse.
—No lo sé, escuché gritos en el callejón, había varios hombre con cuchillos y palos...
Mi voz se desvanece, siento mis ojos arder y entonces se que estoy llorando.
—Deja de lloriquear, no es a tí a quien han apuñalado — el ascensor se detiene y salimos— Él va a estar bien.
Entramos en el departamento, Evans recuesta a Devon sobre el sillón y mientras le quita la remera para ver mejor la herida me ordena que vaya al baño para buscar el botiquín de primeros auxilios.
— Esta en ese pasillo, la primera puerta.
Sin decir nada hago lo que me dice, voy corriendo hasta el baño pero me quedo paralizada en cuanto veo que la bañera está llena de sangre.
¿Qué carajos?
Mi mente comienza a trabajar a mil por hora y pienso en salir corriendo como una gacela asustada pero entonces recuerdo a Devon...
Cierro los ojos e intento controlar mis pensamientos.
No es nada, no es nada.
Tomó el botiquín en mis manos y salgo rápidamente del lugar sin mirar atrás.
—Toma.
Evans abre la caja metálica, saca el agua oxigenada, las gasas y algo que creo es una aguja.
Mi corazón comienza a latir con más y más fuerzas, muerdo mi lengua e intento controlar las preguntas que se están arremolinando en mi mente.
—¿Es que todo esa sangre que hay en la tina del baño?— la pregunta sale con fluidez de mis labios pero en cuanto los ojos color avellana del rubio se posan en mi siento nuevamente el instinto de salir corriendo.
Evans suelta una fría carcajada, pasa su mano izquierda por su barbilla manchandola de rojo. Trago saliva con lentitud mientras imagino que este sería el momento en el que muero, en el que el rubio de mirada intimidante me asesina y me mete dentro de la tina sangrienta.
—Cierra tu boca y tomale la mano,— dice desconcertadome— Si quieres luego te cuento que es esa sangre, me sorprende que aún no lo sepas.
Me acerco a Devon con lentitud mientras mis ojos aún están puestos sobre Evans quien desinfecta la aguja con agilidad como si lo hubiera hecho cientos de veces.
— Seguro se levantara cuando la aguja toque su piel, así que sostenle la mano.— vuelve a decir.
—1... 2... 3...—cuenta y el desgarrador grito de Devon hace presencia tal y como lo habían predicho.
—Shhh, Devon...—digo por encima de los fuertes sonidos de dolor que está emitiendo— Todo estará bien.
Sus ojos grises vagan perdidos por el lugar hasta que finalmente que quedan fijos en los míos, le sujetó la mano con más fuerza y le explicó lo que ha ocurrido pero no pasan más de 5 minutos y él vuelve a perder la conciencia.
—Necesita sangre, Evans.— digo en apenas un susurro.
—Lo sé.— respondio sin mirarme.
Connor Wells.
Abro la puerta del departamento y veo a Devon acostado sobre el sillón, tiene una venda enorme que le recorre todo el abdomen y el rostro lleno de manchas violetas, Evans está colocando una aguja en su entre brazos para hacerle lo que creo es una transfusión de sangre ya que hay varias bolsas de sangre en la mesa.
La misma chica que había estado en casa de Devon se encontraba sujetando su mano sin intenciones de querer soltarlo.
—Voy a matar a esos hijos de puta.—escupo con rabia.
—Tu no vas a ir a ningún lado.—responde Evans—¿Que no ves lo que le han hecho?
—Nada de todo esto hubiera pasado si...
Me quedo en silencio sin sentirme capaz de decirlo en voz alta.
—Anda dilo...—me reta.
Evans termina de colocarle la bolsa de sangre a Devon y se acerca a mi, tiene los ojos cansados, sus manos están teñidas de sangre y puedo notar el enojo en todo su cuerpo.
—No me arrepiento de nada,—habla—si tuviera que volver a hacerlo lo haría.
—Lo sé y ese es el puto problema, nosotro si tuviéramos que elegir otra vez elegiriamos estar contigo también.
Separó una de las sillas de la mesa y tomó asiento, mientras veo a la rubia mirar a Devon como si él fuese una clase de milagro.
Si no fuéramos cómplices de toda esta mierda le diría a Devon que ella es un buen partido pero en estos momentos somos nosotros quienes no somos buenos.