Como conquistar a un chico...

Von desirealba

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Verdaderamente pensaba que todo ese asunto del amor era una verdadera tontería. Odiaba a las parejas que se p... Mehr

Prólogo
Taylor Smith [II]
Nuevos sentimientos [I]
Nuevos sentimientos [II]
Bryan Bennet [I]
Bryan Bennet [II]
Robert y sus amigos [I]
Robert y sus amigos [II]
Vacaciones en el lago [I]
Vacaciones en el lago [II]
Señales [I]
Señales [II]
Ohio [I]
Ohio [II]
Convivencia[I]
Convivencia [II]
Acción de gracias
Stella Bennet [I]
Stella Bennet [II]
Actitud [I]
Actitud [II]
Sesión de fotos [I]
Sesión de fotos [II]
Me gustas [I]
Decisiones [I-II]
Veintiseis
Mike
Mike [II]
Celos [I]
Celos [II]
Cuestiones de confianza [I]
Cuestiones de confianza [II]
¿Infiel? [I]
¿Infiel? [II]
Arrepentimiento [I]
Arrepentimiento [II]
BRAD.
Brad
Oportunidad
Brad
Te elegí a ti [I]
Te elijo a ti [II]
Epílogo

Taylor Smith [I]

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Von desirealba

Verdaderamente pensaba que todo ese asunto del amor era una verdadera tontería. Odiaba a las parejas que se ponían en los bancos del parque y lo único que hacían era besarse. O las parejas que no decidían quien tenía que colgar primero, o a ese chico tierno, pero tan tierno que daban ganas de vomitar. Ni más que decir que odiaba el día de San Valentín, ese día en el que todo eran corazones, rosas rojas y todas las chicas bailaban felices porque tienen un San Valentín. Una auténtica basura. Ni existía el príncipe azul, ni iba a venir en un caballo blanco, ni el amor iba a durar para siempre.

Caminaba por los pasillos siguiendo a la ola de estudiantes que me arrastraba hacia la salida. Yohanna iba a mi lado hablándome de la nota tan baja que había sacado en el último examen de física; nota baja, pero sin embargo había aprobado. En cambio yo, no había conseguido llegar al aprobado. El señor Thompson me había mirado decepcionado y enfadado mientras me daba mi examen. No era mi culpa ser una negada en física, incluso me costaba aprobar matemáticas. Suspiré y Yohanna me dio un pequeño empujón

— No te desanimes —me sonrió— Aprobarás.

¿Aprobar? Esas no habían sido las palabras del Señor Thompson.

"No vas a conseguir aprobar este trimestre, aprobaste los anteriores por suerte, parece que la suerte ya se te ha acabado"

Exacto, ya no tenía a Yohanna a mi lado para decirme nada en el examen.

— Ella, ¿Me estas escuchando?

Miré a Yohanna y me fijé en sus rasgos. Era morena, alta, y su pelo largo negro estaba recogido en una cola alta. Sus ojos grises me miraban esperando una respuesta.

— ¿Qué?

Ella suspiró.

— ¿Por qué no te buscas a alguien que te explique? Una profesora o profesor particular.

— ¿Y dónde busco eso? ¿Llevará muy caro?

— No lo sé, siempre puedes preguntar. Vamos a mirar en el tablón de anuncios.

Ella tiró de mí, alejándome de mi camino hacia la salida. Nos acercamos a secretaria, al lado estaba el gran tablón de anuncios.

— A ver, a ver —dijo mirando entre los anuncios.

Yo lo único que alcanzaba a ver era publicidad sobre viajes de estudiantes, cursos de español o italiano...

— Aquí —Yohanna llamó mi atención—. Clases particulares de física. Ponerse en contacto con Taylor Smith —Mi amiga arrancó el papel y me lo dio —. Ahí tienes, problema resuelto.

Miré la letra cursiva que estaba en el papel y el número de teléfono mientras caminábamos hacia la salida.

— Le hablaré esta tarde —doblé el papel y lo guardé en el bolsillo de mis jeans.

Nos montamos en el pequeño coche de segunda mano de mi amiga. Tiré con fuerza de la puerta y la aguanté para que no golpeara mi cabeza.

— Prometo que algún día la arreglaré.

Me metí dentro del asiento del copiloto y no tardé en ponerme el cinturón. Ir con Yohanna conduciendo debería considerarse un deporte de riesgo. Mi amiga arrancó y no tardé en agarrarme a la manilla.

— No puedo creer que nos queden meses de libertad; ni siquiera sé a qué universidad iré.

— Yo tampoco; de todos modos, nos queda casi un curso entero, es decir, solo estamos a Febrero —dije poniendo mis manos en la calefacción del coche para calentarlas.

— Tienes tiempo para decidirlo —me tranquilizó Yohanna—. Sé que estamos a Febrero, pero estoy deseando que llegue el verano, va a ser el mejor verano de nuestras vidas.

Miré a Yohanna, que tenía una gran sonrisa.

— Siempre decimos lo mismo, y al final lo único que hacemos es comer helado, ver películas e ir a la piscina algún día.

— Tenemos dieciocho, obviamente, este va a ser nuestro verano. Haremos planes, muchos planes.

— Adivino que estamos incluidas en los planes que hagan Robert y sus amigos.

— Si, algo así.

Robert Dallas. Veinte años. Moreno, de ojos oscuros, atlético, alto, simpático, muy divertido y reciente novio de mi amiga.

— Bien, final del trayecto. —Yohanna paró frente a mi casa.

— Gracias por traerme —me desabroché el cinturón.

— Siempre es un placer —le sonreí a mi amiga y salí del coche.

Me colgué mi mochila y caminé a casa no muy contenta sabiendo la larga tarde de estudio que me esperaba. Saqué las llaves de la mochila y Yohanna pitó, me giré y moví mi mano de un lado a otro mientras la veía alejarse. Metí la llave en la cerradura y entré en casa, no tardando en poner la calefacción.

Papá llegaba de trabajar a las siete y Aaron llegaba de la universidad a las cinco y media así que tenía una hora y media para mí. Eso significaba ducharme con música alta sin que mi hermano golpeara la puerta y se quejara del tipo de música que escuchaba.

Abrí los libros en el momento en el que mi hermano hizo acto de presencia en mi habitación; como no, entrando sin llamar.

— Siempre que vienes entras en mi habitación para ver si he llegado de clases y estoy sana y salva.

Aaron sonrió y se tumbó en mi cama. ­

— Y da gracias a que salgo más tarde que tú y no puedo ir a recogerte al instituto.

— ¡Qué pena! Las chicas de mi instituto están deseando que dejes ver tu culo por allí.

Aaron Bennet, veintiuno, pelo castaño claro y ojos marrones. Alto, atlético y guapo. Sí, tenía un hermano condenadamente guapo. Lo admitía, así que era normal que se ganara miradas de amor y suspiros cuando iba a recogerme al instituto.

— Bueno, tienes un hermano realmente atractivo. ¿Qué puedo decir?

Egocéntrico, muy egocéntrico.

— He encontrado en el tablón de anuncios el número de alguien que da física. Clases particulares.

— ¿Física? Pensé que te iba bien. —Me miró con el ceño fruncido y los brazos detrás de su cabeza.

Moví mi cabeza de un lado a otro. —He suspendido el último examen y voy a suspender, así que he pensado en esa solución.

— Yo podría ayudarte —se ofreció.

— Claro que sí, pero no me fio de que pueda aprobar mi siguiente examen contigo.

— Me daré una ducha —se levantó de mi cama.

— Te toca hacer la cena —le recordé—, Y no vale pedir pizza, comida china o cualquier otra cosa.

Aaron se apoyó en el marco de la puerta y me miró. — ¿Entonces?

— Quiero una ensalada, y pasta.

— ¿En serio pequeña?

Asentí y el rodó los ojos. — Pediré comida china.

— ¿Qué? No, vamos Aaron. Hazlo por mí, por favor —puse la cara más adorable que pude y mi hermano suspiró.

— Está bien —salió de la habitación—. Solo por ti.

— ¡Eres el mejor! —alcé la voz.

— ¡Lo sé! —contestó.

Cuando papá llegó cenamos mientras ellos hablaban de Rugby, hasta que llegó el turno de preguntarme cómo me había ido el día.

— ¿Cómo te ha ido el día, cariño?

— Bien, he suspendido el examen de física —Papá me miró y negó con la cabeza.

— Tienes que estudiar más.

— No es cuestión de que estudie más, es que no me entero.

Aaron dejó de comer para intervenir en la conversación. —Pregunta en clase.

— Lo hago, pero no es lo mismo, tiene más alumnos. Encontré en el tablón de anuncios el número de un chico que da clases de física.

— ¿Lo conoces? —preguntó mi hermano.

Junté mis labios en una fina línea y negué con la cabeza.

— Bueno, habla con ese chico, a ver cuánto lleva por las clases y hablaremos el precio.

Asentí.

Después de ayudar a Aaron a recoger la cocina, corrí por las escaleras hasta llegar a mi habitación y encerrarme en ella como siempre hacía. Busqué el papel en el bolsillo trasero de los pantalones y volví a dejar los pantalones en la silla—donde toda la ropa se acumulaba durante la semana— y me tiré en la cama con el móvil. Guardé su número en mis contactos y le hablé.

Stella Bennet:

Hola, soy Stella y he visto tu anuncio de que das clases de física en el tablón de mi instituto. Me gustaría saber cuánto llevas la hora.

Gracias. :)

Me desconecté y miré al techo blanco. Mi móvil no tardó en vibrar y lo miré.

Taylor Smith:

Hola, soy Taylor.

//

El hecho de que él tuviera puesta una foto con sus amigos de perfil me hacía querer volverme loca. ¿Quién sería de todos ellos? Yohanna observaba la foto de perfil de Taylor mientras estábamos esperando a que las palomitas se hicieran.

— Espero que sea el más guapo —dijo señalando a uno de los castaños que aparecían en la foto.

— Y yo, por supuesto —reí y me apoyé en la encimera de la cocina.

— ¿Cuándo habéis quedado?

— Lunes.

El microondas no tardó en sonar, saqué las palomitas con cuidado de no quemarme y las eché en un cuenco de cristal.

— Hola Yoha —Mi hermano entró en la cocina sin camiseta, enseñando su perfecto abdomen.

— Hola Aaron, ¿No tienes camisetas? —dijo está cogiendo una palomita y metiéndosela en la boca.

— No para ti —le guiñó un ojo y le di un empujón.

— Deja de hacer eso, vamos a ver una película de miedo y deberías ponerte algo, vas a resfriarte.

— Es viernes y la calefacción está puesta, Ella.

— Lo sé, salimos mañana, si es lo que te estás preguntando.

— Exacto. Papá ha quedado a cenar con amigos de su empresa y yo salgo dentro de un rato. ¿Se quedará Yohanna aquí esta noche?

Miré a mi amiga que ya estaba en el salón poniendo la película.

— No, se irá a su casa. —Aaron asintió.

— Avísame si tienes miedo cuando te quedes sola, volveré y te abrazaré mientras duermes.

Lo empujé haciendo que el soltará una carcajada. Su mano alborotó a mi pelo y huyó cuando me quité una zapatilla. Yohanna me esperaba comiendo palomitas salvajemente.

— Tu hermano está muy bueno, si no tuviera a Robert, me lo tiraría.

Rodé los ojos y le quité el cuenco de palomitas cuando me di cuenta que se las iba a comer todas.

El lunes llegué a casa corriendo para que me diera tiempo a ordenar la habitación. Hoy venía Taylor y mi habitación daba miedo de lo desordenada que estaba. Tiré la maleta a un lado para empezar a doblar ropa y a guardarla en mi armario.

Empujé con mi pie los zapatos debajo de la cama y dejé el escritorio en orden, colocando dos sillas para que pudiéramos sentarnos. Puse las manos en mi cintura, mirando orgullosa lo recogida que había quedado mi habitación.

Nota mental: No abrir el armario.

El timbre sonó y bajé. Respiré hondo, no sabiendo qué iba a encontrarme tras la puerta. Puse la mano en el pomo y abrí. El chico se giró para que pudiera verlo mejor. Era alto, su pelo castaño estaba peinado hacia arriba y sus ojos verdes eran preciosos.

— Hola —sonreí tras la observación y lo dejé pasar.

— Hola —entró y me miró.

— Sube, nos pondremos en mi habitación.

Lo seguí por las escaleras y me dediqué a observar su trasero en esos pantalones vaqueros que llevaba.

— Es esta —señalé a la habitación de la izquierda.

Ambos entramos y cerré la puerta

— Tengo que decirte que soy pésima en física, para que tengas paciencia.

— No te preocupes, tengo mucha.

Él sacó una libreta y un bolígrafo azul de su mochila.

— ¿Sabes cuándo son los próximos exámenes?

— No, aun no.

Él tomó asiento y me senté a su lado, dándome cuenta que el escritorio era demasiado pequeño.

Le enseñé lo que estábamos dando pero él empezó a repasar desde el principio. Haciendo apuntes en mi cuaderno, mirándome mientras me explicaba y yo lo miraba atentamente. Estaba nerviosa, ni siquiera sabía que cara poner. ¿Estaría mirándolo con cara de tonta? Lamí mis labios y observé lo guapo que era. Yohanna no iba a creérselo.

Parpadeé intentando concentrarme en lo que Taylor me decía por si después me preguntaba. ‹‹Como te pregunte y no sepas de qué te está hablando vas a quedar muy mal››

A pesar de que estaba nerviosa, la hora se me pasó volando. Taylor miró su reloj.

— Bien, hemos acabado. Como ya sabes, me pagas a final de mes.

— Si —dije cerrando mi cuaderno y dejando la calculadora encima.

Lo observé mientras que él guardaba las cosas en su mochila.

— ¿Qué quieres estudiar? —sus ojos verdes se posaron en mí.

— Aún no lo tengo decidido —me encogí de hombros y él sonrió.

— Imagino que no una carrera de matemáticas —se colgó su mochila.

— Imaginas bien —le sonreí y caminé hacia la puerta de mi habitación.

La abrí para él y este pasó. Lo acompañé a la puerta y volví a abrirla para que mi acompañante saliera.

— Bueno, hasta el viernes. —me sonrió.

— Adiós.

Él se giró y cerré la puerta cuando bajó las escaleras del porche. << ¿Qué clase de creación divina me había mandado Dios para que me diera clases? >>

Subí las escaleras corriendo, estaba nerviosa por contarle a Yohanna. Entré en mi habitación cerrando la puerta detrás de mí. Cogí el móvil y abrí la conversación de Yohanna.

Stella Bennet:

¡Es el guapo!

Yohanna Rebelo:

¡Hasta suerte tienes!

Miré la silla donde él había estado sentado y la llevé al cuarto de Aaron. Cuando entré en su cuarto y la dejé, miré la cama de Aaron para después mirar la cama de Bryan. No sabía nada de él desde hacía dos semanas, esperaba que llamase pronto para saber cómo estaba. Salí de la habitación y cerré la puerta detrás de mí cuando Aaron apareció por las escaleras. — ¿Qué hacías ahí? —me preguntó.

— Cogí la silla de tu habitación para la clase.

— ¿Ya se ha ido? —miró hacia mi habitación. Asentí— ¿Y cómo te ha ido?

— Es guapísimo —dije.

Aaron me miró alzando una ceja y sonreí abiertamente ante su mirada.

— ¿Has prestado atención o te has dedicado a observar lo guapo que era? —entró en su habitación y lo seguí.

— Ambas cosas. En serio, es muy guapo.

— ¿Qué edad tiene? —preguntó, y fruncí el ceño. La verdad es que no la sabía.

— No lo sé. Quizás veintiuno o veintidós.

— Muy grande para ti —mi hermano dejó su mochila encima del escritorio y reí.

— No he dicho que vaya a salir con él, solo te he dicho que es guapo —salí de su habitación.

— Tendré que verlo para ver si es guapo. —sonreí y negué con la cabeza.

Escuché la puerta de casa abrirse y bajé para recibir a papá. Lo abracé y besé su mejilla.

— Hola cielo —dijo quitándose su abrigo— ¿Cómo fue tu día? —preguntó.

— Entretenido. —Seguí a papá a la cocina— ¿Y el tuyo? —le pregunté mientras él abría el frigorífico para ver que preparaba de comer.

— Agotador.

Papá trabajaba en logística en una empresa de transporte.

— ¿Sabes algo de Bryan? —Papá negó con la cabeza— Llamará pronto —dije al ver su mirada de preocupación.

— ¿Hoy has tenido las clases, no? —dijo mientras preparaba unos sándwiches y yo lo ayudaba.

— Sí.

— ¿Cómo fue?

— Muy bien —me encogí de hombros.

— Ella se ha enamorado. —Aaron apareció en la cocina para poner la mesa.

Papá me miró alzando sus cejas en sorpresa.

— Claro que no. Solo dije que era guapo, eso no significa nada.

— ¿Es mayor que tú? —preguntó mi padre. Asentí— Ten cuidado.

Rodé los ojos. — Que sea guapo no significa que le vaya a pedir matrimonio —papá sonrió.

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