Si había algo que le daba igual y ya se había acostumbrado Takeshi, era a que la gente huyera ante su presencia, o corriera a ella. Le daba igual, era una molestia algunas veces, pero en general era algo con lo que había aprendido a vivir. Siempre había sido así desde que tenía memoria.
A la gente le encantaba verlo sonreír, así que había aprendido a sonreír en toda ocasión. Incluso cuando diluvios caían, agua arrasaba todo a su paso y se abría paso a la fuerza, Takeshi sonreía. Así Takeshi no estuviera feliz, sonreía. Era algo que siempre había hecho desde antes de ser lluvia.
Claro que, antes de ser lluvia, era un ente que jugueteaba en los ríos y lagos, y en ese entonces los seres vivos huían al verlo, espantados quien sabe por qué. Era aburrido jugar solo, así que busco la manera de no asustar, y la respuesta fue su sonrisa. A veces, incluso con la sonrisa, no todos los juegos salían bien.
Aun ahora no entendía porque algunos entraban al agua, o se caían en ella, y luego no salían nunca más. Era irritante, porque quería jugar y con alguien que no regresaba... pues era aburrido. No podía entrar al agua, no podía interactuar con nadie. Pero eso no quería decir que no pudiera jugar con ellos.
Las cosas no habían cambiado, incluso muchos siglos después. Claro que hace mucho de jugar en los cuerpos de agua, pero a veces iba a uno solo para pasar el rato. A veces las cosas simplemente eran muy aburridas, muy monótona.
- ¿Tsunayoshi? - ¿Podría acercarse esta vez? - ¿Puedo? – Espera que fuera una respuesta positiva, y no que lo ignorara por completo otra vez.
Frunció el ceño una vez que estaba seguro de que no había nadie. Lo había ignorado otra vez, como si no existiera. Le molestaba, era irritante. ¿Tal vez era así como cielo se sentía cuando hacía de cuenta que no existía?
En realidad, era así con todos en aquellos tiempos. Aun ahora, pero no todo el tiempo. No era nada personal, era solo como era. No veía beneficio en hacer amistades, porque tarde o temprano estas simplemente... dejaban de existir. Y con los demás... no se llevaban bien, para resumirlo. Era una lástima, sinceramente.
Tsunayoshi había sido interesante, pero no era tan divertido. Era el único que no le importaba su falta de empatía, lo cual apreciaba mucho. Pero Tsunayoshi era aburrido, tampoco tenían mucho de qué hablar. Así que sus encuentros eran pocos y espaciados, usualmente cuando Tsunayoshi decidía aparecer debajo de las gotas de agua, cuando traía agua a la tierra. Solo era cuando eran suaves, y cielo no se quedaba mucho tiempo tampoco.
Nunca espero ver el día en donde Sky lo ignorara. Sky nunca ignoraba a nadie, así que esto era sumamente extraño.
- Me estás haciendo esto por el búho, ¿no es así? – Se dijo así mismo en voz baja, sin sorpresa.
Cuando había casualidades, Tsunayoshi se ponía triste y tomaba un tiempo para sí. Cuando no eran producidas por desastres, al menos. Y este búho no fue una casualidad normal. Y ya que Sky era tan apegado a las aves...
No sabía en que estaba pensando Earth en darle tantas creaciones a Sky, tantos regalos, no le veía propósito. Sky no se hubiera negado a permitirles volar, eso era seguro. Sky no necesitaba tantas criaturas en su dominio, incluso si era compartido. No, era más una molestia si le preguntaban.
Si bien hacían feliz a Sky y todo eso, era momentáneo. No hacían nada más, nada. Más bien traían el problema de que Sky se enojaba cuando una de esas criaturas se convertía en una casualidad. Tal y como ahora.
No le veía más propósito que una alegría momentánea. Si hicieran o provocaran algo más, no lo vería como una tontería. Y ver aves en casi cada lugar al que iba no estaba ayudando. ¿Es que no veían que molestaban más que ayudaban?, Sky podría estar feliz de verlos y todo, pero solo eran molestias a la larga.
Darles de comer, darles agua, darles un hogar, asegurarse de que no estuvieran lastimadas, asegurarse de que no se pelearan o se comieran entre sí, y más. Era molesto. No veía en que-
-... así? - ¿Que estaba haciendo este niño aquí?, otro más con las estúpidas aves...
- Si, está perfecto. – La voz alegre lo hizo detenerse en el sitio. – No es tan difícil como parece, ¿verdad? – Su sonrisa cayo, esa voz era muy alegre. Nunca había oído a Sky así...
Dio un par de pasos, sacando la cabeza solo para ver bien que pasaba, teniendo cuidado no ser visto. No quería interrumpir y no quería molestar a Sky justo ahora. Estaba con pájaros, se molestaría de sobremanera por una estupidez. Decirle tal cosa no ayudaría, haría las cosas peor.
Tenía dos aves en los hombros, y en su pelo había un par de pajaritos amarillos. No era algo sorpresa para él de ver. No era la primera vez que ocurría desde que estaban aquí. Tampoco era la primera vez que veía a Sky malcriando a un ave diferente, una madre por lo que veía, con sus polluelos.
- Lo hago yo y me muerde. – Asari hizo una mueca diciendo esto, en sus manos una taza con unas bayas. No estaba equivocado en esa idea. – Te aman. – Ese era un hecho indiscutible. ¿Cómo no iban a amar a quien les permitía volar?, ¿a quién les brindaba la magia de ir mucho más allá que cualquier otro ser vivo?
- ¿Celoso? – Fue una medio broma, porque Sky se rio libremente, muy contento, y Asari no lo tomo a mal, se rio con Sky.
- Algo. – Anuncio Asari luego de que las risas se calmaran, ofreciendo algunas bayas a otro conjunto de aves que había allí.
Había muchos nidos solo en esa esquina. No estaban hechos por ellas, y tampoco estaban hechas por humanos precisamente. Sky no debería tener que hacer estas cosas, no era necesario y mucho menos-
- No lo estés. – Sky paso a los polluelos, malcriándolos a ellos también. Estas criaturas ni siquiera sabían lo afortunadas que eran en ser tocados por Sky, en ser mimados por él... - No pueden evitarlo.
- ¿No pueden? – Asari lo dijo en voz alta y él a penas se contuvo de decirlo él también.
Era ridículo, completamente ridículo. Tenían que amarlo, Sky les permitía volar, les permitía ir a lugares que nadie más no. Era ridículo oír que no "podían" evitarlo. Sky era un-
- Earth me quiere mucho, así que todas sus creaciones tienen ese cariño así no sepan por qué. – Takeshi quedo mortalmente quieto ante estas palabras. – Les dé el don de volar o no, no cambia eso. – Eso quería decir, pensó Takeshi con algo de horror, que no era por... - Las gallinas no vuelan, ¿y no ves que son unos amores?
Oyó la afirmación de Asari ante la pregunta de forma lejana. Sentía como si hubiera tenido un mal encuentro con Cloud de la nada.
- Los que vuelan me quieren más, ya que por mi pueden volar. – Eso ya lo sabía, era obvio. No podían-
- Más que amarte buscan complacerte. – Asari comento de buena manera, con un búho en el hombro que acababa de llegar y no le tenía miedo en lo absoluto. – Puedes pedirles que te traigan lo que desees o incluso que te dejen en paz y lo harán sin chistar. – Asari hablaba como si estuviera seguro de este hecho. No sabía tal cosa.
Siempre pensó en esas criaturas como tontas. No tenía odio ni amor hacia ellos, eran solo otras criaturas terrenales con un tiempo de vida muy corto. No valía la pena apegarse o molestarse con ellos, no duraban nada, ¿así que para que hacerlo?
- No tienes que hacer nada e igual te amaran. – Lo que siguió fue como un golpe al corazón para Takeshi: - Honestamente creo que ellas son las que te malcrían a ti y no al contrario. No necesitan que las cuides, pero te complacen con ello, o ese es mi pensar. – La sonrisa de Asari bajo mucho, al igual que su voz al agregar: - Tulipán podía vivir perfectamente por ella misma y aun amarte, pero venia cada vez que la llamabas y dejaba que hicieras todo lo que quisieras con ella. Estoy bastante seguro de que ya tenía una casa antes de que le hicieras una.
La conversación siguió, más animada, el niño molestando a Sky, bromeando con él, sobre el hecho de que los animales lo querían tanto que dejaban que los cuidara como bebés incluso si era completamente innecesario, y tal vez ofensivo en algunos casos. Algo acerca de que, si alguien más intentaba lo que Sky hacía con tanta facilidad, una patada en la cara seria lo de menos. Aparentemente más de uno casi se lleva esa mala sorpresa por un caballo.
Esa noche Takeshi no pudo dormir, toda esa información nadando en su cabeza. Cuando por fin comprendió, salió al bosque, se agacho y planto sus manos en la tierra fría.
- Ahora entiendo Earth, ahora entiendo... - Sintió la presencia de Earth, sintió su esencia en sus palmas, indicándole que estaba siendo escuchado atentamente. – Gracias por darle algo propio que cuidar, Earth.
Flores crecieron y florecieron a su alrededor como respuesta silenciosa por parte de Earth.